viernes, 18 de noviembre de 2016

Lecturas del día, viernes, 18 de noviembre. Poema "Sobre la temporada en Barcelona" de José Agustín Goytisolo. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro del Apocalipsis (10,8-11):

Yo, Juan, escuché la voz del cielo que se puso a hablarme de nuevo diciendo: «Ve a tomar el librito abierto de la mano del ángel que está de pie sobre el mar y la tierra». Me acerqué al ángel y le pedí que me diera el librito. Él me dice: «Toma y devóralo; te amargará en el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel». Tomé el librito de mano del ángel y lo devoré; en mi boca sabía dulce como la miel, pero, cuando lo comí, mi vientre se llenó de amargor. Y me dicen: «Es preciso que profetices de nuevo sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reinos».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 118,14.24.72.103.111.131

R/.
¡Qué dulce al paladar tu promesa, Señor!

Mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas. R/.

Tus preceptos son mi delicia,
tus enseñanzas son mis consejeros. R/.

Más estimo yo la ley de tu boca
que miles de monedas de oro y plata. R/.

¡Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca! R/.

Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón. R/.

Abro la boca y respiro,
ansiando tus mandamientos. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,45-48):

En aquel tiempo, Jesús entró en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: «Escrito está: “Mi casa será casa de oración”; pero vosotros la habéis hecho una “cueva de bandidos”». Todos los días enseñaba en el templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo buscaban acabar con él, pero no sabían qué hacer, porque todo el pueblo estaba pendiente de él, escuchándolo.

Palabra del Señor

Poema: 
Sobre la temporada en Barcelona de José Agustín Goytisolo
  
Cuando llega el otoño las gentes de esta bendita ciudad
comienzan a telefonearse rápidamente
organizan tremendas fiestas y se besan y se saludan
hola qué tal cuánto tiempo te quiero mucho llámame.

Entonces yo me afeito con cuidado
pongo una de mis caras más miserables
guardo un par de Alka-Seltzer en el bolsillo
e inauguro mi vida social.

Algunas veces aterrizo en blandas casas
en donde me reciben con aparente sorpresa
y después de saludar a los anfitriones
tomo un vodka con hielo y comienzo a decir estupideces
a fin de aterrorizar a la concurrencia.

En otras ocasiones el éxito no es tan claro
ya que me veo metido en serias discusiones sobre el futuro del país
en apartamentos en donde sólo dan vino tinto
y nadie lleva corbata por el qué dirán.

Lo peor son las reuniones en editoriales
en las que siempre aparece un uruguayo con mirada de buey
que acostumbra a emborracharse y a cantar tangos
y acaba recordando a su querida mamacita.

En estos casos yo ataco al imperialismo norteamericano
me tomo varios martinis secos y firmo autógrafos
y procuro esquivar a las ávidas matronas
que me persiguen por los pasillos y lavabos.

Así se nos echa encima la Navidad
y el cartero deja sobre la mesa un montón de felicitaciones
de personas que he visto hace menos de veinticuatro horas
o de individuos a los que no conozco y que me ofrecen
su amistad o un nuevo detergente o sus mejores deseos
para el maldito próspero Año Nuevo.

De este modo vivo y procuro eludir
la multitud de trampas que me tienden
abandonando las fiestas por la puerta trasera
acariciando a las niñas y duchándome
mientras espero con paciencia que el ambiente se calme.

Está claro que podría hacer mucho mejor las cosas
y tener una agenda y acordarme de todo
pero no tengo tiempo porque quiero ir a casa
y meterme en la cama y perpetrar un poema
después de haberme duchado por enésima vez. 


http://www.ivoox.com/sobre-temporada-barcelona-17-antologia-personal-audios-mp3_rf_502087_1.html

Breve comentario

El hombre es capaz de construir y de destruir, de ennoblecer y de degradar. Lo primero suele ser más costoso y lento de lograr; lo segundo, sumamente fácil. Sea como fuere, somos nosotros mismos los que nos degradamos o ennoblecemos, los que nos alzamos o nos destruimos con nuestras acciones. El templo de Dios es degradado por los mercaderes que lo han pervertido con su actividad: un lugar de oración es transformado por la miseria de algunos hombres, y tolerado por la comunidad, en un antro de negocios. Ese lugar de oración, ese templo de Dios, somos nosotros mismos también, en toda su integridad, no sólo en nuestra dimensión corpórea.

Vivimos una época en que toda verdad, todo compromiso, corre el riesgo no sólo de ser criticado, sino simplemente ridiculizado precisamente porque supone lo que refleja: una confianza en una empresa, una firmeza, una apuesta o una opción incompatible con otras. En unos tiempos en donde todo vale, es decir, en donde nada vale nada, cualquiera puede poner en solfa lo más serio del modo más trivial. A veces, simplemente por puro narcisismo. Ciertamente es muy fácil destruir. Construir, plantar cara, definirse, eso ya es otra cosa. El que abre camino hoy, sobre todo en el terreno ético, está más solo que nunca. Sólo cuando con su esfuerzo ha avanzado significativamente se apuntan los "valientes" de última hora para tener su momento de gloria. Pero cuando se está solo, no es claro cómo vas a salir en tu empeño. En tales casos, la fe se ha de poner en otro sitio, en otra Persona que las que te rodean. 

En el poema elegido Goytisolo describe con lucidez y humor la tremenda mediocridad de nuestra vida burguesa, estúpida, banal y vacía. Lo más penoso son  los que aspiran a tener este estatus. Se mueren de ganas en imitarles en lo más aborrecible de ese mundo al que aún no pertenecen. Y esta es la sociedad que hemos hecho con nuestra gran productividad material, y nuestra gigantesca (verdaderamente sin precedentes) inanidad moral. Ni un ápice de verdad en nuestras vidas: sólo un mero pasar entre futilidades, maledicencias, chismorreos, egos y apariencias. Occidente se ha convertido en un gigantesco vacío; el templo de Dios que fue ha sido arrasado por la mentalidad de los mercaderes y de las mujeres ociosas. ¿Quién vendrá con el látigo para expulsarlos? Deberíamos ser los cristianos. Pero ¡ay, los cristianos...! ¿Queda fe para ese esfuerzo? De momento no se la ve, ni siquiera en la cátedra de Pedro.

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