"Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué méritos tenéis? También los pecadores aman a los que los aman."
(Lc 6,32)
Merecer y amar son mundos ajenos
y distantes.
¿Qué merecimiento cabe en aceptar un regalo?
No merezco ser, ni ver, ni respirar,
ni andar con mis dos piernas,
ni gozar de un amanecer, de este silencio,
de la brisa que acaricia,
del agua fresca en mi garganta...
No hay merecimiento en sonreír a una sonrisa,
en besar unos labios que se ofrecen,
en abrazar un cuerpo hecho espuma,
hecho alma...
No hay merecimiento en amar a quien me ama,
en despertar amor a quien por amor despierta.
Todo lo importante es don.
No hay mérito en recibir la gracia.
Sólo en lo mundano, en lo que tiene
el tamaño de nuestra voluntad,
cabe el odio.
Y no merezco odiar a quien me odia.
Ni en gracia, merecimiento por poder amarlo.
27-2-2019
Doiraje.