lunes, 31 de octubre de 2016

Lecturas del día, lunes, 31 de octubre. Poema "Visita al Santísimo Sacramento" de José Ramón de Pablo. Breve comentario.


Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (2,1-4):

Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría: manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por rivalidad ni por ostentación, dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 130,1.2.3

R/.
Guarda mi alma en la paz junto a ti, Señor

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad. R/.

Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre. R/.

Espera Israel en el Señor
ahora y por siempre. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,12-14):

En aquel tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.»

Palabra del Señor

Poema:
Visita al Santísimo Sacramento de José Ramón de Pablo

Permíteme, Señor, que aquí postrado,
consciente de mi nada en tu presencia,
y aún temiendo pecar de irreverencia
me atreva al alto honor de acompañaros.


Yo sé que no soy digno de miraros,
mas, fiado en tu amor y en tu clemencia,
se apacigua el clamor de mi conciencia
y me inunda la calma al contemplaros.


En el mundo, Señor por olvidaros,
es todo confusión y algarabía
que me inquietan de modo extraordinario.


Por eso, mi Señor vengo a rogaros,
que le dejes gozar al alma mía,
del remanso de paz de tu Sagrario.


Breve comentario

No podemos dar de comer al hambriento si antes no nos sabemos hambrientos a su vez. Con el pobre compartimos su misma pobreza, pues también estamos hambrientos de Dios. Desde el sentimiento de superioridad o desde la autocomplacencia del que se sabe o se considera bueno no es posible alimentar a nadie. Nuestra generosidad nace de nuestra necesidad, no de lo que nos sobra. Necesidad de Dios, necesidad de darnos, necesidad de amar. De lo contrario, nuestra misericordia será falsa, tan falsa como la vida social que se mantiene entre iguales, entre gente que nos reconoce y nos quiere, personas que pueden pagar nuestras invitaciones de mil modos. Y los satisfechos no pueden darnos nada, nada que importe a los ojos de Dios y de los que nos sabemos pobres. 

domingo, 30 de octubre de 2016

Lecturas del día, domingo, 30 de octubre. Poema "Estoy" de Javier de Bengoechea

Primera lectura

Lectura del libro de la Sabiduría (11,22–12,2):

Tú de todos tienes compasión, porque lo puedes todo y no te fijas en los pecados de los hombres, para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado. ¿Cómo podrían existir los seres, si tú no lo hubieras querido? ¿Cómo podrían conservarse, si tú no lo ordenaras? Tú tienes compasión de todos, porque todos, Señor, te pertenecen y amas todo lo que tiene vida, porque en todos los seres está tu espíritu inmortal. Por eso, a los que pecan los corriges y reprendes poco a poco, y les haces reconocer sus faltas, para que apartándose del mal crean en ti, Señor.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 144,1-2.8-9.10-11.13cd-14

R/.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás. R/.

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.

El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R/.

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1,11–2,2):

Con este fin oramos siempre por vosotros, pidiendo a nuestro Dios que os tenga por dignos de haber sido llamados por él, y que cumpla con su poder todos vuestros buenos deseos y los trabajos que realizáis impulsados por la fe. De esta manera el nombre de nuestro señor Jesús será honrado por vuestra causa, y él os honrará conforme a la bondad de nuestro Dios y del señor Jesucristo. Ahora, hermanos, en cuanto al regreso de nuestro señor Jesucristo y a nuestra reunión con él, os rogamos que no cambiéis fácilmente de manera de pensar ni os dejéis asustar por ningún mensaje espiritual, discurso o carta que recibáis, como si fuera nuestra, diciendo que el día del Señor ya ha llegado.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,1-10):

Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. Vivía en ella un hombre rico llamado Zaqueo, jefe de los que cobraban impuestos para Roma. Quería conocer a Jesús, pero no conseguía verle, porque había mucha gente y Zaqueo era de baja estatura. Así que, echando a correr, se adelantó, y para alcanzar a verle se subió a un árbol junto al cual tenía que pasar Jesús.
Al llegar allí, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja en seguida porque hoy he de quedarme en tu casa.»
Zaqueo bajó aprisa, y con alegría recibió a Jesús. Al ver esto comenzaron todos a criticar a Jesús, diciendo que había ido a quedarse en casa de un pecador.
Pero Zaqueo, levantándose entonces, dijo al Señor: «Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes; y si he robado algo a alguien, le devolveré cuatro veces más.» Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre también es descendiente de Abraham. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido.»

Palabra del Señor
 
Poema:
Estoy de Javier de Bengoechea 

La escalera del viento hacia tu altura,
se deshace en mis pies, y yo no puedo
subir, oh Dios, y sin subir, me quedo
flotando como pluma a la ventura.


¿En dónde estoy, oh Dios, o en qué postura
pondré mi vida, o cómo desenredo
los hilos de mi ansia, y me hallo, y cedo
-a quién, mi Dios- mi peso de amargura?


Así impaciente, por llegar, me estiro,
y me rompo la vida, y más me afano,
y arriba voy volando en un suspiro…


Mas tu cielo es un velo tan lejano…
¿En dónde estoy, mi Dios, en dónde? Y miro,
y estoy sobre la palma de tu mano.

sábado, 29 de octubre de 2016

Lecturas del día, sábado, 29 de cotubre. Poema "Cuando me tiro de noche..." de Pedro Garfias. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (1,18b-26):

De la manera que sea, con segundas intenciones o con sinceridad, se anuncia a Cristo, y yo me alegro; y me seguiré alegrando, porque sé que esto será para mi bien, gracias a vuestras oraciones y al Espíritu de Jesucristo que me socorre. Lo espero con impaciencia, porque en ningún caso saldré derrotado; al contrario, ahora, como siempre, Cristo será glorificado abiertamente en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger. Me encuentro en este dilema: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros. Convencido de esto, siento que me quedaré y estaré a vuestro lado, para que avancéis alegres en la fe, de modo que el orgullo que sentís por mí en Jesucristo rebose cuando me encuentre de nuevo entre vosotros.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 41

R/.
Mi alma tiene sed del Dios vivo.

Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío. R/.

Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? R/.

Recuerdo como marchaba a la cabeza del grupo
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,1.7-11):

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a éste." Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

Palabra del Señor
 
Poema:
"Cuando me tiro de noche..." de Pedro Garfias
 
Cuando me tiro de noche
en el ataúd del lecho
que es menos duro que el otro
porque ya sabe mis huesos,
me pongo a mirar arriba
los astros de mis recuerdos.

Aquél que se abrió de pronto
cuando todo era misterio.
El otro que se apagó
antes de sentirse abierto.

A veces grito iracundo:
aquí me falta un lucero,
aquí me sobra una estrella.
¿Quién hizo este firmamento?

Una voz piadosa dice
que no es cielo sino techo.
—Por mi vida, grito yo,
dejadme saber mi sueño.
Donde yo pongo los ojos
todo es cielo—.

Breve comentario
 
El orgullo, la soberbia, la vanidad posiblemente sean los pecados más intrínsecamente anticristianos en los que el ser humano puede incurrir. Ante Dios estas actitudes serán debidamente humilladas, y quienes las ejerzan ocuparán el sitio que les corresponde: el último o incluso serán expulsados del Reino de los cielos.

Para no dramatizar, pongo este amable poema de Garfias que esconde un drama profundo: el orgullo que nace de una humillación previa injusta. El poeta, tras la Guerra Civil, debe salir de España para el exilio. Esta experiencia es dramática siempre. La vida, con sus proyectos, ilusiones y esperanzas, queda rota por completo. El poeta se consuela dominando su vida en sueños, fantaseando que es el señor de su firmamento en una triste alcoba de profesor subempleado y mal pagado. Este orgullo es disculpable porque nace de una herida previa, aunque sea algo que todo cristiano debe evitar siempre. Los orgullosos de los que habla Jesús en la parábola de los convidados es de otro tipo: son los que humillan a los justos, a los humildes, los que hieren al inocente. Ante el dolor del poeta que no sabe elaborar su rabia, Dios perdonará su orgullo con una sonrisa amable. Con el orgullo de los verdugos será, sin embargo, implacable.   

viernes, 28 de octubre de 2016

Lecturas del día, viernes, 28 de octubre, S. Simón y S. Judas. Poema "Balada del amor tardío" de Dulce María Loynaz. Breve comentario


Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (2,19-22):

Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 18,2-3.4-5

R/.
A toda la tierra alcanza su pregón

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R/.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,12-19):

En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

Palabra del Señor

Poema:
Balada del amor tardío de Dulce María Loynaz

Amor que llegas tarde,
tráeme al menos la paz:
Amor de atardecer, ¿por qué extraviado
camino llegas a mi soledad?

Amor que me has buscado sin buscarte,
no sé qué vale más:
la palabra que vas a decirme
o la que yo no digo ya...

Amor... ¿No sientes frío? Soy la luna:
Tengo la muerte blanca y la verdad
lejana... —No me des tus rosas frescas;
soy grave para rosas. Dame el mar...

Amor que llegas tarde, no me viste
ayer cuando cantaba en el trigal...
Amor de mi silencio y mi cansancio,
hoy no me hagas llorar. 

Breve comentario

Jesús llamó a cada uno de sus apóstoles sin importarle sus circunstancias personales. Llamó y acudieron. Como a ellos, nos va llamando a todos, con nuestras situaciones particulares que conoce sobradamente. A unos los llamará por su nombre y ya en la infancia o adolescencia, o pocos años después. Estas son llamadas difíciles de resistir, que exigen una entrega total, sin reservas. A otros les llama de un modo más indirecto tal vez, pero no menos personal. Por medio del amor a una persona, del amor esponsal, nos va indicando el camino para su seguimiento, pues el cónyuge amado es la forma en que Dios se presenta en nuestras vidas. También nos llama de un modo inequívoco a través de las cruces que encontramos en nuestro camino (enfermedades, fracasos, soledades, heridas, carencias...). Al fin también nos llama cuando ya hemos recorrido más de la mitad de nuestras vidas, en plena madurez o incluso en la vejez, momento en que descubrimos el sentido y la importancia de lo vivido, de nuestros errores, de nuestras búsquedas, de nuestros miedos y de nuestras osadías, todas inexorablemente pasadas.

Lo importante es responder que sí, que aquí estamos, como nos pille, con flequillo infantil o con el color plateado de quien lleva vivido. Que no nos pase lo que nos dijera ayer el Señor, y quedemos, negándonos a su compañía y a nuestra salvación, irremediablemente solos.

El poema de Loynaz me resulta especialmente atractivo por la referencia a esa llamada del amor en la etapa final de la vida, además, obviamente, por la belleza del mismo. Uno, que ya lleva recorrido bastante más de la mitad de la vida previsible, y que siente en su cuerpo y en su alma cómo el tiempo avanza muy deprisa, cómo la juventud escapó hace mucho y cómo cuesta reconocer en el espejo a aquel que fue, entiende esa plenitud de una penúltima ilusión, de un rejuvenecimiento interior cuando la persona se siente llamada por el amor de nuevo. El amor de juventud deja paso a otra realidad; el amor corporal adquiere otros matices mucho más trascendentes. La ternura, la comprensión, la caricia lenta, sin prisas, es un tratado de entrega desconocido por profundo, lleno de verdad. Las urgencias van quedando atrás; se complace en sentir la compañía del otro, en amarlo en silencio, en contemplar la belleza ofrecida con una conmoción íntima, que no tímida como en los primeros años. Los instintos ceden su hegemonía al conocimiento del otro y de uno mismo. Es en esas circunstancias cuando el amor de Dios se nos presenta con una transparencia nueva y desconocida, con una fuerza que es distinta a lo que es joven. Por ello, la poetisa, de nuevo ilusionada, ante esa novedad que irrumpe, hace una conmovedora petición: "hoy no me hagas llorar", como diciendo, no estoy para estos trotes, mi alma ya está muy trabajada por la vida, no me zarandees con tu empuje del que apenas soy capaz. Sin embargo, al amor de Dios esta mujer madura no le pide flores (ya no está para rosas, le dice; la vida le ha hecho ser "grave", amarga, fría, de "muerte blanca" y "verdad lejana"): le pide nada menos que el mar, que sea mar para ella... El mar para bañarse en Él.

Siempre podemos ser sus apóstoles, siempre podemos bañarnos en Él. Siempre nos va amando, nos llama. No importan nuestras circunstancias. No lo olvidemos nunca.

jueves, 27 de octubre de 2016

Lecturas del día, jueves, 27 de octubre. Poema "Estoy lejos y vivo en lo profundo..." de Enrique Badosa. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (6,10-20):

Buscad vuestra fuerza en el Señor y en su invencible poder. Poneos las armas que Dios os da, para poder resistir a las estratagemas del diablo, porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso, sino contra los principados, autoridades y poderes que dominan este mundo de tinieblas, contra las fuerzas sobrehumanas y supremas del mal. Por eso, tomad las armas de Dios, para poder resistir en el día fatal y, después de actuar a fondo, mantener las posiciones. Estad firmes, repito: abrochaos el cinturón de la verdad, por coraza poneos la justicia; bien calzados para estar dispuestos a anunciar el Evangelio de la paz. Y, por supuesto, tened embrazado el escudo de la fe, donde se apagarán las flechas incendiarias del malo. Tomad por casco la salvación y por espada la del Espíritu, es decir, la palabra de Dios, insistiendo y pidiendo en la oración. Orad en toda ocasión con la ayuda del Espíritu. Tened vigilias en que oréis con constancia por todos los santos. Pedid también por mí, para que Dios abra mi boca y me conceda palabras que anuncien sin temor el misterio contenido en el Evangelio, del que soy embajador en cadenas. Pedid que tenga valor para hablar de él como debo.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 143,1.2.9-10

R/.
Bendito el Señor, mi Roca

Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea. R/.

Mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos. R/.

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,31-35):

En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: «Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte.»
Él contestó: «ld a decirle a ese zorro: "Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; pasado mañana llego a mi término." Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: "Bendito el que viene en nombre del Señor."»

Palabra del Señor
 
Poema:
"Estoy lejos y vivo en lo profundo..." de Enrique Badosa
 
"Alumbra mis ojos para que no duerma en la muerte"
Sal 13,4b
 
Estoy lejos y vivo en lo profundo,
hay plena oscuridad sobre mis manos,
ya nadie dice nada, nadie viene,
la soledad persiste... ¿Qué ha pasado?
 
El silencio está en mí. No lo conozco.
La soledad está en mí, y un tiempo extraño.
La noche no termina. ¿Quién murmura
nombres desconocidos? Se cerraron
las puertas de las casas derribadas.
¿Quién se oculta en la noche, y a mi lado?
 
En las viejas paredes familiares
se ha parado el reloj, y los retratos
a nadie mirarán. Cuánta distancia...
Todo el mundo se fue. Los que me amaron
también tuvieron que partir. Quisiera
escucharles y hablar. Están lejanos.
 
Ahora, más que nunca en lo profundo.
Ahora, más que nunca fatigado.
Ya comienzo a temer, me encuentro solo
y pidiendo esperanza, y esperando.
 
Breve comentario 
 
"Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía." Duras palabras del Señor que nos dirige a todos, pues todos sin excepción lo hemos rechazado en infinidad de ocasiones en nuestra vida. ¿Y por qué le rechazamos? La bondad de Dios, siendo de lo más sencilla y transparente, no deja de ser exigente. Tales exigencias chocan no pocas veces con nuestros intereses, nuestras comodidades, nuestros compromisos que mantenemos porque nos gusta... Lo malo de rechazar aquello que es bueno es que nos vamos rodeando de realidades que, si no son necesariamente malas, son perecederas, banales, sin raíces. Si rechazamos lo máximamente bueno, lo que nos quedará más temprano que tarde es cuando menos un gran vacío. Y ese vacío es el enorme hueco insuperable que deja aquel amor que no supimos conocer cuando acudía a nuestro encuentro.

Sin embargo, Él viene una y otra vez, y nos llama, llama a nuestra puerta que quiere que se abra a nuestra salvación. Muchas veces es sólo en la soledad, en el vacío, en la desgracia y el sufrimiento cuando sabemos reconocerle. Debemos padecer para saber gozar. El que goza sin cruz, no sabe lo que es gozar, pues sólo percibe lo bueno como intrascendente. Bien estará que, aunque tarde, acabemos como el poeta "pidiendo esperanza, y esperando."

miércoles, 26 de octubre de 2016

Lecturas del día, miércoles, 26 de octubre. Poema "Ventanas pintadas" de Gloria Fuertes. Breve comentario


Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (6,1-9):

Hijos, obedeced a vuestros padres como el Señor quiere, porque eso es justo. «Honra a tu padre y a tu madre» es el primer mandamiento al que se añade una promesa: «Te irá bien y vivirás largo tiempo en la tierra.» Padres, vosotros no exasperéis a vuestros hijos; criadlos educándolos y corrigiéndolos como haría el Señor. Esclavos, obedeced a vuestros amos según la carne con temor y temblor, de todo corazón, como a Cristo. No por las apariencias, para quedar bien, sino como esclavos de Cristo que hacen lo que Dios quiere; con toda el alma, de buena gana, como quien sirve al Señor y no a hombres. Sabed que lo que uno haga de bueno, sea esclavo o libre se lo pagará el Señor. Amos, correspondedles dejándoos de amenazas; sabéis que ellos y vosotros tenéis un amo en el cielo y que ése no es parcial con nadie.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 144,10-11.12-13ab.13cd-14

R/.
El Señor es fiel a sus palabras

Que todas tus criaturas te den gracias,
Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.

Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.

El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,22-30):

En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando.
Uno le preguntó: «Señor, ¿serán pocos los que se salven?»
Jesús les dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois." Entonces comenzaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas." Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados." Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.»

Palabra del Señor

Poema:
Ventanas pintadas de Gloria Fuertes

Vivía en una casa
con dos ventanas de verdad y las otras dos pintadas
en la fachada.

Aquellas ventanas pintadas fueron mi primer dolor.
Palpaba las paredes del pasillo,
intentando encontrar las ventanas por dentro.
Toda mi infancia la pasé con el deseo
de asomarme para ver lo que se veía
desde aquellas ventanas que no existieron.


Breve comentario

Las puertas (o ventanas si se quiere) de la salvación son estrechas, pero existen. Que seguir al Señor no es cosa fácil, no es descubrir nada nuevo. Y aunque su carga sea ligera y su yugo suave, más suave y ligero es aún en su apariencia el pecado que nos aleja de nuestra salvación. La puerta de la salvación es estrecha porque nosotros, no Dios, la hacemos estrecha, pues la voluntad divina quiere que todos entremos por ella. No pocas veces incluso aquellos que deberían facilitar su acceso, parecen tapiarlas con sus miserias. Sin embargo, las puertas de Dios no están tapiadas ni están simuladas en un muro impenetrable. Pidámosle a Dios que nos las haga accesibles a pesar de todas las dificultades, las propias y las ajenas, que nos las ocultan enterradas en el cemento de nuestros pecados, los nuestros y los de los demás. 

No hay nada peor que querer salvarse cuando ya se cerraron todas las vías para ello. El engaño de las ventanas pintadas en la pared es cruel para el alma infantil que quisiera que aquello que contempla fuera verdad, que lo que promete ser un espacio de libertad no sea más que triste cemento. Cuantas veces hallamos esto mismo en la vida de la Iglesia: buscamos un encuentro, y sólo mediocridad, o algo peor, a manos llenas. Entonces, las puertas se estrechan tanto que parecen pintadas o tapiadas, y el corazón se seca, late como hacia dentro. Para qué poner ejemplos; todos tenemos experiencias de profundo vacío en estos entornos que deberían ser de verdad y son lo opuesto. Sí, los primeros serán últimos, y los últimos, primeros. Repito el ruego: pidámosle al Señor que nos la haga accesible, porque nuestra vida, la de aquí y sobre todo la eterna, nos va en ello. 

martes, 25 de octubre de 2016

Lecturas del día, martes, 25 de octubre. Poema "Momento" de Umberto Saba. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (5,21-33):

Sed sumisos unos a otros con respeto cristiano. Las mujeres, que se sometan a sus maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Pues como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia. Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para colocarla ante sí gloriosa, la Iglesia, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son. Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. «Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.» Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia. En una palabra, que cada uno de vosotros ame a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete al marido.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 18,2-3.4-5

R/.
Dichosos los que temen al Señor

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.

Esta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,18-21):

En aquel tiempo, decía Jesús: «¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas.»
Y añadió: «¿A qué compararé el reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta.»

Palabra del Señor
 
Poema:
Momento de Umberto Saba
 
Los pájaros en la ventana, las persianas
entornadas: un aire de infancia y de verano
que me consuela. ¿Tengo en verdad los años
que creo tener? ¿O sólo diez? ¿Para qué
me ha servido la experiencia? Para vivir
contento con pequeñas cosas que me inquietaban
en otro tiempo.
 
Momento
 
Gli uccelli alla finestra, le persiane
socchiuse: un'aria d'infanzia e d'estate
che mi consola. Veramente ho gli anni
che so di avere? O solo dieci? A cosa
mai mi ha servito l'esperienza? A vivere
pago a piccole cose onde vivevo
inquieto un tempo.

Breve comentario
 
La acción de Dios como su presencia comienzan con signos de una humildad maravillosa. En contraste con sus apariciones al pueblo judío antes de su encarnación, en las que Dios se hace patente en grandes prodigios, manifiesta su poder infinito y su autoridad temible, tras aquélla opta por la pequeñez, por el propio anonadamiento. Dios en la Persona de su Hijo pasa por todas las condiciones de la humanidad: nace del vientre de una mujer en las condiciones más penosas, crece siendo niño en el seno de una familia muy sencilla en un pueblo irrelevante de Judea, etc., etc. Y en este presentarse humilde del Señor en la vida de los hombres encontramos también una correspondencia clara con el modo en que se presenta a cada uno de nosotros en particular. Dios se hace humano para ponerse a nuestra altura; lo infinito se agacha para que le podamos encontrar, asumir, amar, no sólo temer. Y esto ocurre también en nuestra alma. Podemos ver la presencia de Dios en lo más cotidiano, en lo más sencillo, en lo que apenas reparamos por intrascendente, pero que en cierto momento, por decirlo así, nos ilumina o nos acaricia el alma. 
 
Esa pequeñez que nos hace crecer por un momento nos puede suponer un punto de inflexión en nuestras vidas. Desde un amanecer, la actitud amable de alguien, una palabras leídas o escuchadas, la contemplación serena del arte, la ingenuidad de un niño, el sencillo amor humano de una pareja que se quiere o de la amistad, una anónima familia dichosa, la belleza de la vejez bien asumida, la soledad deseada que se convierte en encuentro íntimo con uno mismo, una reviviscencia... Así, con algo muy pequeño se nos puede abrir el infinito en nuestra alma. Luego, habrá que hacer crecer esos momentos, buscarlos, ir hacia ellos, poner nuestra vida en esa búsqueda que nos lleva a otro lugar que apenas sospechábamos, pero que es el que verdaderamente nos define. En efecto, así es el Reino de Dios; así se nos aparece y nos deja traslucir el amor que nos ofrece. Dios, sí, en un "momento".  

lunes, 24 de octubre de 2016

Lecturas del día, lunes, 24 de octubre. Poema "Indescriptible" de Carmen Conde. Breve comentario


Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,32–5,8):

Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo. Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor. Por otra parte, de inmoralidad, indecencia o afán de dinero, ni hablar; es impropio de santos. Y nada de chabacanerías, estupideces o frases de doble sentido; todo eso está fuera de sitio. Lo vuestro es alabar a Dios. Meteos bien esto en la cabeza: nadie que se da a la inmoralidad, a la indecencia o al afán de dinero, que es una idolatría, tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios. Que nadie os engañe con argumentos especiosos; estas cosas son las que atraen el castigo de Dios sobre los rebeldes. No tengáis parte con ellos; porque en otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 1,1-2.3.4.6

R/
Seamos imitadores de Dios, como hijos queridos

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.

Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,10-17):

Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había una mujer que desde hacia dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar.
Al verla, Jesús la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.»
Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente: «Seis días tenéis para trabajar; venid esos días a que os curen, y no los sábados.»
Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: «Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?»
A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.

Palabra del Señor
 
Poema:
Indescriptible de Carmen Conde 

Esperar es peor que nacer,
porque solamente espera el que se muere
de esperar sin hacerse con la vida
otra cosa que esperar. El esperarte.


Y atada a esa tu espera que me gasta
y que gasta tu vida sin traerte,
aquí me estoy muriendo de ansiedades
porque cabe, tremenda, esta esperanza.


Cada día, ¡oh tú que te retrasas!
sin saber que nos vamos alejando,
es menor la distancia irreparable
de pensar, de esperar, que nos aleje.


Y aquí sigo esperando, nada intento
por huir al tormento de tu espera.
Ya no sé si allá fuera de mi vida
quedan otros o no, queda quien ande.


Solamente por ti, por cuando llegues,
a solas esperándote te espero.


Breve comentario

Jesús atiende ante todo a la necesidad de quien le solicita. Lo demás es secundario. Las normas están para facilitar la relación con Dios, no para que sirvan de obstáculos o para calmar la conciencia de los hipócritas. Dios no juega con nosotros: nos respeta y nos ama; no juguemos con Él para ponerlo al servicio de nuestro yo. Por desgracia, la actitud farisaica es algo que no ha desaparecido ni es exclusiva de aquellos judíos elitistas. 

¿Qué es lo importante en este episodio evangélico? El que Dios tiene fija su mirada en quien le implora, no en quien le utiliza para sus propios fines. En consecuencia, acude a socorrer a la mujer enferma sin pararse a saber en qué día le ayuda, si es preceptivo hacerlo o si viola alguna norma. Lo demás no le importa. La mujer, que lleva esperando dieciocho años, acude cuando le ve, movida por su anhelo de librarse de su tormento. Ella no quiere ofender a los fariseos, pero tampoco está pendiente de lo que es preceptivo o no; cuando ve a quien la puede salvar, sabe automáticamente que la norma no es lo más importante: simplemente se olvida de ella. Jesús podría haberle dicho a la mujer que volviera al día siguiente, pues si lleva esperando tantos años, bien podría esperar unas pocas horas. Pero el amor no actúa así, y el amor perfecto de Dios menos aún.

Sin embargo, hay que saber esperar. La mujer dio pruebas bien sobradas de su paciencia en el sufrimiento. El Señor, que todo lo sabe, no esperó siquiera la llamada de la mujer: al verla, actuó. En muchas ocasiones, parece que Dios no se llega para ayudarnos. Llevamos tal vez toda una vida de luchas, de soledad, de desencuentros, y Dios parece que sólo observa. En otras ocasiones hemos dicho que hay que saber pedir; pero no menos importante es saber esperar, esperar con esperanza, con fe. Dios actúa no en obediencia a normas, y menos aún a normas si no fijadas, sí manipuladas por la egolatría de los hombres que dicen servirle, sino cuando el corazón cuenta con la disposición adecuada para saber recibirle. Dios sabía que la mujer poseía ese corazón entregado tras dieciocho años de sufrimiento. Tal era así que en el pasaje no se describe que la mujer acudiera expresamente al Señor a ser curada. Quizá simplemente pasaba por allí, o se acercó con curiosidad para ver al nuevo profeta que Dios parecía haber enviado al pueblo. Pero el Señor conocía el interior humilde de su corazón, tan humilde que tal vez no se atreviera siquiera a pedirle nada: estaba preparada para recibirle, y Dios entró en ella, y la limpió.

Que sepamos esperar, con independencia de cuáles, cuántas y cuán prolongadas sean nuestras dificultades. Solemos decir que el tiempo pone las cosas en su sitio. No, no es el tiempo: es Dios. El tiempo, si acaso, nos va preparando para recibirle, para enderezarnos y poder mirar en la verdadera vida a Dios frente a frente. Sí, la espera que es espera de amor, esperanza en su venida, es indescriptible.

domingo, 23 de octubre de 2016

Lecturas del día, domingo, 23 de octubre. Poema "La poesía llega... ahí está" de León Felipe


Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (35,12-14.16-18):

El Señor es un Dios justo, que no puede ser parcial; no es parcial contra el pobre, escucha las súplicas del oprimido; no desoye los gritos del huérfano o de la viuda cuando repite su queja; sus penas consiguen su favor, y su grito alcanza las nubes; los gritos del pobre atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansan; no ceja hasta que Dios le atiende, y el juez justo le hace justicia.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 33,2-3.17-18.19.23

R/.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R/.

El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él . R/.

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4,6-8.16-18):

Estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. La primera vez que me defendí, todos me abandonaron, y nadie me asistió. Que Dios los perdone. Pero el Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,9-14):

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

Palabra del Señor

Poema:
La poesía llega... ahí está de León Felipe

La Poesía llega como un gendarme a la casa del crimen.
Ahí está. Viene porque la he llamado yo.

 
Ya viene con su ademán desnudo,
con su mirada sin cortinas,
con su mirada sin eclipse…
con su mirada que no se esconde nunca bajo el toldo de los párpados
ni a la sombra de las pestañas…
Viene con su mirada abierta siempre.

 
La Poesía llega con su apostura fría,
cínica,
inmisericorde…
como un soldado terrible,
como un sayón, como un sargento encargado del cacheo y del [desahucio,
como un oficial eclesiástico de la Inquisición,
como el escribano con su mazo de infolios donde se va
a escribir el inventario de todo lo que se esconde bajo el sótano,
como el confesor con su saco blindado donde se van a meter
los crímenes,
las herejías,
los ídolos falsos,
las lámparas votivas alimentadas con alquitrán.

 
La Poesía llega.
Viene porque la he llamado yo.
Viene a confesarme y registrarme.

 
Un hombre cualquiera puede ser el poeta:
el publicano que no sabe rezar…
también el publicano…
cualquier publicano…, el último publicano.
Porque también el corazón de los inconsiderados
entenderá la sabiduría…
y la lengua de los balbucientes
hablará clara y expedita.
Y el poeta es el hombre que llama a la poesía sin miedo.

 
Al gran sayón…, al viejo sayón inmisericorde,
y le dice cuando llega a su puerta: Entra.
Quiero saber dónde vivo.
¡Hay tantas sombras,
tantas telarañas
y tantos fantasmas aquí dentro!
Entra.
Tú eres la Poesía… la Verdad y la Luz
¿No es así?
La que abre las ventanas
y rompe los goznes de las puertas…
¿No es así?
La que ahuyenta el trote de las ratas
y apaga el ruido espectral de la polilla en la madera.
¿No es así?
La que barre cortezas caídas y los vidrios quebrados
que se amontonan en los rincones tenebrosos…
¿No es así?
La que encuentra los grandes versos perdidos y los
grandes sueños que en la revuelta de las pesadillas
se escondieron entre las circunvoluciones del colchón…
¿No es así?
La que encuentra también el cardiograma olvidado entre
los folios del viejo libro polvoriento, el cardiograma
donde se registran los golpes del fantasma apócrifo y
los del ángel del destino…
¿No es así?
La que sabe dónde está la soga que una noche amarré
de la viga más recia…
¿No es así?
La que viene a apretar y a exprimir la vejiga de las
lágrimas hasta la última gota de sangre y de leche…
¿No es así?
La que viene a tapiar con ladrillos de fuego el cuarto
donde la lujuria y el sexo envenenado guardan los
negros sueños espantosos…
¿No es así?
Tienes una llave, ¿verdad?
y una piqueta… y un hacha…
y una mecha encendida
y una escoba
y unos ojos sin párpados…
¿No es así?
Tú eres… ¡tú eres!
A ti te he llamado.
No eres la hermosa doncella vestida de blanco
y con una ramita de laurel
para el bonete del juglar.
Eres dura, seca… y fea… fea
como la verdad para el criminal… para mí.
Yo soy un criminal…
un criminal… como cualquier hombre de la tierra,
un criminal… como cualquier ciudadano del mundo.
Soy el gran criminal vestido de hollín y de betún
que loco y fugitivo
recorre este planeta apagado y tenebroso.
Lo confesaré todo:
He asesinado a la Belleza
y he apuñalado a la Alegría…
He ahogado a la estrella
y he arrojado la lámpara al pantano.
¡Mirad mis manos chorreando sombras!
¡Mirad estas manos de carbón llenando de humo el aire
y apagando las últimas pupilas,
las luciérnagas,
los faros
y los astros!

 
¡Sálvame!… Quiero la Luz
¡Sálvame!… Quiero ver la luz… ¡Sálvame! 

Te he llamado para que me salves.
Y te he llamado a ti…
no a la hermosa doncella vestida de blanco
con una ramita de laurel
para el bonete del juglar.
Te he llamado a ti… a ti… viejo sayón inmisericorde.
Y te he llamado para que luego de oírme
registres esta cueva,
abras las ventanas,
derribes las puertas,
barras las tinieblas,
quemes mis entrañas
y dejes entrar de nuevo en esta casa subterránea,
en este cuerpo funeral…
la Alegría y la Belleza resurrectas,
como un río de luz sin presas y sin frenos.
 

sábado, 22 de octubre de 2016

Lecturas del día, sábado, 22 de octubre. Poema "Cansado estoy de haber sin Ti vivido..." de Baltasar del Alcázar

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,7-16):

A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Por eso dice la Escritura: «Subió a lo alto llevando cautivos y dio dones a los hombres.» El «subió» supone que había bajado a lo profundo de la tierra; y el que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos para llenar el universo. Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud. Para que ya no seamos niños sacudidos por las olas y llevados al retortero por todo viento de doctrina, en la trampa de los hombres, que con astucia conduce al error; sino que, realizando la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas hacia él, que es la cabeza: Cristo, del cual todo el cuerpo, bien ajustado y unido a través de todo el complejo de junturas que lo nutren, actuando a la medida de cada parte, se procura el crecimiento del cuerpo, para construcción de sí mismo en el amor

Palabra de Dios

Salmo

Sal 121,1-2.3-4a.4b-5

R/.
Vamos alegres a la casa del Señor

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor. R/.

Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,1-9):

En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús les contestó: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.»
Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas."»

Palabra del Señor
 
Poema:
"Cansado estoy de haber sin Ti vivido..." de Baltasar del Alcázar
 
Cansado estoy de haber sin Ti vivido,
que todo cansa en tan dañosa ausencia.
Mas, ¿qué derecho tengo a tu clemencia,
si me falta el dolor de arrepentido?


Pero, Señor, en pecho tan rendido
algo descubrirás de suficiencia
que te obligue a curar como dolencia
mi obstinación y yerro cometido.


Tuya es mi conversión y Tú la quieres;
tuya es, Señor, la traza y tuyo el medio
de conocerme yo y de conocerte.


Aplícale a mi mal, por quien Tú eres,
aquel eficacísimo remedio
compuesto de tu sangre, vida y muerte.

jueves, 20 de octubre de 2016

Lecturas del día, jueves, 20 de octubre. Poema "Hombre en soledad" de Ramón de Garciasol. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (3,14-21):

Doblo las rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra, pidiéndole que, de los tesoros de su gloria, os conceda por medio de su Espíritu robusteceros en lo profundo de vuestro ser, que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; y así, con todos los santos, lograréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo lo que trasciende toda filosofía: el amor cristiano. Así llegaréis a vuestra plenitud, según la plenitud total de Dios. Al que puede hacer mucho más sin comparación de lo que pedimos o concebimos, con ese poder que actúa entre nosotros, a él la gloria de la Iglesia y de Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 32,1-2.4-5.11-12.18-19

R/.
La misericordia del Señor llena la tierra

Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.

Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.

Pero el plan del Señor subsiste por siempre,
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad. R/.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,49-53):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»

Palabra del Señor
 
Poema:
Hombre en soledad de Ramón de Garciasol 

Contigo vengo, Dios, porque estás solo
en soledad de soledades prieta.
Conmigo vengo a Ti, porque estoy solo,
sintiendo por el pecho un mar de pena.
 

Qué tristeza me das, Dios, Dios, sin nadie
que te descanse, Dios, de tu grandeza,
que te descanse de ser Dios, sin nada
que te pueda inquietar o te comprenda.
 

Qué tristeza me doy, perdido en todo,
y todo mudo, tan lejano y cerca,
cada vez más presente ante mis ojos
en un mutismo que no se revela,
con el corazón loco por Saberte,
preguntando en la noche que se adensa.
 

Con voz de espadas clamo por mi sangre,
rebusco con mis manos en la tierra
y escarbo en mi cerebro con mis ansias.
Y silencio, silencio, mudez tensa.
 

Dios, pobre mío, todo lo conoces.
Para Ti todo ha sido: nada esperas.
Hasta lo que me duele y no me encuentro
Tú lo conoces ya, porque en mí piensas.
 

Yo no conozco nada, Dios, y tengo
socavones de amor llenos de inquietas,
oscuras criaturas que me gritan
palabras, no sé dónde, que me queman,
preguntas que me tuercen y retuercen,
sábana viva chorreando estrellas.
 

Qué compasión me tengo, Dios, pequeño
llamando siempre a la inmutable puerta
con las palmas sangrando, a la intemperie
de mis luces y dudas y tormentas.
 

Qué compasión te tengo, Dios, tan solo,
siempre despierto, siempre Dios, alerta,
sin un pecho bastante, Dios, Dios mío,
que ofrezca su descanso a tu cabeza.
 

Cómo me dueles, Dios. Cómo me duelo
herido por la angustia que te llena,
sin poder descansarte, sin caberte
en mis entrañas ni aun en mis ideas.
 

No puedo más Contigo, que me rompes
creciendo por mi dentro y por mi fuera,
cercándome, estrechándome, ahogándome,
dejando, sin saberlo, en mí tu huella.
 

Y soy hombre, Señor. Soy todo caspa
de angustiosa esperanza contrapuesta,
arcilla informe de reseco olvido,
quizá, capricho de tu indiferencia.
 

Señor, qué solo estás. Cómo estoy solo,
yo con mi carga insoportable a cuestas,
Tú, con todo y sin nada —¡todo, nada! —
más que Tú, Dios perdido en tu grandeza,
muerto de sed de amor de algo supremo,
Dios, algo que te alegre y que te encienda.
 

Sin nada superior a Ti creado,
mi voz alzada al límite no llega
a rumor que resbale por tus sienes,
a brisa en tus oídos, que se secan
de no oír desde nunca una palabra
que antes de estar en hombre no supieras,
pobre Creador, Dios mío sin sosiego,
preso en tu creación, en diferencia.
 

A Ti vengo, Señor, porque estoy solo,
a veces aun sin mí. Pero no temas,
Señor que has puesto en mí necesidades
sin darme el modo de satisfacerlas.
 

Perplejo, recocido de inquietudes,
de Ti tengo dolor: de mí, conciencia
de ser como no quiero, ser inútil,
vana palabra, humana ventolera
con sabor de cenizas y de ortigas
clavándome alfileres en la lengua,
y un huracán de vida por la carne
que no ha encontrado carne que florezca.
 

Versos, versos, más versos, siempre versos,
¿y para qué, Dios mío? Dentro queda
una fuente de llanto sofocado
minándome la hirviente calavera,
sin encontrar salida a la congoja
cada vez más patente. Y todo niebla.
 

Contigo vengo, Dios, porque estoy solo;
me huyes cada vez, más te me alejas.
 

¿No tienes qué decirme, Dios, qué darme?
¿No ves, Señor, no ves, Dios, cómo tiembla
este vaho que se alza de mi vida,
hierbecilla perdida que se hiela?
 

Encallece mi alma, Dios. Haz dura
la mano y la mirada: hazme de piedra.
 

Quítame el sentimiento que me escuece.
Borra, Señor, con sol, mi inteligencia.
Déjame en paz, en flor, en roca, en árbol,
en muda, resignada, dulce bestia
caminante con ritmo y sin sentido
por un mundo de instintos e inocencia,
o dame con la luz aquel sosiego
original del prado que apacientas.


Breve comentario

La propuesta que Dios nos hace nos resulta incomprensible. De hecho, el mejor modo de acogerla es con un corazón confiado, abierto, agradecido. La evidencia en la que nos movemos es ajena al amor de Dios. Los hombres somos capaces de amar, pero nuestro amor es un pálido reflejo del amor divino infinito. Sólo aquellos que entregan su corazón a Dios de forma plena, alcanzan cotas de sabiduría que a los demás nos maravillan. Aún así, la parte nunca puede hacerse idea (menos todavía abarcarlo) del Todo, lo finito de la infinitud de la que nace.

La soledad de Jesús, Dios siendo hombre, debió de ser no menos infinita que su amor. Nadie le entendía; nadie lograba hacerse cargo de su anuncio; nadie era capaz de verle más que en función de las burdas ilusiones humanas. Una soledad brutal, no menos que su muerte. Tal vez en los niños, tal vez en Juan, su apóstol más querido, apenas un adolescente, conseguía vislumbrar algo de la pureza que Él ofrecía y era, y que por ello sabían, sin comprender, acoger mejor. Su verdad debía necesariamente quemarles, golpearles, ofenderles, cuestionarles, dividirles, revolverles en lo más profundo: qué lejos la mentira de la verdad, qué lejos estaban... Qué lejos estamos.

En soledad humana nació, vivió, predicó, murió y finalmente resucitó. Por ello, Jesús se pasaba buena parte de su existencia rezando, hablando con el Padre, rogando por los que le seguían y los que no, por sí mismo para poder soportar tanta debilidad, tanto error, tanta mentira, tanto, tantísimo dolor. Como el poeta que hoy traigo, sólo podemos hacernos una debilísima idea de lo que vivió Dios como hombre, comparándolo con los momentos más oscuros de nuestras soledades, cuando portamos la cruz más pesada, cuando no alcanzamos ni siquiera a vernos en una noche cerrada que aísla:
"Cómo me dueles, Dios. Cómo me duelo
herido por la angustia que te llena,
sin poder descansarte, sin caberte
en mis entrañas ni aun en mis ideas."

miércoles, 19 de octubre de 2016

Lecturas del día, miércoles, 19 de octubre. Poema "Arrepentimiento" de Dámaso Alonso. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (3,2-12):

Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro. Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, del que os he escrito arriba brevemente. Leedlo y veréis cómo comprendo yo el misterio de Cristo, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y participes de la promesa de Jesucristo, por el Evangelio, del cual yo soy ministro por la gracia que Dios me dio con su fuerza y su poder. A mí, el más insignificante de todos los santos, se me ha dado esta gracia: anunciar a los gentiles la riqueza insondable que es Cristo, aclarar a todos la realización del misterio, escondido desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo. Así, mediante la Iglesia, los Principados y Potestades en los cielos conocen ahora la multiforme sabiduría de Dios, según el designio eterno, realizado en Cristo Jesús, Señor nuestro, por quien tenemos libre y confiado acceso a Dios, por la fe en él.

Palabra de Dios

Salmo

Is 12,2-3.4bcd.5-6

R/.
Sacaréis aguas con gozo de las fuentes del Salvador

Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R/.

Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R/.

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti el santo de Israel.» R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,39-48):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»
Pedro le preguntó: «Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?»
El Señor le respondió: «¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.»

Palabra del Señor
 
Poema:
Arrepentimiento de Dámaso Alonso 
 
¿Qué has hecho tú? ¡Dámaso, bruto, bruto!
Del mundo, libertad centro te hacía.
Tiempo de Dios, en libertad crecía.
La flor, en rama, libre se iba a fruto.


¿Qué hiciste, adolescente chivo hirsuto,
luego chacal, pantera de su hombría,
hoy mico viejo ya, tú, inarmonía
del orbe en Dios, Dámaso bruto, bruto?


¡Alas de libertad! Aire sereno
del orden era en torno. Y yo gritaba:
«¡Libre Dámaso-dios!» Dámaso impío:


aire de Dios rasgó mi desenfreno
que osé la libertad que Dios me daba,
látigo contra Dios alzar, ¡Dios mío!


Breve comentario

Toda autoridad es susceptible de ser desafiada por el hombre. También la autoridad de Dios. ¿Las causas?: el orgullo congénito que conforma nuestro ser, la vivencia tantas veces irracional de que la autoridad coarta nuestra libertad, etc., etc. La autoridad de Dios procede de su amor por sus criaturas. Pero el amor no significa ausencia de límites o carencia de orden en la naturaleza del mismo. Todo está ordenado hacia Dios; pero aquel que discute su autoridad, que la pone en duda o que la vive como injusta o alienante sumisión, ataca a su vez el orden divino de la creación. Así, cuando Dios parece faltar, no estar o se decide que no existe, el hombre se encuentra falsamente legitimado para hacer un uso de la libertad que es el que él considera, no el que Dios ha pensado.

Y cuando se llega a este punto, lo que el hombre hace es malo por definición. Siguiendo el ejemplo utilizado en el evangelio, cuando un criado no hace lo que espera el amo en su ausencia, lo que ocurre es el mal, pues lo que el amo dispone es la buena administración de su hacienda. Un criado que se hace amo, no es sólo un mal criado que desobedece, sino un falso amo que pega a sus subordinados, se emborracha, malgasta el patrimonio que no es suyo... No puede haber bien sin verdad, orden sin obediencia, amor sin respeto, justicia sin deber, vida sin Dios. Sin Dios sólo puede alzarse el imperio tiránico del pecado, que, cuanto más poderoso, más nos destruye y nos aleja de lo que somos, hijos de Dios.

martes, 18 de octubre de 2016

Lecturas del día, martes, 18 de octubre. Poema "Invierno" de Antonio Gamoneda. Breve comentario


Primera lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4,9-17a):

Dimas me ha dejado, enamorado de este mundo presente, y se ha marchado a Tesalónica; Crescente se ha ido a Galacia; Tito, a Dalmacia; sólo Lucas está conmigo. Coge a Marcos y tráetelo contigo, ayuda bien en la tarea. A Tíquico lo he mandado a Éfeso. El abrigo que me dejé en Troas, en casa de Carpo, tráetelo al venir, y los libros también, sobre todo los de pergamino. Alejandro, el metalúrgico, se ha portado muy mal conmigo; el Señor le pagará lo que ha hecho. Ten cuidado con él también tú, porque se opuso violentamente a mis palabras. La primera vez que me defendí, todos me abandonaron, y nadie me asistió. Que Dios los perdone. Pero el Señor me ayudó y me dio salud para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran los gentiles.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 144,10-11.12-13ab.17-18

R/.
Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.

Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,1-9):

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él.
Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios."»

Palabra del Señor

Poema:
Invierno de Antonio Gamoneda

La nieve cruje como pan caliente
y la luz es limpia como la mirada de algunos seres humanos,
y yo pienso en el pan y en las miradas
mientras camino sobre la nieve.


Hoy es domingo y me parece
que la mañana no está únicamente sobre la tierra
sino que ha entrado suavemente en mi vida.


Yo veo el río como acero oscuro
bajar entre la nieve.
Veo el espino: llamear el rojo,
agrio fruto de enero.
Y el robledal, sobre tierra quemada,
resistir en silencio.


Hoy, domingo, la tierra es semejante
a la belleza y la necesidad
de lo que yo más amo.


Breve comentario

"¡Poneos en camino!", nos conmina el Señor. Para ello no debemos llevar más equipaje que la confianza en su compañía y protección. Los consejos que nos proporciona son de puro sentido común: allí donde os reciban, aceptad la hospitalidad con agradecimiento y hacedles el bien; donde os rechacen, marchaos de inmediato. En verdad no hace falta más. ¿Y cuál es la actitud que debemos seguir mientras vamos en camino? Quizá la que apunta el poeta: interiorizar la belleza que nos rodea, hacerla nuestra, identificarnos con el amor que nos motiva y que encontramos en la creación. Caminar así es muy sencillo; no hace falta mucho más. Luego, ocurrirán cosas que despierte en los demás nuestra presencia. Sin miedo, dejemos que ocurran: donde haya amor, allí habitaremos; donde el rechazo nos reciba, quédense en su soledad y en su ceguera. Hay que ponerse en camino; acomodarse es quizá uno de los mayores peligros para quienes olvidan que nuestra misión aquí es peregrinar. Se hace camino al andar, sí, pero nuestro camino espera nuestros pasos, ser recorrido por nosotros, pues hay camino, siempre hay camino, camino por andar.

domingo, 16 de octubre de 2016

Lecturas del día, domingo, 16 de octubre. Poema "Yo que hablé tanto..." de José Luis Martín Descalzo. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro del Éxodo (17,8-13):

En aquellos días, Amalec vino y atacó a los israelitas en Rafidín. Moisés dijo a Josué: «Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec. Mañana yo estaré en pie en la cima del monte, con el bastón maravilloso de Dios en la mano.»
Hizo Josué lo que le decía Moisés, y atacó a Amalec; mientras Moisés, Aarón y Jur subían a la cima del monte. Mientras Moisés tenía en alto la mano, vencía Israel; mientras la tenía baja, vencía Amalec. Y, como le pesaban las manos, sus compañeros cogieron una piedra y se la pusieron debajo, para que se sentase; mientras Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así sostuvo en alto las manos hasta la puesta del sol. Josué derrotó a Amalec y a su tropa, a filo de espada.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 120,1-2.3-4.5-6.7-8

R/.
El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R/.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel. R/.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche. R/.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre. R/.

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (3,14–4,2):

Permanece en lo que has aprendido y se te ha confiado, sabiendo de quién lo aprendiste y que desde niño conoces la sagrada Escritura; ella puede darte la sabiduría que, por la fe en Cristo Jesús, conduce a la salvación. Toda Escritura inspirada por Dios es también útil para enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la virtud; así el hombre de Dios estará perfectamente equipado para toda obra buena. Ante Dios y ante Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y muertos, te conjuro por su venida en majestad: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, reprocha, exhorta, con toda paciencia y deseo de instruir.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,1-8):

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."»
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»

Palabra del Señor
 
Poema:
"Yo que hablé tanto..." de José Luis Martín Descalzo
 
Yo que hablé tanto, tanto, tanto y tanto,
que siempre fui un charlatán del viento,
un mayorista de palabras, siento
que no me queda voz para tu canto.


Y hoy que, temblando, mi canción levanto,
se quiebra en mi garganta el sentimiento
y ya más que canción es un lamento,
y ya más que lamento es sólo un llanto.


Adelgázame, Amor, mi voz ahora,
déjala ser silencio, llama pura;
río de monte, soledad sonora,


álamo respirando en la espesura.
Déjame ser un pájaro que llora
por no saber cantar tanta hermosura.


Breve comentario

Se podría decir que el alimento más cotidiano del que se nutre un buen cristiano es la oración. Más incluso que los propios sacramentos, pues no siempre se puede comulgar todos los días, ni nadie se confiesa con semejante frecuencia. La oración es el sostén de nuestra fe. Quien no reza va a ver en no demasiado tiempo cómo se deteriora su vida interior de forma notable. Necesitamos ser perseverantes. En verdad, más que perseverar, que apela demasiado a un cierto voluntarismo, lo que precisamos es ser fieles, saber esperar, saber confiar, dejar que el Señor haga su labor en nosotros, que suele ser sorda, lenta, paulatina, serena, sin estridencias, imperativos o urgencias.

Yo soy un mal orador (en todos los sentidos del término). Primero, porque conozco pocas oraciones; segundo, porque enseguida se me va la cabeza a mil cosas, me descentro, me aburro, me disperso. Retomo; y otra vez vuelve la burra al trigo. Me consuela saber que muchas personas mucho mejores que uno, incluso grandes santos, les ocurría lo mismo. Cuando leí en su autobiografía de los enormes problemas de concentración de santa Teresa de Lisieux cuando rezaba, sonreí relajado: no era yo solo, hasta a ella le ocurría. Estos problemas son de lo más normales y comunes. La oración es ante todo relación, diálogo con Dios. Y con ese ánimo debemos acercarnos a ella. Si bien se observa, una gran cantidad de los poemas que he colgado en este espacio son verdaderas oraciones. Porque lo importante de la oración no es meramente repetir de manera mecánica o aun ritual unas fórmulas, sino, insisto, entrar en relación. Y en ocasiones, las palabras no es el modo más adecuado para iniciar ese diálogo: se necesita silencio, tiempo, un espacio, tranquilidad... Y ser conscientes de lo que nos motiva a rezar: para pedir, para agradecer, para compartir, para alabar..., o simplemente para estar con Él, sentirle, mirarle, sentirse acompañado, abandonarse en su quietud acogedora. Por ahí, entro mejor en esa dinámica relacional necesaria.

Creemos en un Dios que no es una idea, ni una teoría o una mera visión del mundo. Creemos en un Dios que es Persona, y que como tal quiere relacionarse a su vez con nosotros, entrar en diálogo, escucharnos. El amor exige ese trato, ese ambiente, para que podamos entablar contacto, para conocernos (como decimos en las relaciones humanas). Cultivando ese trato con suave cotidianidad, nuestra fidelidad o perseverancia irá ganando en solidez, en esperanza, en confianza. Poco a poco, sin presiones, pero sin dejarlo nunca. Que no nos ocurra que le abandonamos, como dijo el poeta: "Dios, ese amante no correspondido."

sábado, 15 de octubre de 2016

Lecturas del día, sábado, 15 de octubre, santa Teresa de Jesús. Poema "Tú que andas sobre la nieve" de Leopoldo Panero. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (15,1-6):

El que teme al Señor obrará así, observando la ley, alcanzará la sabiduría. Ella le saldrá al encuentro como una madre y lo recibirá como la esposa de la juventud; lo alimentará con pan de sensatez y le dará a beber agua de prudencia; apoyado en ella no vacilará y confiado en ella no fracasará; lo ensalzará sobre sus compañeros, para que abra la boca en la asamblea; lo llena de sabiduría e inteligencia, lo cubre con vestidos de gloria; alcanzará gozo y alegría, le dará un nombre perdurable.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 88,2-3.6-7.8-9.16-17.18-19

R/.
Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré


Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R/.

El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos? R/.

Dios es temible en el consejo de los ángeles,
es grande y terrible para toda su corte.
Señor de los ejércitos, ¿quién como tú?
El poder y la fidelidad te rodean. R/.

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo. R/.

Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,25-30):

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

Palabra del Señor
 
Poema:
Tú que andas sobre la nieve de Leopoldo Panero 

Ahora que la noche es tan pura y que no hay nadie más que Tú,
dime quién eres.
Dime quién eres y qué agua tan limpia tiembla en toda mi alma;
dime quién soy también;
dime quién eres y por qué me visitas,
por qué bajas hasta mí, que estoy tan necesitado,
y por qué Te separas sin decirme Tu nombre,

ahora que la noche es tan pura y que no hay nadie más que Tú.

Ahora que siento mi corazón como un árbol derribado en el bosque,
y aun el hacha clavada en él siento,
aun el hacha y el golpe en mi alma,
y la savia cortada en mi alma,
Tú que andas sobre la nieve.


Ahora que alzo mi corazón, y lo alzo
vuelto hacia Ti mi amor,
y lo alzo
como arrancando todas mis raíces,
donde aun el peso de tu cruz se siente.


Ahora que el estupor me levanta desde las plantas de los pies,
y alzo hacia Ti mis ojos,
Señor,
dime quién eres,
ilumina quién eres,
dime quién soy yo también,
y por qué la tristeza de ser hombre, Tú que andas sobre la nieve.


Tú que al tocar las estrellas las haces palidecer de hermosura;
Tú que mueves el mundo tan suavemente que parece que se me va [a derramar el corazón;
Tú que habitas en una pequeña choza del bosque donde crece tu [cruz;
Tú que vives en esa soledad que se escucha en el alma como un [vuelo diáfano;
ahora que la noche es tan pura,
y que no hay nadie más que Tú,

dime quién eres.

Ahora que siento mi memoria como un espejo roto y mi boca llena de [alas.
Ahora que se me pone en pie,
sin oírlo,
el corazón.
Ahora que sin oírlo me levanta y tiembla mi ser en libertad,
y que la angustia me oscurece los párpados,
y que brota mi vida, y que Te llamo como nunca,
sosténme entre Tus manos,
sosténme en la tiniebla de tu nombre,
sosténme en mi tristeza y en mi alma,
Tú que andas sobre la nieve…


Breve comentario

En estas bellísimas y consoladoras palabras de Jesucristo, quisiera destacar sólo dos dimensiones que aparecen en ellas: la verdad está al alcance de todos, en especial de los más sencillos; y su carga, la carga de la verdad, es ligera, fácil de llevar.

Es cierto que la exhortación evangélica de seguir a Cristo, de predicar al mundo su mensaje, de cumplir sus mandatos éticos no es empresa fácil. Tantas son las dificultades de todo tipo que ello entraña que la cruz es nuestro destino en esta tierra. Y la cruz, sea cual sea ésta, nunca es ligera ni llevadera. Más aún cuando tenemos que referirnos a ella en plural, pues son varias y simultáneas las que jalonan nuestra vida. Si dependiéramos de nosotros mismos, no cabe duda de que la tarea es imposible de realizar. La vida entera de Cristo, el paso de su existencia entre nosotros, es la historia de un ofrecimiento. Dios se hace hombre para ofrecerse, para ofrecer su amor, su amor que salva y da plenitud. Con Él, el yugo desmesuradamente pesado se torna leve; la carga, antes descomunal, puede portarla cualquiera; la verdad se vuelve transparente para todas las mentes y corazones, sencilla como lo son los que mejor la comprenden. De ahí nace el poder consolador de su presencia: no estamos solos frente a la ingente tarea que nos desborda. Con él, lo divino inalcanzable adquiere forma y dimensiones humanas (sencillo, llevadero, ligero, manso, humilde).

Sí, acerquémonos a Él, que nos acogerá porque nos ama:
"Ahora que sin oírlo me levanta y tiembla mi ser en libertad,
y que la angustia me oscurece los párpados,
y que brota mi vida, y que Te llamo como nunca,
sosténme entre Tus manos,
sosténme en la tiniebla de tu nombre,
sosténme en mi tristeza y en mi alma,
Tú que andas sobre la [nieve…"

viernes, 14 de octubre de 2016

Lecturas del día, viernes, 14 de octubre. Poema "No sirves para nada" de José Agustín Goytisolo. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (1,11-14):

Por medio de Cristo hemos heredado también nosotros, los israelitas. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria. Y también vosotros, que habéis escuchado la palabra de verdad, el Evangelio de vuestra salvación, en que creísteis, habéis sido marcados por Cristo con el Espíritu Santo prometido, el cual es prenda de nuestra herencia, para liberación de su propiedad, para alabanza de su gloria.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 32,1-2.4-5.12-13

R/.
Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad

Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.

Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,1-7):

En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos:
«Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea. A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.»

Palabra del Señor
 
Poema:
No sirves para nada de José Agustín Goytisolo
 
Cuando yo era pequeño
estaba siempre triste
y mi padre decía
mirándome y moviendo
la cabeza: hijo mío
no sirves para nada.

Después me fui a la escuela
con pan y con adioses
pero me acompañaba
la tristeza. El maestro
graznó: pequeño niño
no sirves para nada.

Vino luego la guerra
la muerte-yo la vi-
y cuando hubo pasado
y todos la olvidaron
yo triste seguí oyendo
no sirves para nada.

Y cuando me pusieron
los pantalones largos
la tristeza en seguida
mudó de pantalones.
Mis amigos dijeron:
no sirves para nada.

De tristeza en tristeza
caí por los peldaños
de la vida. Y un día
la muchacha que amo
me dijo –y era alegre-
no sirves para nada.

Ahora vivo con ella
voy limpio y bien peinado.
Tenemos una niña
a la que siempre digo
-también con alegría-
no sirves para nada.
 
 
 
Breve comentario
 
Qué palabras más certeras del Señor: "no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno." En efecto, los que matan el alma son los verdaderos asesinos. Jesús menciona a los hipócritas como uno de estos asesinos, hipócritas con autoridad socialmente reconocida, gente respetable. Sin duda, éstos, los fariseos de todas las épocas, pueden matarnos el alma. Pero no sólo desde la hipocresía nos pueden arrancar el corazón. Se puede hacerlo desde la envidia, desde la soberbia, desde los complejos de inferioridad, desde el odio larvado del vanidoso que no obtiene el aplauso deseado... Ciertamente, la hipocresía es un arma especialmente mortífera, pues cuanto mayor es el disfraz, el disimulo, el engaño de parecer lo que en verdad no se es, más efectiva, más penetrante, más mortal es la puñalada. Y si el hipócrita ejerce un puesto de autoridad, si posee reconocimiento público, tanto peor para quien le sigue.
 
Así, asesinos de almas han sido y son padres y madres, fariseos y sacerdotes, profesores, militares, niños cuya alma ya ha sido previamente asesinada, y que se han identificado con su verdugo, cualquiera de nosotros que podamos ejercer alguna autoridad del tipo que sea. Pero hay que distinguir al asesino del simple pecador. Y el poema (y el poeta) elegido me va a ayudar a hacer la distinción.
 
Si un padre que bebe dice a su hijo: "Hijo mío, no bebas: es lo peor que hay"; y esa misma tarde el padre acude al bar de al lado a alcoholizarse por enésima vez, ese hombre no es un hipócrita ni un asesino del alma. Podrá tal vez ser un enfermo, si es un adicto, o simplemente alguien que se deja llevar por las razones que sean. Sin duda, el hijo será herido de forma traumática al ver a su padre borracho, pero éste en verdad quiere evitar este dolor a su hijo. No hay hipocresía aquí, aunque haya pecado; herirá al hijo a su pesar, pero no quiere matar su alma. El hipócrita es el que está orgulloso de matar el alma del otro; le dirá: "¡No bebas!", mientras bebe delante de él con orgullo, incluso hasta emborracharse, y cuando el hijo se rebele y beba, podrá decirle: "Ves, hijo, no sirves para nada." Entonces, el hijo se alcoholizará, se hará adicto, aunque el padre beba por puro placer y sabiendo controlarse. Esta monstruosidad no es una experiencia extraña o infrecuente; al contrario, es desgraciadamente muy común, y extendida a todos los ámbitos imaginables.

José Agustín Goytisolo pertenece al primer grupo, a los pecadores no hipócritas. El poema es, más allá de ironías e hipérboles, autobiográfico, e iba muy en serio. Aunque a su hija, Julia, le dijera que no servía para nada, también le dedicó este bello y muy famoso poema:

PALABRAS PARA JULIA

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.


Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.


Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.


Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.


Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.


La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.


Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.


Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.


Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.


Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.


Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.


Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.


La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.


Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.


Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.


Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.


Él, sin embargo, de personalidad depresiva, se suicidó arrojándose al vacío. Le mataron el alma, pero quiso evitar hacerlo con la de su hija, que hoy vive recordando agradecida a su padre que le supo amar y proteger.