lunes, 14 de noviembre de 2016

Lecturas del día, lunes, 14 de noviembre. Poema "Te busco desde siempre" de Juan José Domenchina. Breve comentario

Primera lectura

Comienzo del libro del Apocalipsis (1,1-4;2,1-5a):

Revelación de Jesucristo, que Dios le encargó mostrar a sus siervos acerca de lo que tiene que suceder pronto. La dio a conocer enviando su ángel a su siervo Juan, el cual fue testigo de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo de todo cuanto vio. Bienaventurado el que lee, y los que escuchan las palabras de esta profecía, y guardan lo que en ella está escrito, porque el tiempo está cerca.
Juan a las siete iglesias de Asia: «Gracia y paz a vosotros de parte del que es, el que era y ha de venir;
de parte de los siete Espíritus que están ante su Trono». Escuché al Señor que me decía: Escribe al ángel de la Iglesia en Éfeso: «Esto dice el que tiene las siete estrellas en su derecha, el que camina en medio de los siete candelabros de oro. Conozco tus obras, tu fatiga, tu perseverancia, que no puedes soportar a los malvados, y que has puesto a prueba a los que se llaman apóstoles, pero no lo son, y has descubierto que son mentirosos. Tienes perseverancia y has sufrido por mi nombre y no has desfallecido. Pero tengo contra ti que has abandonado tu amor primero. Acuérdate, pues, de dónde has caído, conviértete y haz las obras primeras».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 1,1-2.3.4.6

R/.
Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida.

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.

Será como un árbol,
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,35-43):

Cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le informaron: «Pasa Jesús el Nazareno». Entonces empezó a gritar: «¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!». Los que iban delante lo regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «Hijo de David, ten compasión de mí!». Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?». Él dijo: «Señor, que recobre la vista». Jesús le dijo: «Recobra la vista, tu fe te ha salvado». Y enseguida recobró la vista y lo seguía, glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.

Palabra del Señor
 
Poema:
Te busco desde siempre de Juan José Domenchina
 
Te busco desde siempre. No te he visto
nunca. ¿Voy tras tus huellas?
Las rastreo 
con ansia, con angustia, y no las veo.
Sé que no sé buscarte, y no desisto.


¿Qué me induce a seguirte? ¿Por qué insisto
en descubrir tu rastro? Mi deseo
no sé si es fe. No sé. No sé si creo
en algo, ¿en qué? No sé. No sé si existo.


Pero, Señor de mis andanzas, Cristo
de mis tinieblas, oye mi jadeo.
No sufro ya la vida, ni resisto


la noche. Y si amanece, y yo no veo
el alba, no podré decirte: «He visto
tu luz, tus pasos en la tierra, y creo».


Breve comentario

Hoy para mí este evangelio tiene como clave de bóveda la pregunta del Mesías al ciego: «¿Qué quieres que haga por ti?». En otra época hubiera hecho más énfasis en la ceguera, en la oración de petición («Señor, que recobre la vista»), en la misma búsqueda. A estas alturas de mi vida, después de tantas cegueras superadas y de tantas verdades apenas vislumbradas, de tantas búsquedas dolorosas y de algún hallazgo gozoso, de tantos encuentros y de tantas pérdidas, de tanta certeza sobre tanta duda, lo que me importa es lo que nos responde el Señor a cada uno: «¿Qué quieres que haga por ti?».

Sé que lo poco o mucho que veo se lo debo a Él. Sé que aunque no le sienta, está, existe, porque ha estado, ha sido conmigo otras veces. Todo esto lo conozco, pero lo que me sigue maravillando es esa disponibilidad suya, sencilla, maravillosa, que permite nuestra libertad: «¿Qué quieres que haga por ti?». Mi búsqueda sabe ya de su meta, mis ojos saben ya de la belleza, de lo bueno y de lo malo, de la luz y de la oscuridad más negra. Sé que le importo porque me ama, porque siempre me acoge con la misma pregunta: «¿Qué quieres que haga por ti?». 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.