martes, 8 de noviembre de 2016

Lecturas del día, martes, 8 de noviembre. Poema "El cómplice" de Jorge Luis Borges. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Tito (2,1-8.11-14):

Habla de lo que es conforme a la sana doctrina. Di a los ancianos que sean sobrios, serios y prudentes; que estén robustos en la fe, en el amor y en la paciencia. A las ancianas, lo mismo: que sean decentes en el porte, que no sean chismosas ni se envicien con el vino, sino maestras en lo bueno, de modo que inspiren buenas ideas a las jóvenes, enseñándoles a amar a los maridos y a sus hijos, a ser moderadas y púdicas, a cuidar de la casa, a ser bondadosas y sumisas a los maridos, para que no se desacredite la palabra de Dios. A los jóvenes, exhórtalos también a ser prudentes, presentándote en todo como un modelo de buena conducta. En la enseñanza sé íntegro y grave, con un hablar sensato e intachable, para que la parte contraria se abochorne, no pudiendo criticarnos en nada. Porque ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo. Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y para prepararse un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 36,3-4.18.23.27.29

R/.
El Señor es quien salva a los justos

Confía en el Señor y haz el bien,
habita tu tierra y practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón. R/.

El Señor vela por los días de los buenos,
y su herencia durará siempre.
El Señor asegura los pasos del hombre,
se complace en sus caminos. R/.

Apártate del mal y haz el bien,
y siempre tendrás una casa;
pero los justos poseen la tierra,
la habitarán por siempre jamás. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,7-10):

En aquel tiempo, dijo el Señor: «Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa"? ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."»

Palabra del Señor
 
Poema:
El cómplice de Jorge Luis Borges
 
Me crucifican y yo debo ser la cruz y los clavos
me tienden la copa y yo debo ser la cicuta
me engañan y yo debo ser la mentira
me incendian y yo debo ser el infierno
debo alabar y agradecer cada instante del tiempo
mi alimento es todas las cosas
el peso preciso del universo, la humillación, el júbilo
debo justificar lo que me hiere
no importa mi ventura o mi desventura
soy el poeta.  
 
 
Breve comentario
 
Todo lo que existe tiene un sentido, posee un orden. El ser es por algo y para algo. En la creación nada sobra, todo ocupa el lugar que le pertenece por naturaleza. Lo mismo sucede al ser humano como criatura de Dios. No hay persona, no hay individuo que su vida no tenga un sentido, un lugar, una tarea en la perspectiva divina. Cada uno los suyos, los que Dios ha pensado para él. Cumplirlos es la máxima perfección que podemos aspirar en este mundo. Por supuesto, hemos de descubrir cuál es ese lugar, ese sentido, esa misión concretos y particulares. Para lograrlo Dios no nos deja desnudos, sin bagaje, en esta vida. Estamos hechos para Él, y nuestra naturaleza habla de nuestro origen, orienta nuestro presente y apunta a nuestro futuro. Además, en nuestro peregrinar Él nos acompaña, aunque el camino que nos enseñó debemos andarlo nosotros.

Si ayer dijimos que no podemos aspirar a vivir en Dios y para Dios si no podemos, sabemos o queremos vivir, hoy debemos insistir en la idea de que si Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida, nuestra tarea habrá de ser recorrer ese Camino, andarlo en toda su extensión; deberemos acceder a la Verdad para darla a conocer, para compartirla; y deberemos vivir la vida que nos concede con el modelo de su Vida, de su ejemplo y de su espíritu en presencia. Lo de menos es lo que en concreto cada uno sea, el papel que el Creador nos ha asignado; lo importante es ser lo que Él quiso que fuéramos. 
 
No importa si, poetas o no, debemos ser además de crucificados, la cruz y los clavos; el veneno que nos obliguen a ingerir, o sufrir la infame acusación de ser verdugos cuando sólo somos víctimas. El amor de Dios ha previsto nuestras humillaciones y nuestros júbilos. En efecto, debemos alabar cada instante del tiempo, como escribió aquel entrañable sabio argentino lleno de Dios sin saberlo, pues nuestro alimento en Dios es todas las cosas. No importa ni venturas ni desventuras personales. El que sepa cantar todo esto será poeta, mas el que acepte vivir el designio de Dios en toda su plenitud ("debo justificar lo que me hiere"), lo será en silencio, lo que quizá sea un grado más alto de poesía, pues el amor es esencialmente inefable.

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