domingo, 20 de noviembre de 2016

Lecturas del día, domingo, 20 de noviembre, Jesucristo Rey del Universo. Poema "Cristo pregunta al pecador" de Cecilia del Nacimiento. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del segundo libro de Samuel (5,1-3):

En aquellos días, todas las tribus de Israel se presentaron ante David en Hebrón y le dijeron: «Hueso tuyo y carne tuya somos. Desde hace tiempo, cuando Saúl reinaba sobre nosotros, eras tú el que dirigía las salidas y entradas de Israel. Por su parte, el Señor te ha dicho: “Tú pastorearás a mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel”». Los ancianos de Israel vinieron a ver al rey en Hebrón. El rey hizo una alianza con ellos en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos le ungieron como rey de Israel.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 121,1-2.4-5

R/.
Vamos alegres a la casa del Señor.

Qué alegría cuando me dijeron:
¡«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.

Allá suben las tribus, las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (1,12-20):

Hermanos: Demos gracias a Dios Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Él es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles. Tronos y Dominaciones, Principados y Potestades; todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él y para él quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (23,35-43):

En aquel tiempo, los magistrados hacían muecas a Jesús diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido». Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Había también por encima de él un letrero: «Este es el rey de los judíos». Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha hecho nada malo». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».

Palabra del Señor
 
Poema:
Cristo pregunta al pecador de Cecilia del Nacimiento
 
¿Quién eres, hombre? Tu hechura.
¿Para qué te crié?
Para amarte.
¿En qué gastas tu vida?
En deshonrarte.
¿Quién eso te enseñó?
Mi gran locura.

Y ¿qué piensas hacer? Buscar la cura.
Y ¿cuál es la mejor?
A ti buscarte.
¿Por dó has de comenzar?
Por suplicarte…
que mires que me hiciste a tu figura.

¿Quién te ha parado tal?
Y dime, ¿qué has perdido?
Tu privanza.
Sin ella, ¿a dónde vives?
En tormento.

¿Qué te hace a Mí venir? La confianza.
¿Y sabes que te oiré?
En un momento...
 pues sé que todo el bien por Ti se alcanza.

Breve comentario

Hoy celebramos que Jesucristo es el Rey del Universo. El Señor es un Rey tan especial que en vez de conmemorar, como se haría con cualquier otro de mucha menor entidad, sus grandes victorias, sus hazañas bélicas, sus grandes conquistas, nos ponemos los cristianos a leer el pasaje en que se recoje su máxima humillación: su muerte en la cruz en medio de la burla general de los que asistían divertidos a semejante espectáculo.

La grandeza de su reino no es la de los reyes terrenales: es la del amor. Y lo central del pasaje es que el Señor hasta en la más terrible de las situaciones, perdona, acoge y salva al que le reconoce como Rey, como Salvador del mundo. Y ese fue Dimas, el buen ladrón.

Cuando uno se sabe pecador, cuando toma conciencia de su propia miseria en profundidad, constata su enorme pequeñez y lo indignos que somos de recibir el perdón y el amor de Dios. Una de las experiencias más hermosas que me han ocurrido en mi proceso de conversión y de crecimiento en la fe es identificarme con san Dimas, verme crucificado por mis culpas y acogido por el Señor. No sé lo que viviré, pero de mi indignidad frente a Dios no he perdido ni un ápice de conciencia. Y también espero que el Señor me acoja en su presencia, aunque antes haya de purificarme en larga estancia en el Purgatorio. Copio aquí de nuevo (pues ya lo colgué como poema escogido) un soneto que compuse hace unos años sobre esta figura para mí central en mi camino de fe:

EL BUEN LADRÓN

Me duelen estos clavos que maldigo,
me duelen esas risas humillantes,
me duelen los silencios resonantes,
me duele este dolor que no persigo.

Me duelen las ausencias de un amigo,
me duele tanta envidia amenazante,
me duele estar expuesto y expectante,
me duele estar sin ti y estar contigo.

Me duele no haber sido de otro modo,
me duele que me duelan mis errores,
y me duele encontrarte ya tan tarde,

clavado en esta cruz el que es el Todo.
Acuérdate de mí, de mis dolores,
que es un deseo de ti lo que me arde.

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