miércoles, 31 de enero de 2018

Lecturas del día, miércoles, 31 de enero. Poema "Unos con la calumnia le mancharon..." de Rosalía de Castro. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del segundo libro de Samuel (24,2.9-17):

En aquellos días, el rey David ordenó a Joab y a los jefes del ejército que estaban con él: «Id por todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Berseba, a hacer el censo de la población, para que yo sepa cuánta gente tengo.»
Joab entregó al rey los resultados del censo: en Israel había ochocientos mil hombres aptos para el servicio militar, y en Judá quinientos mil.
Pero, después de haber hecho el censo del pueblo, a David le remordió la conciencia y dijo al Señor: «He cometido un grave error. Ahora, Señor, perdona la culpa de tu siervo, porque ha hecho una locura.»
Antes que David se levantase por la mañana, el profeta Gad, vidente de David, recibió la palabra del Señor: «Vete a decir a David: "Así dice el Señor: Te propongo tres castigos; elige uno, y yo lo ejecutaré."»
Gad se presentó a David y le notificó: «¿Qué castigo escoges? Tres años de hambre en tu territorio, tres meses huyendo perseguido por tu enemigo, o tres dias de peste en tu territorio. ¿Qué le respondo al Señor, que me ha enviado?»
David contestó: «¡Estoy en un gran apuro! Mejor es caer en manos de Dios, que es compasivo, que caer en manos de hombres.»
Y David escogió la peste. Eran los días de la recolección del trigo. El Señor mandó entonces la peste a Israel, desde la mañana hasta el tiempo señalado. Y desde Dan hasta Berseba, murieron setenta mil hombres del pueblo. El ángel extendió su mano hacia Jerusalén para asolarla.
Entonces David, al ver al ángel que estaba hiriendo a la población, dijo al Señor: «¡Soy yo el que ha pecado! ¡Soy yo el culpable! ¿Qué han hecho estas ovejas? Carga la mano sobre mí y sobre mi familia.»
El Señor se arrepintió del castigo, y dijo al ángel, que estaba asolando a la población: «¡Basta! ¡Detén tu mano!»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 31,1-2.5.6.7

R/.
Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito. R/.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.

Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará. R/.

Tú eres mi refugio,
me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,1-6):

En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?»
Y esto les resultaba escandaloso. Jesús les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.»
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

Palabra del Señor
 
Poema:
"Unos con la calumnia le mancharon..." de Rosalía de Castro
 
Unos con la calumnia le mancharon,
otros falsos amores le han mentido,
y aunque dudo si algunos le han querido,
de cierto sé que todos le olvidaron.

Solo sufrió, sin gloria ni esperanza,
cuanto puede sufrir un ser viviente;
¿por qué le preguntáis qué amores siente
y no qué odios alientan su venganza?
 
Breve comentario
 
Si ayer decíamos que la fe y la esperanza conducen al amor de un modo natural, la falta de aquellas concluyen igualmente al rechazo y la esterilidad, a la muerte, en definitiva. Ante las virtudes teologales se hallan los pecados capitales. Si nadie es profeta en su tierra es porque en ningún sitio como en la tierra de procedencia y entre los conocidos y próximos de la primera hora se suelen dar las envidias más intensas, las peores maledicencias, las rivalidades más enconadas, los desprecios más profundos, la miseria, en fin, más descarnada. Y el Señor también hubo de pasar por esta humana cruz. Desgraciadamente, somos así. 
 
Por fortuna para nosotros, tenemos un Dios que no lleva cuenta del mal, siempre a la espera de nuestra conversión y arrepentimiento para redimirnos.

martes, 30 de enero de 2018

Lecturas del día, martes, 30 de enero. Poema "Como si nunca hubiera sido mía..." de Claudio Rodríguez. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del segundo libro de Samuel (18,9-10.14b.24-25a.30–19,3):

En aquellos dias, Absalón fue a dar en un destacamento de David. Iba montado en un mulo, y, al meterse el mulo bajo el ramaje de una encina copuda, se le enganchó a Absalón la cabeza en la encina y quedó colgando entre el cielo y la tierra, mientras el mulo que cabalgaba se le escapó.
Lo vio uno y avisó a Joab: «¡Acabo de ver a Absalón colgado de una encina!»
Agarró Joab tres venablos y se los clavó en el corazón a Absalón. David estaba sentado entre las dos puertas. El centinela subió al mirador, encima de la puerta, sobre la muralla, levantó la vista y miró: un hombre venía corriendo solo.
El centinela gritó y avisó al rey. El rey dijo: «Retírate y espera ahí.» Se retiró y esperó alli.
Y en aquel momento llegó el etíope y dijo: «¡Albricias, majestad! ¡El Señor te ha hecho hoy justicia de los que se habían rebelado contra ti!»
El rey le preguntó: «¿Está bien mi hijo Absalón?»
Respondió el etíope: «¡Acaben como él los enemigos de vuestra majestad y cuantos se rebelen contra ti!»
Entonces el rey se estremeció, subió al mirador de encima de la puerta y se echó a llorar, diciendo mientras subía: «¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! iHijo mío, Absalón! ¡Ojalá hubiera muerto yo en vez de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío!»
A Joab le avisaron: «El rey está llorando y lamentándose por Absalón.»
Así la victoria de aquel día fue duelo para el ejército, porque los soldados oyeron decir que el rey estaba afligido a causa de su hijo. Y el ejército entró aquel día en la ciudad a escondidas, como se esconden los soldados abochornados cuando han huído del combate.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 21,26b-27.28.30.31-32

R/.
Te alabarán, Señor, los que te buscan

Cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan:
viva su corazón por siempre. R/.

Lo recordarán y volverán al Señor
hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán las familias de los pueblos.
Ante él se postrarán las cenizas de la tumba,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo. R/.

Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá,
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
todo lo que hizo el Señor. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (5,21-43):

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.»
Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado.
Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: «¿Quién me ha tocado el manto?»
Los discípulos le contestaron: «Ves como te apretuja la gente y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"»
Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo.
Él le dijo: «Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.»
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?»
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe.»
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos.
Entró y les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida.»
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le djo: «Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

Palabra del Señor
 
Poema:
"Como si nunca hubiera sido mía..." de Claudio Rodríguez
 
Como si nunca hubiera sido mía,
dad al aire mi voz y que en el aire
sea de todos y la sepan todos
igual que una mañana o una tarde.
Ni a la rama tan sólo abril acude
ni el agua espera sólo el estiaje.
¿Quién podría decir que es suyo el viento,
suya la luz, el canto de las aves
en el que esplende la estación, más cuando
llega la noche y en los chopos arde
tan peligrosamente retenida?
¡Que todo acabe aquí, que todo acabe
de una vez para siempre! La flor vive
tan bella porque vive poco tiempo
y sin embargo, cómo se da, unánime,
dejando de ser flor y convirtiéndose
en ímpetu de entrega. Invierno, aunque
no esté detrás la primavera, saca
fuera de mí lo mío y hazme parte,
inútil polen que se pierde en tierra
pero ha sido de todos y de nadie.
Sobre el abierto páramo, el relente
es pinar en el pino, aire en el aire,
relente sólo para mi sequía.
Sobre la voz que va excavando un cauce
qué sacrilegio este del cuerpo, este
de no poder ser hostia para darse.

Breve comentario

Quizá sean las curaciones que realiza el Señor los momentos en los que mejor se observa la profunda unidad de las tres virtudes teologales: la fe y la esperanza desembocan indefectiblemente en el amor. Las tres suponen una radical apertura del corazón hacia la fuente de las mismas. Y el Señor premia con su entrega la entrega de quienes han creído en Él. Entrega que es de amor, que cura, que salva, que resucita, que hace renacer. 
 
Cuando logramos amar se produce un milagro que es hacernos en espíritu como el objeto amado. Cuando amamos al Señor (no simplemente cuando queremos que nos conceda esto o lo otro), es decir, cuando le entregamos nuestro corazón y nuestra voluntad, logramos de algún modo ser uno con Él. Así, nuestra fe, que sólo es nuestra por gracia de Dios, nos levanta de las muertes cotidianas que nos circundan. La fe y la esperanza son las actitudes del alma que nos hacen salir al encuentro de Dios, que hacen ese encuentro posible; y desde el mismo, ya todo es posible. En las curaciones y resurrecciones milagrosas que obra el Señor se expresan todas las curaciones y resurrecciones de nuestras almas dañadas por el pecado y por la muerte. El mayor milagro es ese encuentro entre la criatura y el Creador que nunca será baldío o sin efectos. Si quien busca, halla; si quien llama, se le atiende, nos señala que el Señor está presto a responder las necesidades de nuestra alma cuando se expresan con la verdadera apertura de la fe y la esperanza. Y de ellas, nacerá el encuentro; y el encuentro es la imagen misma, el fenómeno real del amor realizado.

En el bellísimo poema de Claudio Rodríguez, cuyo final es uno de los más excelsos que conozco, se expresa esta misma verdad. El poeta creció en íntimo contacto con el recio paisaje castellano de Zamora. La sobria y áspera belleza de aquellos parajes le marcó. Es una experiencia muy común atisbar la presencia de Dios en la armonía de su creación. La sensibilidad abierta de Claudio, trasparente y límpida como la de un niño (algo que logró conservar durante toda su vida), le hizo conocedor de la profunda unidad de todo lo que existe. Y esa unidad en él se expresa de forma cuasi mística; diría incluso eucarística: el paisaje, la belleza que contempla como un regalo, es un inmenso escenario de entrega amorosa, donde todo se da a todo para concluir en la armonía contemplativa de un amor tan cotidiano y anónimo como excelso en su expresión:
"Sobre la voz que va excavando un cauce
qué sacrilegio este del cuerpo, este
de no poder ser hostia para darse."

No deja de ser admirable una lucidez semejante en alguien que cuando escribió este poema era un adolescente de 17 o 18 años. Luego, con semejante sensibilidad, desembocó de forma natural en el estudio exhaustivo de los grandes místicos españoles del Siglo de Oro y sus obras poéticas, como quien estudia a un alma gemela con quien se identifica plenamente.
 
Con permiso de su Majestad el Rey D. Felipe, me va a permitir que prefiera en este día recordar con este humilde homenaje que hoy también hubiera cumplido años, ochenta y cuatro, el bueno de Claudio, el inolvidable Claudio Rodríguez. 

lunes, 29 de enero de 2018

Lecturas del día, lunes, 29 de enero. Poema "El verdugo secreto" de Alfonso Reyes. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del segundo libro de Samuel (15,13-14.30;16,5-13a):

En aquellos días, uno llevó esta noticia a David: «Los israelitas se han puesto de parte de Absalón.»
Entonces David dijo a los cortesanos que estaban con él en Jerusalén: «¡Ea, huyamos! Que, si se presenta Absalón, no nos dejará escapar. Salgamos a toda prisa, no sea que él se adelante, nos alcance y precipite la ruina sobre nosotros, y pase a cuchillo la población.»
David subió la cuesta de los Olivos; la subió llorando, la cabeza cubierta y los pies descalzos. Y todos sus compañeros llevaban cubierta la cabeza, y subían llorando. Al llegar el rey David a Bajurín, salió de allí uno de la familia de Saúl, llamado Semeí, hijo de Guerá, insultándolo según venía.
Y empezó a tirar piedras a David y a sus cortesanos –toda la gente y los militares iban a derecha e izquierda del rey–, y le maldecía: «¡Vete, vete, asesino, canalla! El Señor te paga la matanza de la familia de Saúl, cuyo trono has usurpado. El Señor ha entregado el reino a tu hijo Absalón, mientras tú has caído en desgracia, porque eres un asesino.»
Abisay, hijo de Seruyá, dijo al rey: «Ese perro muerto ¿se pone a maldecir a mi señor? iDéjame ir allá, y le corto la cabeza!»
Pero el rey dijo: «¡No os metáis en mis asuntos, hijos de Seruyá! Déjale que maldiga, que, si el Señor le ha mandado que maldiga a David, ¿quién va a pedirle cuentas?»
Luego dijo David a Abisay y a todos sus cortesanos: «Ya veis. Un hijo mío, salido de mis entrañas, intenta matarme, ¡y os extraña ese benjaminita! Dejadlo que me maldiga, porque se lo ha mandado el Señor. Quizá el Señor se fije en mi humillación y me pague con bendiciones estas maldiciones de hoy.»
David y los suyos siguieron su camino.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 3,2-3.4-5.6-7

R/.
Levántate, Señor, sálvame

Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí:
«Ya no lo protege Dios.» R/.

Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito, invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo. R/.

Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (5,1-20):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago, en la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, desde el cementerio, donde vivía en los sepulcros, un hombre, poseído de espíritu inmundo; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para domarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras.
Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó a voz en cuello: «¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes.»
Porque Jesús le estaba diciendo: «Espíritu inmundo, sal de este hombre.»
Jesús le preguntó: «¿Cómo te llamas?»
Él respondió: «Me llamo Legión, porque somos muchos.»
Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca. Había cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del monte.
Los espíritus le rogaron: «Déjanos ir y meternos en los cerdos.»
Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó en el lago. Los porquerizos echaron a correr y dieron la noticia en el pueblo y en los cortijos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Se quedaron espantados. Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su país. Mientras se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: «Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia.»
El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.

Palabra del Señor

Poema:
El verdugo secreto de Alfonso Reyes

Vives en mí, pero te soy ajeno,
recóndito ladrón que nunca sacio,
a quien suelo ceder, aunque reacio,
cuanto suele pedir tu desenfreno.

Me quise sobrio, me fingí sereno,
me dictaba sus máximas Horacio,
dormí velando, festiné despacio,
ni muy celeste fui, ni muy terreno.

Poco me aprovechó vivir alerta,
si del engreimiento vanidoso
hallaste tú la cicatriz abierta.

Hoy quiero rechazarte, y nunca oso.
¡Válgame la que a todos nos liberta,
y al orden me devuelve y al reposo!

Breve comentario

El combate del Señor contra el mal no admite matices. Ante el mal, ante el demonio sólo cabe derrotarle. Dios siempre vence en esta guerra; y el demonio lo sabe. Por ello, cuando se encuentra con el Señor, siempre le implora que le deje en paz. Todos los exorcismos que llevó a cabo repiten el mismo esquema. Esta vez accede a la petición de los espíritus inmundos y les deja habitar unas criaturas muy inferiores, unos cerdos. El hombre poseído queda liberado. Y liberado significa, entre otras cosas, convertido, renacido, transformado en un ser nuevo que ha conocido a Dios. Y alguien lleno de Dios no podrá sino obedecer el mandato divino de darlo a conocer, como hará este hombre, aunque el Señor no quiera que comparta con Él su vida de peregrinación. Lo importante no es la forma que adopte nuestro apostolado, sino ser en efecto apóstol.

Por desgracia, los seres humanos, en virtud del pecado que nos constituye, mantenemos mútiples relaciones con el mal, y más o menos indirectamente con Satanás que siempre alienta en él. Sé que queda muy extraño a la sensibilidad contemporánea admitir la existencia de seres espirituales, que, como tales, son mucho más poderosos que nosotros. Para la sensibilidad contemporánea todo aquello que no pueda comprobar mediante métodos empíricos no existe; grave reduccionismo que supone que la existencia, es decir, la dimensión ontológica de la realidad, del ser, debe cumplir los requisitos de la limitada racionalidad humana, como si el hombre y su entendimiento fuera la medida de todas las cosas. No es así. El acto de la Creación es un misterio, por no decir la naturaleza misma de Dios. Y con ella todo un mundo que apenas podemos imaginar desde presupuestos materialistas. No podemos hacer que lo infinito o lo que no podemos concebir satisfaga los requisitos de lo que es finito. La parte no puede concebir el todo, aunque ese todo no sea ajeno o independiente ontológicamente de aquélla. Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, lo cual es una relación metafísica que nos liga de un modo muy íntimo al Hacedor, pero ser imagen y semejanza no es más que una peculiar y limitada (aunque privilegiada) participación de Su naturaleza. Y participar, aun de forma privilegiada, no supone una relación de identidad: la parte no puede hacerse idea del Todo, y más cuando el Todo es infinito. La existencia de Satanás está en ese amplísimo margen donde la racionalidad humana autosuficiente no alcanza.

Como decía, el hombre puede entrar en relación con el mal de múltiples maneras, pues somos pecadores. Afortunadamente, siendo muy minoritaria (aunque menos de lo que se piensa), la posesión demoníaca sólo es una de ellas, la más grave. Al parecer, en la posesión hay grados diversos de afectación. El de este desdichado geraseno era uno de los peores. Pero, sin llegar a este extremo, el pecado habita nuestro corazón y lo lleva hacia donde el mal lo dirija. Y el pecado o el mal que cometemos cada uno es, no lo olvidemos, un acto consentido por nuestra voluntad. Estaremos influidos por mil circunstancias, algunas tan graves que pueden limitar nuestra responsabilidad, pero siempre consentir con el mal supone eso, una admisión, una anuencia de nuestro juicio al acto dañino. De un modo u otro, caemos en las seducciones que el mal nos tiende. No hace falta que Satanás en persona se encargue de hacernos caer: caemos en nuestra debilidad, pues somos no sólo débiles con respecto al poder de Dios, sino también al muy superior de Satanás. ¡Y nos permitimos el lujo de negar su existencia! 

Ojalá que nuestra maldad tuviera causas fácilmente identificables como las provocadas por causas externas. El peor mal es el que nace de nuestra alma; es el más pertinaz e insidioso, el que forma un vínculo más sólido e íntimo con lo que somos. Por ello somos sujetos necesitados de salvación. O de curación divina. La curación que, en el mejor de los casos, podemos realizar psiquiatras y psicoterapeutas siempre es limitada. Como me decía un viejo profesor, de lo que se trata desde las ciencias humanas es que la persona se conozca mejor, y desde ese conocimiento, logre alcanzar más recursos (cognitivos, afectivos, mentales...) para solventar su realidad, la subjetiva y la objetiva, con sus imperativos que no podemos soslayar. Pero estas intervenciones, con ser muy saludables, no salvan. Podremos dejar de ser neuróticos, pero no podremos liberarnos del mal que cometemos, del mal que toleramos cometer, del falso beneficio de seguir pecando. Y sólo hay un médico que puede sanarnos en este sentido: es el "verdugo secreto" de nuestros pecados. Que Él vaya ganando terreno en nuestro corazón, en nuestra voluntad, en nuestros juicios, en nuestro entendimiento. La salvación es un camino que se recorre paso a paso, por el que vamos renunciando al mundo y sus halagos, a la vez que dejamos que el Señor vaya dirigiendo nuestra vida.

domingo, 28 de enero de 2018

Lecturas del día, domingo, 28 de enero. Poema "Multiplicador de panes y de peces" de Dámaso Alonso

Primera lectura

Lectura del Deuteronomio (18,15-20):

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Un profeta, de entre los tuyos, de entre tus hermanos, como yo, te suscitará el Señor, tu Dios. A él lo escucharéis. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb, el día de la asamblea: "No quiero volver a escuchar la voz del Señor, mi Dios, ni quiero ver más ese terrible incendio; no quiero morir." El Señor me respondió: "Tienen razón; suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca, y les dirá lo que yo le mande. A quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas. Y el profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá”.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 94,1.2.6-7.8-9

R/.
Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón»


Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R/.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios (7,32-35):

Quiero que os ahorréis preocupaciones: el soltero se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido. Lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido. Os digo todo esto para vuestro bien, no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,21-28):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»
Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él.»
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.»
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

Palabra del Señor
 
Poema:
Multiplicador de panes y de peces de Dámaso Alonso 

Tú, multiplicador de panes y de peces,
y, antes, de átomos, células, cristales, nebulosas,
propagador eterno de esferas luminosas
y de este espacio azul en que, ardiendo, las meces.


Tú, sembrador de vida, soplas vida en las heces,
y el barro es pensamiento; y al pensamiento aún osas
liberar. Propagante, amante, no reposas,
oh, inventor: creación, multiplicando, acreces.


Tú, hacedor de hombres libres: mira que los afanes
del hombre hoy multiplican los odios por la tierra.
Hay un clamor... ¿Lo escuchas? (¿Son blasfemias? ¿Son preces?)


Tú, que multiplicaste los peces y los panes,
sálvanos: ay, destruye la iniquidad, la guerra;
multiplícanos paz, pan, justicia, amor, peces.

sábado, 27 de enero de 2018

Lecturas del día, sábado, 27 de enero. Poema "Los límites" de Alfonso Costafreda. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del segundo libro de Samuel (12,1-7a.10-17):

En aquellos días, el Señor envió a Natán a David. Entró Natán ante el rey y le dijo: «Había dos hombres en un pueblo, uno rico y otro pobre. El rico tenía muchos rebaños de ovejas y bueyes; el pobre sólo tenía una corderilla que había comprado; la iba criando, y ella crecía con él y con sus hijos, comiendo de su pan, bebiendo de su vaso, durmiendo en su regazo: era como una hija. Llegó una visita a casa del rico, y no queriendo perder una oveja o un buey, para invitar a su huésped, cogió la cordera del pobre y convidó a su huésped.» David se puso furioso contra aquel hombre y dijo a Natán: «Vive Dios, que el que ha hecho eso es reo de muerte. No quiso respetar lo del otro; pues pagará cuatro veces el valor de la cordera.» Natán dijo a David: «¡Eres tú! Pues bien, la espada no se apartará nunca de tu casa; por haberme despreciado, quedándote con la mujer de Urías, el hitita, y matándolo a él con la espada amonita. Así dice el Señor: "Yo haré que de tu propia casa nazca tu desgracia; te arrebataré tus mujeres y ante tus ojos se las daré a otro, que se acostará con ellas a la luz del sol que nos alumbra. Tú lo hiciste a escondidas, yo lo haré ante todo Israel, en pleno día."» David respondió a Natán: «¡He pecado contra el Señor!» Natán le dijo: «El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás. Pero, por haber despreciado al Señor con lo que has hecho, el hijo que te ha nacido morirá.» Natán marchó a su casa. El Señor hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y cayó gravemente enfermo. David pidió a Dios por el niño, prolongó su ayuno y de noche se acostaba en el suelo. Los ancianos de su casa intentaron levantarlo, pero él se negó y no quiso comer nada con ellos.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 50,12-13.14-15.16-17

R/.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R/.

Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,35-41):

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla.» Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?» Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: «¡Silencio, cállate!» El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?» Se quedaron espantados y se decían unos a otros: «¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!»

Palabra del Señor

Poema:
Los límites de Alfonso Costafreda 

Pienso en mis límites,
límites que separan
el poema que hago
del que no puedo hacer,
el poema que escribo
del que nunca podré escribir.
Límites también, en consecuencia,
de lo que amo
y de lo que nunca podré amar.

Límites de lo que quisiera decir
o ver o tener.
__________Palabras que daría
para descubrir, palabras para ayudar.
Límites del amor, palabras
insuficientemente valiosas
en un desierto inacabable.


Breve comentario

«¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?». Esta acusación, más bien, esta evidencia es plenamente vigente en nuestro tiempo. Y no ya en aquellos alejados de Dios, sino en los que nos decimos seguidores de Cristo. Vivir con fe, y, más aún, vivir de la fe, sostenerse en ella, decidir, actuar, pensar, hablar, crear desde ella, sigue siendo una conquista nada fácil. En efecto, sí, seguimos siendo muy cobardes. Y sin embargo nuestra fe no debería ser cosa de valientes, pues no es fe carente de fundamento. No cabe raíz más sólida sobre la que apoyarse y crecer que Cristo. Y sin embargo..., ¡ay, los límites!...

Hay límites que son los que imponen los tiempos, la realidad que nos ha tocado vivir, el entorno en el que hemos crecido y que también nos ha influido. Estos límites sólo en una pequeña medida los podemos remover, y esto en el mejor de los casos. Cada uno de nosotros poco podemos hacer por resolver la pobreza de los países tercermundistas o para evitar los conflictos bélicos en tantas partes del mundo. Poco puede hacerse ante un yihadista más que detenerlo; pero tampoco puede hacerse mucho más para vencer la ideología de género: también detenerla. Parece que la verdad en el mundo tiene un triste presente y aún más triste porvenir. Es cierto, en este sentido, el triste final del poema de Costafreda:
"Límites del amor, palabras
insuficientemente valiosas
en un desierto inacabable."


Pero también hay límites internos, a su vez muy pertinaces, que sí pueden ser removidos. O al menos en una parte sustancial. La fuerza del mensaje evangélico reside en su fundamento, Dios mismo; si bien la elección de la audiencia a la que va dirigido lo vuelve aún más eficaz: el corazón de cada persona. El Señor no habla preferentemente a los Estados, a las clases dirigentes u oprimidas, a las organizaciones culturales, políticas o económicas. Dios habla a los hombres, a cada hombre. Es ahí donde cabe hablar de fe o de valor, de egoísmo o cobardía. En definitiva, un país o una clase social no es más que las personas que lo forman. Son las personas, de una en una consideradas, las que creen, las que actúan, las que se acercan o se alejan de Dios, las que se hacen defensores del "libre" mercado explotador de los débiles, de la Guerra Santa o de la ideología de género, o las que los rechazan o los padecen.

Lo he repetido varias veces en este foro, y lo haré aún más, pues es una idea central: dejarse hacer por Dios es la tarea más importante y a la vez más sencilla y difícil para el hombre. Sobre todo para el hombre contemporáneo. Nuestro amor tiene límites porque seguimos sin creernos que Dios nos habita y actúa en nuestra vida. Y así vivimos en el perpetuo temor (que no es el saludable temor de Dios): en el temor de resultar impotentes en nuestra autosuficiencia, en nuestro necesidad de control, en nuestra libertad que no debe admitir servidumbre alguna, autónoma hasta de toda verdad (¿y qué es una libertad sin verdad?). Nunca como en estos tiempos el hombre ha alcanzado más poder para transformar el mundo y obtener conocimientos del mismo, y nunca como hoy ha llegado a ser interiormente más frágil, más asustadizo, más huérfano de referentes y de apoyos, más ciego y más ignorante y alejado de la realidad. Quizá por ello las nuevas generaciones tienden a escaparse a "realidades virtuales" (toda una contradicción en los términos) que ellos mismos se construyen con artefactos tecnológicos en las que jugar (literalmente, jugar) como eternos adolescentes que se negaran a crecer. Hemos crecido hacia fuera, y adentro ya no hay nada. Y ese vacío produce verdadero pánico y desamparo; esa sí que es una tormenta silenciosa, pero verdaderamente aterradora.

No seamos cobardes; o al menos no aceptemos como algo inevitable serlo, como quien acepta la política de hechos consumados con la que tenemos que desayunarnos todas las mañanas cuando abrimos el periódico o Internet. Ese mundo que algunos (muchos) padecemos sólo puede ser transformado desde el corazón de cada persona. Dios aplaca las fuerzas de la naturaleza no sólo porque es Dios, sino porque sabe dónde está el poder para dominarlas. El hombre contemporáneo sin Dios, con toda la ciencia y la tecnología que acumula, no logra aún adueñarse de ellas, o sólo de un modo muy parcial, pues sigue considerándose dios de sí mismo, fuente de toda su potencia. Un mundo así, un hombre así está llamado a fracasar. Es más, la paradoja de nuestro tiempo se caracteriza por que cuanto más éxito tenga más se hundirá en su fracaso. Este mundo sin Dios, con ciencia y sin conciencia de sus límites, de sus carencias y errores, con toda la tecnología e impotente para conocer y operar en la realidad no virtual que le fundamenta y le precede, lleno de miedos e inseguridades cuanto más se rodea de cachivaches que pretenden controlarlo todo, no tiene el menor porvenir.

Amigos, no tengamos miedo de las tormentas que estos hombres provoquen, incluso las que provoquen dentro de la Iglesia, aun en los estratos más altos de su Jerarquía. Tenemos un fundamento muy sólido para confiar, para despertar, para ordenar y sobreponernos a la mentira y el error. Y si caemos, levantémonos y acudamos al perdón del Señor para retomar el camino. No hay tormenta que pueda con la certeza del Señor. Que ella siempre nos habite: Su Amor no conoce límites.   

jueves, 25 de enero de 2018

Lecturas del día, jueves, 25 de enero, Conversión de san Pablo. Poema "Con presunción de bélico soldado..." de Lope de Vega. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (22,3-16):

En aquellos días, dijo Pablo al pueblo: «Yo soy judío, nací en Tarso de Cilicia, pero me crié en esta ciudad; fui alumno de Gamaliel y aprendí hasta el último detalle de la ley de nuestros padres; he servido a Dios con tanto fervor como vosotros mostráis ahora. Yo perseguí a muerte este nuevo camino, metiendo en la cárcel, encadenados, a hombres y mujeres; y son testigos de esto el mismo sumo sacerdote y todos los ancianos. Ellos me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y fui allí para traerme presos a Jerusalén a los que encontrase, para que los castigaran. Pero en el viaje, cerca ya de Damasco, hacia mediodía, de repente una gran luz del cielo me envolvió con su resplandor, caí por tierra y oí una voz que me decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Yo pregunté: "¿Quién eres, Señor?" Me respondió: "Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues." Mis compañeros vieron el resplandor, pero no comprendieron lo que decía la voz. Yo pregunté: "¿Qué debo hacer, Señor?" El Señor me respondió: "Levántate, sigue hasta Damasco, y allí te dirán lo que tienes que hacer." Como yo no veía, cegado por el resplandor de aquella luz, mis compañeros me llevaron de la mano a Damasco. Un cierto Ananías, devoto de la Ley, recomendado por todos los judíos de la ciudad, vino a verme, se puso a mi lado y me dijo: "Saulo, hermano, recobra la vista." Inmediatamente recobré la vista y lo vi. Él me dijo: "El Dios de nuestros padres te ha elegido para que conozcas su voluntad, para que vieras al Justo y oyeras su voz, porque vas a ser su testigo ante todos los hombres, de lo que has visto y oído. Ahora, no pierdas tiempo; levántate, recibe el bautismo que, por la invocación de su nombre, lavará tus pecados."»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 116,1.2

R/.
Id al mundo entero y proclamad el Evangelio

Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos. R/.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (16,15-18):

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»

Palabra del Señor
 
Poema:
"Con presunción de bélico soldado..." de Lope de Vega
 
Con presunción de bélico soldado,
galán sale y feroz Pablo atrevido,
que, si ahora en la cuenta no ha caído,
caerá muy presto del primero estado.

¿Adónde, Pablo, de soberbia armado,
para quedar con una voz vencido?
Seguid las letras, ¿dónde vais perdido?,
que habéis de ser doctor del mayor grado.

Aunque valor vuestra persona encierra,
no es bien que nadie contra Dios presuma,
que dará con los ojos por la tierra.

La Iglesia espera vuestra docta suma;
mirad que no sois vos para la guerra;
dejad las armas y tomad la pluma. 
 
Breve comentario
 
"El Dios de nuestros padres te ha elegido para que conozcas su voluntad, para que vieras al Justo y oyeras su voz, porque vas a ser su testigo ante todos los hombres, de lo que has visto y oído. Ahora, no pierdas tiempo; levántate, recibe el bautismo que, por la invocación de su nombre, lavará tus pecados." Estas palabras conminatorias que el Señor dirigió a Pablo de Tarso por medio de su siervo fiel Ananías son las mismas palabras que nos sigue dirigiendo a todos los hombres de todas las épocas que hemos gozado de la gracia de ser llamados a reconocerle y a seguirle. Es cierto que nuestras conversiones y vocaciones son menos espectaculares e inmediatas que la de este gigante paulino, pero lo importante es que Dios llama, y que llama en función de los planes que tiene reservado a cada uno. Siendo como soy, si Dios se me hubiera aparecido de semejante manera, no me habría podido levantar del caballo o de la silla: su masiva presencia me hubiera abrasado como un papelillo en una gran hoguera. Yo no hubiera podido resistir semejante fuerza. Soy más mediocre en todo que aquel gran santo. Uno necesita experimentar las cosas repetidamente y de a poco; de lo contrario, ni siquiera lo máximamente bueno me aprovecha. 
 
Dios es sensible a la naturaleza que ha dado a cada uno, pues a cada uno reserva un plan de salvación distinto, un camino de plenitud que es estrictamente individual. Sería radicalmente injusto (aunque necios pastores caigan en este error con cierta frecuencia) criticar la entrega de un cristiano porque no es misionero o profesor de Teología o por no haber tomado los votos o consagrado su vida por medio de ellos. Dios llama a cada uno de un determinado modo que es el que mejor le conviene a lo que Dios pretende de él. Sin justificar mi mediocridad, yo sólo puedo aspirar a empresas pequeñas. Pero la potencia de un alma no se mide por la cantidad de cosas que puede abarcar, sino por la verdad que imprime en todo lo que emprende. Y a la verdad podemos aspirar todos, pues es lo que Dios quiere por igual para todos nosotros.

Así, pues, celebrando la conversión de este gigante de la santidad como es san Pablo, sea también nuestro día en que nos hemos comprometido a cumplir con la vocación que el Señor nos hizo y nos hace, aunque no tengamos caballo ni sepamos montar en él, o aunque nuestra ceguera apenas sea unas cuantas dioptrías de miopía que se resuelven con unas humildes gafas. Cumplamos mediante su gracia con lo que Dios quiere de nosotros. Que así sea.    

miércoles, 24 de enero de 2018

Lecturas del día, miércoles, 24 de enero. Poema "La órbita del agua" de Andrés Eloy Blanco. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del segundo libro de Samuel (7,4-17):

En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor: «Ve y dile a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Desde el día en que saqué a los israelitas de Egipto hasta hoy, no he habitado en una casa, sino que he viajado de acá para allá en una tienda que me servía de santuario. Y, en todo el tiempo que viajé de acá para allá con los israelitas, ¿encargué acaso a algún juez de Israel, a los que mandé pastorear a mi pueblo Israel, que me construyese una casa de cedro?" Pues bien, di esto a mi siervo David: "Así dice el Señor de los ejércitos: Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y, cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Él construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo; si se tuerce, lo corregiré con varas y golpes como suelen los hombres, pero no le retiraré mi lealtad como se la retiré a Saúl, al que aparté de mi presencia. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre."» Natán comunicó a David toda la visión y todas estas palabras.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 88,4-5.27-28.29-30

R/.
Le mantendré eternamente mi favor

Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.» R/.

«Él me invocará: "Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora";
y yo lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra.» R/.

«Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable;
le daré una prosperidad perpetua
y un trono duradero como el cielo.» R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,1-20):

En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y el gentío se quedó en la orilla. Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar: «Escuchad: Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno.» Y añadió: «El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas. Él les dijo: «A vosotros se os han comunicado los secretos del reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que, por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y los perdonen."» Y añadió: «¿No entendéis esta parábola? ¿Pues, cómo vais a entender las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero, en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso; al escucharla, la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y, cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, en seguida sucumben. Hay otros que reciben la simiente entre zarzas; éstos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»

Palabra del Señor

Poema:
La órbita del agua de Andrés Eloy Blanco

Vamos a embarcar, amigos,
para el viaje de la gota de agua.
Es una gota, apenas, como el ojo de un pájaro.

Para nosotros no es sino un punto,
una semilla de luz,
una semilla de agua,
la mitad de lágrima de una sonrisa,
pero le cabe el cielo
y sería el naufragio de una hormiga.

Vamos a seguir, amigos,
la órbita de la gota de agua:
De la cresta de una ola
salta, con el vapor de la mañana;
sube a la costa de una nube
insular en el cielo, blanca, como una playa;
viaja hacia el Occidente,
llueve en el pico de una montaña,
abrillanta las hojas,
esmalta los retoños,
rueda en una quebrada,
se sazona en el jugo de las frutas caídas,
brinca en las cataratas,
desemboca en el Río, va corriendo hacia el Este,
corta en dos la sabana,
hace piruetas en los remolinos
y en los anchos remansos se dilata
como la pupila de un gato,
sigue hacia el Este en la marea baja,
llega al mar, a la cresta de su ola
y hemos llegado, amigos... Volveremos mañana.

Breve comentario

Me gusta siempre entender esta parábola del sembrador desde un punto de vista un tanto distinto, aunque fiel a lo que el Señor quería expresar con ella. La semilla que Dios planta una y otra vez en el corazón de los hombres es siempre la misma, invariable, estable, sólida, incorruptible. Sin embargo, los corazones de los hombres, sus distintas disposiciones, situaciones y circunstancias, es la parte volátil de la parábola: corazones de asfalto, corazones de piedra, corazones de zarzas, corazones de carne, abiertos y acogedores... Sin duda, esta estructura del relato es indiscutible; lo discutible a la luz de la experiencia vital de quien está abierto a la búsqueda de la verdad es que los hombres siempre seamos, a lo largo de toda nuestra vida, sólo de asfalto, sólo de piedras, sólo de zarzas o sólo almas agradecidas por lo recibido. 

Dios se entrega a todos, planta su semilla allí donde existe un corazón humano, sea éste cuál sea, con independencia de otra realidad que no sea la existencia de ese corazón. Y es cierto lo que suele ocurrir a su semilla cuando cae en tierra seca o en piedras o entre espinos. Pero también es cierto que el corazón humano, a pesar de todos sus condicionantes que lo influyen de forma profunda, posee la virtualidad de transformar su naturaleza incluso trascendiendo todo lo que le condiciona. Es por ello que Dios no cesa de sembrar, pues la tarea del divino sembrador es iniciar un proceso de conversión: nos llama constantemente a convertirnos de nuestras durezas de asfalto, piedras y espinas. 

Quien de un modo u otro está en búsqueda de la verdad, de la plenitud verdadera, de la verdadera felicidad, está en condiciones de ir creciendo y transformando su alma en un terreno fértil y productivo a la acción salvadora del Señor. No quiero presumir de nada, pero en mi modesto proceso de crecimiento y de conversión, he sido asfalto, piedra y espino durante la mayor parte de mi vida; y  desde hace un tiempo, cada vez mi corazón va siendo más mullido y poroso para acoger la Palabra y la presencia del Señor en mi vida. Todavía mi tierra es muy pobre, pero siento que la semilla ya se va abriendo y va echando sus primeras raíces en mí. Y lo que más me ilusiona es que a medida que esas raíces van adquiriendo fuerza, las circunstancias que antes me hacían ser tierra estéril van perdiendo paulatinamente su fuerza y su influencia. En estos años de mayor arraigo de Dios en mi vida han existido grandes tormentas, prolongadas sequías, implacables calores y rigurosos fríos, y a pesar de todos estos obstáculos no ha dejado de crecer la semilla de Dios en mí.

Huelga decir que lo que me ocurre le ha ocurrido a muchos otros antes, y seguirá ocurriendo mientras haya hombres, también (sobre todo, diría) a hombres heridos, a hombres de corazón de asfalto, de piedra o de espinas. Lo importante, pues, de esta parábola son dos cosas: que Dios no cesa de sembrar en nuestro corazón, y que nuestra dureza nunca es definitiva si estamos en búsqueda de nuestro propio corazón, que nunca se caracteriza por la dureza. No nos desanimemos en nuestras presentes dificultades: el Señor siempre está actuando, y su semilla arraiga a nada que vea en nosotros una vibración de vida. Y cuando vibramos, por poco que sea, vamos dejando de ser asfalto, piedra y espina. Ánimo, amigos, que Dios siempre está saliendo al encuentro de nosotros para rescatarnos de todo lo que nos impide crecer en verdad.

martes, 23 de enero de 2018

Lecturas del día, martes, 23 de enero. Poema "Dios, centro del alma" de Lope de Vega

Primera lectura

Lectura del segundo libro de Samuel (6,12b-15.17-19):

En aquellos días, fue David y llevó el arca de Dios desde la casa de Obededom a la Ciudad de David, haciendo fiesta. Cuando los portadores del arca del Señor avanzaron seis pasos, sacrificó un toro y un ternero cebado. E iba danzando ante el Señor con todo entusiasmo, vestido sólo con un roquete de lino. Así iban llevando David y los israelitas el arca del Señor entre vítores y al sonido de las trompetas. Metieron el arca del Señor y la instalaron en su sitio, en el centro de la tienda que David le había preparado. David ofreció holocaustos y sacrificios de comunión al Señor y, cuando terminó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en el nombre del Señor de los ejércitos; luego repartió a todos, hombres y mujeres de la multitud israelita, un bollo de pan, una tajada de carne y un pastel de uvas pasas a cada uno. Después se marcharon todos, cada cual a su casa.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 23,7.8.9.10

R/.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
Es el Señor en persona


¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R/.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra. R/.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R/.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,31-35):

En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dijo: «Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.» Les contestó: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?» Y, paseando la mirada por el corro, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.»

Palabra del Señor
 
Poema:
Dios, centro del alma de Lope de Vega
 
Si fuera de mi amor verdad el fuego,
él caminara a tu divina esfera;
pero es cometa que corrió ligera
con resplandor que se deshizo luego.


¡Qué deseoso de tus brazos llego
cuando el temor mis culpas considera!
mas si mi amor en ti no persevera,
¿en qué centro mortal tendrá sosiego?


Voy a buscarte, y cuanto más te encuentro,
menos reparo en ti, Cordero manso,
aunque me buscas tú del alma adentro.


Pero dime, Señor: si hallar descanso
no puede el alma fuera de su centro,
y estoy fuera de ti, ¿cómo descanso?
 

domingo, 21 de enero de 2018

Lecturas del día, domingo, 21 de enero. Poema "No te detengas nunca..." de Pedro Salinas


Primera lectura

Lectura de la profecía de Jonás (3,1-5.10):

En aquellos días, vino la palabra del Señor sobre Jonás: «Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo.» Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!» Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños. Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 24,4-5ab.6-7bc.8-9

R/.
Señor, enséñame tus caminos

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.

Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R/.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (7,29-31):

Digo esto, hermanos: que el momento es apremiante. Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,14-20):

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.» Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.

Palabra del Señor

Poema:
"No te detengas nunca..." de Pedro Salinas 

No te detengas nunca
cuando quieras buscarme.
Si ves muros de agua,
anchos fosos de aire,
setos de piedra o tiempo,
guardia de voces, pasa.
Te espero con un ser
que no espera a los otros:
en donde yo te espero
sólo tú cabes. Nadie
puede encontrarse
allí conmigo sino
el cuerpo que te lleva,
como un milagro, en vilo.
Intacto, inajenable,
un gran espacio blanco,
azul, en mí, no acepta
más que los vuelos tuyos,
los pasos de tus pies;
no se verán en él
otras huellas jamás.
Si alguna vez me miras
como preso encerrado,
detrás de puertas,
entre cosas ajenas,
piensa en las torres altas,
en las trémulas cimas
del árbol, arraigado.

Las almas de las piedras
que abajo están sirviendo
aguardan en la punta
última de la torre.
Y ellos, pájaros, nubes,
no se engañan: dejando
que por abajo pisen
los hombres y los días,
se van arriba,
a la cima del árbol
al tope de la torre,
seguros de que allí,
en las fronteras últimas
de su ser terrenal,
es donde se consuman
los amores alegres,
las solitarias citas
de la carne y las alas.

sábado, 20 de enero de 2018

Lecturas del día, sábado, 20 de enero. Poema "La familia" de Luis Cernuda. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del segundo libro de Samuel (1,1-4.11-12.19.23-27):

En aquellos días, al volver de su victoria sobre los amalecitas, David se detuvo dos días en Sicelag. Al tercer día de la muerte de Saúl, llegó uno del ejército con la ropa hecha jirones y polvo en la cabeza; cuando llegó, cayó en tierra, postrándose ante David. David le preguntó: «¿De dónde vienes?» Respondió: «Me he escapado del campamento israelita.» David dijo: «¿Qué ha ocurrido? Cuéntame.» Él respondió: «Pues que la tropa ha huido de la batalla, y ha habido muchas bajas entre la tropa y muchos muertos, y hasta han muerto Saúl y su hijo Jonatán.» Entonces David agarró sus vestiduras y las rasgó, y sus acompañantes hicieron lo mismo. Hicieron duelo, lloraron y ayunaron hasta el atardecer por Saúl y por su hijo Jonatán, por el pueblo del Señor, por la casa de Israel, porque habían muerto a espada. Y dijo David: «¡Ay, la flor de Israel, herida en tus alturas! ¡Cómo cayeron los valientes! Saúl y Jonatán, mis amigos queridos, ni vida ni muerte los pudo separar; más ágiles que águilas, más bravos que leones. Muchachas de Israel, llorad por Saúl, que os vestía de púrpura y de joyas, que enjoyaba con oro vuestros vestidos. ¡Cómo cayeron los valientes en medio del combate! ¡Jonatán, herido en tus alturas! ¡Cómo sufro por ti, Jonatán, hermano mío! ¡Ay, cómo te quería! Tu amor era para mí más maravilloso que el amor de mujeres. ¡Cómo cayeron los valientes, los rayos de la guerra perecieron!»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 79,2-3.5-7

R/.
Que brille tu rostro, Señor, y nos salve

Pastor de Israel, escucha,
tú que guías a José como a un rebaño;
tú que te sientas sobre querubines, resplandece
ante Efraín, Benjamín y Manasés;
despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.

Señor Dios de los ejércitos,
¿hasta cuándo estarás airado
mientras tu pueblo te suplica? R/.

Les diste a comer llanto,
a beber lágrimas a tragos;
nos entregaste a las contiendas de nuestros vecinos
nuestros enemigos se burlan de nosotros. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,20-21):

En aquel tiempo, Jesús fue a casa con sus discípulos y se juntó de nuevo tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales.

Palabra del Señor

Poema:
La familia de Luis Cernuda

¿Recuerdas tú, recuerdas aún la escena
A que día tras día asististe paciente
En la niñez, remota como sueño al alba?
El silencio pesado, las cortinas caídas,
El círculo de luz sobre el mantel, solemne
Como paño de altar, y alrededor sentado
Aquel concilio familiar, que tantos ya cantaron,
Bien que tú, de entraña dura, aún no lo has hecho.

Era a la cabecera el padre adusto,
La madre caprichosa estaba en frente,
Con la hermana mayor imposible y desdichada,
y la menor más dulce, quizá no más dichosa,
El hogar contigo mismo componiendo,
La casa familiar, el nido de los hombres,
Inconsistente y rígido, tal vidrio
Que todos quiebran, pero nadie dobla.

Presidían mudos, graves, la penumbra,
Ojos que no miraban los ojos de los otros,
Mientras sus manos pálidas alzaban como hostia
Un pedazo de pan, un fruto, una copa con agua,
y aunque entonces vivían en ellos presentiste,
Tras la carne vestida, el doliente fantasma
Que al rezo de los otros nunca calma
La amargura de haber vivido inútilmente.

Suya no fue la culpa si te hicieron
En un rato de olvido indiferente,
Repitiendo tan sólo un gesto trasmitido
Por otros y copiado sin una urgencia propia,
Cuya intención y alcance no pensaban.
Tampoco fue tu culpa si no les comprendiste:
Al menos has tenido la fuerza de ser franco
Para con ellos y contigo mismo.

Se propusieron, como los hombres todos, lo durable,
Lo que les aprovecha, aunque en torno miren
Que nada dura en ellos ni aprovecha,
Que nada es suyo, ni ese trago de agua
Refrescando sus fauces en verano,
Ni la llama que templa sus manos en invierno,
Ni el cuerpo que penetran con deseo
Dos soledades en una carne sola.

Ellos te dieron todo: cuando animal inerme
Te atendieron con leche y con abrigo;
Después, cuando creció tu cuerpo a par del alma,
Con dios y con moral te proveyeron,
Recibiendo deleite tras de azuzarte a veces
Para tu fuerza tierna doblegar a sus leyes.
Te dieron todo, sí: vida que no pedías,
y con ella la muerte de dura compañera.

Pero algo más había, agazapado
Dentro de ti, como alimaña en cueva oscura,
Que no te dieron ellos, y eso eres:
Fuerza de soledad, en ti pensarte vivo,
Ganando tu verdad con tus errores.
Así, tan libremente, el agua brota y corre,
Sin servidumbre de mover batanes,
Irreductible al mar, que es su destino.

Aquel amor de ellos te apresaba
Como prenda medida para otros,
y aquella generosidad, que comprar pretendía
Tu asentimiento a cuanto
No era según el alma tuya.
A odiar entonces aprendiste el amor que no sabe
Arder anónimo sin recompensa alguna.

El tiempo que pasó, desvaneciéndolos
Como burbuja sobre la haz del agua,
Rompió la pobre tiranía que levantaron,
y libre al fin quedaste, a solas con tu vida,
Entre tantos de aquellos que, sin hogar ni gente,
Dueños en vida son del ancho olvido.

Luego con embeleso probando cuanto era
Costumbre suya prohibir en otros
y a cuyo trasgresor la excomunión seguía,
Te acordaste de ellos, sonriendo apenado.
Cómo se engaña el hombre y cuán en vano
Da reglas que prohíben y condenan.
¿Es toda acción humana, como estimas ahora,
Fruto de imitación y de inconsciencia?

Por esta extraña llama hoy trémula en tus manos,
Que aun deseándolo, temes ha de apagarse un día,
Hasta ti trasmitida con la herencia humana
De experiencias inútiles y empresas inestables
Obrando el bien y el mal sin proponérselo,
No prevalezcan las puertas del infierno
Sobre vosotros ni vuestras obras de la carne,
Oh padre taciturno que no le conociste,
Oh madre melancólica que no le comprendiste.

Que a esas sombras remotas no perturbe
En los limbos finales de la nada
Tu memoria como un remordimiento.
Este cónclave fantasmal que los evoca,
Ofreciendo tu sangre tal bebida propicia
Para hacer a los idos visibles un momento,
Perdón y paz os traiga a ti y a ellos.  


Breve comentario  

La familia es nuestro origen como persona en todos los ámbitos. Así, desde lo puramente biológico, nos engendran y nacemos de un padre y de una madre, de los que llevamos sus genes en combinaciones aleatorias. También en la familia se dan nuestras primeras vivencias de placer y de dolor, de amor y rechazo, de satisfacción y frustración, de ayuda y rivalidad, de amor y de odio, de compañía y de soledad y abandono. Es en la familia donde nos educan, en el entorno en el que aprendemos a distinguir el bien del mal, lo que es valorado de lo rechazable. Por la familia nos escolarizan, somos alfabetizados y recibimos instrucción, aprendemos a adaptarnos a las exigencias sociales con el tiempo más poderosas e influyentes. Y desde la familia volamos hacia nuestra propia vida con lo recibido, en síntesis siempre personalísima, única e irrepetible, misteriosa en su construcción y aún más intransferible que nuestro código genético, en busca de nuestra propia felicidad afectiva, laboral, social, moral.

De aquí que las experiencias nacidas de ella y en ella sean siempre, de un modo u otro, de una importancia fundamental en la constitución de nuestra identidad y personalidad, entendiendo ambos términos no ya en un sentido puramente psicológico (que también), sino incluso en el más propiamente ético y metafísico. Todo en la familia adquiere para la persona un carácter primigenio, primordial; y, por ello, lo vivido en ella suele grabarse en el alma de un modo imborrable, profundo, como una presencia que, aunque podamos olvidar en apariencia, nos habita siempre aunque no queramos. Para bien y también para mal, la familia nos marca.

No conocemos muy bien cómo fue la familia de Jesús. Conocemos las personas de José y María, pero no al resto de sus parientes. Es cierto que, según los especialistas, en las lenguas hebreas los términos familia o pariente tienen unas acepciones distintas o más genéricas de lo que nosotros entendemos hoy, y no podemos determinar de forma clara desde ellos cuál era en verdad la relación de parentesco entre los así denominados, si es que existía. Pero, más allá de estas cuestiones lingüísticas, lo que no se nos escapa por ser una cuestión bastante universal y atemporal o acultural es la incomprensión de las personas más allegadas. Jesús tampoco fue una excepción a este hecho tan común. Y más aún en su caso, que pasó de ser humilde y anónimo carpintero a hombre investido de poderes ultraterrenos o divinos por los cuales curaba y predicaba la Verdad del Padre y la venida de su Reino. Pasar de carpintero a Mesías es algo que desborda a cualquier mentalidad al uso, incluso o sobre todo al amor o al cuidado de una familia. Que pensaran que estaba desquiciado no debe extrañarnos. Hoy a alguien así lo encerraríamos en un psiquiátrico penitenciario. 

Pero así como todos debemos echar a volar de nuestros respectivos nidos familiares, Jesucristo debía realizar lo que hoy llamaríamos su proyecto vital personal: naciendo de una familia, y siendo hombre, era Dios, y como tal debía manifestarse y actuar, aun sin perder un ápice de su humanidad, pues su divinidad no le salvó del dolor ni en el menor grado, aunque sí de la condición del pecado. Le gustara a su familia o no; le causara pavor o no, lo desaprobara o no. Todos debemos seguir nuestro propio camino en esta vida. Y Jesús, también como hombre, lo hizo.

Valoremos todo lo bueno recibido de la familia, la institución humana más importante que ha existido, existe y existirá, que en general suele ser mucho. Seamos también muy conscientes, en la medida de lo posible, de aquello que no podemos, no debemos o no queremos hacer nuestro, pues como pecadores y seres falibles que somos, las familias también transmiten muchas experiencias negativas o perjudiciales para nuestra madurez. Se habla mucho de las experiencias traumáticas, clara y objetivamente dañinas, perniciosas desde cualquier punto de vista; pero aún se nos escapa el daño que provoca la maldad entreverada de bien, la ambigüedad, la ambivalencia de los dobles mensajes, el amor mezclado con mucha ganga que lo adultera e incluso lo hace apenas perceptible o lo distorsiona gravemente. Son todas esas experiencias (que en las modernas corrientes psicoterapéuticas solemos denominar microtraumas), por lo general, repetitivas, cotidianas, que traman una fina red que nos va envolviendo sin saber, que crea un clima intangible como un aire o atmósfera que se respira inconscientemente pero que va dañando la percepción de nosotros mismos, de los demás, del mundo, que hiere nuestra voluntad, nuestra capacidad de desear y la naturaleza de lo que estimamos como deseable, que distorsiona nuestro juicio y adultera nuestro entendimiento. Y todo esto, como el amor más profundo y genuino, también ocurre en la familia.

Cernuda no se libró de sus experiencias familiares. Su personalidad, difícil y huraña, lo testimonia. Es cierto que luego vivió su vida como todos: en parte, como quiso; en parte, como pudo; y en parte, como le dejaron. Su homosexualidad, vivida a la vez con orgullo y resentimiento, no es marchamo de una libertad duramente conquistada, sino de una persona herida. Deseémosle lo que él mismo se deseó y deseó a sus padres: perdón y paz. Que Dios, el Padre que nunca falla en su amor, que nunca es equívoco ni ambivalente, así se lo conceda a ellos. Y a nosotros también, amados y heridos a su vez por y en nuestras familias.

jueves, 18 de enero de 2018

Lecturas del día, jueves, 18 de enero. Poema "En este instante existes tú solamente..." de Alfonso Costafreda

Primera lectura

Lectura del primer libro de Samuel (18,6-9;19,1-7):

Cuando volvieron de la guerra, después de haber matado David al filisteo, las mujeres de todas las poblaciones de Israel salieron a cantar y recibir con bailes al rey Saúl, al son alegre de panderos y sonajas. Y cantaban a coro esta copla: «Saúl mató a mil, David a diez mil.» A Saúl le sentó mal aquella copla, y comentó enfurecido: «¡Diez mil a David, y a mí mil! ¡Ya sólo le falta ser rey!» Y, a partir de aquel día, Saúl le tomó ojeriza a David. Delante de su hijo Jonatán y de sus ministros, Saúl habló de matar a David. Jonatán, hijo de Saúl, quería mucho a David y le avisó: «Mi padre Saúl te busca para matarte. Estate atento mañana y escóndete en sitio seguro; yo saldré e iré al lado de mi padre, al campo donde tú estés; le hablaré de ti y, si saco algo en limpio, te lo comunicaré.» Así, pues, Jonatán habló a su padre Saúl en favor de David: «¡Que el rey no ofenda a su siervo David! Él no te ha ofendido. y lo que él hace es en tu provecho: se jugó la vida cuando mató al filisteo, y el Señor dio a Israel una gran victoria; bien que te alegraste al verlo. ¡No vayas a pecar derramando sangre inocente, matando a David sin motivo!» Saúl hizo caso a Jonatán y juró: «¡Víve Dios, no morirá!» Jonatán llamó a David y le contó la conversación; luego lo llevó adonde Saúl, y David siguió en palacio como antes.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 55,2-3.9-10.11-12.13

R/.
En Dios confío y no temo

Misericordia, Dios mío, que me hostigan,
me atacan y me acosan todo el día;
todo el día me hostigan mis enemigos,
me atacan en masa. R/.

Anota en tu libro mi vida errante,
recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío.
Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco,
y así sabré que eres mi Dios. R/.

En Dios, cuya promesa alabo,
en el Señor, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo;
¿qué podrá hacerme un hombre? R/.

Te debo, Dios mío, los votos que hice,
los cumpliré con acción de gracias. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,7-12):

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: «Tú eres el Hijo de Dios.» Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

Palabra del Señor
 
Poema:
"En este instante existes tú solamente..." de Alfonso Costafreda
 
En este instante existes tú solamente.
 
Generosa la luz se concentra en tus límites,
el espacio en torno para ti se apaga.
Tú luces, somos nosotros aire para tu luz.
Tú cuerpo; tú vida; tú alimento;
nosotros sólo, sentidos para tu cuerpo,
vidas adentradas en la tuya, borradas por tu vida;
alimentados por tu alimento.
 
Tú, árbol de blancura, blancos frutos,
que ni por la muerte se alcanzan totalmente.
Para tu blanca piel, sobre el río de savia, palpitante,
son nuestras manos, somos nosotros, 
márgenes hambrientas y oscuras.
 
En este instante tan sólo tú existes.
Tú vives, presentas, inquietas, das gozo.
Tú eres forma, agua, sangre y palabra.
Todo lo demás, todos: universo sediento, sed de ti 
y silencio. 

miércoles, 17 de enero de 2018

Lecturas del día, miércoles, 17 de enero. Poema "¡He nacido y he muerto tantas veces!" de José Luis Hidalgo

Primera lectura

Lectura del primer libro de Samuel (17,32-33.37.40-51):

En aquellos días, Saúl mandó llamar a David, y éste le dijo: «Majestad, no os desaniméis. Este servidor tuyo irá a luchar con ese filisteo.» Pero Saúl le contestó: «No podrás acercarte a ese filisteo para luchar con él, porque eres un muchacho, y él es un guerrero desde mozo.» David le replicó: «El Señor, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, me librará de las manos de ese filisteo.» Entonces Saúl le dijo: «Anda con Dios.» Agarró el cayado, escogió cinco cantos del arroyo, se los echó al zurrón, empuñó la honda y se acercó al filisteo. Éste, precedido de su escudero, iba avanzando, acercándose a David; lo miró de arriba abajo y lo despreció, porque era un muchacho de buen color y guapo, y le gritó: «¿Soy yo un perro, para que vengas a mi con un palo?» Luego maldijo a David, invocando a sus dioses, y le dijo: «Ven acá, y echaré tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo.» Pero David le contestó: «Tú vienes hacia mí armado de espada, lanza y jabalina; yo voy hacia ti en nombre del Señor de los ejércitos, Dios de las huestes de Israel, a las que has desafiado. Hoy te entregará el Señor en mis manos, te venceré, te arrancaré la cabeza de los hombros y echaré tu cadáver y los del campamento filisteo a las aves del cielo y a las fieras de la tierra; y todo el mundo reconocerá que hay un Dios en Israel; y todos los aquí reunidos reconocerán que el Señor da la victoria sin necesidad de espadas ni lanzas, porque ésta es una guerra del Señor, y él os entregará en nuestro poder.» Cuando el filisteo se puso en marcha y se acercaba en dirección de David, éste salió de la formación y corrió velozmente en dirección del filisteo; echó mano al zurrón, sacó una piedra, disparó la honda y le pegó al filisteo en la frente: la piedra se le clavó en la frente, y cayó de bruces en tierra. Así venció David al filisteo, con la honda y una piedra; lo mató de un golpe, sin empuñar espada. David corrió y se paró junto al filisteo, le agarró la espada, la desenvainó y lo remató, cortándole la cabeza. Los filisteos, al ver que había muerto su campeón, huyeron.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 143,1.2.9-10

R/.
Bendito el Señor, mi Roca

Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea. R/.

Mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos. R/.

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,1-6):

En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo. Jesús le dijo al que tenía la parálisis: «Levántate y ponte ahí en medio.» Y a ellos les preguntó: «¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?» Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira, y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: «Extiende el brazo.» Lo extendió y quedó restablecido. En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.

Palabra del Señor
 
Poema:
¡He nacido y he muerto tantas veces! de José Luis Hidalgo
 
¡He nacido y he muerto tantas veces!
El hombre que ahora soy no lo comprendo,
acaso no soy yo, es aquel otro
hundido y olvidado por las calles
que en una tarde amarga dejé solo.

Y quiero recordarlo y se me borra
perdido en la salida de los cines,
acaso en un retrato que mi madre
guardaba de la luz con mano triste.

Pero voy comprendiendo. Me supongo
acaso como soy, y escribo versos
y sueño para todos... Sí, comprendo,
para nacer hay que morir primero.  

martes, 16 de enero de 2018

Lecturas del día, martes, 16 de enero. Poema "La aurora" de Federico García Lorca

Primera lectura

Lectura del primer libro de Samuel (16,1-13):

En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: «¿Hasta cuándo vas a estar lamentándote por Saúl, si yo lo he rechazado como rey de Israel? Llena la cuerna de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey.» Samuel contestó: «¿Cómo voy a ir? Si se entera Saúl, me mata.» El Señor le dijo: «Llevas una novilla y dices que vas a hacer un sacrificio al Señor. Convidas a Jesé al sacrificio, y yo te indicaré lo que tienes que hacer; me ungirás al que yo te diga.» Samuel hizo lo que le mandó el Señor. Cuando llegó a Belén, los ancianos del pueblo fueron ansiosos a su encuentro: «¿Vienes en son de paz?» Respondió: «Sí, vengo a hacer un sacrificio al Señor. Purificaos y venid conmigo al sacrificio.» Purificó a Jesé y a sus hijos y los convidó al sacrificio. Cuando llegó, vio a Eliab y pensó: «Seguro, el Señor tiene delante a su ungido.» Pero el Señor le dijo: «No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón.» Jesé llamó a Abinadab y lo hizo pasar ante Samuel; y Samuel le dijo: «Tampoco a éste lo ha elegido el Señor.» Jesé hizo pasar a Samá; y Samuel le dijo: «Tampoco a éste lo ha elegido el Señor.» Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo: «Tampoco a éstos los ha elegido el Señor.» Luego preguntó a Jesé: «¿Se acabaron los muchachos?» Jesé respondió: «Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas.» Samuel dijo: «Manda por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue.» Jesé mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buen tipo. Entonces el Señor dijo a Samuel: «Anda, úngelo, porque es éste.» Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante. Samuel emprendió la vuelta a Ramá.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 88,20.21-22.27-28

R/.
Encontré a David, mi siervo

Un día hablaste en visión a tus amigos:
«He ceñido la corona a un héroe,
he levantado a un soldado sobre el pueblo.» R/.

«Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso.» R/.

«Él me invocará: "Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora";
y yo lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra.» R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (2,23-28):

Un sábado, atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas. Los fariseos le dijeron: «Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?» Él les respondió: «¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros.» Y añadió: «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado.»

Palabra del Señor
 
Poema:
La aurora de Federico García Lorca 

La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.


La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.


La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.


Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.


La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.


https://www.youtube.com/watch?v=QWhdAiLRVx4

lunes, 15 de enero de 2018

Lecturas del día, lunes, 15 de enero. Poemas "Vuelvo a nacer en ti" de Dulce María Loynaz y "El muerto" de José Hierro

Primera lectura

Lectura del primer libro de Samuel (15,16-23):

En aquellos días, Samuel dijo a Saúl: «Déjame que te cuente lo que el Señor me ha dicho esta noche.» Contestó Saúl: «Dímelo.» Samuel dijo: «Aunque te creas pequeño, eres la cabeza de las tribus de Israel, porque el Señor te ha nombrado rey de Israel. El Señor te envió a esta campaña con orden de exterminar a esos pecadores amalecitas, combatiendo hasta acabar con ellos. ¿Por qué no has obedecido al Señor? ¿Por qué has echado mano a los despojos, haciendo lo que el Señor reprueba?» Saúl replicó: «¡Pero si he obedecido al Señor! He hecho la campaña a la que me envió, he traido a Agag, rey de Amalec, y he exterminado a los amalecitas. Si la tropa tomó del botín ovejas y vacas, lo mejor de lo destinado al exterminio, lo hizo para ofrecérselas en sacrificio al Señor, tu Dios, en Guilgal.» Samuel contestó: «¿Quiere el Señor sacrificios y holocaustos, o quiere que obedezcan al Señor? Obedecer vale más que un sacrificio; ser dócil, más que la grasa de carneros. Pecado de adivinos es la rebeldía, crimen de idolatría es la obstinación. Por haber rechazado al Señor, el Señor te rechaza como rey.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 49,8-9.16bc-17.21.23

R/.
Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios

«No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños.» R/.

«¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?» R/.

«Esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.
El que me ofrece acción de gracias, ése me honra;
al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.» R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (2,18-22):

En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Vinieron unos y le preguntaron a Jesús: «Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?» Jesús les contestó: «¿Es que pueden ayunar los amigos del novio, mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día sí que ayunarán. Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto, lo nuevo de lo viejo, y deja un roto peor. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos.»

Palabra del Señor
 
Poemas:
Vuelvo a nacer en ti de Dulce María Loynaz
 
Vuelvo a nacer en ti:
Pequeña y blanca soy... La otra
-la obscura- que era yo, se quedó atrás
como cáscara rota,
como cuerpo sin alma,
como ropa
sin cuerpo que se cae...

¡Vuelvo a nacer!... -Milagro de la aurora
repetida y distinta siempre...-
Soy la recién nacida de esta hora
pura. Y como los niños buenos,
no sé de dónde vine.

Silenciosa
he mirado la luz -tu luz...-
¡Mi luz!
Y lloré de alegría ante una rosa. 
 
El muerto de José Hierro
 
Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría
no podrá morir nunca.

Yo lo veo muy claro en mi noche completa.
Me costó muchos siglos de muerte poder comprenderlo,
muchos siglos de olvido y de sombra constante,
muchos siglos de darle mi cuerpo extinguido
a la yerba que encima de mí balancea su fresca verdura.
Ahora el aire, allá arriba, más alto que el suelo que pisan los vivos
será azul. Temblará estremecido, rompiéndose,
desgarrado su vidrio oloroso por claras campanas,
por el curvo volar de gorriones,
por las flores doradas y blancas de esencias frutales.
(Yo una vez hice un ramo con ellas.
Puede ser que después arrojara las flores al agua,
puede ser que le diera las flores a un niño pequeño,
que llenara de flores alguna cabeza que ya no recuerdo,
que a mi madre llevara las flores;
yo querría poner primavera en sus manos.)

¡Será ya primavera allá arriba!
Pero yo que he sentido una vez en mis manos temblar la alegría
no podré morir nunca.
Pero yo que he tocado una vez las agudas agujas del pino
no podré morir nunca.
Morirán los que nunca jamás sorprendieron
aquel vago pasar de la loca alegría.
Pero yo que he tenido su tibia hermosura en mis manos
no podré morir nunca.

Aunque muera mi cuerpo, y no quede memoria de mí.