domingo, 27 de noviembre de 2016

Lecturas del día, domingo, 27 de noviembre, 1º de Adviento. Poema "Frente al misterio, estoy de nuevo alerta..." de Julia Prilutzky. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del Profeta Isaías 2,1-5.

Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén.
En los días futuros estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cumbre de las montañas,
más elevado que las colinas.
Hacia él confluirán todas las naciones,
caminarán pueblos numerosos y dirán:
«Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob.
Él nos instruirá en sus caminos
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la ley,
la palabra del Señor de Jerusalén».
Juzgará entre las naciones,
será árbitro de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, venid;
caminemos a la luz del Señor.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 121, 1-2. 3-4a. 4b-5. 6-7. 8-9

R/. Vamos alegres a la casa del Señor.

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.

Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios». R/.

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor,
nuestro Dios, te deseo todo bien. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 13,11-14.

Hermanos: Comportaos reconociendo el momento en que vivís, pues ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada, el día está cerca: dejemos, pues, las obras de las tinieblas y pongámonos las armas de la luz. Andemos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas y borracheras, nada de lujuria y desenfreno, nada de riñas y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo.

Palabra de Dios

Evangelio

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 24,37-44.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

Palabra del Señor

Poema:
"Frente al misterio estoy, de nuevo alerta..." de Julia Prilutzky

Frente al misterio estoy, de nuevo alerta,
frente al amor quizá, frente al oscuro
despertar sin urgencia y sin apuro,
pero la mano tiembla ante la puerta.

Yo creía estar muerta. Yo estoy muerta:
nada hay en mí tan cierto o tan seguro.
Pero crece mi sombra contra el muro
y la mano se extiende. Y está abierta.

¿Cómo será su amor – amor – conmigo,
cómo ha de ser: espectador, testigo
o superado actor del viejo drama?

¿Cómo será ese afán que me despoja,
su esperanza, su grito, su congoja,
y cómo las cenizas de su llama? 

Breve comentario

El comienzo del Adviento entronca perfectamente con la finalización ayer del pasado ciclo litúrgico. Se nos repite en el evangelio de Mateo y en la carta de Pablo a los Romanos un mensaje similar al de ayer de Lucas: estemos vigilantes, despiertos a la espera del Señor que ha de venir. Mantengamos actitudes y comportamientos dignos como corresponden a los buenos servidores.

Y es que Dios siempre viene a nuestro encuentro. Vendrá en esta próxima Navidad, como culminación del misterio de su Encarnación; vendrá en la Parusía, al final de los tiempos, en fecha desconocida. Y también sale a nuestro encuentro de forma cotidiana en espíritu cuando le buscamos con corazón sincero y entregado, cuando acudimos a los sacramentos de forma adecuada, cuando meditamos su Palabra, cuando en verdad salimos de nosotros mismos para buscar al otro como hermano.

Realmente debemos estar vigilantes siempre. Estar vigilante o alerta no significa que debamos vivir en la desconfianza, oteando siempre posibles peligros. Significa una actitud de respeto por aquel a quien le debemos un amor que no merecemos y del que no somos capaces de corresponder en grado ni en valor más que con nuestra entrega del juicio y la voluntad propios, con una obediencia confiada en la bondad de quien nos ama.

Por supuesto, este es un camino no fácil, escarpado, lleno de obstáculos, en el que recorremos grandes distancias en tinieblas, en noche oscura, en medio de dudas, de soledad, de todo tipo de tentaciones que sufrimos por el mero hecho de vivir. Para poder peregrinar por esta vida sin perder el rumbo, por el camino que Dios nos indica (que es Él), debemos estar preparados, alerta y en la mejor disposición. Por ello, la liturgia católica, siguiendo al Espíritu Santo, siempre nos concede un tiempo dilatado de preparación para capacitarnos en vivir de forma adecuada el misterio de su amor, el encuentro con Él. Ahora ese tiempo que hoy se abre es el del Adviento para la Navidad, como posteriormente será la Cuaresma para preparar los misterios excelsos de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor; y tras éstos, el tiempo pascual en que aprendemos a gozar de su victoria. Hagamos, así, nuestra la actitud de la poetisa:  "Frente al misterio estoy, de nuevo alerta".  

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