domingo, 13 de noviembre de 2016

Lecturas del día, domingo, 13 de noviembre. Poema "Aceptación" de Gerardo Rosales. Breve comentario


Primera lectura

Lectura de la profecía de Malaquias (3,19-20a):

Mirad que llega el día, ardiente como un horno: malvados y perversos serán la paja, y los quemaré el día que ha de venir –dice el Señor de los ejércitos–, y no quedará de ellos ni rama ni raíz. Pero a los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 97,5-6.7-9a.9bc

R/.
El Señor llega para regir los pueblos con rectitud

Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R/.

Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes
al Señor, que llega para regir la tierra. R/.

Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud. R/.

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (3,7-12):

Ya sabéis cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: no vivimos entre vosotros sin trabajar, nadie nos dio de balde el pan que comimos, sino que trabajamos y nos cansamos día y noche, a fin de no ser carga para nadie. No es que no tuviésemos derecho para hacerlo, pero quisimos daros un ejemplo que imitar. Cuando vivimos con vosotros os lo mandamos: El que no trabaja, que no coma. Porque nos hemos enterado de que algunos viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada. Pues a esos les mandamos y recomendamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con tranquilidad para ganarse el pan.

Palabra de Dios
 
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,5-19):

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos.
Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.»
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?»
Él contestó: «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.»
Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»

Palabra del Señor

Poema:
Aceptación de Gerardo Rosales

"...y el mismo Dios será con ellos, y enjugará las lágrimas 
de sus ojos, y la muerte no existirá más ni habrá duelo, 
ni gritos, ni trabajo, porque todo esto es ya pasado."
(Ap 21,3-4)

Penetrarás por la ventana, 
por la misma ventana 
que habré dejado abierta.

Quedarás encogida 
sobre las blancas sábanas
y clavarás en mí 
tus penetrantes ojos
de oscuro centinela,
mientras me cuentas algo 
de la región en sombras, 
donde vives temblando,
temerosa de que no te comprenda.

La tierra faltará bajo tus pies,
hechos de noche y cielo,
y tu voz ancestral, 
que quema y estremece, 
entonará canciones 
del principio del tiempo.

Con tímida amenaza
me besarás la frente
con tus labios de hielo,
y partiré contigo
al Más Allá sin nombre,
para abrazar, al fin,
el fuego fugitivo
de todo cuanto amé.

Al Más Allá sin nombre,
donde soñar y ser
se funden en amorosa llama
con todo lo que nunca tuvieron,
por siempre liberados
de esfuerzos y de lágrimas,
de carne, espacio y tiempo.

Breve comentario

Nos acercamos al final del ciclo litúrgico, muy próximo ya el tiempo de Adviento de preparación para la Navidad. Durante este mes de noviembre el carácter escatológico marca el tono y el sentido de las lecturas. Nadie conoce cómo llegará el final de los tiempos, ni cuándo. Por las palabras del Señor cabe deducir que serán momentos de máxima zozobra, de cúmulo de catástrofes, tanto naturales como provocadas por los conflictos humanos, entonces exacerbados hasta cotas desconocidas. Sea como fuere el Señor nos pide la actitud de siempre: que mantengamos la fe, la fidelidad a su palabra y a su amor, la esperanza de que no nos abandonará ni entonces ni en el día que debamos comparecer ante Él. Estando el Señor a nuestro lado, ¿a quién temeremos? 

El Señor sabe lo difícil que es para el hombre someter la propia preocupación y la angustia cuando todo parece tambalearse. Los cristianos que les toque vivir esos tiempos postreros deberán saber leer los signos que acontezcan con el convencimiento inconmovible que nada ocurrirá que Dios no haya previsto, y que si el presente de esos días sean terribles, mayor será la reparación con que Dios cure las almas que supieron confiar en Él a pesar de todas las dificultades.

A la muerte hay que llegar preparado, aceptándola con total serenidad y con esperanza:
"Con tímida amenaza
me besarás la frente
con tus labios de hielo,
y partiré contigo
al Más Allá sin nombre,
para abrazar, al fin,
el fuego fugitivo
de todo cuanto amé."

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