jueves, 24 de noviembre de 2016

Lecturas del día, jueves, 24 de noviembre. Poema "El ángel bueno" de Juan Bautista Arriaza. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro del Apocalipsis (18,1-2.21-23;19,1-3.9a):

Yo, Juan, vi un ángel que bajaba del cielo con gran autoridad, y la tierra se deslumbró con su resplandor. Y gritó con fuerte voz: «Cayó, cayó la gran Babilonia. Y se ha convertido en morada de demonios, en guarida de todo espíritu inmundo, en guarida de todo pájaro inmundo y abominable. Un ángel vigoroso levantó una piedra grande como una rueda de molino y la precipitó al mar diciendo: «Así, con este ímpetu será precipitada Babilonia, la gran ciudad, y no quedará rastro de ella. No se escuchará más en ti la voz de citaristas ni músicos, de flautas y trompetas. No habrá más en ti artífices de ningún arte; y ya no se escuchará en ti el ruido del molino; ni brillará más en ti luz de lámpara; ni se escuchará más en ti la voz del novio y de la novia, porque tus mercaderes eran los magnates de la tierra y con tus brujerías embaucaste a todas las naciones». Después de esto oí en el cielo como el vocerío de una gran muchedumbre, que decía: «Aleluya, la salvación, la gloria y el poder son de nuestro Dios, porque sus juicios son verdaderos y justos. Él ha condenado a la gran prostituta que corrompía la tierra con sus fornicaciones, y ha vengado en ella la sangre de sus siervos». Y por segunda vez dijeron: «¡Aleluya!». Y el humo de su incendio sube por los siglos de los siglos. Y me dijo: «Escribe: “Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero”».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 99,2.3.4.5

R/.
Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero.

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre. R/.

El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,20-28):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que entonces está cerca su destrucción. Entonces los que estén en Judea, que huyan a los montes; los que estén en medio de Jerusalén, que se alejen; los que estén en los campos, que no entren en ella; porque estos son “días de venganza” para que se cumpla todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén encintas o criando en aquellos días! Porque habrá una gran calamidad en esta tierra y un castigo para este pueblo.
“Caerán a filo de espada”, los llevarán cautivos “a todas las naciones”, y “Jerusalén será pisoteada por gentiles”, hasta que alcancen su plenitud los tiempos de los gentiles. Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación».

Palabra del Señor

Poema:
El ángel bueno de Juan Bautista Arriaza

Vino el que yo quería,
el que yo llamaba.
No aquel que barre cielos sin defensas,
luceros sin cabañas,
lunas sin patria,
nieves.
Nieves de esas caídas de una mano,
un nombre,
un sueño,
una frente.
No aquel que a sus cabellos
ató la muerte.
El que yo quería.
Sin arañar los aires,
sin herir hojas ni mover cristales.
Aquel que a sus cabellos
ató el silencio.
Para sin lastimarme,
cavar una ribera de luz dulce en mi pecho
y hacerme el alma navegable.

Breve comentario

"(...) levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación". Los cristianos que han intentado seguir al Señor en su vida, que, a pesar de sus debilidades, no han dejado de rezarle, de tenerlo presente, de quererle, no deben vivir la muerte o el final de los tiempos con angustia. No es necesario: son, en efecto, momentos de liberación, no de condenación. Dios verá en cada caso la verdad de cada vida, pero quien no renegó de Él y murió acogido a su esperanza, no sufrirá la condenación eterna. Por esto, el Señor señala que no se tenga miedo a pesar de los signos definitivos de su Parusía. No hay nada que temer para aquellos que esperan al que ha de venir, y que por fin aparece. Para los que no le conocieron, para los que con consciencia lo ignoraron o lo rechazaron, harán bien en sentir pánico y terror: todas las cuentas pendientes quedarán entonces definitivamente saldadas. 

La venida última del Señor será como la aparición de un ángel bueno, el Ángel de todos los ángeles, la Bondad sobre toda bondad. En este poema, de una modernidad en estructura, léxico y forma sorprendentes para un poeta que vivió a caballo entre los siglos XVIII y XIX, se refleja esta plena confianza en quien ha de venir como la liberación final de nuestros sufrimientos y dificultades. Con esa fe y esperanza sepamos esperar a quien en verdad esperamos, más allá de todas nuestras equivocaciones, limitaciones, heridas no restañadas o desencuentros imposibles ya de resolver:
"Vino el que yo quería,
el que yo llamaba.
(...)
Para sin lastimarme,
cavar una ribera de luz dulce en mi pecho
y hacerme el alma navegable."

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.