martes, 28 de febrero de 2017

Lecturas del día, martes, 28 de febrero. Poema "Balada del camino" de Luis Felipe Vivanco. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (35,1-12):

Quien observa la ley multiplica las ofrendas,
quien guarda los mandamientos ofrece sacrificios de comunión.
Quien devuelve un favor hace una ofrenda de flor de harina,
quien da limosna ofrece sacrificios de alabanza.
Apartarse del mal es complacer al Señor,
un sacrificio de expiación es apartarse de la injusticia.
No te presentes ante el Señor con las manos vacías,
pues esto es lo que prescriben los mandamientos.
La ofrenda del justo enriquece el altar,
su perfume sube hasta el Altísimo.
El sacrificio del justo es aceptable,
su memorial no se olvidará.
Glorifica al Señor con generosidad,
y no escatimes las primicias de tus manos.
Cuando hagas tus ofrendas, pon cara alegre
y paga los diezmos de buena gana.
Da al Altísimo como él te ha dado a ti,
con generosidad, según tus posibilidades.
Porque el Señor sabe recompensar
y te devolverá siete veces más.
No trates de sobornar al Señor, porque no lo aceptará;
no te apoyes en sacrificio injusto.
Porque el Señor es juez,
y para él no cuenta el prestigio de las personas.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 49,5-6.7-8.14.23

R/.
Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios


«Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto con un sacrificio».
Proclame el cielo su justicia;
Dios en persona va a juzgar. R/.

«Escucha, pueblo mío, voy a hablarte;
Israel, voy a dar testimonio contra ti;
—yo soy Dios, tu Dios—.
No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí». R/.

Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo.
«El que me ofrece acción de gracias, ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios». R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,28-31):

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús dijo: «En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones— y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».

Palabra del Señor
 
Poema:
Balada del camino de Luis Felipe Vivanco 

He tardado mucho en llegar.
Día tras día iban mis pasos comprendiendo el camino,
unas veces me alejaba de Dios, y otras me acercaba más a él;
a veces me besaban unos labios, y a veces los sentía
muy lejanos de mí y casi muertos en la noche.


He caminado con las estaciones del año,
con los ríos silenciosos y con las estrellas;
he caminado con la tierra de trigo
y con el viento triste de las calles abandonadas
que agitaba sus alas en mi espíritu.


He tardado mucho tiempo en llegar
y muchas ilusiones perdidas como flores de almendro
a lo largo del sueño mantenido en las horas entreabiertas de estudio.
He tardado muchos días inolvidables,
a veces al borde de un arroyo, a veces al borde de la música,
sintiendo el corazón viajero como las nubes
y la mano dispuesta para apretar el silencio de otra mano.


He caminado la tierra más desnuda,
y los días más claros y más hermosos,
y las noches más altas y transparentes,
a solas con la llanura y con el cielo,
sin desear otra hermosura sino el nombre sereno del Señor,
mientras su voz amiga consolaba mi humana permanencia.


He tardado en llegar, pero no estoy al fin de mi camino.
El tiempo se desnuda de sus galas antiguas en la madurez del [corazón,
y quedan sus horas ofrecidas en carne limpia.
He llegado por fin, y está el hogar encendido,
esperando la mirada más lenta de mis ojos,
la mirada que no termine nunca
mientras los árboles renuevan su belleza inmortal y pasajera.


Ya no quiero ser más de lo que soy
porque la luz y la sombra sienten la gratitud nacida de mi palabra,
y el canto que afirmaba mi presencia ideal entre los hombres
desmaya suavemente como si sólo fuera posible la piedad.


Breve comentario

Seguir a Jesús es una tarea exigente, la más exigente. Si dependiera de nosotros, nos resultaría imposible de todo punto siquiera iniciarla. Dios sabe de nuestra debilidad y dependencia esencial; por ello nos proporciona la fuerza que no nos pertenece para acometerla. Y nos la proporciona como el Padre que es, con el amor más genuino. El mero hecho de manifestar en el corazón el deseo de buscarle hace que se conmueva. No espera a que demos más fruto por nosotros mismos: entregar nuestra voluntad es todo lo que nos exige. Su amor es desproporcionado, abiertamente desproporcionado: nos da el ciento por uno ya en esta vida.

Lo que ocurre es que tenemos una apreciación muy distorsionada de lo que es el premio a un esfuerzo o su compensación justa. Que Dios nos dé ciento por uno no significa que nos proporcione mucho dinero, mucha salud, mucho bienestar material, muchas comodidades o una vida fácil y grata. El ciento por uno lo puede recibir y gozar la persona más pobre, la más enferma, la más aparentemente abandonada, la más solitaria. Porque el verdadero premio en esta vida es sentir su presencia, su compañía, su fuerza, su amor. Y, en efecto, a quien le busca con sincero corazón, Dios le da el ciento por uno en esta vida, y la gloria eterna en la otra. De ahí esa sólo aparentemente misteriosa afirmación sobre los primeros y los últimos. Los primeros en el orden del mundo, los que tienen éxito, los que son reconocidos por los demás, etc., etc., serán y son ya los últimos si viven su vida sin Dios. Lo contrario también es cierto: los últimos del mundo, buscando a Dios en sus vidas, son ya los primeros para Él, los preferidos que entrarán a gozar del Reino de los Cielos antes que ningún otro.

Como el poeta Luis Felipe Vivanco, uno ha tardado mucho en llegar, en darse cuenta que sólo Dios salva. Y como el poeta, he llegado a la misma conclusión de su hermosísimo poema: "Ya no quiero ser más de lo que soy". Y eso que desde un punto de vista meramente humano no soy nada. Pues sin Dios ya sé que no sería nada teniendo todo lo que este mundo valora tanto. De lo que el mundo valora apenas nada poseo, pero de algún modo sé que Dios aprecia todo el esfuerzo que desplegué en buscarle, incluso con todos mis errores en los que incurrí e incurro. E incurriré, pues aunque he tardado en llegar, "no estoy al fin de mi camino." 

lunes, 27 de febrero de 2017

Lecturas del día, lunes, 27 de febrero. Poema "La meta" de Susana March. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (17,20-28):

A los que se arrepienten Dios les permite volver,
y consuela a los que han perdido la esperanza,
y los hace partícipes de la suerte de los justos.
Retorna al Señor y abandona el pecado,
reza ante su rostro y elimina los obstáculos.
Vuélvete al Altísimo y apártate de la injusticia
y detesta con toda el alma la abominación.
Reconoce los justos juicios de Dios,
permanece en la suerte que te ha asignado
y en la oración al Dios Altísimo.
En el abismo ¿quién alabará al Altísimo
como lo hacen los vivos y quienes le dan gracias?
Para el muerto, como quien no existe, desaparece la alabanza,
solo el que está vivo y sano alaba al Señor.
¡Qué grande es la misericordia del Señor
y su perdón para los que retornan a él!

Palabra de Dios

Salmo

Sal 31,1-2.5.6.7

R/.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito
y en cuyo espíritu no hay engaño. R/.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.

Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará. R/.

Tú eres mi refugio,
me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,17-27):

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló ante él y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?». Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre».
Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud». Jesús se quedó mirándolo, lo amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme». A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:«¡Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!». Los discípulos quedaron sorprendidos de estas palabras. Pero Jesús añadió:
«Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios». Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?». Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo».

Palabra del Señor

Poema:
La meta de Susana March 

He cambiado todas mis rosas
por un lugar cerca del fuego.

Por el sosiego de mi alma,
la negra seda de mi pelo.
     
He vendido mis esperanzas
por un puñado de recuerdos.

Mi corazón por un reloj
que sólo cuenta el tiempo muerto.
     
Mi última moneda de oro
se la di de limosna al viento.

Ahora ya no me queda nada.
Desnuda estoy como el desierto.
     
Un oasis de mansedumbre
está brotándome en el pecho.


Breve comentario

El seguimiento del Señor exige la renuncia a nuestros apegos mundanos. El dinero es uno de los que más cuesta desprenderse. En el apego al dinero o al patrimonio material se sintetiza muy bien la falta de fe. Es cierto que en un mundo en donde nadie tiene en principio la vida resuelta, salvo unos pocos privilegiados, la lucha por obtener un patrimonio y por preservarlo es bastante comprensible. Pero el patrimonio verdaderamente importante es de otro tipo. Si nuestra fe en el Señor fuera la motivación principal de nuestras decisiones, nuestro patrimonio material adquiriría un significado más ajustado, pues nuestra seguridad ya no residirá en lo que acumulamos, sino en nuestra relación viva con Dios, en nuestra confianza y esperanza depositadas en Él.

Es importante, pues, el hecho de que el joven sea un rico. Los ricos, por lo general, son aquellos que tienen su vida resuelta. Lo de que el dinero llama al dinero es una realidad en la mayoría de los casos. Pero es que además es un rico virtuoso, es una persona que sigue a Cristo en su mensaje, que lo asume con sincero corazón, que lo llama "Maestro bueno", pero... Su fe sigue siendo pobre: no puede imaginar una vida sin sus posesiones materiales. Toda su virtud, todo su seguimiento, habiendo sido sincero, no tiene raíces, no posee fundamento sólido. No entiende por qué el Señor le exige la renuncia de todas sus posesiones para seguirle. Conoce el mensaje del Señor, y no halla en su contenido esa necesidad de tener que ser pobre para poder amarle y seguirle. Jesús, que conoce su noble corazón, lo ama con cariño, pero no puede dejar de exigirle este último requisito para santificarlo. Y aquí es donde el rico vacila y, al fin, se aleja.

En el seguimiento al Señor también nosotros vacilamos en algún punto en el que nuestros apegos son especialmente intensos y profundos. Pidámosle que nos haga capaces de renunciar a lo que más nos ata a la banalidad de nuestros intereses y nos aleja de Él. Porque "Dios lo puede todo". 

domingo, 26 de febrero de 2017

Lecturas del día, domingo, 26 de febrero. Poema "Dinero" de Philip Larkin. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (49,14-15):

Sión decía:
«Me ha abandonado el Señor,
mi dueño me ha olvidado».
¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta,
no tener compasión del hijo de sus entrañas?
Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 61,2-3.6-7.8-9ab

R/.
Descansa sólo en Dios, alma mía

Sólo en Dios descansa mi alma,
porque de él viene mi salvación;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré. R/.

Descansa sólo en Dios, alma mía,
porque él es mi esperanza;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré. R/.

V/. De Dios viene mi salvación y mi gloria,
él es mi roca firme, Dios es mi refugio.
Pueblo suyo, confiad en él
desahogad ante él vuestro corazón. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (4,1-5):

Hermanos: Que la gente solo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora, lo que se busca en los administradores es que sean fieles. Para mí lo de menos es que me pidáis cuentas vosotros o un tribunal humano; ni siquiera yo me pido cuentas. La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor. Así, pues, no juzguéis antes de tiempo, dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá de Dios lo que merece.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,24-34):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Nadie puede servir a dos señores. Porque despreciará a uno y amará al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: no estéis agobiados por vuestra vida pensando qué vais a comer, ni por vuestro cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad los pájaros del cielo: no siembran ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se arroja al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le basta su desgracia».

Palabra del Señor
 
Poema:
Dinero de Philip Larkin
 
Cada tres meses, ¿no?, el dinero me reprocha:
    "¿Por qué me dejas aquí donde no sirvo?
Yo soy el sexo y las cosas que no tuviste nunca.
    Aún puedes conseguirlos firmando algunos cheques."
 
Entonces miro qué hacen los otros con el suyo.
    No lo guardan en la almohada, desde luego.
Ya tienen esposa, coche y casa de verano:
    alguna relación guarda el dinero con la vida
 
-la verdad, tienen mucho en común, si uno investiga;
    no puedes postergar la juventud hasta que te jubiles,
y por mucho que parte del salario vaya al banco
    al cabo no podrás pagarte mucho más que una afeitada.
 
Escucho el canto del dinero. Es como si mirase
    una ciudad de provincias desde largos ventanales:
barriadas, canal, iglesias adornadas y locas
    bajo el sol de la tarde. Intensamente triste.
 
Money 
 
Quarterly, is it, money reproaches me:
    ‘Why do you let me lie here wastefully?
I am all you never had of goods and sex.
    You could get them still by writing a few cheques.’

So I look at others, what they do with theirs:   
    They certainly don’t keep it upstairs.
By now they’ve a second house and car and wife:
    Clearly money has something to do with life

—In fact, they’ve a lot in common, if you enquire:
    You can’t put off being young until you retire,
And however you bank your screw, the money you save
    Won’t in the end buy you more than a shave.

I listen to money singing. It’s like looking down
    From long french windows at a provincial town,   
The slums, the canal, the churches ornate and mad
    In the evening sun. It is intensely sad. 
 
 
Breve comentario
 
Si el pasado domingo el Señor nos apelaba a un imposible ético y espiritual como es amar a los enemigos, hoy, sin embargo, nos llama a otro imposible mucho más simpático: despreocuparnos de los problemas materiales. Si la fe todo lo puede, es consecuente el exacerbado optimismo de las palabras del Señor: teniéndole fe, Él proveerá. ¿Nos lo creemos? Realmente el mensaje evangélico es de una simplicidad tal que nuestras tortuosas mentes apenas pueden comprenderlo. Como dijimos ayer, sólo los niños pequeños saben entenderle a la primera.

Pareciera, por la atención que le dedica el Señor en denunciarlo, que el dinero es la fuente de todos los males humanos, de todos los pecados, de toda la perversión posible de nuestra naturaleza. Su capacidad para conducirnos a la perdición viene debida a una razón esencial: es quizá el instrumento principal por el cual el hombre obtiene poder, un poder material, efectivo, tangible. En general, lo peligroso es aquello que nos da poder. Al inteligente, el peligro será su inteligencia; a la mujer bella, su belleza; al fiel cumplidor, su dureza; al profundo, su inaccesibilidad; al sabio, su conocimiento; al fuerte, su fortaleza física. Ciertamente, tal como está montado este mundo, el dinero nos concede mucho poder, y su falta, mucha impotencia. Y con el poder van de la mano, unidos como eslabones de una demoníaca cadena, todos los pecados capitales sin excepción. Por ello afirma Jesús de forma certera que el dinero es un señor, y un señor muy poderoso, muy tiránico a la vez que atractivo.
 
¿Cómo podemos sustraernos a sus falsos encantos? Con la fe en Dios. No hay que entender su llamada a despreocuparnos de los asuntos materiales de una forma literal. Lo que quiere significar es que desde la perspectiva de quien tiene verdadera fe en el Señor todo lo demás queda reubicado en función de la misma, y ocupa necesariamente un lugar secundario con respecto a aquella. Sí, incluso el comer, el vestirse o el buscar cobijo. Cuando ponemos a Dios como preferencia absoluta, todas nuestras preocupaciones adquieren una significación distinta, pues vemos en todo la huella de Dios en ellas, su influencia, su presencia, su actuación. Y no necesariamente cuando nos vienen bien dadas (una subida de sueldo, un premio económico en cierto juego de azar, una jugosa herencia...), sino incluso, y diría sobre todo, cuando nuestra vida parece torcerse (caer en el paro, una enfermedad, la ruina de una inversión o de un negocio...). Nuestra mirada es otra ya: nos fijamos en las cosas no por sí mismas, sino en función de la relación que posee con la actuación del Señor. Así, en la salud o en la enfermedad, en la riqueza o en la pobreza estaremos en condiciones de dar gracias a Dios. De lo contrario, con la mirada fija en las preocupaciones materiales, todo se tornará asfixiante, "intensamente triste" ("intensely sad").

sábado, 25 de febrero de 2017

Lecturas del día, sábado, 25 de febrero. Poema "Sí" de Doiraje. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (17,1-13):

El Señor creó al ser humano de la tierra,
y a ella lo hará volver de nuevo.
Concedió a los humanos días contados y un tiempo fijo,
y les dio autoridad sobre cuanto hay en la tierra.
Los revistió de una fuerza como la suya
y los hizo a su propia imagen.
Hizo que todo ser viviente los temiese,
para que dominaran sobre fieras y aves.
Discernimiento, lengua y ojos,
oídos y corazón les dio para pensar.
Los llenó de ciencia y entendimiento,
y les enseñó el bien y el mal.
Puso su mirada en sus corazones,
para mostrarles la grandeza de sus obras,
y les concedió gloriarse por siempre de sus maravillas.
Por eso alabarán su santo nombre,
para contar la grandeza de sus obras.
Puso delante de ellos la ciencia,
y les dejó en herencia una ley de vida.
Estableció con ellos una alianza eterna,
y les enseñó sus decretos.
Sus ojos vieron la grandeza de su gloria
y sus oídos oyeron su voz gloriosa.
Les dijo: «Guardaos de toda iniquidad»,
y les dio a cada uno preceptos acerca del prójimo.
La conducta humana está siempre ante Dios,
no puede ocultarse a sus ojos.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 102,13-14.15-16.17-18a

R/.
La misericordia del Señor dura siempre,
para los que cumplen sus mandatos


Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro. R/.

Los días del hombre duran lo que la hierba,
florecen como flor del campo,
que el viento la roza, y ya no existe,
su terreno no volverá a verla. R/.

Pero la misericordia del Señor
dura desde siempre y por siempre,
para aquellos que lo temen;
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,13-16):

En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él». Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos.

Palabra del Señor
 
Poema:
de Doiraje
 
"Dame una luna rosa", pide la niña.
Y una gran bola blanca brilla en mi mano.
"¡Dame la luna rosa!", y yo se la doy
sin saber, con mi mano blanca y brillante.
Qué fácil decirte sí después de la renuncia.
Tuve el corazón herido, y mucho, pero el dolor
sin luz sólo es una pasión de venganza,
o de soledad, o de miedo, o de ira.
Quedé como pude, pero una niña me pide
una luna rosa,
y quiero dársela,
y puedo dársela.
Con este corazón herido.
 
Breve comentario
 
Todos conocemos que con el paso de los años vamos perdiendo la inocencia y la sencillez de nuestra infancia. Un niño al final de la suya ha perdido ya buena parte de aquéllas; al final de la adolescencia, bastante más; y al final de la juventud apenas queda un resto para la genuina sorpresa sin defensa. Lo que llamamos madurez es ya la nostalgia de aquel paraíso irremediablemente perdido. Sin embargo, el Señor en este pasaje nos recuerda que la actitud más verdadera y, por tanto, adecuada para acercarse a Él, a su reino, a su palabra es aquella ausencia de doblez de nuestros primeros años, donde la confianza es máxima, y máxima, pues, la apertura a la realidad que se constituye como un gran misterio por descubrir y con el que relacionarse.
 
El Señor nos exige que nos limpiemos de nuestras capas que ocultan ese corazón puro que aún albergamos en lo más profundo, pues lo más cercano a la pureza del amor de Dios es la pureza del amor de un niño pequeño. Es cierto que los niños pequeños no tienen la menor dificultad en pensar en la figura de Dios: es algo intuitivo en ellos, connatural. Ello no es debido a que el terreno infantil sea el de la fantasía, la imaginación o la irracionalidad. Lo que hace extremadamente fácil la figura de Dios en sus corazones reside en que no les cuesta nada pensar que alguien ame con el amor de Dios. Esa es la pureza del niño, de su mirada. Ellos saben sin saber, sin ser conscientes de ello, que lo más importante es amar.
 
El Señor nos recuerda que de eso se trata, de volver a ser como niños, volver a revivir en nuestros corazones esa confianza, esa apertura y esa sencillez ante el misterio de Dios. Sin duda, las capas de porquería, escombros y dolor que acumulamos con el paso de los años nos hacen muy difícil recuperar esa perfecta y primigenia simplicidad. Por ello, se lo debemos pedir al Señor en la relación cotidiana con Él en la oración, por ejemplo, para que vaya haciendo en nosotros, para que vayamos permitiendo que Él haga en nosotros. Sin duda, es el más hermoso trabajo de depuración que podemos y debemos iniciar en esta vida, con independencia de que en el Purgatorio esta tarea deba continuar. No de otro modo podremos acercarnos a Su intimidad.

viernes, 24 de febrero de 2017

Lecturas del día, viernes, 24 de febrero. Poema "Vegetales" de Carlos Sahagún. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (6,5-7):

Una palabra amable multiplica los amigos
y aleja a los enemigos,
y la lengua afable multiplica los saludos.
Sean muchos los que estén en paz contigo,
pero tus confidentes, solo uno entre mil.
Si haces un amigo, ponlo a prueba,
y no tengas prisa en confiarte a él.
Porque hay amigos de ocasión,
que no resisten en el día de la desgracia.
Hay amigos que se convierten en enemigo,
y te avergüenzan descubriendo tus litigios.
Hay amigos que comparten tu mesa
y no resisten en el día de la desgracia.
Cuando las cosas van bien, es como otro tú,
e incluso habla libremente con tus familiares.
Pero si eres humillado, se pone contra ti
y se esconde de tu presencia.
Apártate de tus enemigos
y sé cauto incluso con tus amigos.
Un amigo fiel es un refugio seguro,
y quien lo encuentra ha encontrado un tesoro.
Un amigo fiel no tiene precio
y su valor es incalculable.
Un amigo fiel es medicina de vida,
y los que temen al Señor lo encontrarán.
El que teme al Señor afianza su amistad,
porque, según sea él, así será su amigo.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 118,12.16.18.27.34.35

R/.
Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos

Bendito eres, Señor,
enséñame tus decretos. R/.

Tus decretos son mi delicia,
no olvidaré tus palabras. R/.

Ábreme los ojos, y contemplaré
las maravillas de tu ley. R/.

Instrúyeme en el camino de tus mandatos,
y meditaré tus maravillas. R/.

Enséñame a cumplir tu ley
y a guardarla de todo corazón. R/.

Guíame por la senda de tus mandatos,
porque ella es mi gozo. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,1-12):

En aquel tiempo, Jesús se marchó a Judea y a Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino y según su costumbre les enseñaba. Acercándose unos fariseos, le preguntaban para ponerlo a prueba: «¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?». Él les replicó: «¿Qué os ha mandado Moisés?».
Contestaron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla». Jesús les dijo: «Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre». En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: «Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera, Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».

Palabra del Señor

Poema:
Vegetales de Carlos Sahagún
 
Estamos en el bosque,
amor mío,
en la espesura de los años
vividos duramente
bajo la tiranía de las frondas,
en situación de seres vegetales.
Entre tú y yo el silencio
se mueve apenas,
su involuntaria brisa comunica los troncos
y, sin palabras, las raíces
inician la aventura
de la espera anhelante: pasa
por nuestro sueño un leñador amigo
desbrozando la noche,
abriendo para siempre el camino del alba.


Breve comentario

Por la dureza del corazón nace el divorcio y el repudio del cónyuge. Esto es muy importante señalarlo porque lo que nos repiten día y noche por tierra, mar y aire es que hay que entender que el amor conyugal muy probablemente no pueda durar toda la vida. ¿Por qué? Nos responde el Señor: "Por la dureza de vuestro corazón". Justamente quien más picotea no es el que "más abierto está al amor", como se dice ahora, sino el menos capaz de amar. Hace unos días subrayamos la idea de que si no fuéramos capaces de amar al otro tal y como es, la institución matrimonial apenas hubiera perdurado. Como institución civil el matrimonio está a los efectos agonizando, pues no sólo es que se casen menos parejas, o que la tasa de divorcios sea altísima (casi todo matrimonio civil acaba tarde o temprano en separación o divorcio), sino que ya el matrimonio ha sido desnaturalizado en su misma esencia, como en eso que se ha dado en llamar, en una abierta contradicción en los términos, "matrimonio" homosexual, todo un imposible metafísico y biológico.

Pero el matrimonio es algo más que una institución civil, instaurada por un ordenamiento meramente humano: es un sacramento. Dios es la realidad que funda el vínculo conyugal, su voluntad de que dos sean uno, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, porque para ello nos hizo varón y mujer al género humano (y no hay más géneros ni sexos que éstos; todo lo demás es patología y delirio). Es el Señor quien sostiene día a día a través de los esposos esta realidad sacramental del matrimonio. Y esto, más allá de la grave crisis que padece la Iglesia, no estará en crisis jamás, aunque algunos desde dentro quieran enturbiar, distorsionar, relativizar o abiertamente destruir el mensaje del Señor sobre el matrimonio.

La dificultad para vivir el matrimonio en plenitud nace, insisto, de la dureza de corazón de los contrayentes, pues de lo contrario estaríamos afirmando que el duro de corazón es Dios mismo. Es cierto que nadie es duro de la nada, por así decir. Heridas afectivas profundas y repetidas, una mala educación y una deficiente convivencia de los padres pueden ser fuente de múltiples errores, pecados y debilidades. Pero tal experiencia no puede resolverse provocando más mal, haciendo que uno de los designios de Dios más bellos para el hombre sea disuelto porque nuestro corazón no esté a la altura del mismo. Como individuos ni como sociedad nunca puede ser la solución de ningún problema aspirar a menos, sino a más. No estamos condenados a repetir errores porque otros los hayan padecido o porque nosotros nos hayamos (de)formado en ellos, en contra de lo que piensa como dogma todas las escuelas psicoanalíticas. El sacramento del matrimonio es una vía de santificación de los esposos que el Señor abre para que seamos capaces de disponernos a entrar en relación con Él. Que sea un sacramento no quiere decir que el camino sea fácil; lo que señala es que mientras lo recorramos nunca estaremos solos, siempre estaremos asistidos de una forma u otra por el Espíritu del Señor.

Tenemos que recordar a todos (y, por lo que se ve en el seno de la Iglesia, a nosotros, los católicos) estas verdades universales que fundamentan los pilares mismos de nuestra fe. Nos debe ser indiferente que el contexto sea máximamente hostil, como lo es hoy: la verdad no deja de ser verdad porque nadie viva en ella. Utilizando el bello entorno metáforico de Sahagún, no importa que vivamos en medio de un bosque que nos tiraniza con sus mentiras y falsas ilusiones. Anclados con hondas raíces en la esperanza de la venida del "leñador amigo" que abrirá para toda la eternidad el camino a la luz, al amanecer de todas las almas que le siguen, y enlazados y unidos por el viento del Espíritu que nos asiste, nada debemos temer. No nos dejemos desesperar por la barbaridad que algunos defienden malbaratando el sacramento más hermoso, el de la Eucaristía, por una deplorable interpretación, falsa de toda falsedad, de la misericordia de Dios. La Eucaristía ni el Matrimonio deben estar al servicio de la justificación de la dureza de nuestro corazón. Los sacramentos, todos, están justamente para lo contrario: ayudar a superar (no a dar coartadas para obtener un falso perdón, un perdón sin arrepentimiento) esa dureza de corazón.

jueves, 23 de febrero de 2017

Lecturas del día, jueves, 23 de febrero. Poema "Declina el día" de Salvatore Quasimodo. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (5,1-10):

No confíes en tus riquezas,
ni digas: «Con esto me basta».
No sigas tu instinto y tu fuerza,
secundando las pasiones de tu corazón.
Y no digas: «¿Quién puede dominarme?»,
o bien: «¿Quién logrará someterme por lo que he hecho?»,
porque el Señor ciertamente te castigará.
No digas: «He pecado, y ¿qué me ha pasado?»,
porque el Señor sabe esperar.
Del perdón no te sientas tan seguro,
mientras acumulas pecado tras pecado.
Y no digas: «Es grande su compasión,
me perdonará mis muchos pecados»,
porque él tiene compasión y cólera,
y su ira recae sobre los malvados.
No tardes en convertirte al Señor,
ni lo dejes de un día para otro,
porque de repente la ira del Señor se enciende,
y el día del castigo perecerás.
No confíes en riquezas injustas,
porque de nada te servirán el día de la desgracia.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 1

R/.
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,41-50):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos a la gehenna al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te induce a pecar, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies a la “gehenna”. Y, si tu ojo te induce a pecar, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos a la “gehenna”, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Todos serán salados a fuego. Buena es la sal; pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salaréis? Tened sal entre vosotros y vivid en paz unos con otros».

Palabra del Señor
 
Poema:
Declina el día de Salvatore Quasimodo
 
Me hallas desierto, Señor,
en tu día,
cerrado a toda luz.
 
Sin ti me da miedo,
perdida senda de amor,
y no me es gracia
tampoco el trémulo cantarme
que seca mis deseos.
 
Te amé, te golpeé;
declina el día
y tomo sombras de los cielos:
¡Qué tristeza mi corazón 
de carne!
 
Breve comentario
 
Lo peor que le puede suceder al hombre es perder el sentido trascendente de su vida. Una vez perdida esta perspectiva en la que se funda todo el sentido de la misma (acciones, pensamientos, juicios y voluntad), el hombre se hará reo de sus propios pecados. Si la persona pierde la noción de que existe para ser salvado, sólo podrá vivir para ser condenado. Es cierto que hay quienes, no reconociendo la realidad divina que subyace a su vida, sí son conscientes de que el mundo está regido por una noción de bien y de mal que debe ser respetada; saben que vulnerarla nos conduce a nuestra destrucción. Este sería el nivel más pobre de conciencia de la propia realidad humana frente a los universales que nos preceden. Si la persona vive de acuerdo con la ley natural, la salvación es posible, pues aun sin reconocer al autor, consigue al menos reconocer los contenidos que el autor puso en este mundo.
 
Por ello la radicalidad de las imágenes utilizadas por el Señor, que son metáforas perfectas de ese posible divorcio entre creación y libertad en el alma humana. Una mano puede servir para acariciar o para golpear, una mirada puede estar llena de dignidad o ensuciar a lo que observa, una lengua puede hablar con dulzura y con verdad u ofender a lo bello, lo bueno o lo justo. Del mismo modo el menor gesto de ayuda o reconocimiento, por banal que pudiera parecer (como dar un vaso de agua), a quien se presenta y actúa como seguidor de Cristo o a quien es inocente y puro como un niño, tendrá su recompensa en el cielo, no carece de significado para Dios. La sal de nuestra vida sólo puede surgir del contacto efectivo y real con el Señor, en el modo de estar en este mundo sabiendo que es la puerta para el otro, eterno y verdadero, ámbito de salvación y de unión con el Creador. O de condenación... Sí, más vale entrar tuertos, mancos o cojos en el reino de los cielos, que no entrar jamás por habernos obstinado en ver, andar y manipular ajenos a Dios. En tal caso, ciertamente "¡Qué tristeza mi corazón/ de carne!"   

martes, 21 de febrero de 2017

Lecturas del día, martes, 21 de febrero. Poema "Mi creación" de Vicente Gaos. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (2,1-11):

Hijo, si te acercas a servir al Señor,
permanece firme en la justicia y en el temor,
y prepárate para la prueba.
Endereza tu corazón, mantente firme
y no te angusties en tiempo de adversidad.
Pégate a él y no te separes,
para que al final seas enaltecido.
Todo lo que te sobrevenga, acéptalo,
y sé paciente en la adversidad y en la humillación.
Porque en el fuego se prueba el oro,
y los que agradan a Dios en el horno de la humillación.
Confía en él y él te ayudará,
endereza tus caminos y espera en él.
Los que teméis al Señor, aguardad su misericordia
y no os desviéis, no sea que caigáis.
Los que teméis al Señor, confiad en él,
y no se retrasará vuestra recompensa.
Los que teméis al Señor, esperad bienes,
gozo eterno y misericordia.
Los que teméis al Señor, amadlo
y vuestros corazones se llenarán de luz.
Fijaos en las generaciones antiguas y ved:
¿Quién confió en el Señor y quedó defraudado?,
o ¿quién perseveró en su temor y fue abandonado?,
o ¿quién lo invocó y fue desatendido?
Porque el Señor es compasivo y misericordioso,
perdona los pecados y salva en tiempo de desgracia,
y protege a aquellos que lo buscan sinceramente.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 36,3-4.18-19.27-28.39-40

R/.
Encomienda tu camino al Señor, y él actuará

Confía en el Señor y haz el bien,
habitarás tu tierra y reposarás en ella en fidelidad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón. R/.

El Señor vela por los días de los buenos,
y su herencia durará siempre;
no se agostarán en tiempo de sequía,
en tiempo de hambre se saciarán. R/.

Apártate del mal y haz el bien,
y siempre tendrás una casa;
porque el Señor ama la justicia
y no abandona a sus fieles.
Los inicuos son exterminados,
la estirpe de los malvados se extinguirá. R/.

El Señor es quien salva a los justos,
él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra,
los libra de los malvados y los salva
porque se acogen a él. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,30-37):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará». Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?». Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos». Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».

Palabra del Señor
 
Poema:
Mi creación de Vicente Gaos
 
¡Ay, ambiciosa lengua que quisiste
dar luz, con tu palabra creadora
a la entraña del mundo abrasadora!
¡Ay, qué poco, qué poco conseguiste!
 
Quisiste darle luz, sólo le diste
leve penumbra que tu luz ignora.
¡Oh mundo no alcanzado y pobre aurora,
y empeño en que, tenaz, te destruiste!
 
Cosa imposible fue, rebelión mía,
intento de negar a Dios y al mundo,
relámpago infeliz, ángel caído.
 
Yo no sabía, no, yo no sabía
que sólo Tú, con tu callar profundo,
dabas al universo su sentido.

Breve comentario
 
Enésima situación la del pasaje del evangelio de hoy en la que se refleja la soledad del Señor y la mediocre condición humana de los discípulos. Mientras cruzan Galilea, Jesús les va explicando cuál será su destino en esta tierra, su Pasión, muerte y resurrección. Sin embargo, aquéllos, sin prestar atención a sus palabras, pues nada entendían de ellas, estaban ocupados en disputas en torno a la soberbia y la vanidad: quién era el más importante. Jesús, como siempre, aprovecha los errores humanos para mostrar la mirada de Dios y la actitud que el Padre quiere promover y dar a conocer. Y no es otra que, frente a la vanidad y el orgullo, la humildad y el servicio.
 
Existe una relación directa entre la falta de entendimiento del designio de Cristo por parte de los discípulos y la preocupación de éstos por cosas vanas. Quien se equivoca suele dar importancia o fijar su atención a lo que no la merece, y le pasa desapercibido lo relevante y significativo. El orgullo es un buen ejemplo de este modo tan común de equivocarnos. Podemos ser unos perfectos necios para lo verdaderamente importante, pero cuánto cuidamos nuestra apariencia para ocultar nuestra mediocre condición moral, de la que apenas nos apercibimos.

Así también el poeta, pretendiendo ser un pequeño dios de sí mismo. Los cantos nacidos de la vanidad mueren en el ego del cantor, estériles como el que recorre un trayecto en círculo. El solipsismo del orgullo siempre desemboca o muere en el lugar en que nace. El verdadero poeta se da cuenta que sólo se puede cantar aquello que se descubre, que no nos pertenece, que nos sale al encuentro, que nos sorprende. Sólo así el canto y el conocimiento pueden existir. La sabiduría y la creación artística son por ello las realidades más humildes. Y por humildes, rinden un excelente servicio a Dios. 

lunes, 20 de febrero de 2017

Lecturas del día, lunes, 20 de febrero. Poema "Dios" de Manuel Alcántara. Breve comentario


Primera lectura

Comienzo del libro del Eclesiástico (1,1-10):

Toda sabiduría viene del Señor
y está con él por siempre.
La arena de los mares, las gotas de la lluvia
y los días del mundo, ¿quién los contará?
La altura de los cielos, la anchura de la tierra
y la profundidad del abismo, ¿quién las escrutará?
¿Quién ha escrutado la sabiduría de Dios, que es anterior a todo?
Antes que todo fue creada la sabiduría,
y la inteligencia prudente desde la eternidad.
La fuente de la sabiduría es la palabra de Dios en las alturas
y sus canales son mandamientos eternos.
La raíz de la sabiduría, ¿a quién fue revelada?
y sus recursos, ¿quién los conoció?
La ciencia de la sabiduría, ¿a quién fue revelada?
y su mucha experiencia, ¿quién la conoció?
Uno es el Altísimo, creador todopoderoso.
Uno solo es sabio, temible en extremo:
el que está sentado en su trono.
El Señor mismo creó la sabiduría, la vio, la midió
y la derramó sobre todas sus obras.
Se la concedió a todos los vivientes
y se la regaló a quienes lo aman.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 92,1ab.1c-2.5

R/.
El Señor reina, vestido de majestad

El Señor reina, vestido de majestad;
el Señor, vestido y ceñido de poder. R/.

Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno. R/.

Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,14-29):

En aquel tiempo, Jesús y los tres discípulos bajaron del monte y volvieron a donde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor y a unos escribas discutiendo con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió y corrió a saludarlo. Él les preguntó: «¿De qué discutís?». Uno de la gente le contestó: «Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no lo deja hablar; y cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda rígido. He pedido a tus discípulos que lo echen y no han sido capaces». Él, tomando la palabra, les dice: «¡Generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo». Se lo llevaron. El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; éste cayó por tierra y se revolcaba echando espumarajos. Jesús preguntó al padre: «¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?». Contestó él: «Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua para acabar con él. Si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos». Jesús replicó:«¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe». Entonces el padre del muchacho se puso a gritar: «Creo, pero ayuda mi falta de fe». Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: «Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: sal de él y no vuelvas a entrar en él». Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que muchos decían que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó cogiéndolo de la mano y el niño se puso en pie. Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: «¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?». El les respondió: «Esta especie solo puede salir con oración».

Palabra del Señor

Poema:
Dios de Manuel Alcántara

Creer en Dios es nieve y se derrite
sobre el hombro cansado de la espera.
Creer en Dios, ¡ay Dios!, qué fácil era,
pero el eco de Dios no se repite.

Dando traspiés el alma, caes y te  
levantas, ¡qué remedio!, y ni siquiera
duele. ¿Dónde anda Dios? Si lo supiera...
y Dios sigue jugando al escondite.

Esperemos. Silencio de Dios suena
en la oquedad del hombre. Siegan hoces
de frío el frágil vuelo de aquel ave

que distraía el paso a la cadena.
Tengo miedo y escucho. Suenan voces.
Serán de Dios. No sé. Cualquiera sabe.

Breve comentario

«Creo, pero ayuda mi falta de fe», le ruega el padre del endemoniado a Jesús. Esta petición es universal y constante en todo tiempo y en toda alma abierta al misterio. Nunca la fe es bastante. Siempre la vida nos la exige. Este hombre cree, sabe que la fe mueve montañas, que "todo es posible al que tiene fe", pero necesita que la alimenten, que la hagan crecer y madurar. Por la fe, su hijo es curado, fe que el padre apenas poseía tras tantos años de sufrimiento de aquél. "Si algo puedes", se atreve a decirle al Señor. Este hombre está agotado por el dolor, por el poder de Satanás en su vida, por una lucha que parecía que no tenía fin. Su fe no era suficiente. 

El dolor crónico puede agotar al alma mejor dispuesta. Por ello, podemos y debemos pedirle al Señor que nos ayude a incrementar nuestra fe, a hacerla más sólida contra los embates del mal que nos van desgastando. Y el Señor, como en el milagro, acudirá. El poeta, que describe también su profundo agotamiento espiritual, pide la presencia del Señor en su vida. Espera, silencio, y cuando parece oirle, surge el miedo, la gran manifestación de la fe débil. Y es el miedo el que le hace dudar al final. No dudemos: creer en Dios no es nieve que se derrite sobre un hombro cansado de esperar. Es el sol que hace derretir nuestras inseguridades y aprensiones sobre el hombre cansado de dudar.

domingo, 19 de febrero de 2017

Lecturas del día, domingo, 19 de febrero. Poema "Quiéreme entera" de Dulce María Loynaz. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro del Levítico (19,1-2.17-18):

El Señor habló así a Moisés: «Di a la comunidad de los hijos de Israel: “Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. No odiarás de corazón a tu hermano, pero reprenderás a tu prójimo, para que no cargues tú con su pecado. No te vengarás de los hijos de tu pueblo ni les guardarás rencor, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor”».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 102,1-2.3-4.8.10.12-13

R/.
El Señor es compasivo y misericordioso

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.

Como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (3,16-23):

Hermanos: ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: y ese templo sois vosotros. Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito: «Él caza a los sabios en su astucia». Y también: «El Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce
que son vanos». Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo y Cristo de Dios.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,38-48):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas. 
Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».

Palabra de Dios
 
Poema:
Quiéreme entera de Dulce María Loynaz 

Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra…
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
y morena…
Quiéreme día,
quiéreme noche…
¡Y madrugada en la ventana abierta!


Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda… O no me quieras!


Breve comentario

Hoy concluye la última parte del Sermón de la montaña. Y acaba en una apoteósica declaración o propuesta de amor: amar a nuestros enemigos. El Señor nos pone el listón en el lugar más alto; tan alto que por nuestras propias fuerzas es completamente imposible alcanzarlo. Pero lo cierto es que amar es la expresión más plena de la aceptación del orden divino. En su voluntad creadora, Dios quiso que fuéramos libres; y con la libertad, la posibilidad del mal, que, aunque no deseada por Él, es permitida como consecuencia de la naturaleza que nos ha conferido. Amar es siempre un acto incondicional, la aceptación suprema del otro.

Amar al que nos odia no es obviamente sancionar como bueno su odio, sino asumir su maldad para redimirla con nuestro amor. Esto, como todos conocemos, es absolutamente superior a nuestras humanas fuerzas. Si quien nos odia se convierte en un agente de real destrucción de nuestra integridad psíquica o incluso física, es evidente que debemos buscar reducir de forma activa sus actuaciones ofensivas, pues de lo contrario el daño puede ser irreparable en cuanto que sus objetivos (nuestra destrucción) podrían cumplirse. Pero a la vez que se actúa para reducir la capacidad real de dañarnos, debemos preservarnos internamente para no hacer nuestro el odio con que nos inocula. Así, todas las actitudes y acciones que nos conduzcan al perdón, a la comprensión, a la reparación son deseables con el fin de responder al mal con el bien, y no con más mal, o con un mal más poderoso que el que recibimos.

Todo esto es imposible de poner en práctica sin el concurso de la gracia, más aún sabiendo que el mal puede alcanzar cotas de intensidad y perversión difícilmente imaginables. Pero la realidad crucial que no debemos olvidar es que amar siempre significa incondicionalidad, aceptación de la realidad venga como venga, sin buscar excusas o justificaciones para la venganza, o para cualquier forma sutil o declarada de mal. Esto tiene una traslación directa en la perdurabilidad y estabilidad de los vínculos conyugales. Si no pudiéramos amar al otro tal y como es, con todos sus defectos y limitaciones, la institución matrimonial hubiera desaparecido al poco de establecerse. Así hubiera sido si su fundamento se hallara más que en un mero contrato o vínculo social,  y no en el sacramento con el que el Señor consagró el amor esponsal. Es cierto que Dios nos creó para amar; pero nuestro amor nace de una voluntad libre, y ya sabemos lo que la libertad permite. La poeta tiene razón: "Si me quieres, quiéreme entera/(...)¡Quiéreme toda… O no me quieras!"

sábado, 18 de febrero de 2017

Lecturas del día, sábado, 18 de febrero. Poema "Sólo allí" de Ernestina de Champourcin. Breve comentario


Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (11,1-7):

Hermanos: La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve. Por ella son recordados los antiguos. Por la fe sabemos que el universo fue configurado por la palabra de Dios, de manera que lo visible procede de lo invisible. Por la fe, Abel ofreció a Dios un sacrificio mejor que Caín; por ella, Dios mismo, al recibir sus dones, lo acreditó como justo; por ella sigue hablando después de muerto. Por la fe fue arrebatado Henoc, sin pasar por la muerte; no lo encontraron, porque Dios lo había arrebatado; en efecto, antes de ser arrebatado se le acreditó que había complacido a Dios, y sin fe es imposible complacerlo, pues el que se acerca a Dios debe creer que existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe, advertido Noé de lo que aún no se veía, tomó precauciones y construyó un arca para salvar a su familia; por ella condenó al mundo y heredó la justicia que viene de la fe.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 144,2-3.4-5.10-11

R/.
Bendeciré tu nombre; Señor, por siempre.
Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza. R/.

Una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas. R/.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,2-13):

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». No sabía qué decir, pues estaban asustados. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo». De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Esto se les quedó grabado y discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos. Le preguntaron: «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?». Les contestó él: «Elías vendrá primero y lo renovará todo. Ahora, ¿por qué está escrito que el Hijo del hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado? Os digo que Elías ya ha venido y han hecho con él lo que han querido, como estaba escrito acerca de él».

Palabra del Señor

Poema:
Sólo allí de Ernestina de Champourcin 

Tú no sabes qué lejos.
¡Nadie sabe qué lejos!
Encima de las nubes, detrás de las estrellas,
al fondo del abismo en que se arroja el día,
sobre el monte invisible donde duerme la luz.

Sólo allí podrá ser. Sólo allí tocaremos
la verdad que tortura nuestras frentes selladas.
Sólo allí se abrirán como flores de aurora
aquellas lentas noches de amor en desvarío.


Nuestras manos lo piden tendidas al espacio
en un sordo anhelar que no engendra clamores,
nuestras plantas lo exigen tercamente aferradas
a las huellas que el viento indómito destroza.

El horizonte huye robando a cada hora
la secreta delicia que presagia el milagro.
Hay briznas de prodigio en todos los instantes
y el mundo, ciego, arde con vibración de altar.

Arrodilla tu fuerza. No hay glorias presentidas.
Palpita en certidumbre la carne de los sueños.
Si acunas la belleza que tu fervor concibe
florecerá en tu muerte su exacta encarnación.


Breve comentario

El pasaje de la Transfiguración del Señor es uno de los más enigmáticos de los evangelios. Sinceramente no poseo conocimientos para referir nada sobre el mismo (en verdad, carezco de ciencia alguna -no ya autoridad- para comentar nada de las Escrituras). Dicen los que saben que es un anuncio de la Gloria del Señor a los discípulos más cercanos. El Señor, conociendo el anhelo de los apóstoles por saber algo o al menos vislumbrar lo que debe de ser semejante realidad, se apiadó de ellos como solía y les hizo ver una levísima pincelada de la grandeza de su amor. En la mentalidad humana de aquellos hombres (y en la de los de ahora), un gran señor debe mostrar su majestad y su poder. Y lo que les muestra sobre todo es una sencilla escena de paz, de plenitud, de acogimiento. Jesús sabía que la pasión y muerte con la que iba a entregar su vida sería entendida por ellos como un terrible fracaso, como una humillación sin paliativos, y vivida como una decepción infinita. En la mentalidad de aquellos hombres (y en los de ahora, insisto) no podía entenderse que Dios se dejase someter a semejante abominación. En verdad, su Pasión refleja con más profundidad si cabe que la escena de la Transfiguración la infinita grandeza del Señor, la naturaleza, inimaginable para el hombre, del amor de Dios.


Los hombres somos así; pedimos señales al Altísimo para ver lo alto que es, y lo hacemos según nuestra miope mirada: nos ponemos a medir con escuadra y cartabón. El Señor se adapta a nuestra ceguera y accede a fascinarnos un poco enseñándonos mínimamente la paz de su reino. Sin embargo, cuando muera en la cruz y en las torturas previas a la misma, le dejaremos solo. Y nos seguirá esperando...

viernes, 17 de febrero de 2017

Lecturas del día, viernes, 17 de febrero. Poema "Cristo en la cruz" de Jorge Luis Borges. Breve comentario

Primera lectura
Lectura del libro del Génesis (11,1-9):

Toda la tierra hablaba una misma lengua con las mismas palabras. Al emigrar los hombres desde oriente, encontraron una llanura en la tierra de Senaar y se establecieron allí. Se dijeron unos a otros: «Vamos a preparar ladrillos y a cocerlos al fuego». Y emplearon ladrillos en vez de piedras, y alquitrán en vez de argamasa. Después dijeron: «Vamos a construir una ciudad y una torre que alcance el cielo, para hacernos un nombre, no sea que nos dispersemos por la superficie de la tierra».
El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hombres.
Y el Señor dijo: «Puesto que son un solo pueblo con una sola lengua y esto no es más que el comienzo de su actividad, ahora nada de lo que decidan hacer les resultará imposible. Bajemos, pues, y confundamos allí su lengua, de modo que ninguno entienda la lengua del prójimo».
El Señor los dispersó de allí por la superficie de la tierra y cesaron de construir la ciudad. Por eso se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra, y desde allí los dispersó el Señor por la superficie de la tierra.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 32,10-11.12-13.14-15

R/.
Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad

El Señor deshace los planes de las naciones,
frustra los proyectos de los pueblos;
pero el plan del Señor subsiste por siempre;
los proyectos de su corazón, de edad en edad. R/.

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R/.

Desde su morada observa
a todos los habitantes de la tierra:
él modeló cada corazón,
y comprende todas sus acciones. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (8,34–9,1):

En aquel tiempo, llamando a la gente y a sus discípulos, Jesús les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre entre sus santos ángeles». Y añadió:«En verdad os digo que algunos de los aquí presentes no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios en toda su potencia».

Palabra del Señor

Poema:
Cristo en la cruz de Jorge Luis Borges
 
Cristo en la cruz. Los pies tocan la tierra.
Los tres maderos son de igual altura.
Cristo no está en el medio. Es el tercero.
La negra barba pende sobre el pecho.
El rostro no es el rostro de las láminas.
Es áspero y judío. No lo veo
y seguiré buscándolo hasta el día
último de mis pasos por la tierra.
El hombre quebrantado sufre y calla.
La corona de espinas lo lastima.
No lo alcanza la befa de la plebe
que ha visto su agonía tantas veces.
La suya o la de otro. Da lo mismo.
Cristo en la cruz. Desordenadamente
piensa en el reino que tal vez lo espera,
piensa en una mujer que no fue suya.
No le está dado ver la teología,
la indescifrable Trinidad, los gnósticos,
las catedrales, la navaja de Occam,
la púrpura, la mitra, la liturgia,
la conversión de Guthrum por la espada,
la Inquisición, la sangre de los mártires,
las atroces Cruzadas, Juana de Arco,
el Vaticano que bendice ejércitos.
Sabe que no es un dios y que es un hombre
que muere con el día. No le importa.
Le importa el duro hierro de los clavos.
No es un romano. No es un griego. Gime.
Nos ha dejado espléndidas metáforas
y una doctrina del perdón que puede
anular el pasado. (Esa sentencia
la escribió un irlandés en una cárcel.)
El alma busca el fin, apresurada.
Ha oscurecido un poco. Ya se ha muerto.
Anda una mosca por la carne quieta.
¿De qué puede servirme que aquel hombre
haya sufrido, si yo sufro ahora?

  
http://www.palabravirtual.com/index.php?ir=ver_voz1.php&wid=1944&t=Cristo+en+la+cruz&p=Jorge+Luis+Borges&o=Marcelo+Cejas
 
Breve comentario
 
"Quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre entre sus santos ángeles". No se puede decir más alto ni más claro. Jesús nos sacude con sus palabras para advertirnos lo que está en juego: nuestra salvación o nuestra condenación por toda la eternidad. 

Ahora que vivimos en medio de una generación especialmente adúltera y pecadora (no vale de nada negar la evidencia), conviene recordar esta realidad de fe que es el fundamento último de toda realidad humana. Existimos para algo; y de lo que hagamos con nuestra vida nos van a pedir cuentas. Dios nos hizo libres para que libres podamos decidir cómo vivir. Pero nuestra libertad no nos hace poseedores de algo que no nos pertenece: decidimos cómo vivir, pero nuestra vida es un don que pertenece a Dios.

Tampoco la libertad nos hace más fuertes, aunque aquélla permita la elección moral, el juicio y la determinación de la voluntad. La libertad lleva aparejada la posiblidad de errar, de elegir mal, de enjuiciar mal, de desear aquello que no nos hace bien o que nos daña. El principal error que desencadena todos los otros y que nos hace especialmente inclinados al pecado es rechazar lo que el Señor nos indica hoy: negarnos a nosotros mismos y asumir la propia cruz. De cumplir ambos requisitos, el último, seguir al Señor, se impone de un modo natural, como un río desemboca indefectiblemente en el mar.

Las razones por las que no entregamos nuestra vida al Señor (que no es cosa sólo de clérigos o de personas ordenadas) son muy conocidas: la vanidad, el orgullo, la falta de fe, el miedo a sufrir, las mil formas del egoísmo... Quisiera centrarme en el miedo a sufrir, pues ésta también está directamente relacionada con el segundo requisito: tomar la cruz. 

En un mundo tan obscena y brutalmente hedonista e individualista, sufrir no sólo es algo temible en sí mismo, sino un sinsentido, una especie de accidente muchas veces inevitable, pero que debemos eludir en toda circunstancia como quien elude estar enfermo o tener un accidente. Es evidente que nadie debe buscar sufrir, provocar sufrimiento ni siquiera a sí mismo. Aunque la vida ya se encarga de que a todos nos toque nuestra cuota parte de dolor, lo cierto es que no sabemos manejar el sufrimiento más que de una forma: huyendo de él. ¿Cómo podemos afrontarlo sin caer en la desesperación? Podemos intentarlo utilizando nuestros propios recursos: la racionalidad, los apoyos afectivos que pueden ayudarnos, planificando nuestra vida de otro modo, recurriendo a las estructuras sociales que se ofrecen a tal efecto... Todo eso está muy bien, pero cuando el sufrimiento es prolongado, profundo, grave, que se extiende como el aceite por todos los ámbitos de nuestra vida, aquellos recursos se tornan insuficientes para librarnos de un más que probable naufragio. De un naufragio que va mucho más allá de nuestra vida terrenal, no lo olvidemos.

Mi experiencia de sufrimiento ha sido larga y variada, profunda y extensa, física pero sobre todo anímica. Y la he vivido con fe y sin ella. Antes de conocer a Cristo mis cruces sin fe me llevaron a la desesperación hasta el punto de que la muerte fue en más de una ocasión una tentadora solución para ponerles fin. Después de mi conversión, el dolor profundo, grave, extenso, variado y prolongado no me abandonó, pero la desesperación fue desapareciendo, y con ella la muerte como solución liberadora. Por supuesto, me fui haciendo más fuerte, más paciente conmigo mismo, pude ir conduciéndome mejor por la realidad, fui comprendiendo. El dolor persistía; el mal interior y exterior no dejaban de golpear, pero yo ya era otro ante estas duras pruebas. ¿Qué cambió? Que comencé a comprender y a vivir en mí la Cruz de Cristo. Cuando uno vislumbra la Pasión del Señor comienza a entender qué sentido puede tener el sufrimiento humano, cualquier sufrimiento humano. Entonces, uno ya no vuelve a sentirse solo en esas situaciones que más nos comprometen nuestra estabilidad emocional, moral y espiritual.
 
Es doloroso comprobar como en tantas ocasiones la falta de fe, de perspectiva trascendente, se lleva por delante espiritualmente a tantos con muchas capacidades humanas, objetivamente valiosas, pero que sucumben cuando no quieren dar el paso de abandonarse a Aquél que late en el fondo de nuestro corazón, cuya experiencia humana de dolor es fuente infinita de consuelo, acompañamiento, fuerza y esperanza. Ejerciendo sólo una libertad egocéntrica, no podremos con la vida cuando ésta se torne contra nuestras vanas seguridades. No todo el mundo tiene el genial talento de Borges para sublimar su sufrimiento mediante la actividad artística. Y aun él fue consciente de haber cometido el más grave pecado: no haber sabido ser feliz, no haber sabido vivir (su gran "remordimiento" -recuérdese su soneto así titulado-). Nunca supo responderse la pregunta que se formuló a sí mismo al final del poema. No lograrlo fue sin duda su mayor dolor, el mayor dolor humano.

jueves, 16 de febrero de 2017

Lecturas del día, jueves, 16 de febrero. Poema "Superficial" de Doiraje

Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (9,1-13):

Dios bendijo a Noé y a sus hijos diciéndoles: «Sed fecundos, multiplicaos y llenad la tierra. Todos los animales de la tierra y todas las aves del cielo os temerán y os respetarán; todos los reptiles del suelo y todos los peces del mar están a vuestra disposición. Todo lo que vive y se mueve os servirá de alimento: os lo entrego todo, lo mismo que los vegetales. Pero no comáis carne con sangre, que es su vida. Pediré cuentas de vuestra sangre, que es vuestra vida; se las pediré a cualquier animal. Y al hombre le pediré cuentas de la vida de su hermano. 
 
Quien derrame la sangre de un hombre,
por otro hombre será su sangre derramada; 
porque a imagen de Dios hizo él al hombre. 
 
Vosotros sed fecundos y multiplicaos, moveos por la tierra y dominadla». 
Dios dijo a Noé y a sus hijos: «Yo establezco mi alianza con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que os acompañan, aves, ganados y fieras, con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra. Establezco, pues, mi alianza con vosotros: el diluvio no volverá a destruir criatura alguna ni habrá otro diluvio que devaste la tierra». 
Y Dios añadió: «Esta es la señal de la alianza que establezco con vosotros y con todo lo que vive con vosotros, para todas las generaciones: pondré mi arco en el cielo, como señal de mi alianza con la tierra».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 101,16-18.19-21.29.22-23

R/.
El Señor desde el cielo se ha fijado en la tierra

Los gentiles temerán tu nombre;
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sion,
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones. R/.

Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte. R/.

Los hijos de tus siervos vivirán seguros,
su linaje durará en tu presencia.
Para anunciar en Sion el nombre del Señor,
y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan unánimes los pueblos
y los reyes para dar culto al Señor. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (8,27-33):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos le contestaron: «Unos, Juan el Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas». Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?». Tomando la palabra Pedro le dijo: «Tú eres el Mesías». Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días». Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro: «Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».

Palabra del Señor
 
Poema: 
Superficial de Doiraje
 
"El aguijón de la muerte es el pecado,
y la fuerza del pecado es la Ley."
(1Cor 15,56)

Todo es superficial a mi alrededor,
salvo el amor que mi esposa
inmerecidamente
me profesa.

Todo es vanidad, o falso, o prescindible,
las mil caras del pecado.
Yo mismo, persiguiendo a Dios,
me hago superficial por mi falta
de perseverancia; peor aún,
por mi falta de amor.

Soy un hombre recto y busco
en la rectitud la esencia
del Padre.
                  Y me pierdo
por los caminos del desfallecimiento,
del fracaso de no ser duro como el acero,
de ser frío como el acero.

Señor,
qué superficial soy cuando te busco.

miércoles, 15 de febrero de 2017

Lecturas del día, miércoles, 15 de febrero. Poema "Letanía del ciego que ve" de Antonio Colinas. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (8,6-13.20-22):

Pasados cuarenta días, Noé abrió la claraboya que había hecho en el arca y soltó el cuervo, que estuvo saliendo y retornando hasta que se secó el agua en la tierra. Después soltó la paloma, para ver si había menguado el agua sobre la superficie del suelo. Pero la paloma no encontró donde posarse y volvió al arca, porque todavía había agua sobre la superficie de toda la tierra. Él alargó su mano, la agarró y la metió consigo en el arca. Esperó otros siete días y de nuevo soltó la paloma desde el arca. Al atardecer, la paloma volvió con una hoja verde de olivo en el pico. Noé comprendió que el agua había menguado sobre la tierra. Esperó todavía otros siete días y soltó la paloma, que ya no volvió. El año seiscientos uno, el día primero del mes primero se secó el agua en la tierra. Noé abrió la claraboya del arca, miró y vio que la superficie del suelo estaba seca. Noé construyó un altar al Señor, tomó animales y aves de toda especie pura y los ofreció en holocausto sobre el altar. El Señor olió el aroma que aplaca y se dijo: «No volveré a maldecir el suelo a causa del hombre, porque la tendencia del corazón humano es mala desde la juventud. No volveré a destruir a los vivientes como acabo de hacerlo. Mientras dure la tierra no han de faltar siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 115,12-13.14-15.18-19

R/.
Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor. R/.

Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles. R/.

Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (8,22-26):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida. Y le trajeron a un ciego pidiéndole que lo tocase. Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: «¿Ves algo?». Levantando los ojos dijo: «Veo hombres, me parecen árboles, pero andan». Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a casa diciéndole que no entrase en la aldea.

Palabra del Señor
 
Poema:
Letanía del ciego que ve de Antonio Colinas
 
Que este celeste pan del firmamento
me alimente hasta el último suspiro.
Que estos campos tan fieros y tan puros
me sean buenos, cada día más buenos.
Que si en tiempo de estío se me encienden las manos
con cardos, con ortigas, que al llegar el invierno
los sienta como escarcha en mi tejado.

Que cuando me parezca que he caído,
porque me han derribado,
sólo esté arrodillándome en mi centro.
Que si alguien me golpea muy fuerte
sólo sienta la brisa del pinar, el murmullo
de la fuente serena.

Que si la vida es un acabar,
cual veleta, chirriando en lo más alto,
allá arriba me calme para siempre,
se disuelva mi hierro en el azul.

Que si alguien, de repente, vino para arrancarme
cuanto sembré y planté llorando por las nubes,
me torne en nube yo, me torne en planta,
que sean aún semillas mis dos ojos
en los ojos sin lágrimas del perro.

Que si hay enfermedad sirva para curarme,
sea sólo el inicio de mi renacimiento.
Que si beso y parece que el labio sabe a muerte,
amor venza a la muerte en ese beso.
Que si rindo mi mente y detengo mis pasos,
que si cierro la boca para decirte todo,
y dejo de rozar tu carne ya sembrada,
que si cierro los ojos y venzo sin luchar
(victoria en la que nada soy ni obtengo),
te tenga a ti, silencio de la cumbre,
o a ese sol abatido que es la nieve,
donde la nada es todo.

Que respirar en paz la música no oída
sea mi último deseo, pues sabed
que, para quien respira
en paz, ya todo el mundo
está dentro de él y en él respira.

Que si insiste la muerte,
que si avanza la edad, y todo y todos
a mi alrededor parecen ir marchándose deprisa,
me venza el mundo al fin en esa luz
que restalla.
Y su fuego me vaya deshaciendo como llama
de vela: con dulzura, despacio, muy despacio,
como giran arriba extasiados los planetas. 
 
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Breve comentario
 
No ver quizá sea la más grave incapacidad sensorial. Por ello la ceguera se ha constituido como el símbolo de todas las incapacidades, sobre todo cuando nos referimos a ámbitos que trascienden la sensorialidad. Ciego es el que no entiende, el que no se da cuenta, el que no sabe, el que no piensa, el que yerra... Así, cuando Jesús devuelve la vista a un ciego, quiere simbolizar que le devuelve las capacidades que tenía perdidas: vuelve a ver con sus ojos antes inútiles porque comienza a conocer, a distinguir, a poder decidir, a ser autónomo, a ser capaz.
 
Quien sale de la oscuridad se considera que vive una suerte de resurrección o de renacimiento. Pero estas realidades van mucho más allá de recuperar una función perdida. En tales situaciones lo que recuperamos es nuestro ser, nuestra naturaleza que, por las razones que fueran, perdimos o quedó dañada. Tal vez por esta razón este milagro es extraño en su ejecución, pues parece como si al Señor no le saliese bien a la primera. Lo hace por pasos. El ciego, en la primera palpación, sólo logra ver sombras o siluetas; se hace preciso que el Señor insista en su acción para que el milagro se realice plenamente. La resurrección o el renacimiento espiritual de una persona es una labor paulatina donde el Señor acompaña, y donde el alma asistida por Él se deja acompañar. Es más parecido a un lento aprendizaje, a un crecimiento, a una evolución paulatina. 
 
Ayer lo apuntaba en mi caso. Hace casi veinticinco años que Dios apareció (casi irrumpió) de forma clara en mi vida; pero tras todo ese tiempo sigo necesitando llevar gafas, sigo sin ver bien, sigo intuyendo formas cuando debería ver con claridad. Es cierto que mis grandes ojos ineficientes estaban sumidos en la oscuridad cuando Él comenzó a actuar en mi vida. Pero sigo peregrinando en esa incertidumbre de la que ayer hablábamos, que supone la caída una y otra vez, la caída porque no veo bien, no me veo bien, porque aún no me doy cuenta, porque aún no sé, a pesar de haber mejorado mucho desde la primera vez que comencé a ver.

Por ello, aspiro a seguir viendo mejor, y aspirando, como el ciego que ve del poema de Colinas, a seguir dejándome iluminar por el dueño de la luz de la Verdad y de la Vida. Es una aspiración, una esperanza puesta en que Él siga tocándome los ojos del alma para abrirme a lo que debo ver:
"Que este celeste pan del firmamento
me alimente hasta el último suspiro."

martes, 14 de febrero de 2017

Lecturas del día, martes, 14 de febrero. Poema "Contemplo" de Alfonso Costafreda. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13,46-49):

En aquellos días, Pablo y Bernabé dijeron a los judíos: «Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: "Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra."» Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y los que estaban destinados a la vida eterna creyeron. La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 116,1.2

R/.
Id al mundo entero y proclamad el Evangelio

Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos. R/.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,1-9):

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y, si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios."»

Palabra del Señor

Poema:
Contemplo de Alfonso Costafreda 

Contemplo
el monte frío,
la lenta paz,
la cumbre…


Mas volvería
a andar
el mismo camino,
a amar la misma tierra
honda y desposeída,
apasionadamente
la misma incertidumbre.


Breve comentario

Querámoslo o no, nuestra vida es un constante peregrinar. Solemos tener la idea de que peregrinar consiste en desplazarse de un sitio a otro, normalmente alejados entre sí. En su sentido trascendente, este viaje no implica tanto un movimiento físico (que muchas veces también) como espiritual. Los mejores viajes son los que se realizan "por dentro", como me decía un buen amigo. También son los más difíciles, pero, por ello mismo, los más apasionantes, si, claro, hemos tomado la dirección adecuada. El Señor en el pasaje de hoy nos propone un peregrinar por un camino, Su camino, y nos da unos consejos que lo que reflejan es que para recorrerlo sólo se necesita su presencia en los corazones de los que le sigan. Éste peregrinar con el Señor o en el Señor, aunque esté lleno de incertidumbres, es el más seguro que existe. Su compañía nos hace capaces de enfrentar todas las situaciones adversas, de verdadero peligro o sufrimiento, con la serenidad de quien sabe que en su caminar no está solo, aunque humanamente así sea. Desde la mera soledad cotidiana o la incomprensión de nuestro testimonio de fe hasta el martirio moral y físico, puede salirnos al paso cualquier realidad. Y también (y yo diría que sobre todo) nuestro cansancio, nuestras ganas de abandonar y de abandonarnos.

Insisto en la idea con la que comenzaba: todos peregrinamos, aunque no seamos conscientes de ello, aunque no sepamos cuál es nuestro viaje ni hacia dónde nos dirigimos, aunque ignoremos que viajamos siquiera. La vida, nuestra biografía es una constante evolución, un cambio, un crecimiento y en muchos casos una sucesión de comienzos, caídas y resurgimientos. Leyendo el evangelio de hoy y el poema de Costafreda con esa su belleza austera y silente (¡cómo me gusta la poesía callada, la que apenas enuncia, la que te deja un tímido eco en tu interior, pero que te hace vibrar más que un grito o una estruendosa declamación!), he recordado el camino de mi vida hasta llegar aquí. Reconozco que no ha sido una vida grata ni fácil, plagada de fracasos humanos, de decisiones equivocadas, de omisiones dolorosas, de mucha soledad desesperada, de tanto malentendido y hostilidad gratuita, evitable. Y sin embargo he llegado a buen puerto. Un puerto nada espectacular, un puerto al que nunca hubiera imaginado llegar, un puerto al que no habría merecido llegar si no fuera por que Él apareció en medio de mi noche. Y le seguí...; a mi modo, con mis debilidades y pecados, con las heridas de los caminos previos que intenté. A pesar de mi derrota y mis derrotas, cuando apareció, aun sin saber, supe que Él era el camino que me salvaría de mí mismo y de mi entorno.

Cuando ya afronto el tercio final de mi vida, que ocupará en su mayor parte mi vejez (si es que Dios me concede ese tiempo), puedo hacer mías cada palabra de este íntimo poema de Costafreda: volvería a amar "apasionadamente/ la misma incertidumbre", no porque ame mis errores y mis sufrimientos de juventud, sino porque ese fue el camino que Dios eligió para descubrirle. Ahora amo apasionadamente, con todos mis defectos, pecados y carencias, la incertidumbre de seguirle.