jueves, 30 de junio de 2016

Lecturas del día, viernes, 30 de junio. Poema "Rima VII" de Gustavo Adolfo Bécquer. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la profecía de Amós (7,10-17):

En aquellos días, Amasías, sacerdote de Casa-de-Dios, envió un mensaje a Jeroboam, rey de Israel: «Amós conjura contra ti en medio de Israel; la tierra ya no puede soportar sus palabras. Porque así predica Amós: "Morirá a espada Jeroboam. Israel saldrá de su país al destierro."»
Dijo Amasías a Amós: «Vidente, vete y refúgiate en tierra de Judá; come allí tu pan y profetiza allí. No vuelvas a profetizar en Casa-de-Dios, porque es el santuario real, el templo del país.»
Respondió Amós: «No soy profeta ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de higos. El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: "Ve y profetiza a mi pueblo de Israel." Y, ahora, escucha la palabra del Señor: Tú dices: "No profetices contra la casa de Israel, no prediques contra la casa de Isaac." Pues bien, así dice el Señor: "Tu mujer será deshonrada en la ciudad, tus hijos e hijas caerán a espada; tu tierra será repartida a cordel, tú morirás en tierra pagana, Israel saldrá de su país al destierro."»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 18

R/.
Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R/.

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R/.

La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R/.

Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,1-8):

En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. Le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: «¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados.»
Algunos de los escribas se dijeron: «Éste blasfema.»
Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: «¿Por qué pensáis mal? ¿Qué es más fácil decir: "Tus pecados están perdonados", o decir: "Levántate y anda"? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados.»
Dijo, dirigiéndose al paralítico: «Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa."» Se puso en pie, y se fue a su casa. Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.

Palabra del Señor
 
Poema:
Rima VII de Gustavo Adolfo Bécquer
 
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
               veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas
esperando la mano de nieve
               que sabe arrancarlas!

¡Ay! —pensé—, ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: “Levántate y anda”!
 

Breve comentario
 
Ayer acababa mi comentario haciendo una pregunta nada retórica: ¿qué hacemos con Dios hoy?, ¿qué le hacemos? Pues como hicimos con su Hijo hace dos mil años: crucificarlo. Crucificarlo cotidianamente con nuestras miserias, con nuestras debilidades, con toda la amplia gama de vilezas de las que somos capaces y que todos conocemos. Y todos es todos: del Papa para abajo, todos.
 
¿Y qué significa hoy crucificar, pues hoy a nadie se crucifica clavándolo de una cruz? Es destruir lo que es bello; es abortar lo que espera su plenitud y su momento; es matar lo que está lleno de vida; es sentirse orgulloso de la propia depravación; es apagar el alma que busca su sentido, la felicidad que le lleva a su salvación... En definitiva, es ir de forma radical contra la voluntad de Dios. Y de este horror somos capaces todos los hombres; insisto, del Papa para abajo, todos sin excepción. Y en cualquier momento, no sólo en situaciones de desesperación o de enajenamiento: con toda frialdad crucificamos el alma del hermano ¡y a veces en nombre de Dios!

¿Cuál es el milagro que hoy realiza el Señor?; ¿en qué consiste? En curar a un paralítico, en hacerle andar. Sí, eso es lo evidente, pero esto ¿qué significa? El Señor repite la idea una y otra vez: cura ciegos, cojos, mudos, hemorroísas, endemoniados de todo tipo... La clave no reside en lo que cura, en la cura como tal cura; no se trata tampoco de presentarse como un dios milagrero, que hace prodigios para suscitar la común admiración. Lo que Dios nos está diciendo con tanta reiteración (¡somos tan necios para entenderle, no menos que sus apóstoles!) es que su amor nos lleva a la plenitud que estamos buscando y para la que hemos sido creados. Sólo quien crea en Él, que abra su corazón y se deje hacer por Él, alcanzará el destino de amor y de infinitud que le tiene reservado. Porque existimos para ser amados por Dios, y para regalar ese amor a los demás, aunque sólo pueda ser de forma participada, en pálido reflejo de aquél del que procede. Entonces, como de suyo, el ser halla su camino natural de plenitud, y el paralítico andará, el ciego verá, el sordo oirá, el que odia amará, el que estaba muerto resucitará... El Señor sabe sacar de nosotros las mejores notas de nuestra arpa del alma, tal vez durante muchos años olvidada, sí.

Y nosotros, ¿en qué es en lo que estamos? Que cada uno responda en conciencia. 

miércoles, 29 de junio de 2016

Lecturas del día, miércoles, 29 de junio, de san Pedro y san Pablo. Poema "La lámpara de barro" de Antonio Colinas. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12,1-11):

En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él.
La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor y se iluminó la celda.
Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: «Date prisa, levántate.»
Las cadenas se le cayeron de las manos y el ángel añadió: «Ponte el cinturón y las sandalias.»
Obedeció y el ángel le dijo: «Échate el manto y sígueme.»
Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y al final de la calle se marchó el ángel.
Pedro recapacitó y dijo: «Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 33,2-3.4-5.6-7.8-9

R/.
El Señor me libró de todas mis ansias

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4,6-8.17-18):

Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,13-19):

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

Palabra del Señor
 
Poema:
La lámpara de barro de Antonio Colinas  
 
PADRE NUESTRO que estás, como monte de oro, 
en el prado de las eras. 
Padre nuestro que ya estás trillando 
dulcemente los ojos de los hombres 
en las eras de tu ausencia: 
ya hemos aceptado vivir en plenitud 
no sólo porque has sido el sembrador de astros 
sino porque tu nombre 
lo pronuncian aquí ásperamente 
la zarza y las heridas, 
cada piedra y el cierzo.

Por esta fidelidad a la palabra, 
por este reino pobre que es la palabra
que tenemos entre los labios,
deberías acrecentarnos un día la otra vida
con tus tesoros.
Hemos ido haciendo tu voluntad
un siglo y otro siglo
(¿cuándo no fuimos una espiga frágil
bajo tus tormentas?)
y aunque nuestros hermanos nos segaran a veces
las horas de mansedumbre que sembramos,
seguiremos sembrando,
seguiremos sembrando.


Quizá no hemos sabido captar con piedad
el suficiente pan que nos has dado,
y qué difícil va a ser que nos perdones
nuestras deudas ocultas,
mas haz que sea fácil perdonar
a los que no han podido o no han querido
desprenderse del odio en esta vida.
 

Bajo esta noche inmensa, tan llena de secretos,
a la que debemos nuestra libertad,
aún intentaremos no caer
en esa tentación tan fácil
de desear más de cuanto debemos.
Haz que el mal que nos queda pendiente,
que las pruebas últimas que nos reservas,
nos sepan a nada,
y así serán un día nuestras nadas tu todo.
 

Para los que seguimos buscando tus huellas 
por la ceniza de los montes talados,
por los senderos nocturnos de espinos,
que venga a nuestro encuentro
tu lámpara de barro,
tu lucerna encendida.
Habrá llegado, al fin, la hora de mirarte a los ojos
desde las cuencas vacías de los nuestros.
(Aún así, te veremos.)
Y, ya en la sima oscura,
la palabra más fiel nos salvará por siempre,
pronunciaremos el más dulce ruego:
ábrenos a otra vida, siléncianos, remánsanos
en ese mar de luz o fuego blanco
del que nada sabemos,
del que esperamos todo.


Breve comentario

¡Qué difícil, qué dificilísimo, es que se abra la verdad en este mundo! ¿Quién dice la gente que es Dios? Literalmente cualquier cosa, pues sus respuestas vendrán dadas por la oscuridad de cada alma entregada o aprisionada, según sea su voluntad, al error o a la mentira. No se trata de simples malentendidos: no se entiende, porque no se quiere entender. Si me ocurre a mí, que no soy nadie, que las palabras de este blog las entienden mis vecinos de barrio y de parroquia (sobre todo éstos) como quieren (nunca como Dios les hubiera dado a entender); si soy malísimo porque saludo y me paro a hablar, si lo soy porque no me detengo; si me esperan con los perros sueltos a la salida del médico, a la vuelta de cada esquina, para tener la última victoria o la última humillación que les recompense de tanta falta de libertad que les impongo; si bajo a la piscina de mi urbanización, malo; si no bajo, peor. Si he de reirle las gracias al párroco en sus homilías y al coadjutor en lo que sea menester, al jardinero, al vecino del 5º o a la que le gusto o le apetezco, porque de lo contrario se sienten brutalmente cuestionados; si me he de confesar obligadamente con aquéllos, aunque no comprendan nada de mis sufrimientos, y sin que ningún canon eclesiástico obligue a tales fidelidades; pero si he de ser sociable, pero si no lo soy; pero si miro el reloj en un lugar inadecuado, soy malo malísimo... ¡Y esto no siendo nadie!... ¡Qué no harán con Dios!

Pero, sí, hermano poeta, seguiremos sembrando, seguiremos sembrando, pues sólo contamos con el arma de la palabra para ello. Y en mi caso sólo son prestadas (eso ya no me importa) . En fin, como dices, no deseemos más de lo debido. Pero, por favor, Señor:

"Haz que el mal que nos queda pendiente,
que las pruebas últimas que nos reservas,
nos sepan a nada,
y así serán un día nuestras nadas tu todo."


¡Que así sea! 

martes, 28 de junio de 2016

Lecturas del día, martes, 28 de junio. Poema "El espejo ovalado" de María Elvira Lacaci. Breve comentario


Primera lectura

Lectura de la profecía de Amós (3,1-8;4,11-12):

Escuchad esta palabra que dice el Señor, hijos de Israel, a todas las familias que saqué de Egipto:
«A vosotros solos os escogí, entre todas las familias de la tierra; por eso os tomaré cuentas por vuestros pecados. ¿Caminan juntos dos que no se conocen? ¿Ruge el león en la espesura sin tener presa? ¿Alza su voz el cachorro en la guarida sin haber cazado? ¿Cae el pájaro por tierra si no hay una trampa? ¿Salta la trampa del suelo sin haber atrapado? ¿Suena la trompeta en la ciudad sin que el pueblo se alarme? ¿Sucede una desgracia en la ciudad que no la mande el Señor? Que no hará cosa el Señor sin revelar su plan a sus siervos, los profetas. Ruge el león, ¿quién no teme? Habla el Señor, ¿quién no profetiza? Os envié una catástrofe como la de Sodoma y Gomorra, y fuisteis como tizón salvado del incendio, pero no os convertisteis a mí –oráculo del Señor–. Por eso, así te voy a tratar, Israel, y, porque así te voy a tratar, prepárate a encararte con tu Dios.»

Palabra de Dios

Salmo

Salmo 5,5-8

R/.
Señor, guíame con tu justicia

Tú no eres un Dios que ame la maldad,
ni el malvado es tu huésped,
ni el arrogante se mantiene en tu presencia. R/.

Detestas a los malhechores,
destruyes a los mentirosos;
al hombre sanguinario y traicionero
lo aborrece el Señor. R/.

Pero yo, por tu gran bondad,
entraré en tu casa,
me postraré ante tu templo santo
con toda reverencia. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,23-27):

En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él dormía.
Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole: «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!»
Él les dijo: «¡Cobardes! ¡Qué poca fe!»
Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma.
Ellos se preguntaban admirados: «¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!»

Palabra del Señor

Poema:
El espejo ovalado de María Elvira Lacaci

Un espejo ovalado.
Un radiador pequeño de calefacción.
Mis manos calentándose.
Mis ojos
se clavaron en él.
Un rostro, que no reconocí,
me miraba
paralíticamente avejentado.

Afloraba
a los oscuros ojos de aquel rostro
un profundo dolor
que venía de adentro. Que era oscuro y tenaz.
Cristalizó.
Y, en forma de agua amarga,
resbaló
hasta la piel de mis zapatos húmedos.

Un caos
de innumerables dardos afilados
castigó mis sentidos.
Con las manos abiertas golpeé la pared
de ambos lados del espejo ovalado.
                ¡Dios es bueno!
Me asusté de mi grito.
Los dueños de la casa al otro lado...
Acerqué mis oídos al tabique azotado.
La radio transmitía un estridente mambo.
Respiré sosegada. Me arrojé sobre el lecho.
Y miré largo rato
los fantasmas
que la humedad
había dibujado sobre las paredes.

Breve comentario

¿De qué mar, de qué naufragios nos habla el Señor en este pasaje memorable? El mar es una de las realidades naturales más bellas y poderosas que existen. Como el propio ser humano. En sintonía con las lecturas de estos dos últimos días, la atención la debemos dirigir hacia aquello que nos impide vivir la presencia de Cristo en nuestras vidas. No hay peor naufragio que una vida sin Dios. Entonces, vamos a la deriva, a merced de nuestros impulsos, instintos, miedos, errores, vacíos, heridas... Y podemos perdernos en tales tempestades hasta ahogarnos.

¿Qué mar desea el Señor que anide en nuestras almas? Aquel en el que podamos navegar hacia Él, confiados en su dirección, como el timonel de nuestras vidas. A veces, en mitad de un sinfín de problemas nos sentimos perdidos, desbordados, abandonados incluso a nuestra suerte. A nuestra suerte y a nuestra muerte. Y, sí, nos acobardamos, pues ponemos en nuestras fuerzas todas las esperanzas, ¡como si fueran nuestras! Entonces, nos asustamos y vemos el naufragio como algo inminente. Sólo cuando volvemos nuestra mirada a Dios, cuando dejamos a un lado nuestra ilusión de omnipotencia o nuestra desconfianza a lo que no controlamos, podemos volver a ver la realidad como es y no como la imaginamos. Puede ser que el mar esté bravío en verdad, o puede ser también que, como en el dicho popular, nos ahoguemos en un vaso de agua; en cualquier caso, sabremos actuar, pues será Dios quien ya nos habite. La presencia real de Dios en nuestro corazón nos hace superar todo naufragio, vengan como vengan o sean como sean las aguas de nuestros sufrimientos.

El poema de Elvira (qué profunda es siempre la poesía de las mujeres, ¡incluso las de aquellas que son capaces de expresarla!) se describe solo. Lo que comente, estropearía su magia. Una vida de sufrimiento y soledad resumida en la contemplación ante el espejo de su rostro prematuramente envejecido. Pero ni siquiera la dura contemplación del derrumbe de su feminidad, la hace dudar de la bondad de Dios. Y símbolo de los tiempos que vivimos, se preocupa de que los vecinos la hayan oído proclamar tal verdad: es de locos gritar que Dios es bueno tras una vida nada fácil; no perder la fe ante la ruina, el naufragio de la propia belleza corporal. Esa mujer que se deja caer, agotada, en su cama, en su humilde habitación con humedades y pequeño radiador, se halla en la cumbre de su feminidad más excelsa, más mujer que nunca, más bella que nunca, más querida por Dios que nunca. No naufragó.

lunes, 27 de junio de 2016

Lecturas del día, lunes, 27 de junio. Poema "Desde dentro" de Manuel Pinillos. Breve comentario



Primera lectura

Lectura de la profecía de Amós (2,6-10.13-16):

Así dice el Señor: «A Israel, por tres delitos y por el cuarto, no le perdonaré: porque venden al inocente por dinero y al pobre por un par de sandalias; revuelcan en el polvo al desvalido y tuercen el proceso del indigente. Padre e hijo van juntos a una mujer, profanando mi santo nombre; se acuestan sobre ropas dejadas en fianza, junto a cualquier altar, beben vino de multas en el templo de su Dios. Yo destruí a los amorreos al llegar ellos; eran altos como cedros, fuertes como encinas; destruí arriba el fruto, abajo la raíz. Yo os saqué de Egipto, os conduje por el desierto cuarenta años, para que conquistarais el país amorreo. Pues mirad, yo os aplastaré en el suelo, como un carro cargado de gavillas; el más veloz no logrará huir, el más fuerte no sacará fuerzas, el soldado no salvará la vida; el arquero no resistirá, el más ágil no se salvará, el jinete no salvará la vida; el más valiente entre los soldados huirá desnudo aquel día.» Oráculo del Señor.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 49

R/.
Atención, los que olvidáis a Dios

«¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?» R/.

«Cuando ves un ladrón, corres con él;
te mezclas con los adúlteros;
sueltas tu lengua para el mal,
tu boca urde el engaño.» R/.

«Te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre;
esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.» R/.

«Atención, los que olvidáis a Dios,
no sea que os destroce sin remedio.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.» R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,18-22):

En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de atravesar a la otra orilla. Se le acercó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.»
Otro, que era discípulo, le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.»
Jesús le replicó: «Tú, sígueme. Deja que los muertos entierren a sus muertos.»

Palabra del Señor

Poema:
Desde dentro de Manuel Pinillos 

Innumerables días, porque ahoga
la vida, inaguantablemente estéril,
porque el estar contigo es lo difícil 
apenas creo en ti, Dios de lo justo.
Digo: "no es, no existe, no me entero;
pues no llega hasta mí". ¡Perdóname!

Innumerables veces, cuando pienso 
que tú serías algo en que morir,
posando suavemente la cabeza,
para no oir, no ver, no continuar
este existente sacrificio, nadie
veo en tu sitio, nada está por ti
representado; estoy como escarbando
la luz vacía de los aires. ¡Dios,
los hombres somos esto que precisa 
una presencia, un brazo en que apoyar
la confianza! Yo te fui buscando 
en traza de calor. ¡Perdóname!

Ahora, ya creo que comprendo. Nada
me ayudará por ti, no te hallará 
mi continuada forma de buscarte.
Al menos, cuando pida con empeño
que me vengas a ver, que yo te vea,
mientras continuamente pienso en mí.
¡Nunca te encontraré cuando te exijo
que milagrosamente te me muestres,
siendo mi corazón el sitio solo
que cubro yo y no más -¡perdóname!-.

Cada vez que me digo: "Si lo hallase,
ahora, ahora mismo que el dolor continuo
es asfixiante, si me levantase
la feroz frente que en herirse hoza,
parece así gozarse, insiste, acaso
el encuentro divino, deslumbrante, 
sería salvador". Y en solitario
sin salirme de mí, pido que vengas,
y no vendrás porque no voy contigo;
sólo conmigo -y para eternamente-
con orgullosa soledad sedienta
de mí que soy mi dios. ¡Despiértame!

Tú no vendrás, no vienes, no nos dejas
que te veamos cuando nuestros ojos
están vueltos al fondo que nos quema
de amor -¿pero de quién?-, de amor perdido
de amor a nuestro amor, de amor que somos,
compactamente, sin partir, sin darlo,
para nosotros mismos, cielo y tierra
de nuestra sed. El ser que comprendemos,
porque, ¿a quién más quisimos comprender,
tan encerrados, incomunicados?

¿Cómo puedo saber que estás, que eres,
cómo puedo creer en ti, si solo
me veo yo y apenas creo en mí,
apenas sé de mí? Hazme, pues, ser,
extenderme, salir fuera, que es algo
como nacer del todo. ¡Sácame
de mí, que soy la muerte, pues la muerte
es la única existencia que en mí sé!
¡Sácame de mí mismo, despachándome;
que acaso, simplemente, tú eres todo,
-tú eres lo otro que no está en mí mismo-
y sólo con mirarlo seas nacido,
repartido allá fuera, claro como las cosas:
que basta con saber que están, y son,
y son ya, de una vez y para siempre!

Breve comentario

Ahora con Mateo repetimos el pasaje que ayer narró Lucas. Entonces, incidí en la idea de la prioridad de Dios sobre toda otra realidad o apego externo. No aludí a un obstáculo fundamental que se interpone en nuestro seguimiento de Cristo: nosotros mismos. Es éste el apego más formidable del que nacen todos los demás exteriores a la persona.

Nuestro yo es, por su propia naturaleza, la realidad más evidente que nos constituye. Sólo las personas que padecen de las psicosis más profundas e irreversibles no han logrado formar o integrar este elemento primario de nuestra naturaleza. Es a través de nuestro yo como sentimos y pensamos el mundo, como actuamos en él. Allí reside la fuente de todos nuestros proyectos y deseos; en él se concitan todos nuestros gozos y dolores, nuestras esperanzas y desesperaciones, nuestras ideas y nuestros vacíos, nuestros errores y nuestros aciertos. Imposible no apegarse a aquello que literalmente somos. Desprenderse de nuestro yo no sólo es una quimera budista de imposible satisfacción, sino que tampoco es deseable. Dios no quiere que renunciemos a cómo somos, o, mejor dicho, a cómo Él nos ha hecho. Dios lo que busca es que le dejemos entrar en nuestro mundo interior, en nuestra intimidad que nos define como ninguna otra cosa.

Es cierto que las tentaciones terrenales tienen como común característica el refuerzo de nuestro egoísmo, en el sentido más lato del término. Pero no sólo, como solemos imaginar en un primer momento, porque accedemos a placeres ilícitos o desordenados. También el sufrimiento es un obstáculo para esa salida de nosotros mismos. El dolor irresuelto, repetido, no elaborado, desconocido en su origen (o no) pero intenso en su vivencia, nos ata a nosotros mismos tanto o más que cualquier pecado de los que podamos imaginar. Es más, es una experiencia común que la comisión de innumerables pecados de cualquier tipo, no vienen determinados por una voluntad pecadora explícita, sino por heridas afectivas que siguen sangrando y que encuentran un muy precario consuelo o alivio al ceder a la tentación de los mismos.

Bien, pues de todo esto hay que salir, o dejar entrar a Dios. Cuando la persona sufre, da mucho miedo, por lo general, confiar, y más cuando, por experiencias pasadas, se asocia la confianza con un contexto en que se fue herido. La confianza se vuelve un terreno peligroso y temido: la persona se abre y crecen las posibilidades de que el otro nos dañe. Por desgracia, este mundo reafirma con creces en demasiadas ocasiones estas paranoides sospechas, este ambiente asfixiante y viciado que nos encierra en nosotros mismos.  El verdadero aprendizaje de fe, de conversión, de crecimiento espiritual es precisamente éste, el de atrevernos a bajar nuestras defensas (y nuestras ofensas, cuando pecamos con total anuencia de nuestra voluntad), a pesar de nuestras heridas, de nuestras soledades, de nuestras muertes, como nos dice hoy el poeta. Y ello se hace posible, a pesar incluso de las peores experiencias, por la naturaleza del objeto hacia el que queremos comunicarnos, dejarle entrar: Aquel que no falla nunca, cuyo Amor es puro, sin doblez, sin hipocresías, sin manipulaciones, pura entrega carente de todo egoísmo. Mientras no sea así, siempre en nuestra relación con Dios se interpondrá nuestro yo. Apoyémonos en el amor del Señor, que es cierto, que existe, que puede ser vivido por todo corazón, por muy dañado que se encuentre, para salir de nuestro centro, de esa fortaleza que sólo es capaz de realimentar nuestras miserias, nuestros torpes consuelos y nuestras huidas hacia ninguna parte. Pidámoselo al Señor con todo el corazón.

domingo, 26 de junio de 2016

Lecturas del día, domingo, 26 de junio. Poema "Distante plenitud II" de Pura Vázquez. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del primer libro de los Reyes (19,16b.19-21):

En aquellos días, el Señor dijo a Elías: «Unge profeta sucesor tuyo a Eliseo, hijo de Safat, de Prado Bailén.»
Elías se marchó y encontró a Eliseo, hijo de Safat, arando con doce yuntas en fila, él con la última. Elías pasó a su lado y le echó encima el manto.
Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías y le pidió: «Déjame decir adiós a mis padres; luego vuelvo y te sigo.»
Elías le dijo: «Ve y vuelve; ¿quién te lo impide?»
Eliseo dio la vuelta, cogió la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio; hizo fuego con los aperos, asó la carne y ofreció de comer a su gente; luego se levantó, marchó tras Elías y se puso a su servicio.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 15,1-2a.5.7-8.9-10.11

R/.
Tú, Señor, eres el lote de mi heredad

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano. R/.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R/.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R/.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (5,1.13-18):

Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado. Por tanto, manteneos firmes, y no os sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud. Hermanos, vuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche la carne; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor. Porque toda la Ley se concentra en esta frase: «Amarás al prójimo como a ti mismo.» Pero, atención: que si os mordéis y devoráis unos a otros, terminaréis por destruiros mutuamente. Yo os lo digo: andad según el Espíritu y no realicéis los deseos de la carne; pues la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Hay entre ellos un antagonismo tal que no hacéis lo que quisierais. En cambio, si os guía el Espíritu, no estáis bajo el dominio de la Ley.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,51-62):

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?»
Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo: «Sígueme.»
Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»
Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»

Palabra del Señor
 
Poema: 
Distante plenitud II de Pura Vázquez
 
Tú me quieres vencida, desgarrada,
sin vida y sin palabra. Tan vencida,
que sólo a Ti me enlazará la vida,
y a toda humana flor seré cerrada.
 
Abatida por Ti y arrebatada
el alma, el cuerpo. Víctima suicida
sin lucha ya, sin grito, sin  partida
para ganar, exhausta, limitada.
 
Tú me quieres arcángel, llama viva
para tu amor, transiéndome cautiva
en tu cárcel, trasunto de tu cielo.
 
Tú me quieres divina... ¿Por qué humana
me has sacado del barro, sombra vana,
sólo mujer, sin alas, sobre el suelo?
 
Breve comentario
 
El Señor nos llama. Pero no es una llamada cualquiera. No es la llamada de un amigo para compartir un día juntos o un viaje de placer. No es la llamada tampoco de la vocación profesional, del trabajo, de nuestros compromisos sociales a los cuales nos debemos y que nos esperan. No es ni siquiera la llamada del amor humano, del cónyuge con el que compartimos nuestra vida; no es la llamada tampoco de nuestros hijos, de nuestros padres, de todos aquellos que nos quieren o nos necesitan. La llamada de Dios es una llamada total que exige una entrega total, sin reservas. En unos casos, la entrega que nos pide es compatible con la formación de una familia, con la realización de un proyecto profesional, con compartir el tiempo y las atenciones con diversas realidades buenas y justas. Pero, aún siendo ese el caso, Dios ha de ser la prioridad sobre toda otra. Así, podremos enviudar, perder el trabajo, sobrevivir a nuestros hijos, caer en la ruina económica; pero Dios seguirá siendo fiel al amor que le profesamos, y nos acompañará siempre.
 
Dios nos hizo libres, y esa libertad que nos ha concedido presenta tres dimensiones. En primer lugar, capacidad de decisión, de respuesta ante su presencia. ¿Qué le decimos?: ¿que sí o que no? En segundo lugar, la libertad exige fidelidad, compromiso. Digo que sí, pero a ratos, según me convenga o así sean las circunstacias (uno no debe ser maximalista en nada...). Y en  tercer lugar, confianza: no podemos ser libres ni decidir gran cosa, ni mucho menos comprometerme con seriedad, si no soy capaz de confiar, de abrirme, de entregarme, para que el Señor haga plenamente en mí. Sólo entonces podré dejarlo todo para seguirle, o si Dios no nos lo pide, al menos ponerlo todo en función de su voluntad, todos nuestros apegos a esta vida, sean los que sean.
 
Tenemos un Dios exigente, sí, pero también infinitamente misericordioso, fiel, entregado. Si le abrimos nuestro corazón, no sólo no nos faltará de nada, sino que nos dará ya aquí el ciento por uno, aunque el hombre terrenal atado a las mil miserias que nos fascinan, no distinga los dones con que nos regala. Cuando sólo se tiene ojos para el mundo, la persona se queda ciega para ver la belleza de Dios.
 
El poema de Pura Vázquez me encanta especialmente por la gradación que presenta a medida que avanza la composición. Al principio, la poeta se queja porque Dios parece exprimirla  hasta la extenuación con sus exigencias ("Tú me quieres vencida, desgarrada,/sin vida y sin palabra. Tan vencida,/que sólo a Ti me enlazará la vida,/y a toda humana flor seré cerrada."). Pero en la medida que se va entregando sin ofrecer resistencia, va comprendiendo el destino a la que ha sido llamada ("Tú me quieres arcángel, llama viva/para tu amor (...). Tú me quieres divina..."). Es decir, el amor de Dios nunca aplasta, sino que nos trasciende, nos eleva, incluso nos diviniza en cuanto que nos hace reflejos de su amor para el mundo. Pero para eso debemos hacer pleno uso de nuestra libertad, y elegir bien, entregándonos confiadamente a su llamada, que será distinta para cada uno, pero siempre con Dios por delante en nuestras vidas. 

sábado, 25 de junio de 2016

Lecturas del día, sábado, 25 de junio. Poema "Teoría" de José Hierro. Breve comentario


Primera lectura

Lectura de las Lamentaciones (2,2.10-14.18-19):

El Señor destruyó sin compasión todas las moradas de Jacob, con su indignación demolió las plazas fuertes de Judá; derribó por tierra, deshonrados, al rey y a los príncipes. Los ancianos de Sión se sientan en el suelo silenciosos, se echan polvo en la cabeza y se visten de sayal; las doncellas de Jerusalén humillan hasta el suelo la cabeza. Se consumen en lágrimas mis ojos, de amargura mis entrañas; se derrama por tierra mi hiel, por la ruina de la capital de mi pueblo; muchachos y niños de pecho desfallecen por las calles de la ciudad. Preguntaban a sus madres: «¿Dónde hay pan y vino?», mientras desfallecían, como los heridos, por las calles de la ciudad, mientras expiraban en brazos de sus madres.
¿Quién se te iguala, quién se te asemeja, ciudad de Jerusalén? ¿A quién te compararé, para consolarte, Sión, la doncella? Inmensa como el mar es tu desgracia: ¿quién podrá curarte? Tus profetas te ofrecían visiones falsas y engañosas; y no te denunciaban tus culpas para cambiar tu suerte, sino que te anunciaban visiones falsas y seductoras.
Grita con toda el alma al Señor, laméntate, Sión; derrama torrentes de lágrimas, de día y de noche; no te concedas reposo, no descansen tus ojos. Levántate y grita de noche, al relevo de la guardia; derrama como agua tu corazón en presencia del Señor; levanta hacia él las manos por la vida de tus niños, desfallecidos de hambre en las encrucijadas.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 73

R/.
No olvides sin remedio la vida de tus pobres

¿Por qué, oh Dios, nos tienes siempre abandonados,
y está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño?
Acuérdate de la comunidad que adquiriste desde antiguo,
de la tribu que rescataste para posesión tuya,
del monte Sión donde pusiste tu morada. R/.

Dirige tus pasos a estas ruinas sin remedio;
el enemigo ha arrasado del todo el santuario.
Rugían los agresores en medio de tu asamblea,
levantaron sus propios estandartes. R/.

En la entrada superior
abatieron a hachazos el entramado;
después, con martillos y mazas,
destrozaron todas las esculturas.
Prendieron fuego a tu santuario,
derribaron y profanaron la morada de tu nombre. R/.

Piensa en tu alianza: que los rincones del país
están llenos de violencias.
Que el humilde no se marche defraudado,
que pobres y afligidos alaben tu nombre. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,5-17):

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.»
Jesús le contestó: «Voy yo a curarlo.»
Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy quién para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace.»
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los ciudadanos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.»
Y al centurión le dijo: «Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído.» Y en aquel momento se puso bueno el criado.
Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles. Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades.»

Palabra del Señor

Poema:
Teoría de José Hierro

Un instante vacío
de acción puede poblarse solamente
de nostalgia o de vino.
Hay quien lo llena de palabras vivas,
de poesía (acción
de espectros, vino con remordimiento).


Cuando la vida se detiene,
se escribe lo pasado o lo imposible
para que los demás vivan aquello
que ya vivió (o que no vivió) el poeta.
Él no puede dar vino,
nostalgia a los demás: sólo palabras.
Si les pudiese dar acción...


La poesía es como el viento,
o como el fuego, o como el mar.
Hace vibrar árboles, ropas,
abrasa espigas, hojas secas,
acuna en su oleaje los objetos
que duermen en la playa.
La poesía es como el viento,
o como el fuego, o como el mar:
da apariencia de vida
a lo inmóvil, a lo paralizado.
Y el leño que arde,
las conchas que las olas traen o llevan,
el papel que arrebata el viento,
destellan una vida momentánea
entre dos inmovilidades.

Pero los que están vivos,
los henchidos de acción,
los palpitantes de nostalgia o vino,
esos... felices, bienaventurados,
porque no necesitan las palabras,
como el caballo corre, aunque no sople el viento,
y vuela la gaviota, aunque esté seco el mar,
y el hombre llora, y canta,
proyecta y edifica, aun sin el fuego.

Breve comentario

Dios no suele dar puntada sin hilo. El pasaje del evangelio de hoy lo demuestra de un modo palmario. El Señor se encuentra con dos situaciones muy distintas que tienen en común la salvación de la enfermedad o de una probable muerte de dos personas. Una, es el criado de un militar romano; la otra, una mujer de avanzada edad, madre de la esposa de Pedro. Y aunque en cada uno obra con el mismo fin, curarlos, el modo que emplea es completamente diferente. 

En el caso del siervo del centurión es éste quien reclama la ayuda del Maestro. Y lo hace con la virilidad propia de un militar: con dignidad, humildad, disciplina y una nobilísima sinceridad. Le ruega al Señor su ayuda, pero no quiere molestarle lo más mínimo. El oficial sabe que el Señor puede curar a su criado si Él lo quiere con la palabra. No es preciso que se desplace a su casa, pues como militar sujeto a disciplina sabe que la autoridad del Maestro es tan alta con respecto a la suya que su casa no es digna de albergarle, ni menos aún de que se traslade a ella. Si él, oficial del ejército romano, ordena y le obedecen, y le ordenan y obedece, no hace falta que quien tenga autoridad, mucha más autoridad, sobre él deba estar presente para producir efectos. La austera fe de este viril guerrero impresiona al Señor; así, es el Señor quien accede o satisface a sus deseos (diríamos obedece) conmovido ante la nobleza ejemplar del corazón de este hombre, que se preocupa de su subordinado hasta el punto de presentarse ante, por así decir, el Jefe Supremo de todas las milicias. Como buen oficial, el centurión se preocupa con celo de sus soldados, como el Señor de sus criaturas. Este milagro se realiza con esa emoción sobria, austera, contenida, propia de los hombres sujetos a disciplina: Dé la orden, mi Señor, y mi criado se curará. No soy digno de que entre en mi casa, pero una palabra suya bastará para sanarlo. Yo mismo estoy sujeto a disciplina y ordeno y me obedecen, me ordenan y obedezco. Pocas bellezas más profundas en esta vida que la de las almas varoniles que se conducen con esta rectitud ejemplar, con esta verdad limpia, transparente, noble.

El caso de la suegra de Pedro es por completo distinto, pero con no menor carga de misericordia. Aquí es al contrario, el Señor acude a la casa de Pedro y se encuentra que la suegra se halla muy enferma. Sin palabras, sin nadie que se lo pida, toca la mano de la mujer y queda de inmediato sanada.

El amor de Dios hacia el hombre se expresa para todos y de todas las formas posibles: ante viriles militares, ante ancianas mujeres; con la sola palabra, como quien da una orden; y tocando, acariciando, mirando, acudiendo, en silencio. El amor de Dios es de una plasticidad y de una belleza infinita: da igual quiénes seamos, viriles o femeninos, gente volcada a la acción o contemplativos, Él nos ama a cada uno según como somos, y se adapta a nuestras peticiones o nuestras circunstancias, lee nuestras almas, sabe lo que nos hace falta, y sabe cómo curarnos del modo más adecuado. Bendito sea el Señor que ama a sus criaturas hasta ese punto.

Y, sí, la poesía participa un poco de esta magia divina de dar vida y belleza con la palabra adecuada. 

viernes, 24 de junio de 2016

Lecturas del día, viernes, 24 de junio, Natividad de san Juan Bautista. Poema "Prologuillos X" de León Felipe

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (49,1-6):

Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.» Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel –tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza–: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 138,1-3.13-14.15

R/.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente

Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R/.

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma. R/.

No desconocías mis huesos,
cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R/.

Segunda lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13,22-26):

En aquellos días, dijo Pablo: «Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: “Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos.” Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: “Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias.” Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios: A vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación.»

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,57-66.80):

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre.
La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

Palabra del Señor
 
Poema:
Prologuillos X de León Felipe
 
Yo te veo, Señor, con un hierro encendido
quemándome la carne hasta los huesos...
Sigue, Señor,
que de ese hierro
han salido
mis alas y mi verso. 

jueves, 23 de junio de 2016

Lecturas del día, jueves, 23 de junio. Poema "Invitación de Cristo" de Ángel González

Primera lectura

Lectura del segundo libro de los Reyes (24,8-17):

Cuando Jeconías subió al trono tenía dieciocho años, y reinó tres meses en Jerusalén. Su madre se llamaba Nejustá, hija de Elnatán, natural de Jerusalén. Hizo lo que el Señor reprueba, igual que su padre. En aquel tiempo, los oficiales de Nabucodonosor, rey de Babilonia, subieron contra Jerusalén y la cercaron. Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó a Jerusalén cuando sus oficiales la tenían cercada. Jeconías de Judá se rindió al rey de Babilonia, con su madre, sus ministros, generales y funcionarios. El rey de Babilonia los apresó el año octavo de su reinado. Se llevó los tesoros del templo y del palacio y destrozó todos los utensilios de oro que Salomón, rey de Israel, había hecho para el templo según las órdenes del Señor. Deportó a todo Jerusalén, los generales, los ricos –diez mil deportados–, los herreros y cerrajeros; sólo quedó la plebe. Nabucodonosor deportó a Jeconías a Babilonia. Llevó deportados, de Jerusalén a Babilonia, al rey y sus mujeres, sus funcionarios y grandes del reino, todos los ricos –siete mil deportados–, los herreros y cerrajeros –mil deportados–, todos aptos para la guerra. En su lugar nombró rey a su tío Matanías, y le cambió el nombre en Sedecías.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 78,1-2.3-5.8.9

R/.
Líbranos, Señor, por el honor de tu nombre

Dios mío, los gentiles han entrado en tu heredad,
han profanado tu santo templo,
han reducido Jerusalén a ruinas.
Echaron los cadáveres de tus siervos
en pasto a las aves del cielo,
y la carne de tus fieles a las fieras de la tierra. R/.

Derramaron su sangre como agua
en torno a Jerusalén, y nadie la enterraba.
Fuimos el escarnio de nuestros vecinos,
la irrisión y la burla de los que nos rodean.
¿Hasta cuándo, Señor?
¿Vas a estar siempre enojado?
¿Arderá como fuego tu cólera? R/.

No recuerdes contra nosotros
las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados. R/.

Socórrenos, Dios, salvador nuestro,
por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados
a causa de tu nombre. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,21-29):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Aquel día muchos dirán: "Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?" Yo entonces les declararé: 'Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados." El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.»
Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como los escribas.

Palabra del Señor
 
Poema:
Invitación de Cristo de Ángel González
  
Dijo:
         Comed, este es mi cuerpo.
         Bebed, esta es mi sangre.
 
Y se llenó su entorno por millares
de hienas,
de vampiros.

miércoles, 22 de junio de 2016

Lecturas del día, miércoles, 22 de junio. Poema "Precio" de Dulce María Loynaz. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del segundo libro de los Reyes (22,8-13;23,1-3):

En aquellos días, el sumo sacerdote Helcías dijo al cronista Safán: «He encontrado en el templo el libro de la Ley.»
Entregó el libro a Safán y éste lo leyó. Luego fue a dar cuenta al rey Josías: «Tus siervos han juntado el dinero que había en el templo y se lo han entregado a los encargados de las obras.»
Y le comunicó la noticia: «El sacerdote Helcías me ha dado un libro.»
Safán lo leyó ante el rey; y, cuando el rey oyó el contenido del libro de la Ley, se rasgó las vestiduras y ordenó al sacerdote Helcías, a Ajicán, hijo de Safán, a Acbor, hijo de Miqueas, al cronista Safán y a Asalas, funcionario real: «Id a consultar al Señor por mí y por el pueblo y todo Judá, a propósito de este libro que han encontrado; porque el Señor estará enfurecido contra nosotros, porque nuestros padres no obedecieron los mandatos de este libro cumpliendo lo prescrito en él.»
Ellos llevaron la respuesta al rey, y el rey ordenó que se presentasen ante él todos los ancianos de Judá y de Jerusalén. Luego subió al templo, acompañado de todos los judíos y los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, chicos y grandes. El rey les leyó el libro de la alianza encontrado en el templo. Después, en pie sobre el estrado, selló ante el Señor la alianza, comprometiéndose a seguirle y cumplir sus preceptos, normas y mandatos, con todo el corazón y con toda el alma, cumpliendo las cláusulas de la alianza escritas en aquel libro. El pueblo entero suscribió la alianza.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 118,33.34.35.36.37.40

R/.
Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes

Muéstrame, Señor,
el camino de tus leyes,
y lo seguiré puntualmente. R/.

Enséñame a cumplir tu voluntad
y a guardarla de todo corazón. R/.

Guíame por la senda de tus mandatos,
porque ella es mi gozo. R/.

Inclina mi corazón a tus preceptos,
y no al interés. R/.

Aparta mis ojos de las vanidades,
dame vida con tu palabra. R/.

Mira cómo ansío tus decretos:
dame vida con tu justicia. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,15-20):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidado con los falsos profetas; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis.»

Palabra del Señor
 
Poema:
Precio de Dulce María Loynaz
  
Toda la vida estaba
en tus pálidos labios...
Toda la noche estaba
en mi trémulo vaso...
 
Y yo cerca de ti,
con el vino en la mano,
ni bebí ni besé...
 
Eso pude: Eso valgo. 
 
Breve comentario
 
Somos lo que hacemos o lo que dejamos de hacer. Los actos son la prueba de verdad de lo que somos. Aunque esto puede ser matizable si lo consideramos más atentamente, pues se puede mentir también con nuestros actos, es en esencia una gran verdad. En todo debe haber correspondencia entre nuestro interior y nuestro exterior. Si ello debe ser así en toda circunstancia, mucho más cuando tratamos de nuestra relación con Dios y de la expresión de nuestra fe. No pueden caber, entonces, dudas, contradicciones o inconsistencias. El pecado es el gran contradictor de nuestro corazón, y por eso es pecado. No podemos llamar al pecado virtud, a lo malo bueno, y cercanía a lo que nos aleja de Dios. La verdad siempre es de una sencillez y solidez pasmosa: no se cosechan uvas de las zarzas ni higos de los cardos; lo que es malo no puede generar nada bueno, y lo que es bueno no puede dar frutos malos. La verdad es así de simple, y todos podemos entenderla sin mayor preparación.
 
Hoy he elegido este poema de Loynaz que incide en esta idea de que somos lo que hacemos. Pero también lo que no hacemos, la omisión de actuar cuando es debido. Es esta una muy presente tentación en nuestros ámbitos. Se puede pecar por acción, pero no menos por omisión, y dejar de hacer algo debido es también una forma de actuar. Todos somos responsables de nuestros actos, tanto por acción como por omisión. Que nuestra forma de presentarnos y manifestarnos en este mundo hable con coherencia de lo que anida en nuestro corazón, y con el salmista (Sal 50) roguemos que Dios nos conceda un corazón puro, para que nuestros actos reflejen de forma fidedigna nuestra fe y nuestro compromiso con la verdad. Que así sea.

martes, 21 de junio de 2016

Lecturas del día, martes, 21 de junio. Poema "Salmo XXVI" de Francisco de Quevedo. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del segundo libro de los Reyes (19,9b-11.14-21.31-35a.36):

En aquellos días, Senaquerib, rey de Asiria, envió mensajeros a Ezequías, para decirle: «Decid a Ezequias, rey de Judá: "Que no te engañe tu Dios en quien confías, pensando que Jerusalén no caerá en manos del rey de Asiria. Tú mismo has oído hablar cómo han tratado los reyes de Asiria a todos los países, exterminándolos, ¿y tú te vas a librar?"»
Ezequías tomó la carta de mano de los mensajeros y la leyó; después subió al templo, la desplegó ante el Señor y oró: «Señor, Dios de Israel, sentado sobre querubines; tú solo eres el Dios de todos los reinos del mundo. Tú hiciste el cielo y la tierra. Inclina tu oído, Señor, y escucha; abre tus ojos, Señor, y mira. Escucha el mensaje que ha enviado Senaquerib para ultrajar al Dios vivo. Es verdad, Señor: los reyes de Asiria han asolado todos los países y su territorio, han quemado todos sus dioses, porque no son dioses, sino hechura de manos humanas, leño y piedra, y los han destruido. Ahora, Señor, Dios nuestro, sálvanos de su mano, para que sepan todos los reinos del mundo que tú solo, Señor, eres Dios.»
Isaías, hijo de Amós, mandó a decir a Ezequías: «Así dice el Señor, Dios de Israel: "He oído lo que me pides acerca de Senaquerib, rey de Asiria. Ésta es la palabra que el Señor pronuncia contra él: Te desprecia y se burla de ti la doncella, la ciudad de Sión; menea la cabeza a tu espalda la ciudad de Jerusalén. Pues de Jerusalén saldrá un resto, del monte Sión los supervivientes. ¡El celo del Señor lo cumplirá! Por eso, así dice el Señor acerca del rey de Asiria: No entrará en esta ciudad, no disparará contra ella su flecha, no se acercará con escudo ni levantará contra ella un talud; por el camino por donde vino se volverá, pero no entrará en esta ciudad –oráculo del Señor–. Yo escucharé a esta ciudad para salvarla, por mi honor y el de David, mi siervo.»
Aquella misma noche salió el ángel del Señor e hirió en el campamento asirio a ciento ochenta y cinco mil hombres. Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento, se volvió a Nínive y se quedó allí.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 47,2-3a.3b-4.10-11

R/.
Dios ha fundado su ciudad para siempre

Grande es el Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios.
Su monte santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra. R/.

El monte Sión, vértice del cielo,
ciudad del gran rey.
Entre sus palacios, Dios
descuella como un alcázar. R/.

Oh Dios, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo:
como tu renombre, oh Dios,
tu alabanza llega al confín de la tierra;
tu diestra está llena de justicia. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,6.12-14):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozaros. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas. Entrad por la puerta estrecha. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.»

Palabra del Señor

Poema:
Salmo XXVI de Francisco de Quevedo

Después de tantos ratos mal gastados,
tantas obscuras noches mal dormidas;
después de tantas quejas repetidas,
tantos suspiros tristes derramados;


Después de tantos gustos mal logrados
y tantas justas penas merecidas;
después de tantas lágrimas perdidas
y tantos pasos sin concierto dados,


sólo se queda entre las manos mías
de un engaño tan vil conocimiento,
acompañado de esperanzas frías.


Y vengo a conocer que en el contento
del mundo, compra el alma en tales días,
con gran trabajo, su arrepentimiento.


Breve comentario

En pasaje tan breve como el de hoy del evangelio, cuánta densidad de contenido expresado sin ambages. Primero, hay que saber darse, no tanto por elitismo, como porque lo que damos, lo más valioso, no todo el mundo está dispuesto ni preparado para aceptarlo. No debemos exponernos gratuitamente cuando no se dan las condiciones mínimas de recepción del mensaje. En segundo lugar, y consecuencia de lo anterior, el respeto debe presidir las relaciones con el otro. Si no se parte de ese principio elemental ("Tratad a los demás como queréis que ellos os traten"), no puede darse en verdad relación humana alguna. Y por último, la invitación a entrar por la puerta estrecha de la salvación, eludiendo la ancha anchísima del pecado. Los tres consejos están interrelacionados y son pautas de acción para el día a día del cristiano en medio de un mundo que siempre ha sido más o menos hostil (hoy en grado extremo) al mensaje cristiano.

Huelga decir que debemos pedir la gracia que nos conceda cumplirlos, pues por nuestras propias fuerzas no cumpliremos ninguno de los tres.

lunes, 20 de junio de 2016

Lecturas del día, lunes, 20 de junio. Poema "Muerte" de Federico García Lorca. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del segundo libro de los Reyes (17,5-8.13-15a.18):

En aquellos días, Salmanasar, rey de Asiria, invadió el país y asedió a Samaria durante tres años. El año noveno de Oseas, el rey de Asiria conquistó Samaria, deportó a los israelitas a Asiria y los instaló en Jalaj, junto al Jabor, río de Gozán, y en las poblaciones de Media. Eso sucedió porque, sirviendo a otros dioses, los israelitas habían pecado contra el Señor, su Dios, que los había sacado de Egipto, del poder del Faraón, rey de Egipto; procedieron según las costumbres de las naciones que el Señor había expulsado ante ellos y que introdujeron los reyes nombrados por ellos mismos.
El Señor había advertido a Israel y Judá por medio de los profetas y videntes: «Volveos de vuestro mal camino, guardad mis mandatos y preceptos, siguiendo la ley que di a vuestros padres, que les comuniqué por medio de mis siervos, los profetas.»
Pero no hicieron caso, sino que se pusieron tercos, como sus padres, que no confiaron en el Señor, su Dios. Rechazaron sus mandatos y el pacto que había hecho el Señor con sus padres, y las advertencias que les hizo. El Señor se irritó tanto contra Israel que los arrojó de su presencia. Sólo quedó la tribu de Judá.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 59,3.4-5.12-13

R/.
Que tu mano salvadora, Señor, nos responda

Oh Dios, nos rechazaste
y rompiste nuestras filas;
estabas airado,
pero restáuranos. R/.

Has sacudido y agrietado el país:
repara sus grietas, que se desmorona.
Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo,
dándole a beber un vino de vértigo. R/.

Tú, oh Dios, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas.
Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil.
Con Dios haremos proezas,
él pisoteará a nuestros enemigos. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,1-5):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No juzguéis y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Déjame que te saque la mota del ojo", teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.»

Palabra del Señor
 
Poema:
Muerte de Federico García Lorca 
 
¡Qué esfuerzo!
¡Qué esfuerzo del caballo por ser perro!
¡Qué esfuerzo del perro por ser golondrina!
¡Qué esfuerzo de la golondrina por ser abeja!
¡Qué esfuerzo de la abeja por ser caballo!
Y el caballo,
¡qué flecha aguda exprime de la rosa!,
¡qué rosa gris levanta de su belfo!
Y la rosa,
¡qué rebaño de luces y alaridos
ata en el vivo azúcar de su tronco!
Y el azúcar,
¡qué puñalitos sueña en su vigilia!
Y los puñales,
¡qué luna sin establos, qué desnudos!,
piel eterna y rubor, andan buscando.
Y yo, por los aleros,
¡qué serafín de llamas busco y soy!
Pero el arco de yeso,
¡qué grande, qué invisible, qué diminuto!,
sin esfuerzo.
 
Breve comentario
 
La hipocresía quizá sea una de las formas más insidiosas de la mentira. Y en tanto que mentira, un modo de destrucción de nuestro espíritu, un tipo de muerte. Es más grave si cabe cuando el hipócrita desempeña un papel de referente, de autoridad, de liderazgo sobre otros. Como no hay quien no tenga algo en el ojo, sea mota o viga, debemos partir siempre de nuestra insuficiencia para dirigirnos a los demás. Esto no quiere decir que no se puede ejercer una sana dirección o una autoridad legítima porque seamos imperfectos. Si así fuera, no habría pastor alguno en la Iglesia, ni tampoco en la sociedad civil juez, maestro, gobernante o policía. No se trata de ser perfectos para ser irreprochables. Perfecto sólo es Dios, y la Virgen María en su obediencia. Se trata de que no perdamos de vista nuestras limitaciones para no envanecernos frente al otro. 
 
Si se ha de juzgar al otro, primero juzguémonos. Sólo se aprende a observar la realidad cuando antes se ha aprendido a observarse a sí mismo. Así nos vamos conociendo. Como comentaba un viejo profesor de mi especialidad, un criterio de salud mental que nunca debe estar ausente es aquel que define la capacidad de la persona para distinguir qué entornos y experiencias le convienen y cuáles no. Quien no tenga claro esto, está muy mal. Primero he de saber quién soy para saber quiénes son los demás. Y aunque este conocimiento se alcanza en la relación con ellos, con nuestro entorno, siempre es en nosotros donde comienza ese proceso de adquisición de una identidad individual. La interrelación nunca disuelve la entidad individual.
 
Esto tiene su importancia, pues si buena parte de lo que somos procede de las experiencias que hemos vivido con personas afectivamente significativas en momentos iniciales o tempranos de nuestra vida (no necesariamente sólo la infancia), esto apunta al peso que tienen en la formación de la personalidad de cada uno los juicios externos. Doy fe que recuperar a una persona adulta de juicios perniciosos en su etapa de formación es algo verdaderamente duro y costoso, tanto en tiempo como en dolor psíquico (también en lo económico). Mucho cuidado, pues, con nuestros juicios, con la hipocresía y los dobles lenguajes. Como digo, es una de las formas más insidiosas de la mentira y de destrucción del otro.

domingo, 19 de junio de 2016

Lecturas del día, domingo, 19 de junio. Poema "El pecador pregunta a Cristo" de Cecilia del Nacimiento

Primera lectura

Lectura de la profecía de Zacarías (12,10-11;13,1):

Así dice el Señor: «Derramaré sobre la dinastía de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de clemencia. Me mirarán a mí, a quien traspasaron, harán llanto como llanto por el hijo único, y llorarán como se llora al primogénito. Aquel día será grande el luto en Jerusalén, como el luto de Hadad-Rimón en el valle de Meguido.» Aquel día, se alumbrará un manantial, a la dinastía de David y a los habitantes de Jerusalén, contra pecados e impurezas.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 62

R/. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R/.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R/.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R/.

Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (3,26-29):

Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Los que os habéis incorporado a Cristo por el bautismo os habéis revestido de Cristo. Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús. Y, si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos de la promesa.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,18-24):

Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Pedro tomó la palabra y dijo: «El Mesías de Dios.»
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.»
Y, dirigiéndose a todos, dijo: «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.»

Palabra del Señor
 
Poema:
El pecador pregunta a Cristo de Cecilia del Nacimiento
 
¿De dónde venís alto?  De la altura.
¿Qué motivo traéis?  De enamorado.
¿Y qué librea es ésa?  De encarnado.
¿Y quién os la vistió?  La Virgen pura.

¿A qué venís, Creador?  A la creatura.
¿Y quién os trajo al suelo?  Su pecado.
¿De quién recibís fuerzas?  De mi grado.
¿Por qué?  Por dar reparo a mi hechura.

¿Qué tal halláis el alma?  Endurecida.
¿Por qué la hacéis bien?  Porque es mi oficio.
¿Qué tanto es vuestro amor?  Es sin medida.

¿Con qué os le pagarán?  Con buen servicio.
¿Qué más harán por vos?  Darme su vida.
Pues yo les di la mía en sacrificio.

sábado, 18 de junio de 2016

Lecturas del día, sábado, 18 de junio. Poema "La casa de los pobres es como un tabernáculo..." de Rainer Maria Rilke. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del segundo libro de las Crónicas (24,17-25):

Cuando murió Yehoyadá, las autoridades de Judá fueron a rendir homenaje al rey, y éste siguió sus consejos; olvidando el templo del Señor, Dios de sus padres, dieron culto a las estelas y a los ídolos. Este pecado desencadenó la cólera de Dios contra Judá y Jerusalén. Les envió profetas para convertirlos, pero no hicieron caso de sus amonestaciones.
Entonces el espíritu de Dios se apoderó de Zacarías, hijo del sacerdote Yehoyadá, que se presentó ante el pueblo y le dijo: «Así dice Dios: ¿Por qué quebrantáis los preceptos del Señor? Vais a la ruina. Habéis abandonado al Señor, y él os abandona.»
Pero conspiraron contra él y lo lapidaron en el atrio del templo por orden del rey. El rey Joás, sin tener en cuenta los beneficios recibidos de Yehoyadá, mató a su hijo, que murió diciendo: «¡Que el Señor juzgue y sentencie!»
Al cabo de un año, un ejército de Siria se dirigió contra Joás, penetró en Judá, hasta Jerusalén, mató a todos los jefes del pueblo y envió todo el botín al rey de Damasco. El ejército de Siria era reducido, pero el Señor le entregó un ejército enorme, porque el pueblo había abandonado al Señor, Dios de sus padres. Así se vengaron de Joás. Al retirarse los sirios, dejándolo gravemente herido, sus cortesanos conspiraron contra él para vengar al hijo del sacerdote Yehoyadá. Lo asesinaron en la cama y murió. Lo enterraron en la Ciudad de David, pero no le dieron sepultura en las tumbas de los reyes.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 88,4-5.29-30.31-32.33-34

R/.
Le mantendré eternamente mi favor

Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.» R/.

«Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable;
le daré una posteridad perpetua
y un trono duradero como el cielo.» R/.

«Si sus hijos abandonan mi ley
y no siguen mis mandamientos,
si profanan mis preceptos
y no guardan mis mandatos.» R/.

«Castigaré con la vara sus pecados
y a latigazos sus culpas;
pero no les retiraré mi favor
ni desmentiré mi fidelidad.» R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,24-34):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: No estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos.»

Palabra del Señor

Poema:
"La casa de los pobres es como un tabernáculo..." de Rainer Maria Rilke 

La casa de los pobres es como un tabernáculo.
En ella se convierte en comida lo eterno,
y cuando ya atardece se vuelve suavemente,
en un extenso círculo, hacia sí,
entrando en su interior, lleno de ecos, despacio.

La casa de los pobres es como un tabernáculo.

La casa de los pobres es cual una mano de un niño.
No coge lo que piden los mayores;
sólo un escarabajo con pinzas adornadas,
cantos redondeados, que andaban por el río,
la arena, que corría, y conchas, que sonaban;
está colgada, como una balanza, 
y anuncia el más ligero recibir,
lentamente oscilando sus platillos.

La casa de los pobres es cual una mano de un niño.

Y cual la tierra es la casa del pobre:
la esquirla de un cristal futuro,
ya diáfano, ya oscuro, al caer, en la huida;
pobre cual la caliente pobreza de un establo;
y sin embargo hay tardes en las que ella lo es todo,
y todas las estrellas de ella emanan.
  
Des Armen Haus ist wie ein Altarschrein.

Des Armen Haus ist wie ein Altarschrein.
Drin wandelt sich das Ewige zur Speise,
und wenn der Abend kommt, so kehrt es leise
zu sich zurück in einem weiten Kreise
und geht voll Nachklang langsam in sich ein.

Des Armen Haus ist wie ein Altarschrein.

Des Armen Haus ist wie des Kindes Hand.
Sie nimmt nicht, was Erwachsene verlangen;
nur einen Käfer mit verzierten Zangen,
den runden Stein, der durch den Bach gegangen,
den Sand, der rann, und Muscheln, welche klangen;
sie ist wie eine Waage aufgehangen
und sagt das allerleiseste Empfangen
langschwankend an mit ihrer Schalen Stand.

Des Armen Haus ist wie des Kindes Hand.

Und wie die Erde ist des Armen Haus:
Der Splitter eines künftigen Kristalles,
bald licht, bald dunkel in der Flucht des Falles;
arm wie die warme Armut eines Stalles, -
und doch sind Abende: da ist sie alles,
und alle Sterne gehen von ihr aus. 

Breve comentario  

Señor es aquel que ostenta un poder sobre una cierta realidad (personas, territorios, etc.). Significa, pues, aquello hacia el cual los que no son señores deben rendir un cierto tributo, un servicio, una obediencia. En el mundo, simbólica o realmente, existen muchos señores que nos dominan o que pueden hacerlo. Cada pecado capital designa a uno de ellos de un modo más o menos explícito. Pero es el dinero, sin duda, uno de los más "poderosos caballeros", que diría en un poema famoso nuestro Quevedo. El dinero es el gran señor de este mundo, el que permite abrir todas las puertas, el que hace posible corromper todas las almas, precisamente por su capacidad para hacer posible por su medio todos los deseos mundanos. ¿Cuál es el salto que nos propone el Señor? Uno fundamental: que este mundo jamás sea señor de nuestro corazón. Que sólo existe uno que merece tal categoría de Señor: Aquel del que procede todo lo que existe.

Y todo lo que existe posee un orden que ese Señor quiso imprimir en él. Y en ese orden, los diversos señores, con minúscula, que dominan aparentemente el mundo, no ocupan ningún lugar, pues son señores que hacen a los que les obedecen esclavos. El Señor del ser, Dios, nos hace plenos, libres, hermanos, hijos suyos. Por ello, el dinero, al que tanto poder le concedemos y que tanto culto le rendimos, sólo vive una existencia vicaria con respecto al Señor del ser y de la vida. El dinero sólo halla una existencia justificada con respecto a Aquél si sirve de instrumento para la realización plena de la humanidad de cada persona: el dinero sólo cobra sentido si está al servicio del hombre, si deja de ser un dios que lo domina y lo aliena de sí.

Como vemos falta mucho para que este mundo sin Dios considere las cosas de este modo, justo a la inversa de como hoy construye sus prioridades. Pero esta es la verdad: sólo hay un Señor hacia el cual debemos rendir culto y servir. Todo lo demás posee un existencia legítima en tanto acata el orden dictado por Aquél, que es un dictado de amor al hombre. ¿El dinero nos ama? ¿Nos ama la codicia, la avaricia, la envidia, la fama, el sexo, la gula? Sólo es verdadero señor del mundo aquel que es capaz de amar, de entregarse porque ama, como lo hizo nuestro modelo de amor, nuestro Señor Jesucristo. En verdad, no existe otro señor. Sólo cuando no reconocemos este Señorío de amor, y ya huérfanos de Él por nuestra voluntad de negarle su presencia en nuestras vidas, podemos caer esclavizados por cualquier otro falso y diabólico señor.

viernes, 17 de junio de 2016

Lecturas del día, viernes, 17 de junio. Poema "Presencia del Señor" de Bartolomé Llorens. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del segundo libro de los Reyes (11,1-4.9-18.20):

En aquellos días, cuando Atalía, madre del rey Ocozías, vio que su hijo había muerto, empezó a exterminar a toda la familia real. Pero cuando los hijos del rey estaban siendo asesinados, Josebá, hija del rey Jorán y hermana de Ocozías, raptó a Joás, hijo de Ocozías, y lo escondió con su nodriza en el dormitorio; así, se lo ocultó a Atalía y lo libró de la muerte. El niño estuvo escondido con ella en el templo durante seis años, mientras en el país reinaba Atalía. El año séptimo, Yehoyadá mandó a buscar a los centuriones de los caria s y de la escolta; los llamó a su presencia, en el templo, se juramentó con ellos y les presentó al hijo del rey. Los centuriones hicieron lo que les mandó el sacerdote Yehoyadá; cada uno reunió a sus hombres, los que estaban de servicio el sábado y los que estaban libres, y se presentaron al sacerdote Yehoyadá. El sacerdote entregó a los centuriones las lanzas y los escudos del rey David, que se guardaban en el templo. Los de la escolta empuñaron las armas y se colocaron entre el altar y el templo, desde el ángulo sur hasta el ángulo norte del templo, para proteger al rey. Entonces Yehoyadá sacó al hijo del rey, le colocó la diadema y las insignias, lo ungió rey, y todos aplaudieron, aclamando: «¡Viva el rey!»
Atalía oyó el clamor de la tropa y se fue hacia la gente, al templo. Pero, cuando vio al rey en pie sobre el estrado, como es costumbre, ya los oficiales y la banda cerca del rey, toda la población en fiesta y las trompetas tocando, se rasgó las vestiduras y gritó: «¡Traición, traición!»
El sacerdote Yehoyadá ordenó a los centuriones que mandaban las fuerzas: «Sacadla del atrio. Al que la siga lo matáis.» Pues no quería que la matasen en el templo.
La fueron empujando con las manos y, cuando llegaba a palacio por la puerta de las caballerizas, allí la mataron. Yehoyadá selló el pacto entre el Señor y el rey y el pueblo, para que éste fuera el pueblo del Señor. Toda la población se dirigió luego al templo de Baal; lo destruyeron, derribaron sus altares, trituraron las imágenes, y a Matán, sacerdote de Baal, lo degollaron ante el altar. El sacerdote Yehoyadá puso guardias en el templo. Toda la población hizo fiesta, y la ciudad quedó tranquila. A Atalía la habían matado en el palacio.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 131,11.12.13-14.17-18

R/.
El Señor ha elegido a Sión,
ha deseado vivir en ella


El Señor ha jurado a David
una promesa que no retractará:
«A uno de tu linaje
pondré sobre tu trono.» R/.

«Si tus hijos guardan mi alianza
y los mandatos que les enseño,
también sus hijos, por siempre,
se sentarán sobre tu trono.» R/.

Porque el Señor ha elegido a Sión,
ha deseado vivir en ella:
«Ésta es mi mansión por siempre,
aquí viviré porque la deseo.» R/.

«Haré germinar el vigor de David,
enciendo una lámpara para mi Ungido.
A sus enemigos los vestiré de ignominia,
sobre él brillará mi diadema.» R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,19-23):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!»

Palabra del Señor
 
Poema: 
Presencia del Señor de Bartolomé Llorens
 
Siento la voz divina de tu boca
acariciar mi oído tiernamente,
tu aliento embriagarme, y en mi frente
la mano que ilumina cuanto toca.


Mi antiguo corazón de amarga roca
ha brotado divina, oculta fuente,
y una armonía dulce y sorprendente
a su celeste amor, fiel me convoca.


La soledad, la noche en que vivía,
el hondo desamparo y desconsuelo,
la triste esclavitud que me perdía,


son ahora presencia, luz sin velo,
son amor, son verdad, son alegría,
¡son libertad en Ti, Señor, son cielo!


Breve comentario

El hombre es libre para considerar aquello que le importa; pero en esa libertad es fácil perderse sin más referentes que nuestra voluntad y nuestro deseo. El Señor señala el camino que conduce a lo que de verdad es importante. El camino es Él mismo, y nos llama para que nuestra mirada se dirija allí donde se hallan los tesoros que nos hacen libres de todo error, plenos en nuestra naturaleza, sabios en distinguir el bien en lo que queremos, decididos en nuestros actos que satisfacen nuestros deseos afirmados en la verdad de su origen. La duda como la tiniebla o la sombra son estadios de transición: se está allí para salir de ellos cuanto antes. Aunque la duda tiene muy buena propaganda en esta época de pensamiento extremadamente débil, ella sólo lleva a la inacción, a la falta de criterio y a un nihilismo en el que cualquier decisión que se tome vale lo mismo, es decir, nada.

¡Cuánta es, en efecto, la oscuridad en nuestra época! ¡Cuánta la duda, la ceguera, la ignorancia, que hoy se toman como valores a defender! Hoy se afirma sin más que no hay camino, no hay verdad, no hay luz, no hay Dios, no hay tesoro. El conocimiento que se alcanza en tales condiciones es el más elemental, el que se obtiene de reducir la realidad entera, la vida misma, a un laboratorio, a un mundo de variables discretas, que conducen a unas experiencias replicables como si nuestra alma fuera un objeto industrial descomponible en sus partes. Pero, insisto, en esta ceguera se está para salir, en este no saber de la sabiduría racionalista sin fe que le dé perspectiva y la ubique en la naturaleza humana, se está para ser trascendida y penetrada por la luz de la verdad de Dios. Así, en coincidencia con el mundo descrito por el poeta, las tinieblas se disipan, la duda es superada por la certeza del conocimiento que da sentido al ser.

Tal proceso no es una realidad abstracta que suceda en raros o exclusivos ámbitos. No: ocurre en el interior de cada persona que se abre a la realidad trascendente, que proporciona el marco de referencia para disolver todas nuestras cegueras, oscuridades, dudas e ignorancias:

"La soledad, la noche en que vivía,
el hondo desamparo y desconsuelo,
la triste esclavitud que me perdía,


son ahora presencia, luz sin velo,
son amor, son verdad, son alegría,
¡son libertad en Ti, Señor, son cielo!"