martes, 29 de noviembre de 2016

Lecturas del día, martes, 29 de noviembre. Poema "Esta tierra" de Francisco Pino. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (11,1-10):
Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé,
y de su raíz florecerá un vástago.
Sobre él se posará el espíritu del Señor:
espíritu de sabiduría y entendimiento,
espíritu de consejo y fortaleza,
espíritu de ciencia y temor del Señor.
Le inspirará el temor del Señor.
No juzgará por apariencias
ni sentenciará de oídas;
juzgará a los pobres con justicia,
sentenciará con rectitud a los sencillos de la tierra;
pero golpeará al violento con la vara de su boca,
y con el soplo de sus labios hará morir al malvado.
La justicia será ceñidor de su cintura,
y la lealtad, cinturón de sus caderas.
Habitará el lobo con el cordero,
el leopardo se tumbará con el cabrito,
el ternero y el león pacerán juntos:
un muchacho será su pastor.
La vaca pastará con el oso,
sus crías se tumbarán juntas;
el león como el buey, comerá paja.
El niño de pecho retozará junto al escondrijo de la serpiente,
y el recién destetado extiende la mano
hacia la madriguera del áspid.
Nadie causará daño ni estrago
por todo mi monte santo:
porque está lleno el país del conocimiento del Señor,
como las aguas colman el mar.
Aquel día, la raíz de Jesé
será elevada como enseña de los pueblos:
se volverán hacia ella las naciones
y será gloriosa su morada.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 71,1-2.7-8.12-13.17

R/. Que en sus días florezca la justicia
y la paz abunde eternamente.


Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.

En sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R/.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,21-24):

En aquella hora Jesús se lleno de la alegría en el Espíritu Santo y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Y, volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: «¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».

Palabra del Señor

Poema:
Esta tierra de Francisco Pino 

No me busques en los montes
por altos que sean,
ni me busques en el mar
por grande que te parezca.
Búscame aquí, en esta tierra
llana, con puente y pinar,
con almena y agua lenta,
donde se escucha volar
aunque el sonido se pierda...


Breve comentario

Sin duda, uno de los motivos de más profunda alegría es saber que tenemos un Dios en absoluto elitista: toda la verdad de su amor puede ser acogida hasta por el más humilde de los hombres. No es preciso ser un gran especialista en su Palabra, ni un iniciado en saberes inaccesibles al común de los mortales, ni indagar en terrenos secretos para conocerle. Todo en Dios es pura transparencia para aquel que lo acoge en su corazón con la misma sencillez de vida con la que vivió y predicó el Mesías su mensaje de salvación. Si Dios es amor, su verdad, su conocimiento, deben ser universales, válidos para toda persona, comprensibles para toda sensibilidad.

De hecho, suele ser común que cuanta más formación acumula alguien, más difícil se le hace abrirse con sencillez a las verdades de Dios e incluso a las verdades de su propia vida. La persona a la que más debo mi formación como psicoterapeuta, profesor universitario y mi terapeuta durante años con el que pude salir del agujero en que me hallaba, y que me llevó de nuevo a la fe y a la vida, me comentó que su mejor paciente, la persona que tenía la mayor y más fresca capacidad de introspección que jamás había conocido en su amplia experiencia profesional fue una humilde empleada de la limpieza. Sin embargo, cuando trataba a personas de gran cultura, catedráticos de universidad y exitosos profesionales liberales, los tratamientos apenas solían avanzar o eran abortados por ellos, debido a la montaña de prejuicios y resistencias que erigían ante el más pequeño atisbo de verdad de sus íntimos dolores y fracasos.

Demos gracias a Dios por ser sus hijos, pues por nuestros méritos, ninguno seríamos dignos de tener semejante Padre. Sólo los humildes perciben con claridad su pequeñez ante semejante amor. No nos defendamos con nuestras ridículas trampas a quien se abre para amarnos con el amor más puro. Dios no nos exige escalar grandes montañas o surcar vastos mares: su camino está muy cerca, y lo puede recorrer desde el niño más pequeño hasta el anciano más vencido por los años:
"Búscame aquí, en esta tierra
llana, con puente y pinar,
con almena y agua lenta,
donde se escucha volar
aunque el sonido se pierda..."

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