viernes, 31 de mayo de 2019

"Por ahora"

Por ahora

"Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora."
(Jn 16,12)

Después de ducharme y desayunar algo,
cojo mi cartera con los cuadernos 
de sesiones de mis pacientes,
y salgo hacia mi despacho.

Cuando tenía despacho propio, al llegar
abría con mis llaves. Hoy,
cuando apenas atiendo, 
me franquea el paso una hermosa
joven, profesional y discreta.
Apenas unas sillas, una pequeña mesa.
Siempre mis despachos han dado a patios interiores.
Este es particularmente oscuro. Siempre
he de encender las luces.
Estas cosas antes me importaban.
Ya no. No estoy en condiciones de elegir
mi profesional decadencia.

A los pacientes tampoco les importa
el escenario. Mi trabajo
no depende de cosas exteriores.
Mis instrumentos son el dolor y la esperanza,
unos afectos desordenados,
y un orden desafecto, 
la fantasía, mucha fantasía,
y las heridas de la realidad 
en todas sus formas.
Poco importa, pues, el estilo
de los muebles y su total ausencia
de lujo o elegancia.
Sólo tengo el buen gusto de no tumbarlos
en ningún diván.
Les resulta difícil hablarle a un techo
o a una planta, aunque me sea más cansado
estar bajo el control de sus miradas.
Pero el contacto es el contacto...
Y la distancia debe ser la distancia:
siempre hay una mesa de por medio.

Hablan y yo les escucho,
señalo, comento, comparto, confirmo...,
y sigo escuchando...
Poco a poco, ellos y yo,
yo y ellos, nos vamos amando,
nos vamos odiando sin tocarnos,
en un juego de aproximaciones
y rechazos que es el núcleo mismo
de la vida.
Y en ese juego, dulce y amargo,
en medio de una lucha sorda siempre,
va saliendo lo que haya de salir:
sangre, sudor y lágrimas;
verdad, bondad y belleza.

Y todo se va desplegando poco a poco,
muy paulatinamente.
                               A un alma
no se le puede decir aquello
que no puede cargar por ahora.
Saber esperar el momento en que un corazón
se dispone a recibir
aquello que está descubriendo,
es un arte no escrito en ningún
historial clínico.
Así que estoy acostumbrado a escuchar,
a callar y saber esperar,
mientras nos amamos y odiamos
junto a un patio interior.

Cuando cierro la puerta del despacho,
o ahora, cuando me despido gentilmente
de la joven profesional y discreta,
y salgo a la deslumbrante luz de la calle, 
a su ruido y ajetreo,
y me mezclo en el tráfago
de los afectos desordenados
y los órdenes desafectos
sin tratar, me pregunto
quién estará escuchándome,
quién sabrá esperar mi momento
para recibir aquello que aún
no puedo cargar
por ahora.

31-5-2019

Doiraje.

domingo, 26 de mayo de 2019

"Paz"

Paz

"La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como os la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde."
(Jn 14,27)

¿Cuánto hace que llegaste? 
¿Fue de noche, sin ruido,
como una sombra que no despertara las palomas?
Aun insomne, no te sentí.
Estabas sin estar, como quien espera
una luz que no llega, la llamada
que invoque un nombre conocido.

Tal vez fue una tarde de septiembre,
en un lunes anodino de rutinas y vacíos.
O fue quizá aquella mañana
en que creí ver el nacimiento
de una esperanza no mía.

¿Cuánto hace que llegaste?
Toda la vida buscándote, perdido,
con este corazón huérfano y cobarde...;
y estabas aquí, conmigo,
como sombra, como luz, como sonrisa
de unos labios que nunca besé.

Amor, ¿cuánto hace que llegaste,
después de haberte ido?

26-5-2019

Doiraje.

sábado, 11 de mayo de 2019

"La herida que ora"

La herida que ora

"He vuelto a creer en Dios,
y en las puertas cerradas, y el humo, y el milagro.
Tengo fe en el camino que se pierde,
con sus piedras y sus matas secas,
y de nuevo sus piedras, y la lluvia,
y todo lo que es ruina y desamparo.

Tengo fe en el camino y en las catedrales de Dios,
y alzo los ojos para hablarle,
y la lluvia, entonces, me da en los ojos, y
Dios no está aquí, pero está aquí. Y avanzo."
(Carlos Sahagún)

Mi nombre es engaño, y mi fuerza
la astucia en que voy a tu encuentro.
He esperado los lugares más propicios;
cultivé las actitudes que apruebas,
pero mi corazón desea sólo la preferencia
y la elección. Acudí a tu tierra
como quien visita con curiosidad
un dominio olvidado.

Fui con el rostro alzado y la mirada
indiferente por los lugares que pisaste.
Distante, estuve sin encontrarte. Y firme,
volví a mi máscara que me protege
y que es mi mejor arma.

Armado de nuevo con las mentiras que domino,
un ser me salió que no esperaba;
me cogió del talle y dobló
mi espinazo. Me enfrenté a su fuerza y a la sorpresa.
Le levanté en peso, mientras mi espalda
cedía a su abrazo de hierro.
Él era lo que yo no era: verdad y bendición,
fuerza de amor que cura y hiere.
"Suéltame. ¿Cuál es tu nombre?", me dijo.
"Señor, mi nombre es engaño."
"Te llamarás la herida que ora".

Mi espalda, desde entonces, apenas puede
soportar mi peso bendecido.

11-5-2019

Doiraje.