viernes, 27 de marzo de 2020

"El confinamiento"

El confinamiento

En el decimotercer día de confinamiento.

Según mi mujer, hubiera sido un buen monje,
rodeado de libros y silencio.
Se equivoca.
No podría amar al Absoluto
sin el mundo de sus criaturas.
Incluso cuando lo adoro en el templo,
la albura y redondez de la Hostia Santa
son imágenes de una perfección
inaccesible.
Y tras esa experiencia, me demoro
en contemplar el rayo de luz
que entra por el lateral,
la grisura de sus viejas piedras,
y escucho, atento,
el bisbiseo de los rezos de la anciana.
Y entonces me entran ganas
de saltar, de correr delante de ese Dios
al que adoro.

Pero soy un hombre grave,
de adusto gesto y de cabeza blanca.
De abandonarme,
muchos dirían de mí que soy irreverente,
cuando sólo es un hacerse niño
ante el Padre.

Pero ahora que estamos todos confinados
por un virus que Dios ha permitido,
parece que el mundo se ha llenado
de libros y de silencio.
Tal vez, cuando esto acabe,
cuando el virus se haya cansado
de matarnos, o cuando le matemos,
saldré con más éxito a ese mundo
que necesito para amar.

No sé cuánto durará esta extraña paz
que me hará salir como un monje
de su confinamiento.

27-3-2020

Doiraje.

jueves, 19 de marzo de 2020

Videos contra el coronavirus

Como a tantos de nosotros, este confinamiento obligado y radical al que nos vemos sometidos todos, me ha provocado la inquietud, casi necesidad, de mitigar un poco los efectos del aislamiento apenas evitables. Y algo que produce sufrimiento sólo se puede paliar con aquello que nos produce consuelo, compañía, calor, incluso placer. Y nada mejor que ofrecer un poco de placer espiritual. Quizá el coronavirus traiga como efecto concomitante el despertar lo mejor de cada uno de nosotros (es indudable que también, desgraciadamente para ellos, a algunos les despierta lo peor de sí mismos; pero no hagamos caso a los que son minorías, comenzando por su menor humanidad).

La idea es muy simple: ofrecer un poco de belleza en estos días aciagos. Yo poco puedo ofrecer de algún valor a nadie, así que ofrezco lo mejor de mí mismo: mi amor por la poesía, que tanto bien me ha hecho a lo largo de mi vida. Así, cada día leeré un poema que me resulte especialmente bello. Por lo general, las composiciones serán de diversos poetas, y sólo eventualmente, si acierto a componer alguno, será de mi pobre cosecha.

Por un condicionante puramente técnico, estos videos contra o anticoronavíricos no los puedo colgar en el blog, pues el sistema apenas permite publicar videos de cortísima duración. Para evitar esta dificultad, y sentando el precedente de romper mi aislamiento no coronavírico de las redes sociales, pasaré a colgarlo en mi olvidada cuenta de Facebook. A estas alturas, me importa muy poco salvaguardar mi anonimato: las personas que me estiman y también las que me odian con verdadera furia me tienen perfectamente localizado.

Por ser el día que es, San José, he leído mi poema titulado "San José" que publiqué en este mismo blog hace un año.

Esta es mi cuenta de facebook donde colgaré los videos:

https://www.facebook.com/eduardo.jariodborrego?redirect=false

Mucho ánimo, amigos. Podremos con este insidioso enemigo. No perdamos la fe.

Saludos muy cordiales.

jueves, 12 de marzo de 2020

"Sed"

Sed

"¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?"
(Mt 20,22b)

"y solo halló un matojo seco,
y azucenas."
(José Jiménez Lozano)

Hay tantas fuentes para el amor sediento.
Hay tantas aguas que no sacian la sed
de conocerte...
Y todas evocan algo
de la fuente verdadera.

He amado a mis padres, y amé
a mis hermanos, con escasa fortuna.
Mi corazón necesitado,
más que mi virilidad,
me abrió a la belleza femenina,
y supe cuán cerca estuvieron
de acariciar mi herida y mi potencia.
Amé a tantos poetas muertos,
vivísimos en mí con nueva vida;
y amé el pensamiento
del buscador riguroso y solitario;
y amé el milagro de quien sabe
pintar con dos trazos y dos sombras
la sed del alma.

Todos eran tú sin ser tú.

Sigue la sed que comenzó en la cuna;
pero aún no puedo responderte.
Viejo rebelde de cabeza cana,
no renuncio al mundo de fuentes incompletas,
a no ser lo que soy, humilde hierbabuena
deslumbrada por las azucenas.

Espero que algún día ojalá no lejano,
te encontraré dulce y entregado
en mi corazón sediento,
y pueda beber del cáliz de tu amor,
y así saciar, por fin,
la sed de los que te buscan.

12-3-2020

Doiraje.

lunes, 9 de marzo de 2020

Homenaje a un poeta que acaba de morir

Hoy nos ha dejado como sin querer molestar, dulce y honesto, un poeta inmenso, humildemente inmenso, calladamente inmenso, amorosamente inmenso: D. José Jiménez Lozano. En homenaje a este maestro sabio en humanidad, quiero colgar aquí, como lecturas de este día, siete poemas entre tantos de los suyos excelentes que, creo, lo definen de una manera profunda.

Que Dios lo tenga en su gloria por toda la belleza que nos regaló como si no valiera nada.

ADOLESCENCIA

Recuerdo como en sueños
la mesa de caoba, el cenicero
de cristal checo, el abrecartas
de plata, la suave y blanca
piel de la Enciclopedia con su canto de oro
y las rojas letras de la primera página,
el olor de las lilas, las noches de verano,
y el abejorro que se estrellaba contra la lámpara,
ávido de saber.
Las frágiles manos de la abuela
manejando el Kempis,
las blancas manos de Sara,
acariciando las rosas del jarrón azul,
los gatos somnolientos en el césped,
la algarabía de los pájaros al despuntar el alba
junto a mi ventana, en la alta enredadera.
Parece que he soñado,
pero todo es verdad. 
El Kempis de la abuela está aquí, en mi bolsillo,
y el tiempo, confirmando sus palabras,
ha descubierto la verdad de los amores:
sólo polvo y ceniza.
Pero todo ha sido, 
todo me ha conformado como soy:
libre y terco, algo melancólico,
recordador, escéptico y amador de la vida
que corre tan de prisa:
siempre había que cortar las lilas
en cuanto ya brotaban:
era su eternidad como el relámpago.

EL AMOR

¡Qué amargo el cardo!
Su flor morada ¡qué adusta penitencia,
terciopelo y memoria
de mondos huesos de un asnillo
o un perro muertos a la vera
del camino de aldea!
Pero, ¡qué fiel, qué áspero 
amigo será para tu tumba
contra el olvido, el hielo!
Aunque la cruz no señalara
allí donde tú yaces, esa rosa
violácea del cardo campesino 
y la magarza, allí estarán.
Como la mano del Todopoderoso
áspera y torpe y olorosa:
las manos de mamá ya anciana
arropándote con su reúma.
¡Qué tarde vas a comprender que este
cardo, y magarza y los yerbajos,
el llantén, la grama, malvas,
el saúco son el amor eterno!

REFUGIOS

¡Cuántos de los que amabas
ya han bajado a lo oscuro!
¡Hasta los antiguos árboles, regatos,
un perro, libros, atardeceres, lilas!
Mas son misericordiosos y hacen sombra
su memoria y recuerdo, y te acoges
a ella. Descubres verdaderamente
que te amaban. ¿Será tarde?

EMAÚS

Haces el camino de Emaús,
solo o acompañado, con frecuencia;
y ningún desconocido se unió al viaje,
nunca.
Mas Emaús está aún lejos;
quizás más adelante ocurra.

VIERNES SANTO

Mientras las gentes rezan
y el silencio se asienta sobre el pueblecito
despaciosamente como animal cansado,
el Viernes Santo está en su tarde
del indeciso abril, cierzo y lluvia fría,
pero la rosa se atrevió a desplegar
su tímida corola, roja o azulenca.
Y tú te quedaste con las rosas,
mientras Cristo moría, hora de sexta.
¿Cómo elegirías estar junto a la cruz,
habiendo rosas en tu jardín primaveral?
A la hora de nona, Él estaba muerto;
pero las rosas obstinadas resistían
las sombras de la noche y tú le traicionabas.
Mas ¿cómo te reprocharían sus dulces ojos
que ames a las rosas?

EVANGELIUM VERSUS HOMERUM 

¡Si pudieras contemplar el mundo 
como Homero lo hacía!
El sol, el agua, el cierzo, 
la tibieza de los cuerpos desnudos, 
el amor, la sangre y, al final, amarilla
o roja, la pacífica muerte.
¡Si pudieras olvidar el alma
y sus mentirosas aventuras!
¡Cuán felices transcurrirían tus días
a la sombra del pino, el sicomoro
bajo la lluvia o abatido
por el viento del norte, persiguiendo
a una obstinada cabra, a una muchacha
esquiva o corriendo tras las Pléyades!
Pero ya no puedes. ¡Estás tan pervertido,
tan carcomido por la herrumbre roja
del Evangelio, tan vana está tu vida como el olmo
a quien el pájaro carpintero y dulce
ha comido el corazón como un membrillo!
¿Cómo reconocerías otra belleza?

LA HIERBABUENA

Era una pequeña hierbabuena
que quería ser azucena, y penaba.
Sufrió mil años en las primaveras,
y quería extinguirse cada estío.
Justo se secó aquel año,
en que una pobre mujeruca enferma
buscó hierbabuena para su tisana, 
y sólo halló un matojo seco,
y azucenas.