martes, 31 de enero de 2017

Lecturas del día, martes, 31 de enero. Poema "Todo lo que tememos" de Alfonso Costafreda

Primera lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (12,1-4):

Hermanos:
Teniendo una nube tan ingente de testigos, corramos, con constancia, en la carrera que nos toca, renunciando a todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús, quien, en lugar del gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Recordad al que soportó tal oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo. Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 21,26b-27.28.30.31-32

R/.
Te alabarán, Señor, los que te buscan

Cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan:
¡Viva su corazón por siempre! R/.

Lo recordarán y volverán al Señor
hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán
las familias de los pueblos.
Ante él se postrarán las cenizas de la tumba,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo. R/.

Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá,
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
«Todo lo que hizo el Señor». R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (5,21-43):

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva». Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando: «Con solo tocarle el manto curaré».
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba: «Quién me ha tocado el manto?». Los discípulos le contestaban: «Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: “Quién me ha tocado?”». Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los píes y le confesó toda la verdad. Él le dice: «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad». Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?». Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe». No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida». Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: «Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

Palabra del Señor
 
Poema: 
Todo lo que tememos de Alfonso Costafreda

No sé de dónde vienen
tu risa, tu alegría,
en qué instante aprendiste
a mirar frente a frente
todo lo que tememos.
A mirarlo en los ojos
como si nada hubiera
que temer
y tu mirada
hubiese descubierto
entre tanto desorden
un principio de luz.

Como si tú estuvieras
al borde del misterio
y nada sorprendiera
tu fe
y nos hablaras
no de lo que estás viendo,
sino de lo que sientes
venir
y entiendes tan fácilmente...

Así entonces separas
del terror su envoltura
diaria
y tu mano
traza en la oscuridad
un camino seguro.

lunes, 30 de enero de 2017

Lecturas del día, lunes, 30 de enero. Poema "Lo inefable" de Delmira Agustini. Breve comentario

Primera lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (11,32-40):

Hermanos: ¿Para qué seguir? No me da tiempo de referir la historia de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas; estos, por fe, conquistaron reinos, administraron justicia, vieron promesas cumplidas, cerraron fauces de leones, apagaron hogueras voraces, esquivaron el filo de la espada, se curaron de enfermedades, fueron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros; hubo mujeres que recobraron resucitados a sus muertos. Pero otros fueron torturados hasta la muerte, rechazando el rescate, para obtener una resurrección mejor. Otros pasaron por la prueba de las burlas y los azotes, de las cadenas y la cárcel; los apedrearon, los aserraron, murieron a espada, rodaron por el mundo vestidos con pieles de oveja y de cabra, faltos de todo, oprimidos, maltratados —el mundo no era digno de ellos—, vagabundos por desiertos y montañas, por grutas y cavernas de la tierra. Y todos estos, aun acreditados por su fe, no consiguieron lo prometido, porque Dios tenía preparado algo mejor a favor nuestro, para que ellos no llegaran sin nosotros a la perfección.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 30,20.21.22.23.24

R/.
Sed fuertes y valientes de corazón,
los que esperáis en el Señor

Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para los que te temen,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos. R/.

En el asilo de tu presencia los escondes
de las conjuras humanas;
los ocultas en tu tabernáculo,
frente a las lenguas pendencieras. R/.

Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí
prodigios de misericordia
en la ciudad amurallada. R/.

Yo decía en mi ansiedad:
«Me has arrojado de tu vista»;
pero tú escuchaste mi voz suplicante
cuando yo te gritaba. R/.

Amad al Señor, fieles suyos;
el Señor guarda a sus leales,
y a los soberbios los paga con creces. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (5,1-20):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo. Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz potente: «¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes». Porque Jesús le estaba diciendo: «Espíritu inmundo, sal de este hombre». Y le preguntó: «Cómo te llamas?». Él respondió: «Me llamo Legión, porque somos muchos». Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca. Había cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaron: «Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos». El se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se ahogó en el mar. Los porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los campos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Y se asustaron. Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su comarca. Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: «Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti». El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.

Palabra del Señor

Poema: 
Lo inefable de Delmira Agustini

Yo muero extrañamente... No me mata la Vida,
no me mata la Muerte, no me mata el Amor;
muero de un pensamiento mudo como una herida...
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor


de un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida
devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor?
¿Nunca llevasteis dentro una estrella dormida
que os abrasaba enteros y no daba un fulgor?...


¡Cumbre de los Martirios!... ¡Llevar eternamente,
desgarradora y árida, la trágica simiente
clavada en las entrañas como un diente feroz!...


Pero arrancarla un día en una flor que abriera
milagrosa, inviolable... ¡Ah, más grande no fuera
tener entre las manos la cabeza de Dios!


https://www.youtube.com/watch?v=mlyhFD3bLJg

Breve comentario

El pasaje evangélico de hoy incide en la idea (y en la experiencia) de que el Señor nos libera. Aquí se trata de la curación de un endemoniado que estaba poseído por múltiples espíritus malignos. Que las posesiones existen es un hecho; pero más allá de las distinciones exactas entre posesiones, influencias y demás categorías que definen la relación del Maligno con nosotros, lo cierto es que nadie se libra de su presencia en mayor o menor grado. Satanás es el príncipe de este mundo, pero ante el Rey del Universo sólo le queda rogar que le deje habitar en el alma de los cerdos. El mal esclaviza; el Señor libera. El mal retuerce nuestra alma hasta hacerla irreconocible como a aquel desdichado endemoniado; el Señor nos restituye en nuestra naturaleza para que volvamos y podamos ser lo que somos y lo que Dios quiso que fuéramos. El mal nos aparta del camino; el Señor nos señala cuál es nuestro camino: seguir su Palabra y su actitud de vida.

Parece que la vida es muy sencilla con estas claras y rotundas dicotomías. Pero Satanás es un maestro del matiz. Hay posesos, sin duda, pero no es la forma más común y eficaz que sigue para destruir nuestra alma y propiciar nuestra condenación. El mal se mezcla o se disfraza de buenas intenciones, de un en principio sano afán de libertad, de cuidados que parecen atentos y amables, de la adulación, del genuino deseo de belleza, de las satisfacciones que nos compensan de sufrimientos y soledades...; de tantas circunstancias que lo hacen más indetectable y, por tanto, más peligroso y penetrante. Lo primero en tales casos para combatirlo es detectar su presencia. Y la vía más eficaz es comprobando los efectos que produce. El mal siempre nos desvía del camino, nos obliga a atender aquello que no nos interesa, aquello que se introduce como un elemento extraño y que acaba monopolizando nuestra experiencia y deformándola. Atendiendo a la deformación de nuestra alma podemos recorrer cuál fue el origen de la misma. No es un ejercicio tan difícil si rogamos la ayuda del Señor. Con el Señor podremos, si no extirpar por completo el mal de nuestras vidas (el peor de los males es el que nace en nuestro corazón, no los exteriores por graves que sean), al menos tenerlo controlado, dominado, restringido: obligarlo a que dé la cara con toda su fealdad, no con los afeites de la más falsa de las pseudobondades. A Satanás le horroriza la verdad, la luz, la abierta visión de su asquerosa desnudez. Con la ayuda de Dios esto es perfectamente posible.

Y aunque, agradecidos, queramos quedarnos junto a Él, no es ese nuestro fin: el Señor nos libera para que por medio de nosotros, testigos de su misericordia, podamos liberar a otros. Todo lo que recibamos por la gracia lo hemos de devolver también con gratuidad a quien lo precise, los demás, y a quien nos lo exige, el Señor.

Delmira Agustini, gran poetisa desgarrada por múltiples tensiones internas y externas, sabía bien de lo que hablaba. Ella, que poseía un verbo muy rico, no dudó en titular "Lo inefable" al agujero de contradicciones que la minaban por dentro. Hasta el punto de morir asesinada por su exmarido cuando contaba con 27 años. Pues el fin de "lo inefable" es nuestra destrucción; el del Señor, nuestra salvación. Seamos conscientes de lo que nos estamos jugando, de los señores a los que servimos...  

domingo, 29 de enero de 2017

Lecturas del día, domingo, 29 de enero. Poema "Será sencillamente" de Leopoldo de Luis

Primera lectura

Lectura de la profecía de Sofonías (2,3;3,12-13):

Buscad al Señor los humildes de la tierra,
los que practican su derecho,
buscad la justicia, buscad la humildad,
quizá podáis resguardaros
el día de la ira del Señor.
Dejaré en ti un resto,
un pueblo humilde y pobre
que buscará refugio en el nombre del Señor.
El resto de Israel no hará más el mal,
no mentirá ni habrá engaño en su boca.
Pastarán y descansarán,
y no habrá quien los inquiete.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 145,7.8-9a.9bc-10

R/.
Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos


El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos. R/.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sion, de edad en edad. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,26-31):

Fijaos en vuestra asamblea, hermanos: no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; sino que lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso. Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. A él se debe que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual se ha hecho para nosotros sabiduría de parte de Dios, justicia, santificación y redención. Y así —como está escrito—: «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor».

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,1-12a):

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

Palabra del Señor
 
Poema:
Será sencillamente de Leopoldo de Luis 
¿Cómo decirte cómo? Será como las flores
que nievan de blancura un corazón de ramas.
Como el sol de la tarde, que madura colores
y matiza la sierra de doradas escamas.

Será con esa dulce sencillez de las cosas
que anima la espontánea sucesión de los días.
Será cual los rosales se iluminan de rosas
y las tardes se mueren en guedejas sombrías.

Será con ese arte de la vida diaria,
con esa poesía que hay en lo cotidiano,
esa oscura armonía del alma solitaria,
esa sorda belleza del primer artesano.

Será sencillamente: sin palabras vacías
ni artificios inútiles: como mana la fuente.
Señor, ¡es tan hermoso amar sencillamente!
Como vuelan los pájaros, como pasan los días...

sábado, 28 de enero de 2017

Lecturas del día, sábado, 28 de enero. Poemas "Muerte en el olvido" de Ángel González y "Existían tus manos..." de Antonio Gamoneda. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (11,1-2.8-19):

Hermanos: La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve. Por ella son recordados los antiguos. Por la fe obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba. Por fe vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas, y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa, mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios. Por la fe también Sara, siendo estéril, obtuvo “vigor para concebir” cuando ya le había pasado la edad, porque consideró fiel al que se lo prometía. Y así, de un hombre, marcado ya por la muerte, nacieron hijos numerosos, como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas. Con fe murieron todos estos, sin haber recibido las promesas, sino viéndolas y saludándolas de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra. Es claro que los que así hablan están buscando una patria; pues si añoraban la patria de donde habían salido, estaban a tiempo para volver. Pero ellos ansiaban una patria mejor, la del cielo. Por eso Dios no tiene reparo en llamarse su Dios: porque les tenía preparada una ciudad. Por la fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac: ofreció a su hijo único, el destinatario de la promesa, del cual le había dicho Dios: «Isaac continuará tu descendencia». Pero Abrahán pensó que Dios tiene poder hasta para resucitar de entre los muertos, de donde en cierto sentido recobró a Isaac.

Palabra de Dios

Salmo

Lc 1,69-70.71-72.73-75

R/.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado a su pueblo

 
Suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas. R/.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza. R/.

Y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán,
para concedernos
que, libres de temor, arrancados de la mano
de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,35-41):

Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla». Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?». Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio, enmudece!». El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Se llenaron de miedo y se decían unos a otros: «¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!».

Palabra del Señor
 
Poemas:
Muerte en el olvido de Ángel González
 
Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
—oscuro, torpe, malo— el que la habita...
 

"Existían tus manos..." de Antonio Gamoneda
 
Existían tus manos.

Un día el mundo se quedó en silencio;
los árboles, arriba, eran hondos y majestuosos,
y nosotros sentíamos bajo nuestra piel
el movimiento de la tierra.

Tus manos fueron suaves en las mías
y sentí al tiempo la gravedad y la luz
y que vivías en mi corazón.

Todo era verdad bajo los árboles,
todo era verdad. Yo comprendía
todas las cosas como se comprende
un fruto con la boca, una luz con los ojos.
 
Breve comentario
 
Como sabemos, fe, esperanza y caridad son las tres virtudes teologales. Todas ellas están interrelacionadas entre sí tanto por su propia naturaleza como por el objeto hacia el que tienden y del que nacen: Dios. La fe es un modo de conocer en la certeza de lo que se cree que permite actuar con coherencia de acuerdo con aquella. En tanto que creo, sé lo que quiero, sé percibir el mundo adecuadamente, sé actuar con arreglo a la ética de lo que espero, sé soportar las pruebas y sufrimientos; en definitiva, sé quien soy, de dónde vengo, a dónde me dirijo y por qué.

Así, como dice Jesús en otro pasaje famoso, la fe puede mover montañas, y aquietar tormentas, parar vientos, o hacer del día noche, y del hombre más débil el más fuerte. Pero una de las peores cosas que más daño hacen a la fe es el miedo. El miedo, la pusilanimidad, el deseo de seguridad, la necesidad de control hacen que la fe no crezca o que incluso pueda desaparecer. Ante la tormenta, los apóstoles se asustan, y una vez asustados, ya no saben cómo actuar, quedan paralizados, y ya cualquier cosa les puede. La respuesta del Señor es precisa y da en el clavo de nuevo: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?» 
 
La potencia de la fe en Dios es tan poderosa que, respetando la realidad y relacionándose con ella con la mayor objetividad, a su vez la crea. Por ello sus efectos pueden parecer desde fuera casi milagrosos. ¿Cómo pudo ser que esta persona tan frágil pudiera soportar semejante tragedia? ¿Cómo es posible que sus rezos fueran escuchados? ¿Cómo tal persona es tan feliz a pesar de su enfermedad, de su pobreza, de su soledad?... Basado en este potencial espectacular de la fe para crear realidad he elegido los dos bellos poemas que he colgado más arriba. En el de Ángel González se destaca ese rasgo creador de quien tiene fe, y porque la tiene, ama. El amado se convierte literalmente en aquello que el amante ve en él: la fe en el otro lo embellece, lo perfecciona. El poema de Gamoneda incide en otro aspecto: la fe del que ama proporciona unidad e identidad. Y su conocimiento no es discursivo, basado en razonamientos y en los análisis de los componentes de lo real (aunque la fe en Dios no es irracional, pues es el fundamento de la razón misma). Por la fe todo encaja; la realidad se comprende con una intuición preverbal, inefable, alógica. Y ello deviene en una callada sensación de plenitud, de sencillez, de profunda coherencia entre lo que somos y esperamos, entre la realidad que vemos y la invisible que la sustenta.
 
Si la fe es tan poderosa, la pregunta del Señor está más que justificada: «¿Por qué tenéis miedo?»  

viernes, 27 de enero de 2017

Lecturas del día, viernes, 27 de enero. Poema "¡Oh buen amor! de Ana Inés Bonnin. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (10,32-39):

Hermanos: Recordad aquellos días primeros, en los que, recién iluminados, soportasteis múltiples combates y sufrimientos: unos, expuestos públicamente a oprobios y malos tratos; otros, solidarios de los que eran tratados así. Compartisteis el sufrimiento de los encarcelados, aceptasteis con alegría que os confiscaran los bienes, sabiendo que teníais bienes mejores y permanentes. No renunciéis, pues, a vuestra valentía, que tendrá una gran recompensa. Os hace falta paciencia para cumplir la voluntad de Dios y alcanzar la promesa. 
«Un poquito de tiempo todavía
y el que viene llegará sin retraso;
mi justo vivirá por la fe,
pero si se arredra le retiraré mi favor».
Pero nosotros no somos gente que se arredra para su perdición, sino hombres de fe para salvar el alma.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 36,3-4.5-6.23-24.39-40

R/.
El Señor es quien salva a los justos

Confía en el Señor y haz el bien:
habitarás tu tierra y reposarás en ella en fidelidad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón. R/.

Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará tu justicia como el amanecer,
tu derecho como el mediodía. R/.

El Señor asegura los pasos del hombre,
se complace en sus caminos;
si tropieza, no caerá,
porque el Señor lo tiene de la mano. R/.

El Señor es quien salva a los justos,
él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra, los libra de los malvados
y los salva porque se acogen a él. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,26-34):

En aquel tiempo, Jesús decía al gentío: «El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega». Dijo también: «¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra». Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

Palabra del Señor
 
Poema:
¡Oh buen amor! de Ana Inés Bonnin 

¡Oh, ternura divina siempre en llamas!
¡Oh buen amor, paciente, generoso!
Llegas a mí, brindándome reposo;
no me impones tu afán, porque me amas.


¡Oh ternura divina! De tus ramas
presiento el florecer maravilloso.
Tú quieres que yo sea fruto hermoso,
cosecha de tu huerto. Me reclamas.


Escucho conmovida la voz tuya.
Me llega triste; no le doy consuelo;
rechazo su dolor y su agonía.


Perdóname, Señor. Cuando destruya
las ansias que me clavan en el suelo,
entonces iré a Ti sin rebeldía.


Breve comentario

Ayer veíamos que para evangelizar se necesita poco. Hoy se explica por qué: la gracia del Señor que opera en cada alma que le deja entrar se encarga de todo. Lo importante no es quien siembra ni quien riega, sino quien se encarga de hacer crecer la planta. Lo que hace el hombre es bastante elemental: predicar, compartir, dar a conocer...; pero quien transforma el corazón de quien recibe esas palabras o esas actitudes es el Señor: sólo Él puede convertir lo que era un erial en un vergel. En el mejor de los casos seremos meros instrumentos que Él maneja con maestría para el fin de darse a conocer a todos.

Así, como sin querer, como sin hacer nada especial, con nuestras limitadas capacidades que son a su vez dones recibidos, se logra el milagro. No importa que seamos muy pocos, incluso muy torpes, pequeños como grano de mostaza; no importa. No son pocas las veces que el Señor aprovecha mis defectos como instrumentos para alcanzar insospechados efectos benéficos. Hasta de mis errores y mis cegueras el Señor ha sacado luz; ajeno a mis intenciones, Él ha conseguido superar obstáculos cuando me iba a estrellar en ellos. Y todo esto a su vez lo he visto en otros. Vuelvo a repetir lo de ayer: no hace falta más que dejarse querer por un amor del que no somos dignos, máximo don que hemos de compartir desde nuestras insuficiencias que Él convertirá en instrumentos de salvación. Insisto: no hace falta nada más. 

jueves, 26 de enero de 2017

Lecturas del día, jueves, 26 de enero. Poema "En marcha" de Dionisio Ridruejo. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (1,1-8):

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, llamado a anunciar la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido; te deseo la gracia, misericordia y paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro. Doy gracias a Dios, a quien sirvo con pura conciencia, como mis antepasados, porque tengo siempre tu nombre en mis labios cuando rezo, de noche y de día. Al acordarme de tus lágrimas, ansío verte, para llenarme de alegría, refrescando la memoria de tu fe sincera, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y que estoy seguro que tienes también tú. Por esta razón te recuerdo que reavives el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio. No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor y de mí, su prisionero. Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 95,1-2a.2b-3.7-8a.10

R/.
Contad las maravillas del Señor a todas las naciones

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R/.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R/.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor. R/.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.» R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,1-9):
Después de esto, designó el Señor a otros 72, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino. En la casa en que entréis, decid primero: "Paz a esta casa." Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: "El Reino de Dios está cerca de vosotros."
 
Palabra del Señor
 
Poema:
En marcha de Dionisio Ridruejo 

Anteayer dormí en el prado
sobre el olor de la hierba,
ayer entre los pinares,
hoy en la tranquila selva,
mañana, raso con raso,

solo entre el cielo y la tierra.
El alba de cada sol
nuevo campo me revela,
y el sueño de cada noche
las mismas hondas estrellas.
En el día se recorre
lo que en la noche se sueña:
siempre la misma esperanza
bajo distinta promesa,
y en la noche se vigila
todo lo que el paso deja,
compañía militar
en camino de la ausencia.
¿Cuánto será lo que avanza
y cuánto lo que regresa?
Corazón aventurado:
¿qué miras en lo que sueñas?
La sangre, toda la sangre.
La tierra, toda tu tierra.


Breve comentario

Evangelizar es una de la más raras tareas que existen. Visto desde una perspectiva puramente humana, es quizá de las empresas más difíciles de realizar. Si duro durísimo debía de ser evangelizar en tiempos del Imperio romano, no menos arduo lo es hoy evangelizar en este Occidente indiferente y apóstata, o en el hostil Oriente medio o en las para nosotros extrañas culturas asiáticas o en las tribales africanas. Ciertamente evangelizar no es fácil.

Sin embargo, considerado desde una perspectiva trascendente, la tarea se torna tan fácil como un mero dejarse llevar (y llenar) por Cristo. Así, los consejos que da a sus discípulos son de una sencillez que pasma. Los envía por parejas; les dice que no lleven nada de equipaje o dinero; que mientras vayan en camino no se entretengan en vanas charlas; cuando entren a una casa deseen la paz a sus moradores, pues con ese mero saludo sabrán si son hospitalarios u hostiles; que se adapten con humildad y sencillez a las costumbres del lugar (coman y beban lo que les ofrecen), y quien así los reciba, hacerles el bien con la misma naturalidad. Al leer estas sencillísimas pautas se olvida uno de las dificultades de presentarse ante extraños a anunciar algo extraño. Y, sin embargo, es así: no hace falta más. Con la compañía de Cristo todo se torna sencillo, aunque los obstáculos no desaparezcan. Cuando Dios está cerca lo que invade al alma humana no es una sensación de poder, de dominio, de control o sensaciones similares relacionadas con un sentimiento de superioridad: simplemente todo se torna sencillo, natural, cotidiano, fácil.

Esta es la clave para anunciar el evangelio ayer, hoy y siempre. No todos podemos emprender un camino misionero, irnos a países lejanos y adaptarnos a culturas y lenguas extrañas, pero todos podemos abrirnos a la presencia del Señor en nuestras vidas y dejarnos hacer por Él para que demos cuenta de su existencia a los demás de los modos más diversos. Muchas veces pensamos que lo principal es la formación, leer mucho, estudiar más, esforzarse con abnegación y tenacidad... Y todo eso está bien, pero sin la presencia viva del Señor, nuestras fuerzas siempre serán muy escasas. Fijémonos en la sorprendente sencillez de los consejos que da Jesús a sus discípulos en un entorno muy hostil. ¿Acaso aquellos discípulos eran grandes personajes, profesores, intelectuales, teólogos eminentes? En absoluto, pero llenos de Dios recorrían los caminos con una sencillez maravillosa.

Pidámosle al Señor que nos señale el camino para cumplir su mandato de darle a conocer. Él nunca nos forzará hacia lo que nos resulte imposible. Contará con lo que somos, con nuestras capacidades y limitaciones, para ponerlas a su servicio. No hace falta más... 

miércoles, 25 de enero de 2017

Lecturas del día, miércoles, 25 de enero, conversión de san Pablo. Poema "Invocación" de Doiraje. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (22,3-16):

En aquellos días, dijo Pablo al pueblo: «Yo soy judío, nací en Tarso de Cilicia, pero me crié en esta ciudad; fui alumno de Gamaliel y aprendí hasta el último detalle de la ley de nuestros padres; he servido a Dios con tanto fervor como vosotros mostráis ahora. Yo perseguí a muerte este nuevo camino, metiendo en la cárcel, encadenados, a hombres y mujeres; y son testigos de esto el mismo sumo sacerdote y todos los ancianos. Ellos me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y fui allí para traerme presos a Jerusalén a los que encontrase, para que los castigaran. Pero en el viaje, cerca ya de Damasco, hacia mediodía, de repente una gran luz del cielo me envolvió con su resplandor, caí por tierra y oí una voz que me decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Yo pregunté: "¿Quién eres, Señor?" Me respondió: "Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues." Mis compañeros vieron el resplandor, pero no comprendieron lo que decía la voz. Yo pregunté: "¿Qué debo hacer, Señor?" El Señor me respondió: "Levántate, sigue hasta Damasco, y allí te dirán lo que tienes que hacer." Como yo no veía, cegado por el resplandor de aquella luz, mis compañeros me llevaron de la mano a Damasco. Un cierto Ananías, devoto de la Ley, recomendado por todos los judíos de la ciudad, vino a verme, se puso a mi lado y me dijo: "Saulo, hermano, recobra la vista." Inmediatamente recobré la vista y lo vi. Él me dijo: "El Dios de nuestros padres te ha elegido para que conozcas su voluntad, para que vieras al Justo y oyeras su voz, porque vas a ser su testigo ante todos los hombres, de lo que has visto y oído. Ahora, no pierdas tiempo; levántate, recibe el bautismo que, por la invocación de su nombre, lavará tus pecados."»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 116,1.2

R/.
Id al mundo entero y proclamad el Evangelio

Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos. R/.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (16,15-18):

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»

Palabra del Señor
 
Poema:
Invocación de Doiraje
 
 Para ti, Pedro, 
que me hiciste ver a Dios.
 
Si yo supiera rezarle a Dios,
mis palabras serían una humilde
acción de gracias
por esta luz en que hoy vivo,
después de tanta oscuridad de culpa 
sin pecado.
 
Si yo supiera amar a Dios
en toda su grandeza, 
los actos de mi amor en la tierra
evocarían el amor con que amasó
mi cuerpo y me hizo nacer
del germen de mi padre y de mi madre.
 
Si yo supiera ver a Dios
en la sencillez perfecta de la vida,
el placer, el dolor, la alegría, el frío,
la inmensidad única de cada hombre
hablaría de mí 
más que yo mismo.
 
En nombre de mi padre,
de mis futuros hijos
y de mi espíritu,
hago la señal de la cruz
que es haber nacido
para amar, para vivir
y para morir.
 
En soledad madura
te invoco, Dios, que me existes,
para que no me falte la fuerza
de ser un hombre.
 
Breve comentario
 
Hoy se conmemora la conversión de san Pablo. San Pablo es espectacular, excesivo incluso, por cualquier lado que consideremos su vida. Cuando judío estudioso de las Escrituras era de los más aplicados; como ortodoxo defensor de la fe judía, el más celoso y tenaz; como perseguidor de la blasfemia cristiana, el más implacable... A alguien así se le debía convertir del mismo modo: sin titubeos. Dios tuvo que cegarle, tirarle del caballo y hablarle de una forma directa. Comienza su diálogo preguntándole cuál es la causa de tanto furor contra Él: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" En cuanto el Señor se presenta, con un sencillo "Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues", Pablo entrega su corazón de inmediato con una humildad desconocida, pero que será de nuevo, como todo en él, paradigmática con el paso de los días: "¿Qué debo hacer, Señor?" Desde ese momento, Pablo de Tarso se entregará a su deber de forma total, sin reservas, al deber de predicar el evangelio hasta el último día de su vida.

La conversión de los apóstoles como la de los primeros cristianos convertidos por ellos no fueron menos espectaculares, en cuanto que los signos que la acompañaron por voluntad del Señor eran inequívocos y de lo más contundentes: "echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos."
 
Pareciera que vivimos tiempos más mediocres en la manifestación del Espíritu del Señor. Pocos cristianos quedan como san Pablo, y los signos de los convertidos no parecen que muestran ese poder manifiesto tan evidente de los primeros cristianos. Partiendo de que el Espíritu sopla donde quiere y como quiere, lo cierto es que nunca ha dejado de acompañar a sus hijos y a la Iglesia de la que forman parte. Nadie conoce los designios del Señor; sabemos de sus promesas de salvación porque Él nos las reveló, pero no el modo en que ellas se cumplirán. De lo que no nos debe caber duda alguna es de que Dios sigue expresándose y manifestándose. Es cierto que pocas conversiones son como las de san Pablo, y que una vez convertidos, los conversos no se transforman en una suerte de superhombres con poderes extraordinarios. Pero la presencia de Dios en la vida de los hombres que se abren a su acción, hoy como siempre, sigue siendo radicalmente renovadora, un verdadero renacimiento: el nacimiento al hombre nuevo. En la vida de todo converso, como en la datación de los tiempos históricos, se puede hablar de antes de Cristo y después de Cristo.

Y humildemente soy testigo de esta profunda verdad. Mi conversión, como todo el resto de mi vida y de mis capacidades, es bastante más modesta que la de Pablo. Pero en su modestia, no menos transformadora. Si no lo hubiera sido, no cabría hablar de conversión. El poema que he colgado lo compuse hace exactamente 24 años y dos días, al comienzo de mi conversión. Todos los testimonios de conversión son hermosos porque en todos se resume el mismo hecho: la irrupción del Señor en la vida de un alma alejada de Él. En mi caso, como en tantos otros, el Señor actuó por medio de un intermediario. Lo original residió en la naturaleza del intermediario, que no fue un sacerdote o persona allegada a la Iglesia, sino un psicoterapeuta católico, algo que por desgracia en mi país es casi una contradicción en los términos. Esta persona (Pedro) me salvó literalmente del abismo en el que me encontraba, y supuso el inicio de un camino que 24 años y dos días después, con sus subidas y bajadas, sus fríos y sus calores, no he parado de recorrer. 

martes, 24 de enero de 2017

Lecturas del día, martes, 24 de enero. Poema "La afirmación" de Denise Levertov. Breve comentario


Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (10,1-10):

La Ley, que presenta sólo una sombra de los bienes definitivos y no la imagen auténtica de la realidad, siempre, con los mismos sacrificios, año tras año, no puede nunca hacer perfectos a los que se acercan a ofrecerlos. Si no fuera así, habrían dejado de ofrecerse, porque los ministros del culto, purificados una vez, no tendrían ya ningún pecado sobre su conciencia. Pero en estos mismos sacrificios se recuerdan los pecados año tras año. Porque es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados. Por eso, cuando Cristo entró en el mundo dijo: «Tú no quiere sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad."» Primero dice: No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias, que se ofrecen según la ley. Después añade: Aquí estoy yo para hacer tu voluntad. Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 39,2.4ab.7-8a.10.11

R/.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Yo esperaba con ansia al Señor;
Él se inclinó y escuchó mi grito;
me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios. R/.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: Aquí estoy. R/.

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R/.

No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia
y tu lealtad ante la gran asamblea. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,31-35):

En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dijo: «Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.» Les contestó: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?» Y, paseando la mirada por el corro, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.»

Palabra del Señor

Poema:
La afirmación de Denise Levertov

Como los bañistas que se atreven
a tenderse de cara al sol
y el agua los desnuda,
como los halcones que descansan en el aire
y el aire los sustenta,
así voy a aprender a mantenerme
en caída libre, y a flotar
al abrazo estrecho del Espíritu del Creador,
sabiendo que ningún esfuerzo merece
esa gracia que todo lo circunda.

The Avowal

As swimmers dare 
to lie face to the sky
and water bears them,
as hawks rest upon air
and air sustains them,
so would I learn to attain
freefall, and float
into Creator Spirit's deep embrace,
knowing no effort earns
that all-surrounding grace.

Breve comentario

La familia es el lugar natural donde la persona es amada por primera vez y de un modo único e irrepetible. Solemos decir que estamos como en familia cuando nos sentimos muy bien acogidos. El amor al Señor se expresa en el cumplimiento de su voluntad; Su familia no es la que procede de meros lazos de sangre, lo cual no deja de ser una circunstancia, sino aquella que le sigue con fidelidad, confianza y obediencia. En las familias naturales aprendemos en virtud de ese acogimiento y aceptación lo que es la fe de abandonarse a los otros, los padres, abuelos o hermanos mayores. Luego, cuando el tiempo pasa, las relaciones familiares también evolucionan, y nuestra atención se dirige fuera de la misma. Es entonces cuando construimos nuestro propio mundo afectivo con las personas que elegimos. La acogida ya es distinta; el amor que se recibe, también. La protección y el cuidado de antaño ya nunca será el mismo, pues nos habremos ido convirtiendo a su vez, casi sin darnos cuenta ni pretenderlo, en fuente de confianza para otros (amigos, pareja, hijos...).

Pero el fundamento es el mismo: el amor sólo se transmite amando. El amor recibido en la familia natural es el amor que fundamenta los demás amores que construyamos en nuestras vidas, y es la vía más directa y sencilla de relación con el Señor. Freud decía que Dios es la proyección de la figura del humano padre de cada uno (el padre nuestro, en minúscula). Sin embargo, es justo al contrario: es el padre de cada uno la proyección inmanente de la figura de Dios. Por las razones especiales de mi biografía, mi familia no cumplió con claridad ese entorno acogedor necesario para constituir una personalidad madura; mi historia debió ser pesadamente revelada (desescombrada, que diría el gran Thomas Bernhard) muchos años después. En ese proceso, acabé descubriendo la figura de mi padre varios años después de su muerte. Descubrir el amor oculto de mi padre me llevó de forma absolutamente natural a descubrir a Dios en mi vida.

Me gusta especialmente este poema de Levertov en cuanto que expresa con acierto la sencillez de quien se entrega a Dios en la confianza de que te no dejará caer, de que te cuidará cuanto más te abandones en sus dulces brazos. Si esa es la función esencial de la familia de origen, en la que aprendemos ese sano abandono de la fe en el otro, ese es nuestro destino a su vez: ser padres que acogen como acogidos hemos sido en el Señor. En la familia de origen sólo permanecemos para salir al mundo, para devolver lo que de balde nos han entregado, para hacer, siendo ya padres, la voluntad del Padre.

lunes, 23 de enero de 2017

Lecturas del día, lunes, 23 de enero. Poema "Los ateos" de Rafael Morales. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (9,15.24-28):

Cristo es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna. Pues Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres –imagen del auténtico– sino en el mismo cielo para ponerse ante Dios intercediendo por nosotros. Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces –como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo–. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo. Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio. De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 97,1.2-3ab.3cd-4.5-6

R/.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas


Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia
y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclamad al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.

Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,22-30):

En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios.» Él los invitó a acercarse y les puso estas parábolas: «¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. Creedme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre.»  Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

Palabra del Señor
 
Poema:
Los ateos de Rafael Morales
 
Buscan entre la niebla, entre la angustia
buscan la luz para su entraña ciega
y hunden su corazón lleno de luto
en una inmensa y sideral ausencia.
 
Ausencia son y soledad sin límite,
ausencia descarnada que les llena,
ausencia como un perro que les come,
ausencia nada más, tan sólo ausencia.
 
Dolor tan sólo, sí, tan sólo angustia;
su carne es soledad que no se puebla,
labios locos de sed que se levantan,
resecos de ilusión en la tiniebla.
 
¡Angustia de las almas, de la carne
y de sentir que el corazón es tierra!
¡Ay, angustia de Dios, del Dios que falta 
en sus ardientes, solitarias venas!
 
Pobres hombres sin Dios, ellos le buscan
pudriéndose en dolor y en la blasfemia,
mientras la tierra miran y la sienten 
como honda loba pasional y hambrienta.
 
Ven la nada crecer, la ausencia palpan
entre la carne que a su Dios no encuentra.
Miran bajo sus pies, huir no pueden...
La tierra helada, indiferente espera...
 
Breve comentario
 
La mayor de las cegueras, de las incomprensiones, de las injusticias es confudir al Señor con Satanás. Es un pecado tan inconmensurable que es el único que no tiene perdón posible. La misericordia de Dios alcanza a todos los pecados, a toda la maldad de la que el hombre es capaz (siempre que exista previamente un sincero arrepentimiento del pecador), pero sólo éste es literalmente imperdonable. Y ello tiene su lógica. No sólo por el grado de la ofensa, que es máxima, sino porque quien niega a Dios toda bondad, está negando precisamente su capacidad de perdón: se está negando a su misericordia. El ateísmo no es simplemente negar la posibilidad de existir a Dios: es rechazar bondad y amor alguno que no sean contingentes, como si la verdad pudiera ser aquello que construimos en la mera inmanencia de nuestras vidas.

No hace falta ser muy agudo para percibir que, a este respecto, nuestros tiempos son especialmente oscuros. El hombre contemporáneo, al menos el que pertenece a la cultura occidental, en su inmensa mayoría ha dado la espalda a Dios. Y lo ha dado ya ni siquiera con odio, o mediante pesados razonamientos para negar su necesidad: es la negación del indiferente, del que cree que no existe más mundo que el humano, su deseo, su voluntad, sus metas. Afortunadamente Dios ve en cada alma, y distingue sus contenidos con diáfana claridad, pues de lo contrario, si su juicio se realizara de modo colectivo nuestra civilización estaría maldita y nadie podría acceder a su perdón. Pero cuando se llega a la última hora, al momento de rendir cuentas, y la negación, el rechazo, el odio o la indiferencia de las almas verdaderamente muertas se mantienen hasta el final ante Dios, no hay salvación posible, pues esas almas ya en vida se negaron a ser curadas de su vacío. La condena que arrastren, el infierno que sufran será la eterna ausencia de Dios. Imperdonable, sin duda... Y terrible, una vez que sepan de su error. 

domingo, 22 de enero de 2017

Lecturas del día, domingo, 22 de enero. Poema "Llamaron a mi corazón" de Jacinto Verdaguer. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (8,23b–9,3):

En otro tiempo, humilló el Señor la tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí, pero luego ha llenado de gloria el camino del mar, el otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles.
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande;
habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló.
Acreciste la alegría, aumentaste el gozo;
se gozan en tu presencia, como gozan al segar,
como se alegran al repartirse el botín.
Porque la vara del opresor, el yugo de su carga,
el bastón de su hombro, los quebrantaste como el día de Madián.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 26,1.4.13-14

R/.
El Señor es mi luz y mi salvación

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.

Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R/.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,10-13.17):

Os ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que digáis todos lo mismo y que no haya divisiones entre vosotros. Estad bien unidos con un mismo pensar y un mismo sentir. Pues, hermanos, me he enterado por los de Cloe de que hay discordias entre vosotros. Y os digo esto porque cada cual anda diciendo: «Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Cefas, yo soy de Cristo». ¿Está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿Fuisteis bautizados en nombre de Pablo? Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (4,12-23):

Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea. Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaún, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías:
«Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles.
El pueblo que habitaba en tinieblas
vio una luz grande;
a los que habitaban en tierra y sombras de muerte,
una luz les brilló».
Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos». Paseando junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores. Les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.

Palabra del Señor
 
Poema:
Llamaron a mi corazón de Jacinto Verdaguer 
 
A mi corazón llamaron:
corrí a abrir con vida y alma.
Veo en la puerta a mi Amor
con una cruz que me espanta.
-Pasad, si os place, Señor,
pasad, que ésta es vuestra casa;
si sólo una choza es,
haced de ella vuestro alcázar.
Y, haciendo mi noche día,
Jesús entró en mi morada;
pero al entrar en mi pecho
dejó la cruz en mi espalda.


Breve comentario

Dios llama hoy como ayer. Caben muchas reacciones a su llamada. Una, muy común, es estar sordos a la misma, no apercibirnos de su presencia en los acontecimientos de nuestra vida. Otra, es rechazarla; ante un sano sentimiento de culpabilidad, por ejemplo, revolvernos con orgullo para seguir actuando o pensando mal, reafirmándonos en nuestra libertad errada. También podemos escuchar su llamada, y decirle que sí, que vamos, pero a nuestro ritmo, si acaso mañana, cuando tengamos algún tiempo libre y resolvamos algunos asuntos mundanos pendientes que absorben nuestra atención. También puede ser que digamos sí, pero según y cómo; si el compromiso que nos exige es radical, nos distanciamos, titubeamos, y caemos en la tibieza de anteponer nuestros intereses sin rechazar formalmente la llamada. Por fin, hay unos pocos que dicen que sí de forma incondicional, entregan su voluntad confiados a la voluntad del Señor, como los apóstoles o las primeras comunidades cristianas, como tantos hermanos que han sido llamados y han entregado su vida por completo a Dios de una u otra forma.

Cuando uno espera ser llamado, y la llamada aparece, el atractivo de la misma es irresistible. Se tiene la experiencia insuperable, que ni siquiera el amor humano más intenso puede igualar, de que lo que llevabas esperando toda tu vida con un anhelo inefable, surge de repente. En ese momento puedes decir sí, entusiasmado. Pero luego viene la segunda parte que en un principio podemos no ver: la cruz. La llamada del amor de Dios no es cualquier cosa, cualquier experiencia más: es compartir y completar los sufrimientos del Señor para ofrecerlos a la salvación de los hermanos. Y esto puede espantar, en efecto, a más de uno que dijo sí en un primer momento.

Jacinto Verdaguer lo expresa con una sobriedad y precisión admirables. Llamaron a mi corazón, corrí a abrir con todo mi cuerpo y toda mi alma, vi a mi Amor, ¡qué bello era!, pero portaba una cruz espantosa. Le dejé pasar; me sentí renacido, como un hombre nuevo a una nueva vida; mi pequeña alma fue enriquecida por su presencia con carismas desconocidos, pero con ellos me dejó clavada aquella cruz espantosa. Bien, ¿aceptamos que nos llame Dios? Que cada uno se responda.

sábado, 21 de enero de 2017

Lecturas del día, sábado, 21 de enero. Poema "No robes..." de Juan Ramón Jiménez. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (9,2-3.11-14):

Hermanos: Se instaló una primera tienda, llamada «el Santo», donde estaban el candelabro y la mesa de los panes presentados. Detrás de la segunda cortina estaba la tienda llamada «Santo de los Santos».
En cambio, Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su «tienda» es más grande y más perfecta: no hecha por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado. No lleva sangre de machos cabríos, ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna. Si la sangre de machos cabríos y de toros, y la ceniza de una becerra, santifican con su aspersión a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, para que demos culto al Dios vivo!

Palabra de Dios

Salmo

Sal 46,2-3.6-7.8-9

R/.
Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.

Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra. R/.

Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro rey, tocad. R/.

Porque el Señor es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,20-21):

En aquel tiempo, Jesús llegó a casa con sus discípulos y de nuevo se juntó tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí.

Palabra del Señor

Poema:
"No robes..." de Juan Ramón Jiménez 

No robes
a tu soledad pura
tu ser callado y firme.
Evita el necesario
esplicarte a ti mismo
contra los casi todos.
Solamente tú solo llenarás
enteramente el mundo.


Breve comentario

Ni los más próximos a Jesús le conocen. Menos aún le entienden. Los familiares, se dice en este breve pasaje del evangelio de Marcos, se lo llevan para protegerle del gentío en la creencia de que el Señor está "fuera de sí". Cuántas veces actuamos mal con buenas intenciones; cuánta torpeza en los bienintencionados, y cuánta astucia, en cambio, en los malintencionados. En cualquier caso, nadie le entiende. Ante su amor gratuito, unos lo persiguen sin descanso para recibir ese amor que cura; otros, en cambio, recelan porque ataca sus convicciones y aún más su estatus; y los hay que queriéndolo, creen que lo mejor es que vuelva a ser el carpintero anónimo de Nazaret. Nadie entiende a lo que ha sido llamado, su misión, su destino. Ni los discípulos más fieles entienden gran cosa. El Señor tendrá que cumplir en medio de esta soledad esencial su entrega y predicar la Buena Nueva, entre el miedo de unos, el desprecio de otros, la preocupación de los que aman sin entender...

En efecto, en Él se cumple a la perfección las palabras del poeta:
"Solamente tú solo llenarás
enteramente el mundo."
 

viernes, 20 de enero de 2017

Lecturas del día, viernes, 20 de enero. Poema "Credo" de León Felipe


Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (8,6-13):

Ahora a nuestro sumo sacerdote le ha correspondido un ministerio tanto más excelente, cuanto mejor es la alianza de la que es mediador, una alianza basada en promesas mejores. En efecto, si la primera hubiera sido perfecta, no tendría objeto la segunda. Pero a los antiguos les echa en cara: «Mirad que llegan días –dice el Señor–, en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá una alianza nueva; no como la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto. Ellos fueron infieles a mi alianza, y yo me desentendí de ellos –dice el Señor–. Así será la alianza que haré con la casa de Israel después de aquellos días –oráculo del Señor–: Pondré mis leyes en su mente y las escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: "¡Conoce al Señor!", porque todos me conocerán, del menor al mayor, pues perdonaré sus delitos y no me acordaré ya de sus pecados.» Al decir «alianza nueva», dejó anticuada la anterior; y lo que está anticuado y se hace viejo está a punto de desaparecer.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 84,8.10.11-12.13-14

R/.
La misericordia y la fidelidad se encuentran

Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,13-19):

En aquel tiempo, Jesús, mientras subía a la montaña, fue llamando a los que él quiso, y se fueron con él. A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios. Así constituyó el grupo de los Doce: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges –los Truenos–, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Celotes y Judas Iscariote, que lo entregó.

Palabra del Señor

Poema:
Credo de León Felipe

Aquí estoy...
En este mundo todavía... Viejo y cansado... Esperando
a que me llamen...
Muchas veces he querido escaparme por la puerta maldita
y condenada
y siempre un ángel invisible me ha tocado en el hombro
y me ha dicho severo:
No, no es la hora todavía... hay que esperar...
Y aquí estoy esperando...
con el mismo traje viejo de ayer,
haciendo recuentos y memoria,
haciendo examen de conciencia,
escudriñando agudamente mi vida...
¡Qué desastre!... ¡Ni un talento!... Todo lo perdí.
Sólo mis ojos saben aún llorar. Esto es lo que me queda...
Y mi esperanza se levanta para decir acongojada:
Otra vez lo haré mejor, Señor,
porque... ¿no es cierto que volvemos a nacer?
¿No es cierto que de alguna manera volvemos a nacer?
Creo que Dios nos da siempre otra vida,
otras vidas nuevas,
otros cuerpos con otras herramientas,
con otros instrumentos... Otras cajas sonoras
donde el alma inmortal y viajera se mueva mejor
para ir corrigiendo lentamente,
muy lentamente, a través de los siglos,
nuestros viejos pecados,
nuestros tercos pecados...
para ir eliminando poco a poco
el veneno original de nuestra sangre
que viene de muy lejos.
Corre el tiempo y lo derrumba todo, lo transforma todo.
Sin embargo pasan los siglos y el alma está, en otro sitio...
¡pero está!
Creo que tenemos muchas vidas,
que todas son purgatorios sucesivos,
y que esos purgatorios sucesivos, todos juntos,
constituyen el infierno, el infierno purificador,
al final del cual está la Luz, el Gran Dios, esperándonos.
Ni el infierno... ni el fuego y el dolor son eternos.
Sólo la Luz brilla sin tregua,
diamantina,
infinita,
misericordiosa,
perdurable por los siglos de los siglos...
Ahí está siempre con sus divinos atributos.
Sólo mis ojos hoy son incapaces de verla...
estos pobres ojos que no saben aún más que llorar.
 

http://www.ivoox.com/credo-leon-felipe-audios-mp3_rf_4752126_1.html 

jueves, 19 de enero de 2017

Lecturas del día, jueves, 19 de enero. Poema "Un hombre pasa con un pan al hombro" de César Vallejo. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (7,25–8,6):

Jesús puede salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive siempre para interceder en su favor. Y tal convenía que fuese nuestro sumo sacerdote: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado sobre el cielo. Él no necesita ofrecer sacrificios cada día –como los sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después por los del pueblo–, porque lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. En efecto, la ley hace a los hombres sumos sacerdotes llenos de debilidades. En cambio, las palabras del juramento, posterior a la ley, consagran al Hijo, perfecto para siempre. Esto es lo principal de toda la exposición: Tenemos un sumo sacerdote tal, que está sentado a la derecha del trono de la Majestad en los cielos y es ministro del santuario y de la tienda verdadera, construida por el Señor y no por hombre. En efecto, todo sumo sacerdote está puesto para ofrecer dones y sacrificios; de ahí la necesidad de que también éste tenga algo que ofrecer. Ahora bien, si estuviera en la tierra, no sería siquiera sacerdote, habiendo otros que ofrecen los dones según la Ley. Estos sacerdotes están al servicio de un esbozo y sombra de las cosas celestes, según el oráculo que recibió Moisés cuando iba a construir la tienda: «Mira –le dijo Dios–, te ajustarás al modelo que te fue mostrado en la montaña.» Mas ahora a él le ha correspondido un ministerio tanto más excelente, cuanto mejor es la alianza de la que es mediador, una alianza basada en promesas mejores.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 39,7-8a.8b-9.10.17

R/.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy.» R/.

«Como está escrito en mi libro,
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R/.

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R/.

Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan;
digan siempre: «Grande es el Señor»
los que desean tu salvación. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,7-12):

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: «Tú eres el Hijo de Dios.» Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

Palabra del Señor
 
Un hombre pasa con un pan al hombro de César Vallejo
 
Un hombre pasa con un pan al hombro
¿Voy a escribir, después, sobre mi doble?

Otro se sienta, ráscase, extrae un piojo de su axila, mátalo
¿Con qué valor hablar del psicoanálisis?

Otro ha entrado en mi pecho con un palo en la mano
¿Hablar luego de Sócrates al médico?

Un cojo pasa dando el brazo a un niño
¿Voy, después, a leer a André Bretón?

Otro tiembla de frío, tose, escupe sangre
¿Cabrá aludir jamás al Yo profundo?

Otro busca en el fango huesos, cáscaras
¿Cómo escribir, después, del infinito?

Un albañil cae de un techo, muere y ya no almuerza
¿Innovar, luego, el tropo y la metáfora?

Un comerciante roba un gramo en el peso a un cliente
¿Hablar, después, de cuarta dimensión?

Un banquero falsea su balance
¿Con qué cara llorar en el teatro?

Un paria duerme con el pie a la espalda
¿Hablar, después, a nadie de Picasso?

Alguien va en un entierro sollozando
¿Cómo luego ingresar a la Academia?

Alguien limpia un fusil en su cocina
¿Con qué valor hablar del más allá?

Alguien pasa contando con sus dedos
¿Cómo hablar del no-yo sin dar un grito?

Breve comentario
 
Cuando el Señor comienza su vida pública, su actuación expresa de forma fidedigna la naturaleza amorosa de su ser. Dios no predica con palabras excelsas, bellas, cultas, escogidas, sino que lo hace con un lenguaje accesible para todos, incluso para los más sencillos, sobre todo para los más sencillos. Del mismo modo sus actos son inequívocos: su amor se expresa en curar a los enfermos y poseídos, en dar de comer a los hambrientos, esperanza y consuelo a los desesperados, cuidados a los desamparados, perdón a los pecadores... Los equívocos vendrán de aquellos que no pueden entender que Dios se exprese de un modo tan humilde y tan abierto, ausente de misterios en su sabiduría, transparente en intenciones, sin elitismos, sin solemnidades, sin juramentos sólo para iniciados, sin gnosis, sin orgullo.

La misericordia de Dios se apiada siempre de quien lo busca aun sin ser consciente incluso de que anda perdido. Una de las peores cosas en las que puede caer un seguidor de Cristo es en la insensibilidad. Todos vemos mal que alguien desprecie a un mendigo, por ejemplo; pero la insensibilidad no se expresa tanto en los sufrimientos evidentes, sino en los ocultos, que no son menos dolorosos que aquéllos. Y en éstos el Señor vuelve a ser modelo y guía de conducta. Personas anónimas en muchedumbre se acercan para intentar tocarle y quedar sanados. Nadie sabe qué sufrimientos padecían; no hablaron nunca con el Señor, no tuvieron oportunidad de tener un mínimo espacio y tiempo para implorar su ayuda: simplemente se acercaban a empujones, como podían, para rozar siquiera su manto. Y Jesús se mezclaba con ellos hasta el punto, como en el pasaje de hoy, de temer por su integridad física. 
 
Éste es nuestro Dios: la accesibilidad misma para quien le busca, a pesar de nuestros silencios, de nuestros pecados, de nuestra insensibilidad para el dolor ajeno. ¿Con qué valor hablar del Altísimo, cuando no queremos ni sabemos conocer al que tenemos al lado?

miércoles, 18 de enero de 2017

Lecturas del día, miércoles, 18 de enero. Poema "El dulce milagro" de Juana de Ibarbourou


Primera lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (7,1-3.15-17):

Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios altísimo, cuando Abrahán regresaba de derrotar a los reyes, lo abordó y lo bendijo, recibiendo de él el diezmo del botín. Su nombre significa «rey de justicia», y lleva también el título de rey de Salem, es decir, «rey de paz». Sin padre, sin madre, sin genealogía; no se menciona el principio de sus días ni el fin de su vida. En virtud de esta semejanza con el Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre. Y esto resulta mucho más evidente si surge otro sacerdote a semejanza de Melquisedec, que lo sea no en virtud de una legislación carnal sino en fuerza de una vida imperecedera; pues está atestiguado: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 109,1.2.3.4

R/.
Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec


Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.» R/.

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos. R/.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.» R/.

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.» R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,1-6):

En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo. Jesús le dijo al que tenía la parálisis: «Levántate y ponte ahí en medio.» Y a ellos les preguntó: «¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?» Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira, y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: «Extiende el brazo.» Lo extendió y quedó restablecido. En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.

Palabra del Señor

Poema:
El dulce milagro de Juana de Ibarbourou

¿Qué es esto? ¡Prodigio! Mis manos florecen.
Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen.
Mi amante besóme las manos, y en ellas,
¡oh gracia! brotaron rosas como estrellas.

Y voy por la senda voceando el encanto
y de dicha alterno sonrisa con llanto
y bajo el milagro de mi encantamiento
se aroman de rosas las alas del viento.

Y murmura al verme la gente que pasa:
"¿No veis que está loca? Tornadla a su casa.
¡Dice que en las manos le han nacido rosas
y las va agitando como mariposas!"

¡Ah, pobre la gente que nunca comprende
un milagro de éstos y que sólo entiende
Que no nacen rosas más que en los rosales
y que no hay más trigo que el de los trigales!

Que requiere líneas y color y forma,
y que sólo admite realidad por norma.
Que cuando uno dice: "Voy con la dulzura",
de inmediato buscan a la criatura.

Que me digan loca, que en celda me encierren
que con siete llaves la puerta me cierren,
que junto a la puerta pongan un lebrel,
carcelero rudo carcelero fiel.

Cantaré lo mismo: "Mis manos florecen.
Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen".
¡Y toda mi celda tendrá la fragancia
de un inmenso ramo de rosas de Francia! 

lunes, 16 de enero de 2017

Lecturas del día, lunes, 16 de enero. Poema "La fiesta" de Juan Ramón Jiménez. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (5,1-10):

Todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades. A causa de ellas, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo. Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama, como en el caso de Aarón. Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino aquel que le dijo: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy», o, como dice otro pasaje de la Escritura: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.» Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna, proclamado por Dios sumo sacerdote, según el rito de Melquisedec.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 109,1.2.3.4

R/.
Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.» R/.

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos. R/.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré,
como rocío, antes de la aurora.» R/.

El Señor lo ha jurado
y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.» R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (2,18-22):

En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Vinieron unos y le preguntaron a Jesús: «Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?»
Jesús les contestó: «¿Es que pueden ayunar los amigos del novio, mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día sí que ayunarán. Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto, lo nuevo de lo viejo, y deja un roto peor. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos.»

Palabra del Señor
 
Poema:
La fiesta de Juan Ramón Jiménez 
 
Todos los días yo soy
yo. Pero ¡qué pocos días
soy yo!

Todos los días el cielo
vive en mis ojos. Mas ¿cuándo
es dios?

Todos los días me hablas.
Y ¡qué pocas veces oigo
tu voz! 
 
Breve comentario
 
La sola cercanía del Señor produce alegría y consuelo, compañía y esperanza, apertura y vida. Siempre esto es así en tales situaciones, con independencia de las circunstancias, penosas o no, de nuestra vida. Sentir a Dios cerca, del modo que sea, pero cerca, es toda una fiesta. ¿Cómo van a ayunar los amigos del novio, si el novio está con ellos?; ¿cómo van a separar a los esposos el día de la boda? Ya llegarán los días, que son  por desgracia los más, en los que el novio parecerá haber desaparecido, días en los que nos sentiremos solos, en los que el silencio presidirá nuestro dolor; esos días, como dice Juan Ramón con su extraordinario verbo, en los que siendo siempre yo, nunca soy yo.

Y precioso el fragmento de hoy de la Carta a los Hebreos: tal vez el mejor retrato de la esencia del sacerdocio. Recemos por ellos para que se acerquen a ese ideal espiritual al que han sido llamados para beneficio de su grey. Los necesitamos.  

domingo, 15 de enero de 2017

Lecturas del día, domingo, 15 de enero. Poema "No sabe qué es amor quien no te ama" de Lope de Vega. Breve comentario


Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (49,3.5-6):

Me dijo el Señor:
«Tu eres mi siervo, Israel,
por medio de ti me glorificaré».
Y ahora dice el Señor,
el que me formó desde el vientre como siervo suyo,
para que le devolviese a Jacob,
para que le reuniera a Israel;
he sido glorificado a los ojos de Dios.
Y mi Dios era mi fuerza:
«Es poco que seas mi siervo
para restablecer las tribus de Jacob
y traer de vuelta a los supervivientes de Israel.
Te hago luz de las naciones,
para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 39,2.4ab.7-8a.8b-9.10

R/.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios. R/.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios,
entonces yo digo: «Aquí estoy». R/.

«-Como está escrito en mi libro-
para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas». R/.

He proclamado tu justicia
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes. R/.

Segunda lectura

Comienzo de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,1-3):

Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, a la Iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados por Jesucristo, llamados santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: a vosotros, gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,29-34):

En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel». Y Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».

Palabra del Señor

Poema:
No sabe qué es amor quien no te ama de Lope de Vega
 
No sabe qué es amor quien no te ama,
celestial hermosura, esposo bello,
tu cabeza es de oro, y tu cabello
como el cogollo que la palma enrama.


Tu boca como lirio, que derrama
licor al alba; de marfil tu cuello;
tu mano el torno y en su palma el sello
que el alma por disfraz jacintos llama.


¡Ay Dios!, ¿en qué pensé cuando, dejando
tanta belleza y las mortales viendo,
perdí lo que pudiera estar gozando?


Mas si del tiempo que perdí me ofendo,
tal prisa me daré, que un hora amando
venza los años que pasé fingiendo.


Breve comentario

San Juan Bautista señala quién es el Mesías para que, a partir de ese momento, acudan a Él a conocer la Verdad de Dios que él anticipaba. Aquí acaba la misión de Juan, que es la de todo cristiano desde entonces. ¿Cómo señalamos la presencia de Dios a los demás? En primer lugar, experimentándola en nosotros mismos: no podemos indicar su presencia sin una experiencia previa de un encuentro personal. Y todo encuentro con el Señor es siempre un encuentro de amor, de consuelo, de compañía íntima, de atracción a Él y de descanso en Él. Suscribo al pie de la letra el magnífico endecasílabo de Lope que abre el soneto elegido: "No sabe qué es amor quien no te ama".

Y desde ese momento, toda nuestra tarea no será otra que dar testimonio de esa presencia, de la realidad que otros pueden vivir como lo hicimos nosotros en virtud del don misericordioso de la fe, que, en muchos casos (como en el mío), no se pudo realizar sin la presencia de intermediarios, de juanes bautistas que nos lo señalaron a su vez. No hay papel más alto que podamos desempeñar en esta vida que presentar a otros nuestra fe y el testimonio de su presencia real y vivificante. Que seamos aceite y no arena en los mecanismos de Dios para tal fin.