domingo, 31 de diciembre de 2017

Lecturas del día, domingo, 31 de diciembre, de la Sagrada Familia. Poemas "Canción para mi hijo" y "Poesía para madres" de Rabindranath Tagore y "Enseñarás" de santa Teresa de Calcuta. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (3,2-6.12-14):

Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 127

R/.
Dichosos los que temen al Señor
y siguen sus caminos


Dichoso el que teme al Señor,
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa; tus hijos,
como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3,12-21):

Como pueblo elegido de Dios, pueblo sacro y amado, sea vuestro uniforme la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y celebrad la Acción de Gracias: la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del Santo Evangelio según san Lucas (2,22-40):

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor. (De acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor"), y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones". Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Palabra del Señor

Poemas: 
Canción para mi hijo de Rabindranath Tagore

Esta canción te envolverá en su música,
hijo mío, como un cálido abrazo de amor.
Mi canción rozará tu frente
como el beso con el que te bendigo.

Cuando te duela la soledad,
esta canción mía estará a tu lado,
susurrándote al oído;
cuando una multitud te rodee,
te protegerá sin sofocarte.

Mi canción dará alas a tus sueños y conducirá
tu corazón hasta la frontera del misterio.
Cuando la noche oscurezca tu camino,
te guiará como la estrella más confiable.

Mi canción brillará en tus ojos 
y llevará tu mirada hasta la esencia de todo.
Y cuando la muerte silencie mi voz,
mi canción te hablará, hijo mío,
desde lo más profundo de tu corazón.

Poesía para madres de Rabindranath Tagore

¿De dónde venía yo cuando me encontraste?, preguntó el niño a su madre.
Ella, entre risas y lágrimas, apretó al niño contra su pecho y le respondió:
estabas oculto en mi corazón como un deseo, vida mía.
Estabas en las muñecas con las que jugaba cuando era niña.
Has vivido en mi vida y en la de mi madre.
Durante muchos años, has sido acunado en el regazo
del Espíritu eterno que rige nuestra casa.  
Cuando en mi adolescencia abría mi corazón sus pétalos,
en él flotabas tú como un hálito perfumado.
Tu tierna suavidad floreció en mi cuerpo
como el resplandor rojo del cielo que anuncia el amanecer.
Primer amor del cielo, que tienes de hermana gemela a la luz del alba,
has bajado al río de la vida del mundo
y te has quedado al fin sobre mi corazón.
¡Tú, que eras antes de todos, eres ahora sólo mío!
¿Qué mágico poder ha puesto en mis débiles brazos el tesoro del mundo?

Enseñarás de santa Teresa de Calcuta

Enseñarás a volar…
pero no volarán tu vuelo.


Enseñarás a soñar…
pero no soñarán tus sueños.


Enseñarás a vivir…
pero no vivirán tu vida.


Enseñarás a cantar…
pero no cantarán tu canción.


Enseñarás a pensar…
pero no pensarán como tú.


Pero sabrás
que cada vez que ellos vuelen, sueñen,
vivan, canten y piensen…


¡Estará en ellos la semilla
del camino enseñado y aprendido!


Breve comentario

Vivimos tiempos tan terribles que hasta la verdad más elemental de la naturaleza humana es discutida: la familia. Podemos intuir la presencia (no sólo la huella) de Dios en muchas manifestaciones de la creación. Pero en ninguna como en la familia. Dios dispuso que el ser humano naciera en este entorno, hijo de un padre y de una madre. Biológica, psicológica, ética y espiritualmente nos conformamos como personas en la familia. No caben otras opciones o modelos de convivencia que puedan asimilarse ni remotamente. De dos hombres o de dos mujeres no puede surgir familia alguna, pues aunque es cierto que la familia no es pura biología, tampoco es pura sentimentalidad. El amor que conduce a compartir una vida con otra persona y tener hijos con ella no surge de una mera atracción o de una complementariedad de caracteres. Tampoco de una voluntad enteramente autónoma o inmanente.

El amor que sentimos por el cónyuge, que va perdurando con los años, madurando, creciendo, transformándose, no nace sólo de nosotros, de nuestro corazón. Algo tan hermoso, tan profundo, que nos fundamenta como personas, no puede nacer de nosotros mismos, es reflejo de algo que nos antecede. En ese amor se halla la presencia más fuerte de Dios en nuestros corazones. De ese amor nace nuestra vida conyugal y nuestra vida como padres. Y de ese amor fuimos hijos de nuestros padres, y ellos padres de nosotros. Así de generación en generación.

Es cierto que nuestro pecado, la debilidad, las heridas que el mundo y nosotros mismos nos infligimos hacen que muchas veces la familia sea el ámbito del dolor, del error y la mentira. Si el amor nacido de la familia es el más profundo, también lo suele ser el odio que en ella surge. Pero esto no es demérito de la familia. La familia no propicia odios, sino nuestro corazón. Como sabemos todos los psicoterapeutas (y los que no lo son), la familia y la pareja son los entornos en los que más se remueven los afectos. Todo lo que es profundo nos toca el corazón. Por desgracia, no siempre sabemos elaborar las heridas que recibimos, y las que se reciben en entornos íntimos suelen ser las más profundas y difíciles de tratar; pero, insisto, ello no es a causa del entorno familiar, sino a pesar del mismo. La familia es un diseño divino para el desarrollo del amor humano. Jamás es una mera concreción cultural, aunque también posea estos desarrollos; jamás puede equivaler a ninguna otra forma de convivencia. Dios nos pensó varón y mujer para que nos amáramos en un compromiso indisoluble durante toda nuestra vida, y para que de ese amor sólido y estable surgiera nueva vida. Por ello eligió el Señor como mejor camino para encarnarse y hacerse criatura que nacer de mujer, y ser hijo de un padre y de una madre. Y como tal hijo aprender de ellos su humanidad.

No cabe mayor misterio de amor ni mayor presencia de Dios en nuestras vidas que la familia, pues es el origen de todas sus actuaciones posteriores. Defendámosla de todo ataque y de toda falsa asimilación a relaciones que no cuentan con los elementos de la plenitud amorosa pensada por Dios para los hombres.

Os deseo un feliz año 2018. Que el Señor colme de bendiciones vuestras vidas.

viernes, 29 de diciembre de 2017

Lecturas del día, viernes, 29 de diciembre. Poema "Blanca como un cirio" de Jacinto Verdaguer. Breve comentario


Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2,3-11):

En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él. Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tenéis desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado. Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo –lo cual es verdadero en él y en vosotros–, pues las tinieblas pasan, y la luz verdadera brilla ya. Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 95,1-2a.2b-3.5b-6

R/.
Alégrese el cielo, goce la tierra

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R/.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R/.

El Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,22-35):

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»

Palabra del Señor

Poema:
Blanca como un cirio de Jacinto Verdaguer

Blanca como un cirio,
pura como un lirio,
la Virgen divina
al templo camina,
llevando en sus brazos cual rayo de luz
al niño Jesús.
Cuando Simeón
ve a Cristo en Sión
le toma y le mira,
y canta y suspira.
María: ¡qué espada de pena y dolor
herirá tu amor!
La Virgen María,
después de aquel día,
miraba a Jesús,
entre dos ladrones, clavado en la cruz.
 

Breve comentario 

En la primera lectura el apóstol S. Juan nos señala que aquel que no cumple los mandamientos no es del Señor, o no está en la luz, pues pecar siempre supone residir en las tinieblas, por mucho que nuestras palabras manifiesten lo contrario. Es evidente que nadie en este mundo reside en la luz. Ni siquiera el papa de Roma. ¿Esto quiere decir que los mandamientos de la ley de Dios son por definición y de facto incumplibles? En absoluto. Significa que nuestra naturaleza es débil, que tendemos al pecado casi como tendemos a respirar. La luz de Dios es una aspiración del cristiano; queremos residir en ella, la buscamos, intentamos aprehenderla cada vez con más fuerza, pero siempre se nos escapa. Los mandamientos del Señor sólo pueden satisfacerse si nos dejamos hacer por Dios, si le permitimos que Él entre en nuestros corazones y que desde allí actúe con entera libertad. 

Dejarse hacer por Dios es una tarea que nos llevará la vida entera, pero es la meta más importante que tenemos enfrente en este peregrinar por el mundo. En las palabras que Simeón dirige a María, se subraya la idea de que Jesús será signo de contradicción para muchos, pues será rey de un reino que estará en frontal oposición a la mirada y a los intereses mundanos, pero que es por ello por lo que será el Rey de reyes, pues Él es la Verdad. Y en esa contradicción se incardina la nuestra: lo amamos y seguiremos pecando; luchamos por el bien, y caemos en el mal; vencemos al enemigo, y nos transformamos al vencerlo en el enemigo vencido. Mas con profunda sabiduría el viejo Simeón nos recuerda cuál es nuestra fuerza en nuestra debilidad: "Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten". Es decir, Él nos ayudará siempre a levantarnos en esta lucha en pos de la luz en medio de todas las tinieblas, en primer lugar de las que proceden de nuestro corazón, las peores siempre, la espada que siempre nos traspasa, como la bayoneta del poeta militar Owen que leímos en el día de S. Esteban (hoy celebramos a otro mártir, por cierto, santo Tomás Becket, obispo), con la que, matando a su enemigo, se mataba a sí mismo.

jueves, 28 de diciembre de 2017

Lecturas del día, jueves, 28 de diciembre, de los Santos Inocentes. Poema "A los que van a nacer" de Dámaso Alonso. Breve comentario


Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1,5–2,2):

Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 123,2-3.4-5.7b-8

R/.
Hemos salvado la vida,
como un pájaro de la trampa del cazador


Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros. R/.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes. R/.

La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (2,13-18):

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.» José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.» Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven.»

Palabra del Señor

Poema:
A los que van a nacer de Dámaso Alonso

¡Cuán cerca todavía
de las manos de Dios! ¿Sentís su aliento
rugir entre los cedros del Levante?
¿Hay en vuestras pupilas rabos de oro,
vedijitas, aún, incandescentes,
de la gran lumbrarada creadora?
¿O fraguasteis, tal vez, en su sonrisa
-sonrisillas de Dios, niños dormidos-
y juega en vuestras salas,
niño eternal, gran inventor de juegos?
Oh, vosotros le veis, seres profundos,
y saltáis en el vientre de la madre.

¿Qué peces de colores
os surcan aguas del dorado sueño?
¿Qué divinos esquifes
-juguetes sin engaño-
cruzan el día albar de vuestro cauce?
¿De qué extraña ladera
son esas pedrezuelas diminutas
que bullen al manar de vuestras aguas?
Oh fuentes silenciosas.
Oh soterradas fuentes
de los enormes ríos de la vida.

Seréis torrente en furia
que va a rodar al páramo. Seréis
indagación y grito sin respuesta.
Ay, guardad esta luz estremecida.
Ay, refrenad el agua,
volved al centro exacto.
Ay de vosotros.

... Ay de estos cieguecitos
de leche no cuajada,
de tierna pulpa vegetal, dormida.
Ay, copos de manteca,
que hacia el mercado vais –de sus ordeños
modelados por Dios, aún en su música,
con las gotas aún de su rocío-
entre las verdes hojas de los úteros. 

Breve comentario

Hoy los santos inocentes por excelencia en Occidente son los niños abortados en el vientre de sus madres. Los santos inocentes en el Tercer Mundo serían los niños explotados laboralmente, sexualmente, los que padecen el abuso de poder en todas sus formas, los no escolarizados, los abandonados a su suerte, etc., etc., etc.

¿Y quiénes son los Herodes de hoy? En Occidente todos y cada uno de los que participan activamente en el asesinato sistemático y masivo de los niños no nacidos: las madres que realmente no desean a sus hijos y que, tras dejarlos matar, siguen sus vidas con el alivio de quien se ha quitado un molesto peso de encima; los sanitarios que cometen efectivamente el asesinato (médicos, enfermeros, psicólogos...); los que sostienen financieramente los centros de exterminio de los niños no nacidos; los que trabajan en los departamentos de contabilidad, administración, gestión de los mismos; los políticos que aprueban leyes que hacen posible tal genocidio, llegando incluso en su vileza moral extrema a reconocer semejante crimen ¡como un derecho humano!; los monarcas o Jefes de Estado que lo sancionan con su firma; y, en definitiva, la ciudadanía que da por bueno este estado de cosas, votándoles una y otra vez a aquellos y apoyando activa o pasivamente todas las iniciativas de ingeniería social que nos van degradando a todos hasta cotas nunca conocidas. Los Herodes del Tercer Mundo son todos aquellos que utilizan su situación de privilegio que les otorga una sociedad capitalista, consumista y alienante de la naturaleza humana para abusar de los inocentes y explotarlos de todas las formas imaginables, en una espiral de degradación sin límite que les conduce a una muerte en vida terrible que clama al cielo. 

Estos son nuestros santos inocentes de hoy en día, millones y millones de niños, centenares de millones de vidas que utilizamos para matarlos antes de nacer o para matar su inocencia durante sus primeros años. Ni el rey Herodes hubiera imaginado una atrocidad semejante.

Que en el último día el Señor haga justicia a tanta iniquidad. Y que repare con su amor infinito tanto dolor inocente. Mientras, hagamos lo que podamos para resistirnos a esta inmensidad de mal desencadenada. Todo lo que hagamos es poco: apoyar iniciativas a favor de la vida y contra el aborto, contra la explotación infantil, ayudar a las familias en riesgo y a la familia natural (la única existente; lo demás son formas de convivencia) como institución humana fundamental... Y sobre todo implorar a Dios su gracia para que actúe en este mundo atroz cuanto antes y detenga este infierno de vileza aborrecible. 

miércoles, 27 de diciembre de 2017

Lecturas del día, miércoles, 27 de diciembre, san Juan, apóstol y evangelista. Poema "Ten piedad, mi Señor, de mi presente..." de Teófilo Amores

Primera lectura

Comienzo de la primera carta del apóstol san Juan (1,1-4):

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 96,1-2.5-6.11-12

R/.
Alegraos, justos, con el Señor

El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono. R/.

Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. R/.

Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (20,2-8):

El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.» Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

Palabra del Señor
 
Poema:
"Ten piedad, mi Señor, de mi presente..." de Teófilo Amores
 
Ten piedad, mi Señor, de mi presente
como ya la tuviste del pasado,
y ya que el corazón me lo has trocado,
ayúdame a vivir cristianamente.


Mira que quiero verme transformado,
transido de tu amor profundamente;
testigo de tu Cruz, constantemente
de espinas en mi cuerpo traspasado.


Pues de ti me confieso enamorado,
sólo tú has de ocupar mi pensamiento
Señor, amigo fiel, Crucificado.


Y puesto de rodillas a tu lado
tan sólo han de trabar conocimiento
mis ojos y tu cuerpo tan llagado.

martes, 26 de diciembre de 2017

Lecturas del día, martes, 26 de diciembre, san Esteban. Poema "Extraño encuentro" de Wilfred Owen. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6,8-10;7,54-60):

En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.» Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y, con estas palabras, expiró.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 30,3cd-4.6 y Sab 16bc-17

R/.
A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame. R/.

A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción. R/.

Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,17-22):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.»

Palabra del Señor

Poema:
Extraño encuentro de Wilfred Owen 

Imaginaba haber salido del combate
por un profundo túnel, excavado hace tiempo
en la roca por mano de titanes.

Pero también allí gemían, apiñados
durmientes, cuyo sueño temía importunar.
Luego, al hablarle, uno se puso en pie: miraba
hacia mí fijamente, con ojos compasivos
y una mano que alzaba como en gesto de dádiva.
Por su sonrisa conocí aquel hosco lugar,
en su mueca de muerte supe que era el Infierno.

Un enorme dolor afligía a aquel rostro
pero no había sangre que filtrara la tierra,
ni estruendo de rifles, ni gemido de obuses.
“Amigo—dije—aquí no hay nada que llorar”.
"Nada—respondió él—salvo el tiempo abolido
y la desesperanza. Cualquiera que fue tuya
fue también mía un día: busqué sin freno alguno
la hermosura mayor que en el mundo cupiera
y no está en unos ojos serenos, ni unas trenzas,
sino en algo que burla la huida de las horas
y no sana su herida nada que sea del mundo.
Porque por mi alegría han reído los hombres
y de mi oscuro llanto algo ha sobrevivido
y debe ahora morir: la verdad nunca dicha,
la pena de la guerra. Ahora a muchos hombres
contentará lo que nosotros malgastamos
o, tal vez, descontentos, lo verterán en vano.
Pasarán con la urgencia atroz de una tigresa.
Nadie romperá filas, aunque se retroceda.
Busqué siempre el dolor, pero encontré el misterio.
Busqué siempre el saber, pero encontré el dominio:
perder el paso de este mundo en retirada
a vanas fortalezas carentes de murallas.
Luego, cuando en la sangre se atascaran los tanques,
lavaría las ruedas con un agua muy dulce,
incluso con verdades demasiado profundas,
y daría a mi espíritu rienda suelta, sin freno
y sin herir a nadie, terminada la guerra.
Hay hombres que han sangrado sin tener ni una herida.

“Yo soy, amigo mío, aquel al que mataste.
Te conocí en lo oscuro, pues tenías el gesto
con el que ayer hundiste en mí tu bayoneta.
Intenté, sí, esquivarla, pero estaban heladas
y dormidas mis manos. Durmamos, pues, ahora...”.


Strange meeting

It seemed that out of battle I escaped
Down some profound dull tunnel, long since scooped
Through granites which titanic wars had groined.

Yet also there encumbered sleepers groaned,
Too fast in thought or death to be bestirred.
Then, as I probed them, one sprang up, and stared
With piteous recognition in fixed eyes,
Lifting distressful hands, as if to bless.
And by his smile, I knew that sullen hall,— 
By his dead smile I knew we stood in Hell.

With a thousand pains that vision's face was grained;
Yet no blood reached there from the upper ground,
And no guns thumped, or down the flues made moan.
“Strange friend,” I said, “here is no cause to mourn.” 
“None,” said that other, “save the undone years,
The hopelessness. Whatever hope is yours,
Was my life also; I went hunting wild
After the wildest beauty in the world,
Which lies not calm in eyes, or braided hair,
But mocks the steady running of the hour,
And if it grieves, grieves richlier than here.
For by my glee might many men have laughed,
And of my weeping something had been left,
Which must die now. I mean the truth untold,
The pity of war, the pity war distilled.
Now men will go content with what we spoiled.
Or, discontent, boil bloody, and be spilled.
They will be swift with swiftness of the tigress. 
None will break ranks, though nations trek from progress.
Courage was mine, and I had mystery;
Wisdom was mine, and I had mastery: 
To miss the march of this retreating world
Into vain citadels that are not walled.
Then, when much blood had clogged their chariot-wheels, 
I would go up and wash them from sweet wells,
Even with truths that lie too deep for taint.
I would have poured my spirit without stint
But not through wounds; not on the cess of war.
Foreheads of men have bled where no wounds were.

“I am the enemy you killed, my friend.
I knew you in this dark: for so you frowned
Yesterday through me as you jabbed and killed.
I parried; but my hands were loath and cold.
Let us sleep now. . . .”


Breve comentario

Parece que los cristianos somos unos aguafiestas. Después del júbilo del día de ayer en que celebramos el nacimiento de Jesucristo en Belén, hoy recordamos la muerte por lapidación del primer mártir de la Iglesia, san Esteban, y pasado mañana la matanza por Herodes de los Santos Inocentes. El hecho de la encarnación y el nacimiento de Dios como hombre entre los hombres es un misterio de amor insondable, pero sólo la primera etapa de ese misterio. El anonadamiento maravilloso y absolutamente inaudito del Señor cumplirá todas las etapas y mostrará todas las dimensiones humanas existencialmente posibles: incomprensión, persecución, humillación y muerte ignominiosa. Quien quiera seguir a Cristo con coherencia de vida y compromiso va a tener que pasar al menos por alguna de estas etapas de pasión, por alguna de estas cruces. No es posible seguir al Señor sin ellas. El mundo no tolera, como no toleró, su mensaje ni su verdad. El amor de Dios en un mundo como éste, como el de todo tiempo, ha de traer inevitablemente la confrontación y la guerra: no puede haber componendas con la mentira y el mal, con el pecador orgulloso de serlo. Y el mundo, por supuesto, enfrentará toda la fuerza del odio del que es capaz de desplegar para evitar que la verdad prevalezca. Esto es así hoy como hace dos mil años cuando nació el Salvador del vientre de la Virgen María.

Por ello las durísimas palabras, la terrible descripción de la lucha cristiana en este mundo que traza san Mateo. En plena celebración de la Navidad, fiesta tradicionalmente entrañable y familiar, leemos atónitos: "Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará." Describe una guerra total, sin cuartel, sin piedad, trágica. La mentira no respetará nada, el mal se extenderá por todos los ámbitos, incluso entre los vínculos más íntimos. Una lucha de estas características, un rival de esta naturaleza no podría ser vencido jamás por fuerzas puramente humanas, pues es el hombre precisamente la fuente de toda debilidad y miseria. Aunque la lucha ha de ser necesariamente terrible, san Mateo nos señala cuál es nuestra fuerza y nuestra victoria: la presencia y la actuación de Dios en nuestros corazones. Y con Dios, ¿a quién temeré? Todo sufrimiento que nos inflijan se transformará en victoria, en ejemplo, en nueva fuente de fe y de esperanza, en un río de amor que se desbordará en corazones antes ajenos o indiferentes. En términos militares, por cada caído por Dios surgen regimientos enteros de nuevos soldados para combatir el buen combate paulino.

San Esteban fue el primer soldado caído por el amor de Dios. Tras él le han seguido millones de mártires o de servidores del Señor durante estos largos dos milenios de cristianismo. Y seguimos dando la misma batalla ahora. Y ellos siguen dándola contra nosotros. Así, he elegido este estremecedor poema de guerra del inglés Wilfred Owen, poeta y oficial del ejército británico durante la I Guerra Mundial, que, intentando tomar una posición en tierras galas, fue muerto en la misma, pocos días antes de la firma del Armisticio. El poema, de una enorme belleza y hondura, hace referencia a la batalla fundamental en que este mundo se debate: la batalla contra uno mismo, contra el propio pecado, la propia tendencia al mal, que es la madre de todas las batallas, de todas las guerras, de todo mal. Y en ese combate fundamental o contamos con el Señor para vencerlo una y otra vez (pues es un enemigo que siempre se levanta), o no avanzaremos ni un milímetro.

Esto también es Navidad. 

lunes, 25 de diciembre de 2017

Lecturas del día, lunes, 25 de diciembre, Natividad del Señor. "Jesús, alegría de los hombres" BWV 147 de J. S. Bach


Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (52,7-10):

¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: «Tu Dios es rey!» Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 97,1.2-3ab.3cd-4.5-6

R/.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios


Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.

Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (1,1-6):

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado», o: «Yo seré para él un padre, y el será para mí un hijo»? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios.»

Palabra de Dios

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,1-18):

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor

"Jesús, alegría de los hombres" BWV 147 de J. S. Bach
(Libreto de Salomo Franck) 

Jesús sigue siendo mi alegría, 
consuelo y bálsamo de mi corazón. 
Jesús me defiende de toda pena. 
Él es la fuerza de mi vida, 
el gozo y el sol de mis ojos, 
el tesoro y la delicia de mi alma; 
por eso no quiero a Jesús 
fuera de mi corazón y de mi vista.

"Jesus bleibet meine Freude" BWV 147

Jesus bleibet meine Freude, 
meines Herzens Trost und Saft, 
Jesus wehret allem Leide, 
er ist meines Lebens Kraft, 
meiner Augen Lust und Sonne, 
meiner Seele Schatz und Wonne; 
darum lass' ich Jesum nicht 
aus dem Herzen und Gesicht.

https://www.youtube.com/watch?v=d9EN27Zh_vg
 
Feliz Navidad a todos los amigos visitantes y lectores del blog. Esperando que el Niño Dios que ha nacido nos colme de bendiciones para el Nuevo Año, recibid un saludo fraternal.

domingo, 24 de diciembre de 2017

Lecturas del día, domingo, 24 de diciembre, 4º de Adviento. Poema "Jesús, el dulce, viene..." de Juan Ramón Jiménez


Primera lectura

Lectura del segundo libro de Samuel (7,1-5.8b-12.14a.16):

Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: «Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.» Natán respondió al rey: «Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.»
Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor: «Ve y dile a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo, lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y, cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 88,2-3.4-5.27.29

R/.
Cantaré eternamente tus misericordias, Señor

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R/.

«Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
"Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades."» R/.

Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora.»
Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (16,25-27):

Al que puede fortaleceros según el Evangelio que yo proclamo, predicando a Cristo Jesús, revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en los escritos proféticos, dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe al Dios, único sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,26-38):

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel.

Palabra del Señor

Poema:
"Jesús, el dulce, viene..." de Juan Ramón Jiménez 

Jesús, el dulce, viene...
Las noches huelen a romero...
¡Oh, qué pureza tiene
la luna en el sendero!

Palacios, catedrales,
tienden la luz de sus cristales
insomnes en la sombra dura y fría...
Mas la celeste melodía
suena fuera...
Celeste primavera,
que la nieve, al pasar, blanda, deshace
y deja atrás eterna calma.

¡Señor del cielo, nace
esta vez en mi alma! 


https://www.youtube.com/watch?v=2JBsevRUCwA

sábado, 23 de diciembre de 2017

Lecturas del día, sábado, 23 de diciembre. Poema "Amor" de María Victoria Atencia. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la profecía de Malaquías (3,1-4.23-24):

Esto dice el Señor Dios: «Voy a enviar a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí. De repente llegará a su santuario el Señor a quien vosotros andáis buscando; y el mensajero de la alianza en quien os regocijáis, mirad que está llegando, dice el Señor del universo. ¿Quién resistirá el día de su llegada? ¿Quién se mantendrá en pie ante su mirada? Pues es como el fuego de fundidor, como lejía de lavandero. Se sentará como fundidor que refina la plata; refinará a los levitas y los acrisolará como oro y plata, y el Señor recibirá ofrenda y oblación justas. Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en tiempos pasados, como antaño. Mirad, os envío al profeta Elías, antes de que venga el Día del Señor, día grande y terrible. Él convertirá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, para que no tenga que venir a castigar y destruir la tierra».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 24,4-5ab.8-9.10.14

R/.
Levantaos, alzad la cabeza;
se acerca vuestra liberación.


Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía a los que lo temen,
y les da a conocer su alianza. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,57-66):

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella. A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan». Y le dijeron: «Ninguno de tus parientes se llama así». Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos se quedaron maravillados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo: «Pues ¿qué será este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él.

Palabra del Señor
 
Poema:
Amor de María Victoria Atencia
 
Cuando todo se aquieta
en el silencio, vuelvo
al borde de la cuna
en que mi niño duerme
con ojos tan cerrados
que apenas si podría
entrar hasta su sueño
la moneda de un ángel.

Dejados al abrigo
de su ternura asoman
por la colcha en desorden,
muy cerca de sus manos,
los juguetes que tuvo
junto a sí todo el día,
ensayando un afecto
al que ya soy extraña.

Quien a mí estuvo unido
como carne en mi carne,
un poco más se aparta
cada instante que vive;
pero esa es mi tristeza
y mi alegría un tiempo,
porque se cierra el círculo
y él camina al amor.
 
Breve comentario
 
¿Cuál es nuestro nombre? ¿Qué es de nosotros? ¿Podemos hablar con una voz libre y resuelta sobre lo que somos y queremos ser, sobre el significado de nuestra vida? ¿O seguimos trabados, mudos, bloqueados en los convencionalismos de la época, en lo políticamente correcto, en la nada de una Navidad sin Dios? ¿Caminamos hacia el amor? ¿Sabemos quién va a nacer mañana? ¿Nos importa? ¿Estamos preparados para ese acontecimiento? Repito: ¿cuál es nuestro nombre?...
   

viernes, 22 de diciembre de 2017

Lecturas del día, viernes, 22 de diciembre. Magnificat en Re mayor BWV 243 de J. S. Bach

Primera lectura

Lectura del primer libro de Samuel (1,24-28):

En aquellos días, una vez que Ana hubo destetado a Samuel, lo subió consigo, junto con un novillo de tres años, unos cuarenta y cinco kilos de harina y un odre de vino. Lo llevó a la casa del Señor a Siló y el niño se quedó como siervo. Inmolaron el novillo, y presentaron el niño a Elí. Ella le dijo: «Perdón, por tu vida, mi Señor, yo soy aquella mujer que estuvo aquí en pie ante ti, implorando al Señor. Imploré este niño y el Señor me concedió cuanto le había mi pedido. Yo, a mi vez, lo cedo al Señor. Quede, pues, cedido al Señor de por vida». Y se postraron allí ante el Señor.

Palabra de Dios

Salmo

1S 2,1.45.6-7.8abcd

R/.
Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador

Mi corazón se regocija en el Señor,
mi poder se exalta por Dios.
Mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación. R/.

Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor.
Los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía. R/.

El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece. R/.

Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,46-56):

En aquel tiempo, María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
“se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humildad de su esclava”.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
“su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
“derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia”
—como lo había prometido a “nuestros padres”—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con Isabel unos tres meses y volvió a su casa.

Palabra del Señor
 
Magnificat en Re mayor BWV 243 de J. S. Bach
 

jueves, 21 de diciembre de 2017

Lecturas del día, jueves, 21 de diciembre. Poema "La visita" de Luis Gonzaga Urbina

Primera lectura

Lectura del libro del Cantar de los Cantares (2,8-14):

¡La voz de mi amado!
Vedlo, aquí llega,
saltando por los montes,
brincando por las colinas.
Es mi amado un gamo,
parece un cervatillo.
Vedlo parado tras la cerca,
mirando por la ventana,
atisbando por la celosía.
Habla mi amado y me dice:
«Levántate, amada mía,
hermosa mía y ven.
Mira, el invierno ya ha pasado,
las lluvias cesaron, se han ido.
Brotan las flores en el campo,
llega la estación de la poda,
el arrullo de la tórtola
se oye en nuestra tierra.
En la higuera despuntan las yemas,
las viñas en flor exhalan su perfume.
Levántate, amada mía,
hermosa mía, y vente.
Paloma mía, en las oquedades de la roca,
en el escondrijo escarpado,
déjame ver tu figura,
déjame escuchar tu voz:
es muy dulce tu voz
y fascinante tu figura».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 32,2-3.11-12.20-21

R/.
Aclamad, justos, al Señor;
cantadle un cántico nuevo.


Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones. R/.

El plan del Señor subsiste por siempre;
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad. R/.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,39-45):

En aquellos días, María se levantó y puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».

Palabra del Señor
 
Poema:
La visita de Luis Gonzaga Urbina 

Ha de venir. Vendrá.
¿Cuándo?... No sé. Muy pronto.
Escucho ya su voz remota
y sus pisadas oigo.


Abre la puerta, alma; que no te tenga
que llamar. Y que esté dispuesto todo:
apagado el fogón, limpia la casa,
y el blanco cirio de la fe, en el fondo.


Ha de venir. Vendrá. Calladamente
me tomará en sus brazos. Así como
la madre al niño que volvió cansado
de correr bosques y saltar arroyos.
Yo le diré en voz baja: -Bienvenida-,
y sin miedo, ni asombro,
me entregaré al Misterio,
pensaré en Dios y cerraré los ojos.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Lecturas del día, miércoles, 20 de diciembre. Poema "En la Anunciación" de César Aller

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (7,10-14):

En aquellos días, el Señor habló a Ajaz y le dijo:
«Pide un signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo».
Respondió Ajaz:
«No lo pido, no quiero tentar al Señor».
Entonces dijo Isaías:
«Escucha, casa de David: ¿no basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 23,1-2.3-4ab.5-6

R/.
Va a entrar el Señor; él es el Rey de la gloria.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede entrar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.

Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Esta es la generación que busca al Señor,
que busca tu rostro, Dios de Jacob. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,26-38):

En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay imposible”». María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel se retiró.

Palabra del Señor
 
Poema:
En la Anunciación de César Aller 

Dicha no cabe más en tu albedrío,
María, Dulce Nombre, toda pura,
esclava que atrajiste tanta altura
que el Verbo se hizo Hombre, eterno río.

Dijiste sí a Gabriel tan encendida,
tras la luz deslumbrante del saludo,
que Cielo y Tierra atáronse en un nudo
para una salvación de paz vivida.

Tu palabra, María, fuera aquella
de verte que eras nada y Dios miraba
y te llenaba a ti, rosa y esclava,
el que es palabra y voz, lumbre y estrella.

Quién pudiera sentir tu turbación,
como quien pone en suerte fino oído,
y escuchar de ti misma aquel latido
que te llenó sin obra de varón.

Mas eso el Poderoso sólo sabe
y tú por humildad nos lo escondías.
Fueron voces secretas, y elegías
embarcarte con Dios en su alta nave.

martes, 19 de diciembre de 2017

Lecturas del día, martes, 19 de diciembre. Poema "Don de la ebriedad" de Claudio Rodríguez

Primera lectura

Lectura del libro de los Jueces (13,2-7.24-25a):

En aquellos días, había en Sorá un hombre de estirpe danita, llamado Manoj. Su esposa era estéril y no tenía hijos. El ángel del Señor se apareció a la mujer y le dijo: «Eres estéril y no has engendrado. Pero concebirás y darás a luz un hijo. Ahora guárdate de beber vino o licor, y no comas nada impuro, pues concebirás y darás a luz un hijo. La navaja no pasará por su cabeza, porque el niño será un nazir de Dios desde el seno materno. Él comenzará a salvar a Israel de la mano de los filisteos». La mujer dijo al esposo: «Ha venido a verme un hombre de Dios. Su semblante era como el semblante de un ángel de Dios, muy terrible. No le pregunté de dónde era, ni me dio a conocer su nombre. Me dijo: “He aquí que concebirás y darás a luz un hijo. Ahora, pues, no bebas vino o licor, y no comas nada impuro; porque el niño será nazir de Dios desde el seno materno hasta el día de su muerte”». La mujer dio a luz un hijo, al que puso de nombre Sansón. El niño creció, y el Señor lo bendijo. El espíritu del Señor comenzó a agitarlo.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 70,3-4a.5-6ab.16-17

R/.
Que se llene mi boca de tu alabanza,
y así cantaré tu gloria.


Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa. R/.

Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. R/.

Contaré tus proezas, Señor mío;
narraré tu justicia, tuya entera.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,5-25):

En los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote de nombre Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón, cuyo nombre era Isabel. Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada. Una vez que Zacarías oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según la costumbre de los sacerdotes, le tocó en suerte a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso. Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor. Pero el ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría y gozo, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos hijos de Israel al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, “para convertir los corazones de los padres hacia los hijos”, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto». Zacarías replicó al ángel: «¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada». Respondiendo el ángel, le dijo:
«Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado para hablarte y comunicarte esta buena noticia. Pero te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento oportuno». El pueblo, que estaba aguardando a Zacarías, se sorprendía de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo. Al cumplirse los días de su servicio en el templo, volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir de casa cinco meses, diciendo: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor, cuando se ha fijado en mí para quitar mi oprobio ante la gente».

Palabra del Señor
 
Poema:
Don de la ebriedad de Claudio Rodríguez
 
Siempre la claridad viene del cielo;
es un don: no se halla entre las cosas
sino muy por encima, y las ocupa
haciendo de ello vida y labor propias.
Así amanece el día; así la noche
cierra el gran aposento de sus sombras.

Y esto es un don. ¿Quién hace menos creados
cada vez a los seres? ¿Qué alta bóveda
los contiene en su amor? ¡Si ya nos llega
y es pronto aún, ya llega a la redonda
a la manera de los vuelos tuyos
y se cierne, y se aleja y, aún remota,
nada hay tan claro como sus impulsos!

Oh, claridad sedienta de una forma,
de una materia para deslumbrarla
quemándose a sí misma al cumplir su obra.
Como yo, como todo lo que espera.
Si tú la luz te la has llevado toda,
¿cómo voy a esperar nada del alba?

Y, sin embargo —esto es un don—, mi boca
espera, y mi alma espera, y tú me esperas,
ebria persecución, claridad sola
mortal como el abrazo de las hoces,
pero abrazo hasta el fin que nunca afloja. 

lunes, 18 de diciembre de 2017

Lecturas del día, lunes, 18 de diciembre. Poema "Soneto enamorado" de Francisco Luis Bernárdez. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro de Jeremías (23,5-8):

Mirad que llegan días —oráculo del Señor—
en que daré a David un vástago legítimo:
reinará como monarca prudente,
con justicia y derecho en la tierra.
En sus días se salvará Judá,
Israel habitará seguro.
Y le pondrán este nombre:
«El-Señor-nuestra-justicia».
Así que llegan días —oráculo del Señor— en que ya no se dirá: «Lo juro por el Señor, que sacó a los hijos de Israel de Egipto», sino: «Lo juro por el Señor, que sacó a la casa de Israel del país del norte y de los países por donde los dispersó, y los trajo para que habitaran en su propia tierra».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 71,1-2.12-13.18-19

R/.
En sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente.

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén! R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,18-24):

La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrán por nombre Emmanuel,
que significa “Dios-con-nosotros”».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.

Palabra del Señor

Poema:
Soneto enamorado de Francisco Luis Bernárdez

Dulce como el arroyo soñoliento,
mansa como la lluvia distraída,
pura como la rosa florecida
y próxima y lejana como el viento.

Esta mujer que siente lo que siento
y está sangrando por mi propia herida
tiene la forma justa de mi vida
y la medida de mi pensamiento.

Cuando me quejo, es ella mi querella,
y cuando callo, mi silencio es ella,
y cuando canto, es ella mi canción.

Cuando confío, es ella la confianza,
y cuando espero, es ella la esperanza,
y cuando vivo, es ella el corazón.

Breve comentario

Desde una visión contemporánea de las relaciones humanas se suele ver la situación de san José como un verdadero drama. Este humilde carpintero de Nazaret no podía imaginar en absoluto los planes que le tenía reservado Dios. Los planes son tan, por decirlo así, extravagantes al juicio humano, que imaginamos el verdadero y profundo trastorno que le debió de producir en todos los ámbitos de su vida. Pero José no posee la sensibilidad del hombre contemporáneo, no hace prevalecer su voluntad, de forma individualista o narcisista, a la de Dios: cuando el Señor le habla en sueños, él se somete. Si en el misterio de la encarnación, María dijo sí a los designios divinos al aceptar su misteriosa concepción de Jesús mediante el Espíritu, el sí de José no fue menor en cuanto que asumió con la humilde virilidad del hombre recto y justo que respeta y ama al Señor, los planes por Él impuestos. Y eso suponía ser padre de un hijo que no era suyo; y suponía vivir en casta abstinencia su matrimonio. Ciertamente es duro (y más aún para nuestra mentalidad) que un hombre deba someterse sin haberlo elegido a semejante destino: ejercer como padre de un hijo de otro (en este caso, de Otro), y no poder ser marido de su mujer en plenitud.

Pero Dios nunca exige lo que no podamos cumplir. Así, con este sacrificio, el Señor le concede la fortaleza de un amor verdaderamente extraordinario por María y por Él mismo: su sumisión no es humillación, represión o aplastamiento, sino liberación, plenitud, comunión conyugal inmarcesible. Por ello he elegido este bello soneto de amor de Bernárdez, que expresa perfectamente esa unión espiritual de ambos cónyuges en el cumplimiento de los designios divinos. Huelga comentar que ni José ni María entendieron entonces gran cosa de la voluntad de Dios, pero ¿acaso nosotros entendemos algo de aquellos planes dos mil años después; algo de su misterio infinito de amor? Con saberse instrumentos del amor de Dios les bastaba. Como nos ha de bastar a nosotros hoy. ¡Qué difícil para nuestro orgullo de hombre que pretende dirigir por entero su vida desde su sola voluntad, como si el mundo sólo fuera un conjunto de egos en disputa o colaboración por hacer prevalecer cada uno sus respectivas voluntades! José y María son los modelos más acabados para vivir de forma cristiana en este mundo. Y con la gracia de Dios podemos llegar a alcanzar la plenitud de ser instrumentos de los planes del Señor. Que Él nos lo conceda. 

domingo, 17 de diciembre de 2017

Lecturas del día, domingo, 17 de diciembre, 3º de Adviento. Poema "Alegría" de Juan Ramón Jiménez. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (61,1-2a.10-11):

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor. Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas. Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos.

Palabra de Dios

Salmo

Lc 1,46-48.49-50.53-54

R/.
Me alegro con mi Dios

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones. R/.

Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación. R/.

A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (5,16-24):

Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. Dad gracias en toda ocasión: ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros. No apaguéis el espíritu, no despreciéis el don de profecía; sino examinadlo todo, quedándoos con lo bueno. Guardaos de toda forma de maldad. Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo. El que os ha llamado es fiel y cumplirá sus promesas.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,6-8.19-28):

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?»
Él confesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías.»
Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»
Él dijo: «No lo soy.»
«¿Eres tú el Profeta?»
Respondió: «No.»
Y le dijeron: «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?»
Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.»
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

Palabra del Señor

Poema:
Alegría de Juan Ramón Jiménez 

Tengo en mí
—¡alegría!—
serlo todo
—aunque ello no quiera—,
comprendiéndolo.


—Y sí quiere
—¡alegría!—
porque la comprensión hace inclinar a todo
la frente dulce,
caer en una entrega de regazo.—


¡Comprensión, amor hondo,
amor perfecto y solo,
—¡alegría!—,
amor intelijente,
amor irresistible!


Breve comentario

El tercer domingo de Adviento es el de la espera alegre, el denominado "Gaudete" (en latín, ¡Alegraos!). Esperamos la venida inminente del Señor, que no es una simple visita de cortesía, sino un anonadamiento de amor por el que Dios se hace hombre para salvarnos de nuestra debilidad. No es tampoco un mero acercamiento: es hacerse como nosotros, simples criaturas, pero manteniendo su naturaleza divina y su poder para transformar por su acción la realidad. Ese poder, ese ser hombre siendo Dios se va a mostrar de un modo paradójico, como inaudito es ese transformarse el Creador en criatura. Por ser Dios estará libre de pecado, pero por ser hombre padecerá y será tratado como tal por los demás hombres. Cuando se presente ante ellos, ante nosotros, como el verdadero Dios, lo tratarán como solemos tratar a los peores delincuentes, impostores o blasfemos.

Quiso Dios que su hacerse hombre fuera un proceso hasta sus últimas consecuencias, salvo, insisto, en aquello que contradice su naturaleza divina, el pecado. Así, nacerá como hombre del modo en que celebraremos la próxima semana. Nuestra alma no puede comprender un acto de amor tan inmenso. Que el Infinito se haga criatura es el amor más alto que cabe imaginar, un maravilloso misterio insondable. Que la Causa Primera nos ame de ese modo, nos debe llenar de una alegría en verdad desbordante. Aunque no podamos comprender semejante infinitud de gracia y entrega. La alegría es el sentimiento que nos inunda ante algo que es bueno, bello, verdadero. No hace falta conocer al detalle el objeto que nos provoca este estado de plenitud.

Sin embargo, la alegría es un modo de acercarse al misterio. Y la reacción del hombre ante el misterio no sólo es afectiva (miedo, alegría, inquietud, esperanza, amor...) o volitiva (decidir acercarse o huir, mantenerse indiferente...), sino que suele excitar el hambre de conocimiento que nos caracteriza. Qué sencillamente hermoso es el diálogo que entablan los sacerdotes con Juan. Le preguntan quién es, qué representa, por qué llama a la conversión, de qué índole es el bautismo que realiza... Es normal estas actitudes ante lo que desconocemos. Pero el misterio de Dios apenas puede ser descrito más que por analogía, casi, diría, de forma poética. No es el Mesías, no es Elías, tampoco es el Profeta esperado: es la voz que grita en el desierto. Juan es aquel que anuncia al que ha de venir, el Mesías, el Salvador. Pero su anuncio no sólo comunica un hecho inminente: es preparación a su venida, llamada a la conversión, a limpiar nuestro corazón y nuestra mirada de todo aquello que nos impediría reconocerle como el Hijo de Dios redentor. Qué mejor momento que éste para acercarse al sacramento de la Confesión.

Reparemos en un hecho que parece secundario y, sin embargo, es central en el mensaje evangélico: voz que grita en el desierto lo podemos ser todos; es más, estamos llamados a serlo. Dios nos ha dado la voz para comunicar nuestras realidades humanas, para compartirlas y también para darlas a conocer. Y el desierto también nos lo ha concedido por medio de nuestra débil naturaleza. Mucho más extenso y hostil que el desierto del Sáhara es el desierto de nuestra alma dominada por el pecado. Las sociedades humanas, todas ellas, son, en mayor o menor medida, desiertos del corazón humano. Juan fue, en efecto, el último profeta, pues tras él hizo aparición el Señor. Pero Juan encarna la misión que todo cristiano debe cumplir de un modo u otro, según los carismas concedidos, en todo tiempo y circunstancia. Juan podemos ser y, en cualquier caso, debemos ser todos para aquellos que no conocen al Señor, al Señor que vino, al que está, al que no se marcha nunca, al que nos espera, al que actúa, al que nos ve con su mirada de amor, al que le duelen nuestras cegueras y traiciones. En este tiempo litúrgico nos preparamos para el hecho grandioso de amor de que Dios, encarnándose en el vientre de María y naciendo de ella como cualquier niño, se hace hombre entre los hombres. Y una vez que ha venido, ya no se ha marchado nunca. Pero el desierto del mundo ya no lo sabe ver. Navidad en verdad es siempre, pues el Señor, aunque ya no en forma de niño recién nacido, nunca deja de venir.

A Juan se le suele describir como un ser torturado, desgarrado, apasionado por una intensísima presencia de Dios en su vida. Pero su ascésis, su austerísima vida, su entrega total está presidida e impulsada por una alegría desbordante. Es cierto que el entorno árido y hostil le empuja a la soledad, al abandono, al grito que clama en un mundo que no entiende más que de intereses mezquinos y no de la verdad, del amor, de la salvación del alma; pero la alegría de sentir la presencia del Señor debió de ser inmensa en su vida. Seamos voces que gritan la presencia del Señor, su venida imperecedera en este desierto. Y hagámoslo con la pasión y con la alegría con la que Dios nos va asistiendo a pesar o en medio de nuestros desiertos propios y ajenos. Y preparémonos a recibirlo de nuevo en nuestro corazón.

viernes, 15 de diciembre de 2017

Lecturas del día, viernes, 15 de diciembre. Poemas "Hay" de Vladimir Holan y "Blues para cristianos" de Antonio Gamoneda. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (48,17-19):

Esto dice el Señor, tu libertador,
el Santo de Israel:
«Yo, el Señor, tu Dios,
te instruyo por tu bien,
te marco el camino a seguir.
Si hubieras atendido a mis mandatos,
tu bienestar sería como un río,
tu justicia como las olas del mar,
tu descendencia como la arena,
como sus granos, el fruto de tus entrañas;
tu nombre no habría sido aniquilado,
ni eliminado de mi presencia».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 1,1-2.3.4.6

R/.
El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida.

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,16-19):

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: «¿A quién compararé esta generación? Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo: “Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”. Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras».

Palabra del Señor

Poemas:
Hay de Vladimir Holan

Hay destinos
donde lo que carece de temblor no es sólido.


Hay amores
en los que el mundo no te basta, falta un pasito.


Hay placeres
en los que te castigas por el arte, pues el arte es pecado.


Hay momentos de mutismo
en que la boca de la mujer hace pensar que el pudor es sólo [cuestión de sexo.


Hay cabellos teñidos por un meteoro
donde es el diablo quien hace la raya.


Hay soledades
en las que miras sólo con un ojo y miras sólo sal.


Hay momentos de frío
en los que estrangulas palomas y te calientas con sus alas.


Hay momentos de gravedad
en los que sientes que has caído ya entre los que caen.


Hay silencios
que debes expresarlos tú,
¡precisamente tú!

https://www.youtube.com/watch?v=fV_wyCS7QYY

Blues para cristianos de Antonio Gamoneda

Antes algunos hombres se sentaban a fumar
y a mirar la tierra despacio.
Antes muchos hombres se sentaban a fumar
y poco a poco comprendían la tierra.
Ahora no se puede fumar cuando viene la noche.
Ahora ya no queda tabaco ni esperanza.


Ya han debido de pasar el cielo y la tierra
y todas las casas están vacías.
Han debido de pasar el cielo y la tierra
porque todas las casas están vacías.
La madre ya no quiere volver a sus cazuelas.
Aquí toda la gente está muy triste.


Ahora vendrá Dios con su madero.
Dicen que viene Jesucristo con su madero.
Bien, que venga con su madero.


Cuando venga Jesucristo con su madero,
vamos a verle la chaqueta vieja.
Cuando venga Jesucristo a vivir con nosotros,
habrá que verle el corazón cansado.


Aquí ya no hay otra majestad que el dolor. 
Sí, buen amigo, ya no hay más en la tierra.


Breve comentario

¿Y a quién compararemos esta generación? El Señor hoy no sería más comprendido que entonces. Ha cambiado el estilo, las formas, lo adjetivo, pero en el fondo seguimos padeciendo la misma ceguera para apreciar la verdad. Es cierto que el paso del Señor, su huella profunda, su influencia intemporal a través de los siglos, hacen que la verdad sea, aún hoy, más fácil de hallar que en los tiempos en los que vivió entre nosotros, pues el único referente que existía entonces era el testimonio de los profetas. Y a los profetas, como sabemos, no les fue muy bien. Al Señor, tampoco.

Es lamentable, sin duda, nuestra tendencia al pecado, nuestra debilidad, nuestra mundanidad, incluso la de aquellos que nos decimos (o al menos procuramos) ser sus seguidores. Pero así debe ser; así lo ha querido Dios: que la Verdad y el Amor se abra camino en medio y por medio de la cruz. El seguimiento al Señor nunca es cosa de generaciones, de grandes colectivos, sino de corazones individuales que se van abriendo a su misterio, a su llamada, a su presencia. Luego, en el mejor de los casos, nos podemos reunir con otros hermanos en la fe, para vivir la experiencia de Dios en comunidad, para compartirla, para fortalecernos unos a otros, para sentirnos que pertenecemos a una realidad que trasciende la vivencia individual, que halla sentido y plenitud aun en este mundo de generaciones ciegas, débiles, aferradas a sus pecados. Esta es la misión fundamental de la Iglesia en torno a la cual giran todos los demás objetivos: dar a conocer a Dios a los hombres para redimirlos, y continuar por medio de ella Su presencia y actuación hasta la segunda y definitiva venida.

Por todo ello, como dice el sabio poeta checo, los silencios de este mundo lo deberemos superar, vencer, expresar cada uno ("¡precisamente tú!") en diálogo y encuentro con el Señor que nos habla. Aun cuando lo que nos rodea sea un ciego, estéril, alienante silencio de ignorancia y desprecio. Da igual que, como nos describe el otro sabio poeta (esta vez leonés, nacido ovetense), cuando nos presentemos a los demás sólo distingan y destaquen nuestras debilidades humanas, nuestras imperfecciones, nuestras limitaciones. El Señor tiene, como nosotros, su "chaqueta vieja" (judío nacido en un pueblo insignificante, sin formación intelectual reconocida, sin estudios, simple artesano, hijo de un tal José y de una tal María, perfectamente irrelevantes, nacido en circunstancias penosas, en medio de la mayor pobreza y desprecio, que morirá crucificado como un indeseable delincuente...); pero a diferencia de nosotros, cosa que no captan los ciegos ojos generacionales, su corazón no está cansado, sino que es fuente de salvación eterna, del amor más puro, origen y superación del mal y del pecado en todas sus formas, hasta de la muerte. Sabemos que nuestro dolor, nuestro cansancio, nuestro pecado empaña la majestad de Dios, pero el dolor divino es la forma en que se presenta al hombre para darle plenitud, para alzarlo al gozo infinito del alma que, por su gracia, le reconoce y a Él se entrega.