miércoles, 2 de noviembre de 2016

Lecturas del día, miércoles, 2 de noviembre, de los Fieles Difuntos. Poema "X (Con esperanza)" de Doiraje

Primera lectura

Lectura del libro de las Lamentaciones (3,17-26):

Me han arrancado la paz, y ni me acuerdo de la dicha; me digo: «Se me acabaron las fuerzas y mi esperanza en el Señor.» Fíjate en mi aflicción y en mi amargura, en la hiel que me envenena; no hago más que pensar en ello y estoy abatido. Pero hay algo que traigo a la memoria y me da esperanza: que la misericordia del Señor no termina y no se acaba su compasión: antes bien, se renuevan cada mañana: ¡qué grande es tu fidelidad! El Señor es mi lote, me digo, y espero en él. El Señor es bueno para los que en él esperan y lo buscan; es bueno esperar en silencio la salvación del Señor.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 129,1-2.3-4.5-6.7-8

R/.
Desde lo hondo a ti grito, Señor

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R/.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón
y así infundes respeto. R/.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora. R/.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa. R/.

Y él redimirá a Israel
de todos sus delitos. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan (14,1-6):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.»
Tomás le dice: «Señor, no sabemos adonde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»
Jesús le responde: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.»

Palabra del Señor
 
Poema:
X (Con esperanza) de Doiraje
 
Hoy hace doce años que me alegré de tu muerte.
Tenías 55, el cuerpo 
podrido de cáncer y mi odio.
Ese fue tu final para mí
aquella noche del 26 de febrero
de 1980.
              Lloré un poco,
me asusté algo, mas te olvidé
con un suspiro de alivio.
 
Ese era el ser en que me había convertido.
 
Ya no busco culpables, pues todos
hemos sido víctimas. Y no hay 
lugar para el arrepentimiento. Detrás
de esa vil satisfacción, cargaba
con la inmensa mole del autodesprecio:
cumplía la impuesta condena
de no ser, 
pobre Sísifo de 16 años.
 
Ha pasado mucho desde entonces,
habiendo ocurrido tan poco:
la terrible soledad de cada día,
la terrible ignorancia,
la terrible mentira,
el terrible retorno de lo mismo.
 
Pero, a pesar de todo, resistí.
 
Mi fuerza original, mi voluntad 
de vivir y el amor,
que voy rescatando de mí mismo,
algo han conseguido:
quererte y quererme.
No fue en balde tu vida, padre.
 
Hoy, en esta noche del 26
de febrero de 1992,
a mis 28 años,
vital, vigoroso, viril, 
miro hacia mi vida, hacia la vida
de frente y abiertas las manos, 
con el orgullo de llevar tu apellido
y el orgullo de ser yo.
 
Has muerto, sí, pero tu amor
vivirá conmigo.
 
Este es el ser en que me he convertido.

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