jueves, 30 de noviembre de 2017

Lecturas del día, jueves, 30 de noviembre, san Andrés apóstol. Poema "Peregrinaje" de Doiraje. Breve comentario


Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (10,9-18):

Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.» Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.» Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo, si no creen en él?; ¿cómo van a creer, si no oyen hablar de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien que proclame?; y ¿cómo van a proclamar si no los envían? Lo dice la Escritura: «¡Qué hermosos los pies de los que anuncian el Evangelio!» Pero no todos han prestado oído al Evangelio; como dice Isaías: «Señor, ¿quién ha dado fe a nuestro mensaje?» Así pues, la fe nace del mensaje, y el mensaje consiste en hablar de Cristo. Pero yo pregunto: «¿Es que no lo han oído?» Todo lo contrario: «A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los límites del orbe su lenguaje.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 18,2-3.4-5

R/.
A toda la tierra alcanza su pregón

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R/.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (4,18-22):

En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: «Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Palabra del Señor

Poema:
Peregrinaje de Doiraje

Hallar la voz escondida, una palabra
callada que nombre este silencio,
esta nube que enturbia y hace
de la luz dolor y del deseo una
quietud de cementerio, pujando
por una vida, esta vida, mi vida.

Y mientras, este vacío pletórico
de existencias no dichas, sospechadas, sabidas,
necesidades amargas inconmovibles
de toda la insatisfacción de un hijo huérfano.

¿Dónde reposar en la confianza?
¿Dónde respirar sin acecho de consuelos
equívocos, vejantes, miserables?
¿Dónde encontrar el pulso
de una sonrisa, de una mirada, de una
comprensión plena, fiel, asegurante?
¿Dónde la verdad para hallar mi verdad?

Señor, descúbreme mi rostro,
y purifica la herida.

Breve comentario

"...No ocultes la verdad, pues es como una luz para caminar tú mismo y los demás..." (Ana, Bego y Julio). Me regalaron esta frase hoy hace veinte años en el día de mi confirmación. Está escrita a mano, bajo una pequeña acuarela de unas amapolas (pintada por Ana), en un marcapáginas perfectamente plastificado. Ana, Bego y Julio pertenecían al equipo de catequésis de la Parroquia de san Andrés apóstol, de Villaverde Alto (Madrid). Qué terrible que ya no recuerde sus caras, aunque recuerdo su amabilidad y su simpatía. Era el más mayor de los confirmandos, entonces un joven esposo de 34 años entre adolescentes de instituto. No esperaba que me regalasen este detalle que he utilizado con placer en mis lecturas. Para encontrarlo lo he tenido que buscar casi con angustia en mi modesta biblioteca. Más de una vez lo consideré perdido. Hoy lo encontré enterrado en El Libro de las horas de Rilke. En verdad, fue en la víspera aquel acontecimiento, pero este es un detalle menor. Entonces, hacía unos cuatro o cinco años del comienzo de mi conversión. Y hoy me pregunto si he estado a la altura de esa frase, de ese marcapáginas que me regalaron personas que ya apenas puedo recordar.

Entonces no era consciente del todo de la trascendencia de ese acto, de la importancia que es confirmarse en la llamada que el Señor nos hizo. Todavía sentía esa llamada en mi vida de una forma harto confusa, como confuso aún estaba yo en aquellos días. Y como prueba, el poema que he colgado, que escribí apenas una semana antes. Muchas veces uno vive realidades trascendentes sin saber que lo son. A mis 34 años, espiritualmente no era mucho más maduro que mis compañeros adolescentes de sacramento, pero ya había iniciado el camino con un fuerte sentimiento de compromiso. Y no sólo sentimiento. Ya hacía dos años largos que me había casado con Isabel; y completaba mi formación como psicólogo. Vivíamos en una casa en medio de un barrio obrero de realojados (¡qué dura me parecía aquella gente!) en una calle que era casi una ironía, Arroyo bueno, pues antiguamente, antes que la urbanizaran, según cuenta mi mujer que creció en las proximidades, pasaba por allí un arroyo de aguas pestilentes. 

Todo era nuevo para mí; ¡qué ignorante era todavía con respecto a mi vida y a la vida en general! Y sobre todo, ¡qué ignorante con respecto a Dios y a su voluntad! Y hoy, veinte años después, me pregunto hasta qué punto he cumplido con el mandato cariñoso de mis antiguos catequistas, mandato que era, sigue siendo, que será siempre de Dios. No lo sé. Supongo que este blog se encuadra un poco en respuesta a ese mandato. Y gran parte (quizá toda) de la evolución posterior de mi vida, tantas veces dolorosa, y otras gozosa también. 

Tal vez el poema que acabo de colgar sea un buen criterio para aventurar alguna respuesta. Ya no lo escribiría igual, y no porque no me identifique con el tono o el lenguaje, ni con el momento de mi vida que estaba pasando, descrito razonablemente bien. Ahora muchas de las preguntas que me hacía han sido respondidas; otras aún están ahí, arañándome el alma, pero sin la ansiedad de aquellos días. Mi relación con el Señor ha crecido en profundidad y sobre todo en aceptación de su voluntad, lo cual no ha sido nada fácil para mí. Aún he de perseverar, pues me queda mucho por pulir y por eliminar. Cuento con su ayuda. Sé que cuento con su ayuda, con un poco de su gracia. Como hace veinte años cuando me confirmé, como hace cuarenta y siete de mi Primera Comunión, como hace cincuenta y cuatro de mi bautismo. Me sigo haciendo preguntas, pero voy sintiendo, intuyendo, que todas las respuestas ya están escritas. Sólo me queda irlas viviendo en los años que el Señor me conceda de peregrinaje. 

Quiero creer que no estoy lejos de Andrés apóstol, es decir, que san Andrés vivió cosas muy parecidas a las que acabo de contar. Que cualquiera de los que intentamos seguir a Cristo ha vivido y vive de forma similar su relación con el Señor, en un lento, paulatino y muchas veces inconsciente proceso de maduración y crecimiento. No en vano es Él el que lleva las riendas de todo, desde la primera llamada hasta la última, cuando dejemos este mundo. Y está bien que así sea.

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Lecturas del día, miércoles, 29 de noviembre. Poema "Amigo íntimo" de María Beneyto. Breve comentario


Primera lectura

Lectura de la profecía de Daniel (5,1-6.13-14.16-17.23-28):

En aquellos días, el rey Baltasar ofreció un banquete a mil nobles del reino, y se puso a beber delante de todos. Después de probar el vino, mandó traer los vasos de oro y plata que su padre, Nabucodonosor, había cogido en el templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey y los nobles, sus mujeres y concubinas. Cuando trajeron los vasos de oro que habían cogido en el templo de Jerusalén, brindaron con ellos el rey y sus nobles, sus mujeres y concubinas. Apurando el vino, alababan a los dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de piedra y madera. De repente, aparecieron unos dedos de mano humana escribiendo sobre el revoco del muro del palacio, frente al candelabro, y el rey veía cómo escribían los dedos. Entonces su rostro palideció, la mente se le turbó, le faltaron las fuerzas, las rodillas le entrechocaban. Trajeron a Daniel ante el rey, y éste le preguntó: «¿Eres tú Daniel, uno de los judíos desterrados que trajo de Judea el rey, mi padre? Me han dicho que posees espíritu de profecía, inteligencia, prudencia y un saber extraordinario. Me han dicho que tú puedes interpretar sueños y resolver problemas; pues bien, si logras leer lo escrito y explicarme su sentido, te vestirás de púrpura, llevarás un collar de oro y ocuparás el tercer puesto en mi reino.» Entonces Daniel habló así al rey: «Quédate con tus dones y da a otro tus regalos. Yo leeré al rey lo escrito y le explicaré su sentido. Te has rebelado contra el Señor del cielo, has hecho traer los vasos de su templo, para brindar con ellos en compañía de tus nobles, tus mujeres y concubinas. Habéis alabado a dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de piedra y madera, que ni ven, ni oyen, ni entienden; mientras que al Dios dueño de vuestra vida y vuestras empresas no lo has honrado. Por eso Dios ha enviado esa mano para escribir ese texto. Lo que está escrito es: "Contado, Pesado, Dividido." La interpretación es ésta: "Contado": Dios ha contado los días de tu reinado y les ha señalado el límite; "Pesado": te ha pesado en la balanza y te falta peso; "Dividido": tu reino se ha dividido y se lo entregan a medos y persas.»

Palabra de Dios

Salmo

Dn 3,62.63.64.65.66.67

R/.
Ensalzadlo con himnos por los siglos

Sol y luna,
bendecid al Señor. R/.

Astros del cielo,
bendecid al Señor. R/.

Lluvia y rocío,
bendecid al Señor. R/.

Vientos todos,
bendecid al Señor. R/.

Fuego y calor,
bendecid al Señor. R/.

Fríos y heladas,
bendecid al Señor. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,12-19):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»

Palabra del Señor

Poema:
Amigo íntimo de María Beneyto

Y, con todo, ya veis, no tengo miedo.
Lo tuve, sí, lo tuve cuando era
la luna un círculo de luz helada,
el agua una llamada irresistible,
los árboles un grito monstruoso
de la tierra, y mis manos un extraño
temblor. Hoy no. Estoy libre, estoy atenta
a mis propias pisadas, que no evitan
tropezar con los huesos esparcidos
de la desolación que me rodea.
Estoy casi contenta de irme lejos,
acarreo abundancias abusivas,
enseres inservibles, semilleros
que tienen que brotar por el camino...
El miedo era un hermano muy pequeño
que había que cuidar de que pudiera
caerse y añadirse hasta volverse
un pánico feroz, era una leve
suavísima ternura, tan querida,
que había que cubrir hasta asfixiarla
para que no creciese más. (Su muerte
se duerme aquí en la mía de algún modo).
No tengo miedo, y por lograr ahora
la paz, me voy sin él. (Dadle una tierra
benigna a su cadáver, casi el mío).
Ya veis, por no tener, ya ni siquiera
tengo a mi amor de siempre, al pobre miedo
que tan fiel compañía dio a mi vida.  

Breve comentario

El Señor nos anuncia el destino terrenal que nos espera cuando Él ya no esté entre nosotros. No parece nada halagüeño. En efecto, al cristiano que está en el mundo pero que no es del mundo, le espera todas las formas de sufrimiento y muerte que ese mundo depara a los que no le siguen. Según las estadísticas, hoy son los cristianos el colectivo humano más perseguido del planeta. Pero en el llamado primer mundo la persecución, teniendo apariencias más amables, no deja de ser una realidad. Vivir en una cultura que reniega de Dios no es nada sencillo, más si tenemos en cuenta que esa cultura no hace referencia sólo a las creencias de una élite dominante, sino que gracias a ésta, y tras más de doscientos años de dominación, han pasado a formar parte del acervo común de la práctica totalidad de la ciudadanía. Ser cristiano hoy en Occidente supone, cuando menos, la soledad, la muerte social. En otras vastas áreas del planeta implica cárcel o directamente la muerte.

Pero Dios no deja solo a nadie que le sigue. No importa que el fiel cristiano no tenga suficientes estudios (los primeros apóstoles eran unos sencillos pescadores), que no sepa expresarse, que sea de carácter apocado. Tampoco importa que sus perseguidores sean implacables, que siempre busquen causar el mayor daño posible, que siempre acosen, acechen, vigilen, tiendan trampas. Todo eso el Señor lo da por descontado. Pero ese cristiano humanamente inerme sabe que Dios no le abandonará, incluso aunque su fidelidad le lleve a la muerte: Dios ya venció la muerte en la resurrección. Y pondrá palabras donde el fiel no las encontraba, y ánimo cuando todo parece que tiende a destruirle, e inteligencia en su sencillo corazón, y verdad donde la mentira y la manipulación reina.

Digamos con la poeta, "Y, con todo, ya veis, no tengo miedo." Cuando nos dejamos hacer y llevar por Él "¿a quién temeré, quién me hará temblar?" (Sal 27,1).

martes, 28 de noviembre de 2017

Lecturas del día, martes, 28 de noviembre. Poema "Muerte" de Homero Aridjis. Breve comentario


Primera lectura

Lectura de la profecía de Daniel (2,31-45):

En aquellos días, dijo Daniel a Nabucodonosor: «Tú, rey, viste una visión: una estatua majestuosa, una estatua gigantesca y de un brillo extraordinario; su aspecto era impresionante. Tenía la cabeza de oro fino, el pecho y los brazos de plata, el vientre y los muslos de bronce, las piernas de hierro y los pies de hierro mezclado con barro. En tu visión, una piedra se desprendió sin intervención humana, chocó con los pies de hierro y barro de la estatua y la hizo pedazos. Del golpe, se hicieron pedazos el hierro y el barro, el bronce, la plata y el oro, triturados como tamo de una era en verano, que el viento arrebata y desaparece sin dejar rastro. Y la piedra que deshizo la estatua creció hasta convertirse en una montaña enorme que ocupaba toda la tierra. Éste era el sueño; ahora explicaremos al rey su sentido: Tú, majestad, rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha concedido el reino y el poder, el dominio y la gloria, a quien ha dado poder sobre los hombres, dondequiera que vivan, sobre las bestias del campo y las aves del cielo, para que reines sobre ellos, tú eres la cabeza de oro. Te sucederá un reino de plata, menos poderoso. Después un tercer reino, de bronce, que dominará todo el orbe. Vendrá después un cuarto reino, fuerte como el hierro. Como el hierro destroza y machaca todo, así destrozará y triturará a todos. Los pies y los dedos que viste, de hierro mezclado con barro de alfarero, representan un reino dividido; conservará algo del vigor del hierro, porque viste hierro mezclado con arcilla. Los dedos de los pies, de hierro y barro, son un reino a la vez poderoso y débil. Como viste el hierro mezclado con la arcilla, así se mezclarán los linajes, pero no llegarán a fundirse, lo mismo que no se puede alear el hierro con el barro. Durante ese reinado, el Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido ni su dominio pasará a otro, sino que destruirá y acabará con todos los demás reinos, pero él durará por siempre; eso significa la piedra que viste desprendida del monte sin intervención humana y que destrozó el barro, el hierro, el bronce, la plata y el oro. Éste es el destino que el Dios poderoso comunica a su majestad. El sueño tiene sentido, la interpretación es cierta.»

Palabra de Dios

Salmo

Dn 3,57.58.59.60.61

R/.
Ensalzadlo con himnos por los siglos

Criaturas todas del Señor,
bendecid al Señor. R/.

Ángeles del Señor,
bendecid al Señor. R/.

Cielos, bendecid al Señor. R/.

Aguas del espacio,
bendecid al Señor. R/.

Ejércitos del Señor,
bendecid al Señor. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,5-11):

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.» Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?» Él contestó: «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.» Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.»

Palabra del Señor

Poema:
Muerte de Homero Aridjis

En la cocina de la casa
el campesino viejo
mira las cucharas
que dejará a su hija
y los cuchillos
que heredará a su hijo
mira por la ventana
el caballo amarrado
la encina polvorienta
la nieta de grandes ojos
sentada sobre una cerca
mira el cerro
como un terrón quebrado
y no lejos la piedra
en la que se sentaron
su padre y su abuelo
mira la ventana sin vidrios
las paredes de adobe
mira las cosas
ya por última vez
y no dice nada 

Breve comentario

Estamos en los últimos días del ciclo litúrgico, a las puertas del adviento. Es el tiempo escatológico por excelencia, en que se tratan las realidades de la muerte y el destino final de la existencia. El Señor llama la atención en este pasaje evangélico de que todo el oropel y los brillos de esta vida desaparecerán por completo, incluyendo en esa vanidad humana el mismo templo de Jerusalén. El Señor anuncia su venida al final de los tiempos en medio de grandes desastres de toda índole. Pero al igual que Dios no está en la apariencia de los falsos esplendores del orgullo y la soberbia del hombre, tampoco está en esos desastres que antecederán a su aparición. El Señor vuelve a apelar a la fe y a la esperanza frente a todas esas calamidades que han de ocurrir a modo de preparación para el verdadero esplendor de Dios en la tierra.

Y esa apelación a la esperanza nace de una certidumbre que tiene todo corazón abierto a Dios. La verdadera herencia divina, como el verdadero sacrificio que Él acepta, no reside en edificios, ni en animales muertos en su honor, sino en el alma que asiente a su palabra y a su ejemplo. Este es el verdadero tesoro que heredará el cristiano entregado a Su voluntad. Aunque desaparezca el templo o se abra la tierra o se susciten guerras o hambrunas por doquier, Dios no abandona a quien le ha abierto la puerta de su alma.

En el bello poema de Aridjis, austero como el tema del que trata, me gusta imaginar que ese hombre sencillo que le queda poco de vida, sabe que en su pobreza y en la humildad de su existencia, a sus hijos y descendientes les va a dejar no sólo los pequeños útiles de su cotidianidad más modesta, sino que, tras el misterio de la muerte y del final, él les habrá transmitido la verdad de su amor, de su entrega honesta, de su esfuerzo, de su trabajo, de su sencillo ejemplo de campesino viejo, profundamente recto, profundamente íntegro, profundamente hombre. Es cierto que ese silencio final que envuelve su última mirada a lo que aún es su vida, puede interpretarse de muchos modos. Es grandeza del poeta el que deje abierto en cada lector el sentido de ese silencio, tal vez inquietante. En otra época de mi vida yo hubiera interpretado este poema en clave de escepticismo, fatalidad, sinsentido, incluso irrealidad de una vida que desaparece de modo absurdo, como apareció. Hoy lo percibo de un modo muy distinto: es el silencio de una vida cumplida. Estoy convencido de que ese viejo campesino transmitió un tesoro a las personas que amó: el tesoro de su amor limpio. Y ante esto, sobran las palabras. Su última mirada es contemplación de la verdad en esas pequeñas cosas que son su patrimonio material, reflejo humilde del insondable patrimonio que legó amando. 

lunes, 27 de noviembre de 2017

Lecturas del día, lunes, 27 de noviembre. Poemas "Ofrenda" y "Pobreza de los diez años" de Matilde Alba Swann. Breve comentario

Primera lectura

Comienzo de la profecía de Daniel (1,1-6.8-20):

El año tercero del reinado de Joaquín, rey de Judá, llegó a Jerusalén Nabucodonosor, rey de Babilonia, y la asedió. El Señor entregó en su poder a Joaquín de Judá y todo el ajuar que quedaba en el templo; se los llevó a Senaar, y el ajuar del templo lo metió en el tesoro del templo de su dios. El rey ordenó a Aspenaz, jefe de eunucos, seleccionar algunos israelitas de sangre real y de la nobleza, jóvenes, perfectamente sanos, de buen tipo, bien formados en la sabiduría, cultos e inteligentes y aptos para servir en palacio, y ordenó que les enseñasen la lengua y literatura caldeas. Cada día el rey les pasaría una ración de comida y de vino de la mesa real. Su educación duraría tres años, al cabo de los cuales, pasarían a servir al rey. Entre ellos, había unos judíos: Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Daniel hizo propósito de no contaminarse con los manjares y el vino de la mesa real, y pidió al jefe de eunucos que lo dispensase de esa contaminación. El jefe de eunucos, movido por Dios, se compadeció de Daniel y le dijo: «Tengo miedo al rey, mi señor, que os ha asignado la ración de comida y bebida; si os ve más flacos que vuestros compañeros, me juego la cabeza.» Daniel dijo al guardia que el jefe de eunucos había designado para cuidarlo a él, a Ananías, a Misael y a Azarías: «Haz una prueba con nosotros durante diez días: que nos den legumbres para comer y agua para beber. Compara después nuestro aspecto con el de los jóvenes que comen de la mesa real y trátanos luego según el resultado.» Aceptó la propuesta e hizo la prueba durante diez días. Al acabar, tenían mejor aspecto y estaban más gordos que los jóvenes que comían de la mesa real. Así que les retiró la ración de comida y de vino y les dio legumbres. Dios les concedió a los cuatro un conocimiento profundo de todos los libros del saber. Daniel sabía además interpretar visiones y sueños. Al cumplirse el plazo señalado por el rey, el jefe de eunucos se los presentó a Nabucodonosor. Después de conversar con ellos, el rey no encontró ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías, y los tomó a su servicio. Y en todas las cuestiones y problemas que el rey les proponía, lo hacían diez veces mejor que todos los magos y adivinos de todo el reino.

Palabra de Dios

Salmo

Dn 3,52.53.54.55.56

R/.
A ti gloria y alabanza por los siglos

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, bendito tu nombre santo y glorioso. R/.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R/.

Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/.

Bendito eres tú, que, sentado sobre querubines, sondeas los abismos. R/.

Bendito eres en la bóveda del cielo. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,1-4):

En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el arca de las ofrendas; vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo: «Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»

Palabra del Señor
 
Poemas:
Ofrenda de Matilde Alba Swann
 
Te ofrezco la serena
languidez de mi pena,
la tristeza que acaso
no di a nadie a mi paso.
El supremo pecado
en virtud sublimado.
Agua clara en el jarro
que es mi cuerpo de barro,
un ciclón hecho brisa
por tu sola sonrisa.
 
Pobreza de los diez años de Matilde Alba Swann
 
Toda mi angustia tuvo la forma de un zapato,
de un zapatito roto, opaco, desclavado.
El patio de la escuela... Apenas tercer grado...
Qué largo fue el recreo, el más largo del año.
Yo sentía vergüenza de mostrar mi pobreza.
Hubiera preferido tener rotas las piernas
y entero mi calzado. Y allí contra una puerta
recostada, mirando, me invadía el cansancio
de ver cómo corrían los otros por el patio.

Zapatos con cordones, zapatos con tirillas,
todos zapatos sanos. Me sentía en pecado
vencida y diminuta, mi corazón sangrando...
Si supieran los hombres cuánto a los diez años
puede sufrir un niño por no tener zapatos...
Qué anticipo de angustia. Todavía perdura
doliéndome el pasado. El patio de la escuela
y aquel recreo largo...

Mi piececito trémulo, miedoso, acurrucado.
Mi infancia entristecida, mi mundo derrumbado.
Un pájaro sin alas, tendido al pie de un árbol.
La pobreza no tiene perdón a los diez años.
 
 
Breve comentario
 
Nadie puede dar lo que no tiene, pero sí puede dar todo lo que tiene. El patrimonio más importante de una persona no es cuantificable; la cantidad no sirve para medir el corazón o la bondad o la belleza. Tampoco sirve para describir el dolor, la maldad o la mentira.  La mirada de Dios no atiende a las preferencias humanas que se interesa por medirlo todo, compararlo todo, por sacar proporciones y estadísticas, estimaciones y cálculos, productividades y rentabilidades, beneficios y costes. La mirada de Dios se centra en nuestro interior, en aquello que en verdad somos, más allá de números y cantidades. Para los criterios humanos, la limosna de la viuda es algo irrelevante, comparado con las limosnas cuantiosas de los ricos. La limosna de estos últimos, sin embargo, a ojos de Dios no vale nada: dan de lo que les sobra, dan de lo que para ellos no tiene importancia, dan por vanidad, para que se les vea lo ricos o lo "generosos" que son. La viuda, dando de lo único que tiene, su pobreza, lo da todo. Esta humilde mujer ama al Señor hasta el punto de vaciarse por Él: sus dos reales fue la más grata ofrenda de amor que Dios recibió aquel día. Ofrenda de amor que aceptó seguramente conmovido.
 
Por desgracia, la mirada de Dios no suele ser la nuestra en demasiadas ocasiones, para muchos en ninguna ocasión. El "tanto tienes, tanto vales" es un axioma incuestionado. Y por tener se entiende, claro, el patrimonio monetario o material. En este mundo tan miserable y cada vez más descristianizado no sabemos distinguir dónde se halla la verdadera riqueza ni dónde la verdadera pobreza. La viuda poseía una riqueza que ni siquiera podrían imaginar en toda su vida los ricos de su comunidad. La gran lección de esta lectura es que debemos aprender a adecuar nuestra mirada a la de Dios, y no juzgar por apariencias ni por los criterios éticos que el mundo, en cada época, nos impongan.
 
A veces, creemos que cambiamos mucho porque nuestras opiniones sobre esto o aquello son muy distintas de otros tiempos, cuando éramos más jóvenes y más ignorantes. Y, sin embargo, seguimos siendo en lo fundamental, la misma persona: sólo la fachada ha cambiado de aspecto. La mentira prevalecerá si seguimos con una visión roma y miope de lo que le importa a Dios, que no es lo que nos importa a nosotros desde nuestra mundanidad. Conozco el caso de un afamado intelectual que, siendo en su juventud un terrorista ultraizquierdista, se convirtió en su madurez en un exaltado defensor de todo aquello que en su juventud quiso aniquilar físicamente. Y, sin embargo, entonces y ahora, es la misma persona, incurriendo en los mismos errores, en la misma ignorancia, en la misma ceguera, aun defendiendo hoy opiniones antitéticas a las de su juventud. En este caso, la misma ceguera ante Dios desde una racionalidad que no sabe ver más que objetividades, hechos, medidas, números, cantidades. Da igual que el empirismo sin trascendencia se fundamente en un sistema de pensamiento o en otro, en el marxismo o en el liberalismo, en la revolución armada o en la reacción militar a la misma: se es la misma persona, el mismo ciego que no quiere ver, el mismo ignorante que cree saber. Una sabiduría de hechos, números, proporciones: la empiria de quien no sabe o no quiere salir de los intereses mezquinos.  

domingo, 26 de noviembre de 2017

Lecturas del día, domingo, 26 de noviembre, Señor Jesucristo, Rey del Universo. Poema "Tú sí los llamarás" de Luis Rosales. Breve comentario


Primera lectura

Lectura de la profecía de Ezequiel (34,11-12.15-17):

Así dice el Señor Dios: «Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro. Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones. Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear –oráculo del Señor Dios–. Buscaré las ovejas perdidas, recogeré a las descarriadas; vendaré a las heridas; curaré a las enfermas: a las gordas y fuertes las guardaré y las apacentaré como es debido. Y a vosotras, mis ovejas, así dice el Señor: Voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 22,1-2a.2b-3.5.6

R/.
El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar. R/.

Me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R/.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios (15,20-26.28):

Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza. Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Y, cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,31-46)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis." Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistirnos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»

Palabra del Señor

Poema:
Tú sí los llamarás de Luis Rosales

Tienen nombre, Señor; son los que sufren;
las sombras semejantes,
las sombras que se quedan en los cuerpos
mientras va su vivir deletreándose
para ganar el pan; sólo en Ti esperan;
son los muertos que nacen
del invierno del mundo: son los muertos
que están viviendo y arden
con aceite de Dios; los sucedidos
mendigos, con sus cuerpos manuales
donde la sangre está como en un pozo,
soñando con ser sangre,
y humedeciendo el ser hasta los huesos
con un soplo de vida que no late,
que apenas mancha el cuerpo, como sube
la humedad en los muros de la cárcel.
Tienen nombre, Señor; son los que lloran,
los náufragos del hambre,
los que Te duelen tanto que no puedes
mirarlos, sin quemarles.
Tú, sí los llamarás: son los que esperan,
los semovientes náufragos que saben
que el roce irá gastando día tras día
su materia carnal, son los que nacen
para formar un nudo con el agua
que los lleva y los trae,
que los muere y los vive; los que nunca
encontrarán poder que les desate
de vivir hacia el fondo de sí mismos,
hacia el nudo del agua que les hace
suspender su vigor entre las olas;
son los muertos, Señor, la nieve fácil
de los muertos que viven y los muertos
que mueren sin vivir; ¡vuelve a nombrarles!,
¡nadie sabe su nombre entre nosotros!
son los muertos que nacen,
los muertos y los muertos y los muertos,
surgentes, naturales. 


Breve comentario

Hoy celebramos que el Señor es el Rey del Universo, el Rey de todo lo que existe. En los ordenamientos políticos del mundo el rey es la cúspide del poder, la más alta representación de una nación, el referente último en que se mira una comunidad política, el vínculo fundamental que mantiene la unidad histórica de un pueblo, su identidad, su fidelidad al pasado, su fuerza para afrontar el porvenir. Si en dimensión humana todo esto significa la realeza, cuánto más cuando el rey del que hablamos es Rey de reyes, Creador del ser, Omnipotente, Juez supremo: Dios. Lo queramos o no, le reconozcamos su autoridad o no, Él es nuestro Rey, porque no hay nada en todo el Universo que no le pertenezca por lazos de filiación: es el Padre creador de la existencia en todas sus manifestaciones y desarrollos.

El hombre es la única criatura dotada de libertad para ser consciente de esta relación que le une a Dios. Y no sólo para ser consciente de ella, sino para aceptarla o rechazarla. Es cierto que en nuestros corazones el Señor del Universo inscribió sus leyes para que tendiésemos hacia Él de un modo natural o espontáneo, pero tal inscripción no es de tal grado que impida o anule la libertad del hombre para reconocerle como Padre. Y ello es así porque el amor del hombre ha de ser como el de Dios en un sentido fundamental: libre. El amor es siempre ejercicio de libertad, tanto en Dios como en los seres humanos. Y en virtud de esa libertad nos salvamos, si le aceptamos como Padre, o nos condenamos si rechazamos tal vínculo. 

Nuestro devenir en esta vida terrenal no tiene otro sentido que reconocernos como hijos de un mismo Padre, hijos de un amor que nos habita y por el cual existimos, como hijos deseados de Dios que somos. Tal amor lo debemos desarrollar y ejercer en los hermanos, que son literalmente toda la humanidad. Es cierto que se puede amar sin reconocer la autoridad de Dios en nuestras vidas, pues incluso en tales casos de ceguera espiritual, el amor de Dios sigue habitando en los corazones, aunque la persona considere que procede de otras fuentes (de su yo, del amor recibido por sus padres o de otras personas, etc.). Pero, por lo general, es mucho más sencillo que sin ese asentimiento, el amor del hombre carezca de fortaleza, de solidez, de perdurabilidad. Si a ello añadimos la naturaleza pecadora con la que está signada toda la humanidad, es evidente que los que se consideran autónomos de la autoridad de Dios tienen mucho mayor peligro de errar de un modo definitivo e irresoluble. El que se esfuerza por seguir a Cristo puede pecar no menos, pero se sabe necesitado de perdón, de ser salvo de su condición pecadora, necesitado de regeneración para volver a comenzar. Quien no reconoce autoridad alguna sobre él, simplemente peca, y tal vez le acuda algún sentimiento de malestar o incluso de arrepentimiento del que muy probablemente (hoy ocurre mucho en la mentalidad contemporánea egocéntrica e individualista) se avergüence de sentir. Un alma  así está en claro peligro de condenarse para toda la eternidad.

Es cierto que tras nuestra muerte, que tras el fin de los tiempos, el de cada uno y el de toda la humanidad, nos espera un Juicio. Y será un juicio inapelable, pues será la instancia más alta la que revise nuestra vida para determinar nuestra suerte eterna. Pero también el Señor va considerando nuestra vida en cada momento de ella, pues está presente en ella, nos acompaña y se nos aparece en muy diversas situaciones. Y las situaciones preferidas por el Señor son las que exigen mayor amor, mayor entrega, mayor fe y esperanza. En general, todas las circunstancias en que ayudamos a personas en necesidad, la que sea, son las preferentes donde la presencia de Dios es patente y manifiesta. Y Dios está preferentemente en el niño pequeño, en el mendigo, en el enfermo, en el huérfano, en el soldado herido, en el alcohólico que no puede o no sabe salir de su dependencia, en el anciano abandonado a su soledad, en el obrero explotado, en el parado, en el refugiado político, en la viuda sin recursos, en el niño al que van a abortar, en el niño que sufre el divorcio de sus padres, en el niño sin escolarizar, en el niño abusado, en la mujer maltratada o violada, en todos los que sufren humillaciones, persecuciones o son objetos de la maldad del pecado. Y serán en esas situaciones muy en especial, pero también en tantas otras, donde Dios nos examinará del amor que hayamos sido capaces de desplegar. Y allí no podremos mentir, como ante los jueces humanos: Dios lo sabe todo, lo ve todo.

Que no olvidemos jamás estas realidades últimas, pues en ellas se juega verdaderamente toda nuestra vida, que no es sólo ésta terrenal. Dios nos ha dado la existencia para darle gloria con nuestra vida, y darle gloria no significa otra cosa que amarle. Y a Dios se le ama no sólo en la iglesia o ante una imagen icónica que lo representa: a Dios se le ama en el otro, que es siempre hermano, pues todos somos hijos, hijos de un mismo Dios, Rey del Universo.  

sábado, 25 de noviembre de 2017

Lecturas del día, sábado, 25 de noviembre. Poema "Sí, por detrás de las gentes..." de Pedro Salinas. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del primer libro de los Macabeos (6,1-13):

En aquellos días, el rey Antíoco recorría las provincias del norte, cuando se enteró de que en Persia había una ciudad llamada Elimaida, famosa por su riqueza en plata y oro, con un templo lleno de tesoros: escudos dorados, lorigas y armas dejadas allí por Alejandro, el de Filipo, rey de Macedonia, que había sido el primer rey de Grecia. Antíoco fue allá e intentó apoderarse de la ciudad y saquearla; pero no pudo, porque los de la ciudad, dándose cuenta de lo que pretendía, salieron a atacarle. Antíoco tuvo que huir, y emprendió el viaje de vuelta a Babilonia, apesadumbrado. Entonces llegó a Persia un mensajero, con la noticia de que la expedición militar contra Judá había fracasado: Lisias, que había ido como caudillo de un ejército poderoso, había huido ante el enemigo; los judíos, sintiéndose fuertes con las armas y pertrechos, y el enorme botín de los campamentos saqueados, habían derribado el arca sacrílega construida sobre el altar de Jerusalén, habían levantado en torno al santuario una muralla alta como la de antes, y lo mismo en Betsur, ciudad que pertenecía al rey. Al oír este informe, el rey se asustó y se impresionó de tal forma que cayó en cama con una gran depresión, porque no le habían salido las cosas como quería. Allí pasó muchos días, cada vez más deprimido. Pensó que se moría, llamó a todos sus grandes y les dijo: «El sueño ha huído de mis ojos; me siento abrumado de pena y me digo: "¡A qué tribulación he llegado, en qué violento oleaje estoy metido, yo, feliz y querido cuando era poderoso!" Pero ahora me viene a la memoria el daño que hice en Jerusalén, robando el ajuar de plata y oro que había allí, y enviando gente que exterminase a los habitantes de Judá, sin motivo. Reconozco que por eso me han venido estas desgracias. Ya veis, muero de tristeza en tierra extranjera.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 9,2-3.4.6.16.19

R/.
Gozaré, Señor, de tu salvación

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
proclamando todas tus maravillas;
me alegro y exulto contigo
y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo. R/.

Porque mis enemigos retrocedieron,
cayeron y perecieron ante tu rostro.
Reprendiste a los pueblos, destruiste al impío
y borraste para siempre su apellido. R/.

Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron,
su pie quedó prendido en la red que escondieron.
Él no olvida jamás al pobre,
ni la esperanza del humilde perecerá. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (20,27-40):

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.» Jesús les contestó: «En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.» Intervinieron unos escribas: «Bien dicho, Maestro.» Y no se atrevían a hacerle más preguntas.

Palabra del Señor

Poema:
"Sí, por detrás de las gentes..." de Pedro Salinas

Sí, por detrás de las gentes
te busco.
No en tu nombre, si lo dicen,
no en tu imagen, si la pintan.
Detrás, detrás, más allá.

Por detrás de ti te busco.
No en tu espejo, no en tu letra,
ni en tu alma.
Detrás, más allá.

También detrás, más atrás
de mí te busco. No eres
lo que yo siento de ti.
No eres
lo que me está palpitando
con sangre mía en las venas,
sin ser yo.
Detrás, más allá te busco.

Por encontrarte, dejar
de vivir en ti, y en mí,
y en los otros.
Vivir ya detrás de todo,
al otro lado de todo
-por encontrarte-,
como si fuese morir. 


Breve comentario

Es difícil imaginar una vida más allá de la muerte. Desde nuestra limitada capacidad para concebir realidades sobrenaturales que nos desbordan, solemos trasladar nuestra experiencia de vida al otro mundo. El famoso actor italiano Marcello Mastroianni comentaba en una entrevista, desde una clara visión sensual de la existencia que siempre le caracterizó, que el paraíso debía de ser como es la vida en la tierra: bellos paisajes, la luz del sol, el agua fresca de los manantiales, los sabrosos alimentos que da la tierra y el mar, el irresistible atractivo de las mujeres... Mastroianni era como un saduceo de nuestro tiempo, simpático y encantador. Los saduceos (¡y cuántos saduceos existen hoy en día!), que no creían en la resurrección, sólo podían imaginar la vida después de la muerte como un mero trasunto de la terrenal. Por ello, le traen a Jesús una situación ridícula y extrema que en teoría la ley mosaica permitía, para ponerlo en evidencia. Y el Señor les debe recordar que la resurrección supone ante todo unión con Dios, plenitud de vida. Ya no nos casaremos como en la tierra unos con otros. Ese es un vínculo perecedero, humano, con un principio y un final. La gloria de Dios supone comunión eterna, plenitud de los hijos en el Padre, vida perfecta sin pecado, del que la resurrección supone la superación completa.

Es evidente que para nuestra mentalidad la resurrección es un tremendo misterio. El mismo hecho de morir lo es. Sin embargo, la sensibilidad contemporánea lo considera una superchería consoladora del angustioso trance de morir. La resurrección sólo consuela a aquel que ha intentado en su vida vivir de acuerdo a la voluntad de Dios: para quien vivió como si no existiera o, peor aún, de espaldas a Él, la resurrección será un bien inalcanzable, y tras su muerte no habrá ningún consuelo. Conviene recordar las palabras del Señor en el pasaje de hoy, en estos tiempos de buenismos eclesiales aberrantes: "(...) los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos (...)". Aquellos que afirmen que la resurrección es una superchería, como los saduceos de nuestro tiempo, sin duda lo será para ellos.

Quien vive desde esta perspectiva de esperanza, aun muriendo, en efecto, no morirá nunca para el Señor:
"Por encontrarte, dejar
de vivir en ti, y en mí,
y en los otros.
Vivir ya detrás de todo,
al otro lado de todo
-por encontrarte-,
como si fuese morir." 

jueves, 23 de noviembre de 2017

Lecturas del día, jueves, 23 de noviembre. Poema "Algo en mi sangre espera todavía..." de Carlos Bousoño. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del segundo libro de los Macabeos (2,15-29):

En aquellos días, los funcionarios reales encargados de hacer apostatar por la fuerza llegaron a Modín, para que la gente ofreciese sacrificios, y muchos israelitas acudieron a ellos. Matatías se reunió con sus hijos, y los funcionarios del rey le dijeron: «Eres un personaje ilustre, un hombre importante en este pueblo, y estás respaldado por tus hijos y parientes. Adelántate el primero, haz lo que manda el rey, como lo han hecho todas las naciones, y los mismos judíos, y los que han quedado en Jerusalén. Tú y tus hijos recibiréis el título de grandes del reino, os premiarán con oro y plata y muchos regalos.» Pero Matatias respondió en voz alta: «Aunque todos los súbditos en los dominios del rey le obedezcan, apostatando de la religión de sus padres, y aunque prefieran cumplir sus órdenes, yo, mis hijos y mis parientes viviremos según la alianza de nuestros padres. El cielo nos libre de abandonar la ley y nuestras costumbres. No obedeceremos las órdenes del rey, desviándonos de nuestra religión a derecha ni a izquierda.» Nada más decirlo, se adelantó un judío, a la vista de todos, dispuesto a sacrificar sobre el ara de Modín, como lo mandaba el rey. Al verlo, Matatias se indignó, tembló de cólera y en un arrebato de ira santa corrió a degollar a aquel hombre sobre el ara. Y entonces él mismo mató al funcionario real, que obligaba a sacrificar, y derribó el ara. Lleno de celo por la ley, hizo lo que Fineés a Zinirí, hijo de Salu. Luego empezó a gritar a voz en cuello por la ciudad: «El que sienta celo por la ley y quiera mantener la alianza, ¡que me siga!» Después se echó al monte con sus hijos, dejando en el pueblo cuanto tenía. Por entonces, muchos bajaron al desierto para instalarse allí, porque deseaban vivir según derecho y justicia.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 49,1-2.5-6.14-15

R/.
Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios


El Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra de oriente a occidente.
Desde Sión, la hermosa, Dios resplandece. R/.

«Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto con un sacrificio.»
Proclame el cielo su justicia;
Dios en persona va a juzgar. R/.

«Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo
e invócame el día del peligro:
yo te libraré, y tú me darás gloria.» R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,41-44):

En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: «¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida.»

Palabra del Señor
 
Poema:
"Algo en mi sangre espera todavía..." de Carlos Bousoño
 
Algo en mi sangre espera todavía.
Algo en mi sangre en que tu voz aún suena.
Pero no. Inútilmente yo te llamo.
Aquella voz que te llamaba es ésta.

Ven hacia mí. Mis brazos crecen, huyen
donde los tuyos la mañana aquella.

Ven hacia mí. La tierra toda oscila,
se mueve, cruje. Vístete. Despierta.

Oh, qué encendida el alma
en su secreto puro, si vinieras.
Sin esperanza, entre la luz del día,
mi voz te llama.
El eco. La respuesta.
 
Breve comentario
 
La historia del Señor con el hombre es una historia de amor. Y en no pocas ocasiones, en demasiadas, una historia de amor no correspondido. Dios ama al ser humano, y éste o lo ama poco, superficialmente, de un modo distorsionado y falso, o simplemente lo rechaza sin contemplaciones. Esta fue la reacción de Jerusalén. Pero no es lo mismo que nos rechacen un amor ofrecido por nosotros, a que el rechazado sea Dios mismo. Nosotros caeremos en una cierta tristeza o desánimo, y nuestra amante desagradecida seguirá haciendo su vida sin mayores problemas. Pero cuando el amante es Dios, y quien lo rechaza es su criatura, las consecuencias para ésta no serán las mismas: cuanto mayor es la negación, más graves los efectos que provocará. Eso sí, Dios, como cualquier amante rechazado, siente tristeza y dolor. Negar a Dios, negar su amor es negarnos a nosotros mismos, destruirnos, alienarnos de nuestra naturaleza, rechazar la verdad que somos y la meta que nos haría plenos, plenos de humanidad y de Dios mismo.

Jerusalén, no reconociendo la presencia del Señor, se condenó a sí misma. Y Jesús, que la amaba como a su preferida, no podía sino dolerse de la tragedia que se iba a cernir sobre ella. Es importante subrayar esta idea cuantas veces sea preciso: Dios no castiga a Jerusalén por su ceguera, sino que es la propia ceguera de ésta la que provoca su tragedia. Las relaciones de amor, también entre Dios y los hombres, son relaciones de libertad. Nadie está obligado a amar lo que no quiere. Y muchos quieren las realidades más mezquinas imaginables, pero se cierran al amor más sublime. Como dice un viejo y certero proverbio castellano: "En el pecado llevamos la penitencia."   

martes, 21 de noviembre de 2017

Lecturas del día, martes, 21 de noviembre. Poema "El agua se aprende por la sed..." (poema 135) de Emily Dickinson. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del segundo libro de los Macabeos (6,18-31):

En aquellos días, a Eleazar, uno de los principales escribas, hombre de edad avanzada y semblante muy digno, le abrían la boca a la fuerza para que comiera carne de cerdo. Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida de infamia, escupió la carne y avanzó voluntariamente al suplicio, como deben hacer los que son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida. Los que presidían aquel sacrificio ilegal, viejos amigos de Eleazar, lo llevaron aparte y le propusieron que hiciera traer carne permitida, preparada por él mismo, y que la comiera, haciendo como que comía la carne del sacrificio ordenado por el rey, para que así se librara de la muerte y, dada su antigua amistad, lo tratasen con consideración. Pero él, adoptando una actitud cortés, digna de sus años, de su noble ancianidad, de sus canas honradas e ilustres, de su conducta intachable desde niño y, sobre todo, digna de la Ley santa dada por Dios, respondió todo seguido: «iEnviadme al sepulcro! Que no es digno de mi edad ese engaño. Van a creer muchos jóvenes que Eleazar, a los noventa años, ha apostatado, y, si miento por un poco de vida que me queda, se van a extraviar con mi mal ejemplo. Eso sería manchar e infamar mi vejez. Y, aunque de momento me librase del castigo de los hombres, no escaparía de la mano del Omnipotente, ni vivo ni muerto. Si muero ahora como un valiente, me mostraré digno de mis años y legaré a los jóvenes un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente una muerte noble por amor a nuestra santa y venerable Ley.» Dicho esto, se dirigió en seguida al suplicio. Los que lo llevaban, poco antes deferentes con él, se endurecieron, considerando insensatas las palabras que acababa de pronunciar. Él, a punto de morir a fuerza de golpes, dijo entre suspiros: «Bien sabe el Señor, que posee la santa sabiduría, que, pudiendo librarme de la muerte, aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y los sufro con gusto en mi alma por respeto a él.» Así terminó su vida, dejando, no sólo a los jóvenes, sino a toda la nación, un ejemplo memorable de heroísmo y de virtud.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 3,2-3.4-5.6-7

R/.
El Señor me sostiene

Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí: «Ya no lo protege Dios.» R/.

Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo. R/.

Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,1-10):

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.» Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.» Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»

Palabra del Señor
 
Poema:
"El agua se aprende por la sed..." (poema 135) de Emily Dickinson
 
El agua se aprende por la sed;
la tierra, por los océanos atravesados;
el éxtasis, por la agonía.
La paz se revela por las batallas;
el amor, por el recuerdo de los que fueron;
los pájaros, por la nieve.
 
"Water, is taught by thirst..." 
 
Water, is taught by thirst.
Land—by the Oceans passed.
Transport—by throe—
Peace—by its battles told—
Love, by Memorial Mold—
Birds, by the Snow. 
 
Breve comentario
 
Qué contraste el ejemplo de dignidad y hasta de elegancia moral del anciano escriba Eleazar y la vulgar curiosidad del jefe de los publicanos Zaqueo. Hasta los rasgos físicos de uno y de otro parecen en sintonía con su naturaleza espiritual; el escriba, "de semblante muy digno", a pesar de sus noventa años; Zaqueo, "bajo de estatura", ha de subirse a una higuera como un chiquillo travieso. Y, sin embargo, uno y otro, por caminos muy distintos, incluso opuestos, alcanzan la misma meta final: el conocimiento de Dios y su servicio a Él. La sabiduría de Eleazar es fruto de una larga vida de estudio y oración; en Zaqueo, jefe de publicanos, es decir, jefe de los recaudadores de impuestos a su pueblo para el Imperio, nace de una conversión. En ambos la gracia de Dios se derrama con generosidad. Sin ella, la dedicación de Eleazar a los textos sagrados hubiera sido estéril, y en Zaqueo, la conversión no hubiera sido posible, hundiéndose en su vida mezquina y muelle.
 
Como nos cuenta la adorable Emily, aunque del agua se puede aprender bebiendo (Eleazar), es la sed (Zaqueo) que nos obliga a beber y por tanto a conocer aquella. Aunque la tierra se puede conocer recorriéndola con nuestros propios pies (Eleazar), es la navegación por los mares de la falta de estabilidad y de equilibrio (Zaqueo) los que nos definen de un modo inequívoco el suelo sólido. Si el éxtasis nace del encuentro máximamente gozoso (Eleazar), es en su pérdida (Zaqueo) donde se subraya su naturaleza. Si es la paz la experiencia de una vida vivida con coherencia (Eleazar), es en su ausencia, en el dolor del conflicto, de la herida, del vacío y de la miseria (Zaqueo) la que nos habla mejor de su presencia. Aunque el amor es experiencia de aquellos que nos quieren (Eleazar), mucho más es la experiencia de aquellos que ya no pueden querernos (Zaqueo). Y aunque el vuelo de los pájaros sea el modo majestuoso de su existencia y expresión de su libertad (Eleazar), también por las huellas que dejan en la tierra nevada, cuando no pueden o no saben volar, como el bajito Zaqueo, nos expresan toda su ternura.

Unos en la vida serán Eleazar hasta en la forma heroica de morir; otros serán Zaqueo en la alegría de un encuentro no esperado. Lo importante es que unos y otros lleguemos al mismo puerto por la gracia de Dios.

lunes, 20 de noviembre de 2017

Lecturas del día, lunes, 20 de noviembre. Poema "La fe del ciego" (Anónimo)

Primera lectura

Lectura del primer libro de los Macabeos (1,10-15.41-43.54-57.62-64):

En aquellos días, brotó un vástago perverso: Antíoco Epifanes, hijo del rey Antíoco. Había estado en Roma como rehén, y subió al trono el año ciento treinta y siete de la era seléucida. Por entonces hubo unos israelitas apóstatas que convencieron a muchos: «¡Vamos a hacer un pacto con las naciones vecinas, pues, desde que nos hemos aislado, nos han venido muchas desgracias!» Gustó la propuesta, y algunos del pueblo se decidieron a ir al rey. El rey los autorizó a adoptar las costumbres paganas, y entonces, acomodándose a los usos paganos, construyeron un gimnasio en Jerusalén; disimularon la circuncisión, apostataron de la alianza santa, emparentaron con los paganos y se vendieron para hacer el mal. El rey Antíoco decretó la unidad nacional para todos los súbditos de su imperio, obligando a cada uno a abandonar su legislación particular. Todas las naciones acataron la orden del rey, e incluso muchos israelitas adoptaron la religión oficial: ofrecieron sacrificios a los ídolos y profanaron el Sábado. El día quince del mes de Casleu del año ciento cuarenta y cinco, el rey mandó poner sobre el altar un ara sacrílega, y fueron poniendo aras por todas las poblaciones judías del contorno; quemaban incienso ante las puertas de las casas y en las plazas; los libros de la Ley que encontraban, los rasgaban y echaban al fuego, al que le encontraban en casa un libro de la alianza y al que vivía de acuerdo con la Ley, lo ajusticiaban, según el decreto real. Pero hubo muchos israelitas que resistieron, haciendo el firme propósito de no comer alimentos impuros; prefirieron la muerte antes que contaminarse con aquellos alimentos y profanar la alianza santa. Y murieron. Una cólera terrible se abatió sobre Israel.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 118,53.61.134.150.155.158

R/.
Dame vida, Señor, para que observe tus decretos

Sentí indignación ante los malvados,
que abandonan tu voluntad. R/.

Los lazos de los malvados me envuelven,
pero no olvido tu voluntad. R/.

Líbrame de la opresión de los hombres,
y guardaré tus decretos. R/.

Ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad. R/.

La justicia está lejos de los malvados
que no buscan tus leyes. R/.

Viendo a los renegados, sentía asco,
porque no guardan tus mandatos. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18, 35-43):

En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: «Pasa Jesús Nazareno.» Entonces gritó: «¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!» Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?» Él dijo: «Señor, que vea otra vez.» Jesús le contestó: «Recobra la vista, tu fe te ha curado.» En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.

Palabra del Señor
 
Poema:
La fe del ciego (Anónimo)
 
Camina la Virgen pura
de Egipto para Belén
y a la mitad del camino
el Niño tenía sed.
- No pidas agua, mi vida,
no pidas agua, mi bien,
que estas aguas bajan turbias
y no se pueden beber.
Allá arriba en aquel alto,
hay un rico naranjel
y el hombre que lo cuida
es un ciego que no ve.
 
- Ciego dame una naranja,
pa este niño que trae sed.
- Coja usted las que usted quiera
las que sea menester.
El Niño como era niño
no dejaba de coger
las que cogía la Virgen
volvían a florecer.
 
Apenas se va la Virgen
el ciego comienza a ver.
¿Quién ha sido esa señora?
¿Quién ha sido esa mujer
que en los ojos me ha dao luz
y en el corazón también?
Ha sido la Virgen Pura
que va de Egipto a Belén.
 

domingo, 19 de noviembre de 2017

Lecturas del día, domingo, 19 de noviembre. Poema "Ritual de los esclavos" de Justo Jorge Padrón. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro de los Proverbios (31,10-13.19-20.30-31):

Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Vale mucho más que las perlas. Su marido se fía de ella, y no le faltan riquezas. Le trae ganancias y no pérdidas todos los días de su vida. Adquiere lana y lino, los trabaja con la destreza de sus manos. Extiende la mano hacia el huso, y sostiene con la palma la rueca. Abre sus manos al necesitado y extiende el brazo al pobre. Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura, la que teme al Señor merece alabanza. Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 127,1-2.3.4-5

R/.
Dichoso el que teme al Señor

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa; tus hijos,
como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (5,1-6):

En lo referente al tiempo y a las circunstancias no necesitáis, hermanos, que os escriba. Sabéis perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo: «Paz y seguridad», entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar. Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese día no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas. Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,14-30):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo." El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes."»

Palabra del Señor
 
Poema:
Ritual de los esclavos de Justo Jorge Padrón
 
Dame lo que no tienes, pero que es tu esencia,             
acaso ese deseo tan íntimo y prohibido,
lo más tuyo: tu entrega y tu renuncia.             
Todo lo que has de ser cuando tu plenitud
alcance el porvenir que ha madurado
como un dorado fruto por la luz del otoño.
            
Tal vez la noche tersa nos reúna
para que conozcamos el mal de lo difícil,
el daño indivisible del amor,
en donde al fin podamos existir
en el tenue esplendor con que la vida
nos elige y nos mezcla fatalmente.
            
Por eso yo te pido que con firmeza cumplas
el acerbo ritual de los esclavos:
cambiar la libertad de la esperanza
por el ansia que juntos nos apresa.
 
Breve comentario
 
Venimos a la vida para algo; tenemos una misión que cumplir. Para llevarla a cabo Dios nos concede una serie de instrumentos, dones que debemos poner a su servicio y al servicio de los demás. Es tarea nuestra ejercerlos, desarrollarlos y ofrecerlos en beneficio de todos. El empleado que entierra su talento (no deja de ser una feliz coincidencia en castellano el nombre de la moneda con el sentido profundo que simboliza) no hace rendir lo recibido porque está convencido de que lo concedido por el señor no es un don, sino una imposición que le traerá problemas y futuras exigencias por las que aquel no quiere implicarse. Este empleado no tiene claro ni lo que es un don de Dios, ni tampoco la vida como ejercicio con un sentido de misión, ni entiende la entrega de sí como liberación, sino como deber penoso que nos hace desgraciados. Así, de este modo, este empleado se sustrae a la gracia divina, y se hace, él sí, un des-graciado, es decir, pierde la gracia recibida, poca o mucha, pues es su propia negación del plan de Dios lo que le excluye de todos sus beneficios.
 
Hoy el hombre no se considera empleado de nadie, salvo en el plano más estrictamente laboral; no tiene conciencia del sentido de su vida; tampoco posee el sentido de bien común y de hermandad con el otro; el servicio es vivido como un ejercicio de la propia voluntad autónoma, como un desarrollo libre de la propia personalidad o del propio ego, no como aquello que nos llena de plenitud porque nos acerca a Dios en la acción con los demás; las facultades o capacidades que poseemos son vividas con orgullo como si fueran méritos propios nuestra inteligencia, nuestras habilidades, nuestra belleza o cualquier otro regalo de Dios donado al hombre por su gracia; y, en fin, el hombre hoy pone al servicio de su propio provecho esos dones vividos como méritos. Tiempos recios son los que vivimos... Y más recios serán cuando estos hombres de nuestro tiempo les toque dar cuenta a Dios de los regalos que recibieron en préstamo para administrarlo en beneficio del interés divino, que es el del amor y la entrega fraterna.
 
Que Dios nos dé a todos la luz de distinguir lo verdaderamente importante, nuestro patrimonio más valioso, que no es nuestro, antes de que llegue la hora en que nos haya de pedir cuentas de lo que hayamos hecho con todo lo que nos concedió.  

sábado, 18 de noviembre de 2017

Lecturas del día, sábado, 18 de noviembre. Poema "Oración de un desocupado" de Juan Gelman


Primera lectura

Lectura del libro de la Sabiduría (18,14-16;19,6-9):

Un silencio sereno lo envolvía todo, y, al mediar la noche su carrera, tu palabra todopoderosa se abalanzó, como paladín inexorable, desde el trono real de los cielos al país condenado; llevaba la espada afilada de tu orden terminante; se detuvo y lo llenó todo de muerte; pisaba la tierra y tocaba el cielo. Porque la creación entera, cumpliendo tus órdenes, cambió radicalmente de naturaleza, para guardar incólumes a tus hijos. Se vio la nube dando sombra al campamento, la tierra firme emergiendo donde había antes agua, el mar Rojo convertido en camino practicable y el violento oleaje hecho una vega verde; por allí pasaron, en formación compacta, los que iban protegidos por tu mano, presenciando prodigios asombrosos. Retozaban como potros y triscaban como corderos, alabándote a ti, Señor, su libertador.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 104,2-3.36-37.42-43

R/.
Recordad las maravillas que hizo el Señor

Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas;
gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor. R/.

Hirió de muerte a los primogénitos del país,
primicias de su virilidad.
Sacó a su pueblo cargado de oro y plata,
y entre sus tribus nadie tropezaba. R/.

Porque se acordaba de la palabra sagrada
que había dado a su siervo Abrahán,
sacó a su pueblo con alegría,
a sus escogidos con gritos de triunfo. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,1-8):

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."» Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»

Palabra del Señor

Poema:
Oración de un desocupado de Juan Gelman

Padre,
                desde los cielos bájate, he olvidado
las oraciones que me enseñó la abuela,
pobrecita, ella reposa ahora,
no tiene que lavar, limpiar, no tiene
que preocuparse andando el día por la ropa,
no tiene que velar la noche, pena y pena,
rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.


Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces,
que me muero de hambre en esta esquina,
que no sé de qué sirve haber nacido,
que me miro las manos rechazadas,
que no hay trabajo, no hay,
                                bájate un poco, contempla
esto que soy, este zapato roto,
esta angustia, este estómago vacío,
esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre
cavándome la carne,
                              este dormir así,
bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
tócame el alma, mírame
el corazón,
yo no robé, no asesiné, fui niño
y en cambio me golpean y golpean,
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
si estás, que busco
resignación en mí y no tengo y voy
a agarrarme la rabia y a afilarla
para pegar y voy
a gritar a sangre en cuello
por que no puedo más, tengo riñones
y soy un hombre,
                        bájate, qué han hecho
de tu criatura, Padre?
                        un animal furioso
que mastica la piedra de la calle?

viernes, 17 de noviembre de 2017

Lecturas del día, viernes, 17 de noviembre. Poema "Cuando la luz del sol es ya poniente" de Cristina de Arteaga

Primera lectura

Lectura del libro de la Sabiduría (13,1-9):

Eran naturalmente vanos todos los hombres que ignoraban a Dios y fueron incapaces de conocer al que es, partiendo de las cosas buenas que están a la vista, y no reconocieron al Artífice, fijándose en sus obras, sino que tuvieron por dioses al fuego, al viento, al aire leve, a las órbitas astrales, al agua impetuosa, a las lumbreras celestes, regidoras del mundo. Si, fascinados por su hermosura, los creyeron dioses, sepan cuánto los aventaja su Dueño, pues los creó el autor de la belleza; y si los asombró su poder y actividad, calculen cuánto más poderoso es quien los hizo; pues, por la magnitud y belleza de las criaturas, se descubre por analogía el que les dio el ser. Con todo, a éstos poco se les puede echar en cara, pues tal vez andan extraviados, buscando a Dios y queriéndolo encontrar; en efecto, dan vueltas a sus obras, las exploran, y su apariencia los subyuga, porque es bello lo que ven. Pero ni siquiera éstos son perdonables, porque, si lograron saber tanto que fueron capaces de averiguar el principio del cosmos, ¿cómo no encontraron antes a su Dueño?

Palabra de Dios

Salmo

Sal 18,2-3.4-5

R/.
El cielo proclama la gloria de Dios

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R/.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,26-37):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará. Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán.» Ellos le preguntaron: «¿Dónde, Señor?» Él contestó: «Donde se reúnen los buitres, allí está el cuerpo.»

Palabra del Señor
 
Poema:
Cuando la luz del sol es ya poniente de Cristina de Arteaga
 
Cuando la luz del sol es ya poniente,
¡gracias, Señor!, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. 
 
 

jueves, 16 de noviembre de 2017

Lecturas del día, jueves, 16 de noviembre. Poema "Poema LVII" de Dulce María Loynaz. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro de la Sabiduría (7,22–8,1):

La sabiduría es un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, móvil, penetrante, inmaculado, lúcido, invulnerable, bondadoso, agudo, incoercible, benéfico, amigo del hombre, firme, seguro, sereno, todopoderoso, todo vigilante, que penetra todos los espíritus inteligentes, puros, sutilísimos. La sabiduría es más móvil que cualquier movimiento, y, en virtud de su pureza, lo atraviesa y lo penetra todo; porque es efluvio del poder divino, emanación purísima de la gloria del Omnipotente; por eso, nada inmundo se le pega. Es reflejo de la luz eterna, espejo nítido de la actividad de Dios e imagen de su bondad. Siendo una sola, todo lo puede; sin cambiar en nada, renueva el universo, y, entrando en las almas buenas de cada generación, va haciendo amigos de Dios y profetas; pues Dios ama sólo a quien convive con la sabiduría. Es más bella que el sol y que todas las constelaciones; comparada a la luz del día, sale ganando, pues a éste le releva la noche, mientras que a la sabiduría no le puede el mal. Alcanza con vigor de extremo a extremo y gobierna el universo con acierto.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 118

R/.
Tu palabra, Señor, es eterna

Tu Palabra, Señor, es eterna,
más estable que el cielo. R/.

Tu fidelidad de generación en generación,
igual que fundaste la tierra y permanece. R/.

Por tu mandamiento subsisten hasta hoy,
porque todo está a tu servicio. R/.

La explicación de tus palabras ilumina,
da inteligencia a los ignorantes. R/.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
enséñame tus leyes. R/.

Que mi alma viva para alabarte,
que tus mandamientos me auxilien. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,20-25):

En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios, Jesús les contestó: «El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.» Dijo a sus discípulos: «Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí no os vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.»

Palabra del Señor
 
Poema:
Poema LVII de Dulce María Loynaz 

No te nombro; pero estás en mí 
como la música en la garganta del ruiseñor
aunque no esté cantando. 


Breve comentario

(Dedico esta pequeña reflexión al P. Jorge González Guadalix, ante los momentos de soledad humana que está atravesando, soledad pobladísima de Dios).

Después de leer en la primera lectura la veintena larga de adjetivos que intentan describir la naturaleza de la sabiduría, parece imposible que algo tan excelso y perfecto pueda pertenecer al género humano. De hecho, su origen es divino; el hombre participa de aquella en la medida que Dios habita en el hombre. Que Dios nos habite no es condición suficiente para lograr tal sabiduría. Dios respeta hasta tal punto nuestra libertad que espera a que le abramos el corazón, es decir, a que le permitamos hacer. Sólo con nuestro permiso puede el Señor actuar en nuestras vidas no sólo por medio de los acontecimientos exteriores, sino desde el interior mismo de nuestra alma. Somos sabios en la medida que percibimos que la huella de Dios se halla doquiera que miremos. Cuando vemos todo lo que existe empapado de la presencia divina, comenzando por nuestra propia vida, nuestros sufrimientos y experiencias, vamos adquiriendo esa naturaleza de su sabiduría. Es Dios quien puede darnos a conocer su verdad; sin Él nos dejaríamos arrastrar por los relumbrones del mundo y por el pobre conocimiento que una razón sin trascendencia puede obtener.

Pero dejar que Dios opere en el alma de una persona será, en un mundo alejado de él, fuente de todo tipo de sufrimiento para aquella. Es buen signo alejarnos de lo que el mundo considera óptimo o deseable en razón de la presencia de Dios en nuestra alma. A veces (muchas veces, diría incluso), Dios hace a la persona desadaptada para el mundo por medio de experiencias humanas de dolor que lo marcan de uno u otro modo. Pero no todo herido en su corazón se llena de Dios. El sufrimiento por el sufrimiento, sin sentido, gratuito y absurdo, sólo lleva a la destrucción. Cuando el hombre en su dolor de raíces puramente humanas, percibe la voluntad de Dios, comienza a abrir su vida a una dimensión enteramente nueva que la trasciende de aquellos orígenes mundanos y a dotar de sentido toda su experiencia. Es entonces que adviene a él la sorda pero fecundísima presencia de Dios en su vida: el hombre comienza a participar de la sabiduría divina. Así, hasta en el silencio del mundo sabremos cantar la armonía del Señor en él, aunque nadie nos oiga, aunque nadie nos entienda, aunque nadie parezca que nos acompañe. Como el ruiseñor que se sabe capaz de cantar aunque calle.

martes, 14 de noviembre de 2017

Lecturas del día, miércoles, 14 de noviembre. Poema "Advenimiento" de José María Pemán. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro de la Sabiduría (2,23–3,9):

Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo, y los de su partido pasarán por ella. En cambio, la vida de los justos está en manos de Dios, y no los tocará el tormento. La gente insensata pensaba que morían, consideraba su tránsito como una desgracia, y su partida de entre nosotros como una destrucción; pero ellos están en paz. La gente pensaba que cumplían una pena, pero ellos esperaban de lleno la inmortalidad; sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes favores, porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí; los probó como oro en crisol, los recibió como sacrificio de holocausto; a la hora de la cuenta resplandecerán como chispas que prenden por un cañaveral; gobernarán naciones, someterán pueblos, y el Señor reinará sobre ellos eternamente. Los que confían en él comprenderán la verdad, los fieles a su amor seguirán a su lado; porque quiere a sus devotos, se apiada de ellos y mira por sus elegidos.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 33,2-3.16-17.18-19

R/.
Bendigo al Señor en todo momento

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria. R/.

Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,7-10):

En aquel tiempo, dijo el Señor: «Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa" ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú" ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."»

Palabra del Señor

Poema:
Advenimiento de José María Pemán

Cuando ya estén vacíos los ojos insaciables
del Deseo, y se calle el desdentado
murmurar que debajo de sus tocas
de beata destrenza la Memoria;
cuando el joven auriga rubio y blanco,
Entendimiento, se despeñe en simas
sin luz ni fondo, y ya la huracanada
Voluntad se desmaye, como espuma,
sobre la playa del desistimiento:
entonces vendrás Tú. Y serán benditas
mi quietud, mi pobreza y mi ignorancia:
hoyos sobre mi arena
para la lluvia de Tus plenitudes. 

Breve comentario

Estamos y existimos para servir a Dios. Para nada más. Es evidente que servir es un ejercicio de amor. Y es evidente que el amor puede generar efectos muy consoladores para la persona que lo recibe. Pero hasta el bien que recibamos de los demás debemos ponerlo al servicio de Dios, pues es sólo Él quien lo hace posible en nosotros al servirle con autenticidad, y en los demás que se ven beneficiados por tal servicio.

Somos tan débiles que hasta los más justos pueden caer en la tentación de la vanidad, en la trampa mortífera de creernos que somos los agentes causales del bien que podemos suscitar. No somos más que instrumentos de Dios, y cuanto más humildes y sumisos a Su voluntad, mejor reflejaremos el amor que nos habita pero que no nos pertenece ni mucho menos procede de nosotros. Para nacer a Dios y para Dios hay que morir a nuestro ego. Sin la gracia divina es imposible este desprendimiento o renuncia tan esencial. El mero voluntarismo sólo suscitará una apariencia de servicio, aunque en efecto se actúe de un modo benéfico para muchos. Pero es el corazón, las motivaciones que fundan nuestras decisiones y actos, lo que hace verdadero el servicio a Dios y a los hermanos. Si hacemos obras de misericordia, por ejemplo, para fortalecer nuestra propia estima, podremos hacer bien a algunos, pero estaremos mintiendo a Dios. Y Dios no acepta mentiras, y menos en su nombre.

Estemos muy atentos a esa vanidad que se escapa como un humo fino por las grietas de la virtud no bien consolidada. Es humano buscar que nos quieran, pero es divino que nos quiera Dios por nuestra entrega a Él. Con la ayuda de su gracia podremos alcanzar este grado de purificación espiritual. Como nos muestra este precioso poema de Pemán, que Dios nos ayude a ser hoyos sobre nuestra arena para la lluvia de Sus plenitudes. Que así sea.