lunes, 7 de noviembre de 2016

Lecturas del día, lunes, 7 de noviembre. Poema "Autobiografía" de Luis Rosales. Breve comentario

Primera lectura

Comienzo de la carta del apóstol san Pablo a Tito (1,1-9):

Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, para promover la fe de los elegidos de Dios, y el conocimiento de la verdad, según la piedad apoyada en la esperanza de la vida eterna. Dios, que no miente, había prometido esa vida desde tiempos inmemoriales; al llegar el momento, la ha manifestado abiertamente con la predicación que se me ha confiado, según lo dispuso Dios, nuestro salvador. Querido Tito, verdadero hijo mío en la fe que compartimos; te deseo la gracia y la paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, salvador nuestro. Mi intención al dejarte en Creta era que pusieras en regla lo que faltaba y establecieses presbíteros en cada ciudad, siguiendo las instrucciones que te di. El candidato, que sea un hombre sin tacha, fiel a su única mujer, con hijos creyentes, que no sean indóciles ni acusados de mala conducta. Porque el obispo, siendo administrador de Dios, tiene que ser intachable, no arrogante ni colérico, no dado al vino ni pendenciero, ni tampoco ávido de ganancias. Al contrario, ha de ser hospitalario, amigo de lo bueno, prudente, justo, fiel, dueño de sí. Debe mostrar adhesión a la doctrina cierta, para ser capaz de predicar una enseñanza sana y de rebatir a los adversarios.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 23,1-2.3-4ab.5-6

R/.
Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,1-6):

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado. Si tu hermano te ofende, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: "Lo siento", lo perdonarás.»
Los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.»
El Señor contestó: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar." Y os obedecería.»

Palabra del Señor
 
Poema:
Autobiografía de Luis Rosales
 
Como el náufrago metódico que contase las olas
que faltan para morir,
y las contase, y las volviese a contar, para evitar
errores, hasta la última,
hasta aquella que tiene la estatura de un niño
y le besa y le cubre la frente,
así he vivido yo con una vaga prudencia de
caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería. 
 
 
Breve comentario
 
"Tened cuidado", nos dice el Señor hoy. Cuidado para que no seamos fuente de pecado para los demás; cuidado para que sepamos perdonar las ofensas recibidas y a aquel que nos lo pide; cuidado para aumentar nuestra fe, para hacerla crecer. Ciertamente hemos de tener mucho cuidado, pero el cuidado no significa un temor excesivo, ni siquiera una actitud demasiada precavida con tintes obsesivos , ni tampoco un escrúpulo de perfección para no caer en los mil peligros que acechan a una vida que quiere vivir en la virtud. Vivir supone un riesgo evidente de equivocarse, de errar, de dejarse deslizar por todo tipo de actitudes que nos van alejando de aquello que el Señor quiere para nosotros. La vida supone decisión, elección y exposición. Con cuidado, sí, hemos de salir a la vida. Sin embargo, por más que lo intentemos evitar, pecaremos, nos ofenderán, no podremos perdonar a quien está orgulloso de ofendernos, y nuestra fe cuando menos no conseguirá crecer. Esto está en la naturaleza de las cosas. 
 
Por ello le piden los apóstoles al Señor que les aumente la fe. Todos necesitamos que nos aumente la fe, pues ofenderemos, nos ofenderán, no perdonaremos ni nos perdonarán, pero hemos de seguir viviendo, caminando, buscando al Señor en cada cosa, en cada situación, en nuestro interior. Uno de los peores peligros es que el cuidado nos conduzca a la parálisis, al aislamiento y a una desconfianza que es justo lo opuesto a la fe. Pidámosle al Señor la fe para soportar y vencer las ofensas que nos esperan y las que cometamos, y evitemos ser a toda costa también los cristianos medrosos del mundo, como "caballos de cartón" temerosos de las tempestades del agua de una bañera. Si caemos en esto, en efecto, no nos equivocaremos en nada, salvo en la cosa más importante: vivir. Porque para vivir en Dios y para Dios, es evidente que hay que atreverse a vivir. No seremos del mundo, pero estamos en el mundo. En él nos deberemos abrir paso con la ayuda de Dios, por el bosque de las ofensas, los orgullos, los egos y las cobardías, las propias y las ajenas. 

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