sábado, 31 de diciembre de 2016

Lecturas del día, sábado, 31 de diciembre. Poema "Contemplo cada cosa y digo: Dios" de Jesús Tomé. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2,18-21):

Hijos míos, es el momento final. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es el momento final. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 95,1-2.11-12.13-14

R/.
Alégrese el cielo, goce la tierra

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria. R/.

Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque. R/.

Delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra;
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad. R/.

Evangelio

Comienzo del santo evangelio según san Juan (1,1-18):

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor
 
Poema:
"Contemplo cada cosa y digo: Dios" de Jesús Tomé
 
Contemplo cada cosa y digo: Dios.
No porque sea Dios. Pero las cosas
tienen un corazón donde tú habitas,
un corazón de sombra y de silencio.
(Donde acaba la nada Dios empieza).
Y las cosas se quedan de rodillas
con sus manos de espera levantadas
rezando oscuramente y sin sonido.
Se dicen simplemente. Su plegaria
consiste simplemente en ser ahí y estar dichosas.
Y yo no me resigno: no quisiera
ser silenciosa piedra que no sabe
sino decirse a solas simplemente.

Breve comentario
 
El comienzo del evangelio de S. Juan es todo un apretado tratado de teología. Dios es el fundamento del ser, de todo lo que existe, el origen creador del que nace todo. Y habitando en la naturaleza de todos los entes, ocurre que serán los seres hechos a su imagen y semejanza, el ser humano, los que no lo reconocerán. Algunos sí lo lograron por medio de los profetas, de los "testigos de la luz"; pero otros ni siquiera con tal ayuda. Es más, la luz se encarnó en forma humana, se hizo hombre, predicó, curó, hizo milagros, murió y resucitó, y hasta hoy son muchos, demasiados, los que siguen sin conocerlo. Son los misterios de la libertad humana, que, como todo, procede igualmente de la voluntad de Dios.

El mejor deseo para el año que está a punto de comenzar es que cada vez más personas le lleguen a conocer. En estos momentos todos nos deseamos felicidad, prosperidad, salud, dinero, amor... Y todo eso está muy bien. Pero siguiendo a Teresa de Ávila, en verdad sólo Dios basta. Hace tiempo que siempre concluyo mis oraciones pidiendo al Señor que habite en mi corazón y en el de mi mujer cada vez con más claridad, que encuentre mi alma cada vez más habitable, más cómoda para su presencia, que pueda sentirse, si no como en su casa (cosa imposible de todo punto), al menos como un lugar donde pueda sentirse acogido. No otra cosa pido para mí. Con Él, basta; sobra todo lo demás, pues hasta los sufrimientos más graves que pudieran ocurrirnos adquieren un sentido completamente nuevo si Él nos acompaña y nos asiste.

Así que este será mi deseo para todos vosotros también en el nuevo año. Que 2017 esté lleno de Dios en vuestras vidas.

viernes, 30 de diciembre de 2016

Lecturas del día, viernes, 30 de diciembre, de la Sagrada Familia. Poema "Palabras para el hijo" de José Mª Valverde. Breve comentario


Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiástico (3,2-6.12-14):

Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 127,1-2.3.4-5

R/.
Dichosos los que temen al Señor
y siguen sus caminos


Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3,12-21):

Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (2,13-15.19-23):

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.»  José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.»  Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y vuélvete a Israel; ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño.»  Se levantó, cogió al niño y a su madre y volvió a Israel. Pero, al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno.

Palabra del Señor

Poema:
Palabras para el hijo de José Mª Valverde
  
Viniendo estás, hijo, ya tienes imperiosamente abierto tu hueco entre los [días,
y me paro a pensar cómo tendré que decirte para pasarte lo que he vivido,
si todavía tus padres apenas sabemos hablar, saltamos por encima de las [palabras,
y de la mano andamos, cruzando por largos silencios, como claros de [bosque.

Tal vez todo es inútil y la sangre camina bajo la voz, y nada se puede,
pero yo pienso y pienso en las cosas que todavía mal he aprendido,
y que tendré que enseñarte, porque ya no podré olvidar ni guardar silencio,
ni volver la espalda a lo que fue, para llegar más libre a la esperanza.


Desde ahora cuanto miro me exigirá nombre con que poder contarlo;
ya no podré ser ojo mudo, pasmo sin pregunta, guardador de secretos,
y tendré que dejarme llevar por tu mano hasta la misma raya de la [ignorancia,
dibujar exactamente a dónde llegar al borde del agua de la materia oscura.


Procuraré empezar por decirte el respeto que se debe a todas las cosas,
la seriedad de la tierra áspera y su peso húmedo, desmigado entre los [dedos,
la admirable cerrazón de la piedra, secretamente conjurada consigo misma,
a veces en un guijarro caminante, como endulzado por el peso de la [memoria.


Y la madera dócil, viniendo desde el olor y el viento a acurrucarse al calor de [la mano,
que acaricia la sabiduría de las formas elementales de la silla y la mesa,
y el tesoro del metal, sus arbitrios industriosos, su cansancio oxidado, su [esplendor
cuando con brillos fatídicos conquista su extraña vida de máquina palpitante. 
  
Querré acostumbrarte al murmullo de la multitud, a su ir y venir de [hormigas con palitos,
para que te resignes y comprendas las profundidades de la rutina cívica,
la majestad de la vida misma en la sonámbula repetición del empleado,
el latir de lo más dulce en la humilde comparecencia de los insignificantes en [sus sitios.

Pero también te enseñaré la palabra que, puesta junto a otra, arde con [llama hasta el cielo,
y la canción que se adueña de nuestros huesos y gira y gira sola hasta [iluminarnos,
y el poderío de una mancha roja cuidadosamente extendida sobre un [cuadrado de lona,
hasta rozar genitalmente un azul que anochece por su parte, detrás del [amarillo.


Y muchas cosas del hombre, que hubiera callado para olvidar, guerras como [otra luz de años enteros,
y los disparos de medianoche y el muerto de cada mañana en el [descampado de las latas de mi barrio,
y el cañoneo lejano, viniendo, y el odio de casa en casa y las palabras en [cuchicheo,
y las esperanzas y las desilusiones y las esperanzas, haciendo historia al [repetirse.


De tu madre jamás hablaremos; tendrás mucho tiempo en comprender
qué otras estrellas fueron las mías en la ventana nocturna de sus ojos,
cómo la encontré viniendo de pinares de sueños, de olas y canciones de [niña,
cómo la convencí, y lo dejó todo, y cruzó un río desconocido, y estabas tú.


Y cuando preguntando llegues al porqué de todo, empezaré a contarte del [último amor,
enseñándote a poner la mano sobre el mundo para que sientas su música de [trompo,
la leyenda verdadera del Dios que tanto quiso a los hombres que nació con [ellos;
porque no sé si mi palabra puede algo más que enseñarte a rezar y [retirarse.


Breve comentario

Hoy se conmemora el día de la Sagrada Familia, la compuesta por María, José y el Niño Jesús. El mero hecho de que el Señor eligiera la forma de encarnarse por medio de una familia denota la enorme importancia de la existencia de la misma. La familia no es una realidad cualquiera: es el fundamento primero y último en que se apoya toda sociedad humana civilizada. Si Dios eligió que la Persona de su Hijo tuviera unos padres humanos, padre y madre, y creciera en todo como el ser humano que fue, pasando por todas sus fases evolutivas y sus aprendizajes, significa que su Ley respeta este orden de cosas para adquirir la necesaria condición de humanidad de toda persona individual. Un ser humano que fuera criado por lobos o sin cuidados parentales alguno, ni vicarios ni simulados, sólo podría llamarse humano en un sentido puramente biológico.

Se habla de que la familia está en crisis. Debemos distinguir varias cosas antes de hacer una afirmación tan grave. Es cierto que muchas familias, por el muy alto grado de conflictividad afectiva y relacional en ellas, tienen muy poco de tales. Siempre ha ocurrido esto, en todas las épocas, estratos sociales, contextos culturales, etc. Las personas somos seres frágiles por nuestra condición pecadora, y ya sea por el sufrimiento que infligimos a otros o que otros nos infligen a nosotros, muchas familias quedan dañadas en su unidad y en su verdad de amor. Pero no por ello la familia como tal queda desvirtuada como realidad que funda la identidad del ser humano y la convivencia social. La excepción, la casuística, por numerosa que sea, no hace a la norma.

Por otro lado, se habla con mucho fundamento de crisis de la institución familiar por la promoción por parte de los poderes estatales y del nuevo globalismo de una multiplicidad de formas de convivencia que denominan genérica e interesadamente como familias. Es evidente que esta denominación es ilegítima porque no obedece ni en todo ni en parte la naturaleza constituyente de la familia. La familia no es una mera forma de convivencia. Implica una convivencia entre personas, ciertamente, pero no cualquier convivencia. La familia sólo puede estar formada por un padre y una madre y los hijos habidos de su unión o, en su caso, de la adopción. Dos hombres o dos mujeres no pueden hacer ni siquiera vicariamente de padre y de madre, pues no son (en el sentido mas propio del verbo ser) ni pueden ser padres y madres: la paternidad no es en ningún caso una simulación o una impostura. Tampoco es cierto que los vínculos afectivos generados en este tipo de uniones pueden considerarse como propios del amor filial de los padres hacia los hijos. Si hombres o mujeres no saben, no quieren o no pueden amar a personas del otro sexo, no pueden representar ni los roles que el niño necesita ni ejercer propiamente la paternidad, más que una mera simulación de lo que ellos consideran en su fantasía que debe de ser un padre o una madre. Y en las personas homosexuales lo que creen y fantasean al respecto puede ser muchas cosas que en nada están relacionadas con la paternidad.

Aunque pasemos por estas etapas críticas, la familia no desaparecerá jamás, pues la necesitamos no ya como el comer, sino como el respirar: nuestra naturaleza tiende a ella casi con la misma ineluctabilidad con que la gravedad actúa sobre los objetos que caen. Tengamos fe en el Señor, que venceremos en esta batalla contra la ideología de género, enésima mentira a la que la Iglesia se enfrenta, como tantas otras antes en sus dos mil años de existencia. Y a todas supo la Iglesia prevalecer. No será ésta una excepción, ni la hab nunca, como todos conocemos. No estamos solos en la asistencia a esta batalla. Pero, eso sí, nos van a obligar (ya lo hacen) a darla con armas y bagajes. No es una lucha cualquiera: el objetivo de Satanás por medio de esta ideología es destruir las bases mismas del hombre, de la persona y de la civilización. No importa: nos tendrán en frente con la ayuda misericordiosa del Señor.   

jueves, 29 de diciembre de 2016

Lecturas del día, jueves, 29 de diciembre. Poema "Del sagrado nacimiento..." de Diego Cortés. Breve comentario

Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2,3-11):

En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él. Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tenéis desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado. Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo –lo cual es verdadero en él y en vosotros–, pues las tinieblas pasan, y la luz verdadera brilla ya. Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 95,1-2a.2b-3.5b-6

R/.
Alégrese el cielo, goce la tierra

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R/.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R/.

El Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,22-35):

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»

Palabra del Señor
 
Poema:
"Del sagrado nacimiento..." de Diego Cortés 

Del sagrado nacimiento
Siendo el cuarenteno día,
Por el templo del Señor
Que en Jerusalén había.


Entra la preciosa Virgen,
Serenísima María;
Limpia más que las estrellas,
Cual el sol resplandecía.

En sus brazos virginales
Su dulce hijo traía;
Hijo es del Padre Eterno,
Dios y hombre allí venía.

En forma viene de siervo,
Aunque los cielos regía,
Para remediar al hombre
Del daño que padecía;

Y aunque a grande costa suya,
Abrirle celestial vía.
Para cumplir con la ley
Su Madre a Dios le ofrecía,

Y por Él da en sacrificio
Dos aves que allí traía.
Al templo fue Simeón,
Un justo que a Dios temía,

En el cual moraba Dios,
De quien respuesta tenía
Que al Verbo Eterno encarnado
Con sus ojos le vería.

El cual postrado por tierra,
Recibió al Sacro Mesía
De los brazos de la Virgen
Que en sus manos lo ofrecía.

Tomado pues en sus brazos,
Todo lleno de alegría,
Cantó aquel divino canto
Que la Iglesia refería,

Y así se cumplió lo escrito
En forma de profecía:
«El viejo llevaba al mozo,
Y el mozo al viejo regía».


Breve comentario

Simeón es la viva representación de la fidelidad en la espera. Y quien sabe esperar con esperanza, Dios lo recompensa. Es muy difícil en estos tiempos en los que quien más quien menos busca inmediatas compensaciones o satisfacciones a sus esfuerzos, saber esperar. Esperar, tener esperanza significa la certidumbre de que lo esperado habrá de llegar. Cuanta más esperanza, más capacidad para esperar, más fuerte y sólida se hace la fe. Por supuesto, y como en el viejo Simeón, tal fortaleza sólo puede venir del Espíritu Santo. Aquellas que proceden de motivaciones puramente terrenales, se las lleva el viento y sus metas no tienen por qué cumplirse.

La Navidad es un tiempo de espera y de esperanza, de cumplimiento y realidad lograda. La promesa de Dios a Simeón fue que antes de que muriese vería al Mesías. Y lo cumplió. Simeón no conoció más de la vida de aquel recién nacido, del modo cómo realizó efectivamente el plan de salvación que justificaba su encarnación. Pero este misterio forma parte de todo el misterio del Amor de Dios del que la Navidad es a su vez anuncio y promesa: la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Simeón sabía que ese niño iba a salvar al mundo de la condenación al pecado, aunque no supiera cómo; sabía lo fundamental: que la salvación se iba a producir.

Dios reserva a cada uno su esperanza y su fe para quien lo ama, aunque ninguno sepamos a ciencia cierta cómo se cumplirán nuestras esperanzas en nuestra relación con Él. Algunos, como el que esto escribe, todavía no ha dado, después de más de medio siglo de peregrinar en esta tierra, con la forma concreta en que se plasme esa relación. Algunas pistas hay (estado civil, vocación profesional, ciertas inquietudes intelectuales o estéticas, etc.), pero en lo fundamental, todos vamos al encuentro del Señor esperando hallarlo en nuestra vida, que nos indique el camino, que nos ayude a recorrerlo. Y no hace falta saber más. Lo que nos haga falta, ya nos lo irá indicando el Señor a su debido tiempo. A Siméon le bastó ver al recién nacido; aunque nunca llegara a conocer nada ni de la predicación posterior, ni de la cruz o de su resurrección concretas. A cada uno Dios nos concede lo que quiere, y es a ello hacia lo que tendemos con esperanza, con fe, con amor a sus designios. Y no hace falta nada más. Ya se encargará el Señor de satisfacer nuestras esperas.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

Lecturas del día, miércoles, 28 de diciembre, de los Santos Inocentes. Poemas "Aborto" de José Mª Zandueta Munárriz y "El niño yuntero" de Miguel Hernández

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1,5–2,2):

Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 123,2-3.4-5.7b-8

R/.
Hemos salvado la vida,
como un pájaro de la trampa del cazador


Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros. R/.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes. R/.

La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (2,13-18):

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.» José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.» Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven.»

Palabra del Señor
 
Poema:
Aborto de José Mª Zandueta Munárriz
 
Un solapado error. También la duda
oscurece la mente. En tu conciencia,
prendido el aguijón, clara advertencia,
“NO MATARÁS” es la verdad desnuda.

El alma languidece y está muda
y el corazón sumido en la inconsciencia
no acierta a comprender la diferencia;
se empecina en el mal y en él se escuda.

Dicho el “no matarás”, nada hay más cierto
que la pura verdad, ni más vertientes,
que la que dicta un Juez, en claro exhorto.

Hay que execrar el fúnebre concierto,
la matanza de seres inocentes,
el auténtico crimen del aborto. 
 
El niño yuntero de Miguel Hernández
 
Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.


Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.


Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.


Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.


Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.


Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.


Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.


A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.


Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.


Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.


Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
resuelve mi alma de encina.


Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.


Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.


¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?


Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.


http://www.ivoox.com/miguel-hernandez-el-nino-yuntero-audios-mp3_rf_12450704_1.html

https://www.youtube.com/watch?v=YW-XQVP5mO4

martes, 27 de diciembre de 2016

Lecturas del día, martes, 27 de diciembre, san Juan Evangelista. Poema "Creo en todo lo nunca dicho aún..." de Rainer Maria Rilke. Breve comentario

Primera lectura
Comienzo de la primera carta del apóstol san Juan (1,1-4):

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 96,1-2.5-6.11-12

R/.
Alegraos, justos, con el Señor

El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono. R/.

Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. R/.

Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (20,2-8):

El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

Palabra del Señor

Poema:
"Creo en todo lo nunca dicho aún..." de Rainer Maria Rilke

Creo en todo lo nunca dicho aún.
Quisiera liberar mi sentir más piadoso.
Lo que ninguno aún a querer se atrevió,
se me hará natural en un día futuro. 

Si esto es desmesurado, perdóname, Señor.
Pero yo solamente te quiero transmitir:
como instinto ha de ser mi mejor fuerza,
tan sin ira y sin miedo;
así es como te quieren los chiquillos.

Con un fluir así, un desembocar
anchos brazos de río al mar abierto,
con este retornar siempre en aumento,
te he de reconocer, te he de anunciar,
como nunca hizo nadie.

Y si parece orgullo, déjame mantenerlo, apoyado
en mi rezo,
que solitario y serio
ante tu anubarrada frente está.  
 

"Ich glaube an Alles noch nie Gesagte..."


Ich glaube an Alles noch nie Gesagte.
Ich will meine frömmsten Gefühle befrein.
Was noch keiner zu wollen wagte,
wird mir einmal unwillkürlich sein.

Ist das vermessen, mein Gott, vergieb.
Aber ich will dir damit nur sagen:
Meine beste Kraft soll sein wie ein Trieb,
so ohne Zürnen und ohne Zagen;
so haben dich ja die Kinder lieb.

Mit diesem Hinfluten, mit diesem Münden
in breiten Armen ins offene Meer,
mit dieser wachsenden Wiederkehr
will ich dich bekennen, will ich dich verkünden
wie keiner vorher.

Und ist das Hoffahrt, so lass mich hoffährtig sein
für mein Gebet,
das so ernst und allein
vor deiner wolkigen Stirne steht. 

Breve comentario

Hoy celebramos la figura del apóstol y evangelista san Juan. El más joven de ellos, apenas un muchacho en su adolescencia, y también el más amado por el Señor. No sabemos las razones de esa predilección, aunque podemos conjeturar que sea debida a la pureza de su juventud totalmente entregada al Maestro. Lo que resulta indudable es que el grado de comprensión de las palabras de Jesús adquieren en él una dimensión, profundidad y un tratamiento muy notables en su evangelio con respecto a los restantes. Por ello se le conoce vulgarmente a san Juan como el evangelista teólogo. Sea como fuere, fue alguien que amó sin reservas y con absoluta fidelidad a Cristo hasta el final de su larga vida, casi centenaria, único apóstol que no fue martirizado.

Y en la medida en que el poema rilkeano describe el compromiso de seguimiento al Señor con un amor propio de la inocencia más infantil, sin miedo y sin ira, es adecuado para recordar el espíritu de este apóstol joven y entregado, ingenuo en su pureza, y profundo en la inteligencia del mensaje de Dios. (Y aunque sea al margen y entre paréntesis, un breve recuerdo a Rilke, del que pasado mañana hará noventa años de su muerte).

lunes, 26 de diciembre de 2016

Lecturas del día, lunes, 26 de diciembre. Poema "Me llamarán, nos llamarán a todos (I)" de Blas de Otero

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6,8-10;7,54-60):

En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.» Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.»
Y, con estas palabras, expiró.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 30,3cd-4.6 y Sab 16bc-17

R/.
A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame. R/.

A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción. R/.

Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,17-22):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.»

Palabra del Señor
 
Poema:
"Me llamarán, nos llamarán a todos (I)" de Blas de Otero
 
Me llamarán, nos llamarán a todos.
Tú, y tú, y yo, nos turnaremos,
en tornos de cristal, ante la muerte.
Y te expondrán, nos expondremos todos
a ser trizados ¡zas! por una bala. 
 
Bien lo sabéis. Vendrán
por ti, por ti, por mí, por todos.
Y también
por ti.
(Aquí
no se salva ni dios. Lo asesinaron.)

Escrito está. Tu nombre está ya listo,
temblando en un papel. Aquél que dice:
abel, abel, abel... o yo, tú, él...

domingo, 25 de diciembre de 2016

Lecturas del día, domingo, 25 de diciembre, Natividad del Señor. Poema "Al nacimiento de Cristo nuestro Señor" de Luis de Góngora

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (52,7-10):

¡Qué hermosos son sobre los montes
los pies del mensajero que proclama la paz,
que anuncia la buena noticia,
que pregona la justicia,
que dice a Sión: «¡Tu Dios reina!».
Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro,
porque ven cara a cara al Señor,
que vuelve a Sión.
Romped a cantar a coro,
ruinas de Jerusalén,
porque el Señor ha consolado a su pueblo,
ha rescatado a Jerusalén.
Ha descubierto el Señor su santo brazo
a los ojos de todas las naciones,
y verán los confines de la tierra
la salvación de nuestro Dios.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 97,1.2-3ab.3cd-4.5-6

R/.
Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.
 
Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.

Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (1,1-6):

En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas.
En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de la Majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy»; y en otro lugar: «Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo»? Asimismo, cuando introduce en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios».

Palabra de Dios

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,1-18):

EN el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. 
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,
ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor
 
Poema:
Al nacimiento de Cristo nuestro Señor de Luis de Góngora
 
Caído se le ha un Clavel
Hoy a la Aurora del seno:
¡Qué glorioso que está el heno,
Porque ha caído sobre él!

Cuando el silencio tenía
Todas las cosas del suelo,
Y, coronada del yelo,
Reinaba la noche fría,
En medio la monarquía
De tiniebla tan cruel,

Caído se le ha un Clavel
Hoy a la Aurora del seno:
¡Qué glorioso que está el heno,
Porque ha caído sobre él!

De un solo Clavel ceñida,
La Virgen, Aurora bella,
Al mundo se lo dio, y ella
Quedó cual antes florida;
A la púrpura caída
Solo fue el heno fïel.

Caído se le ha un Clavel
Hoy a la Aurora del seno:
¡Qué glorioso que está el heno,
Porque ha caído sobre él!

El heno, pues, que fue dino,
A pesar de tantas nieves,
De ver en sus brazos leves
Este rosicler divino
Para su lecho fue lino,
Oro para su dosel.

Caído se le ha un Clavel
Hoy a la Aurora del seno:
¡Qué glorioso que está el heno,
Porque ha caído sobre él!

sábado, 24 de diciembre de 2016

Lecturas del día, sábado, 24 de diciembre. Poema "Sube a nacer conmigo, hermano" de Pablo Neruda

Primera lectura

Lectura del segundo libro de Samuel (7,1-5.8b-12.14a.16):

Cuando el rey David se asentó en su casa y el Señor le hubo dado reposo de todos sus enemigos de alrededor, dijo al profeta Natán: «Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios habita en una tienda». Natán dijo al rey: «Ve y haz lo que desea tu corazón, pues el Señor está contigo». Aquella noche vino esta palabra del Señor a Natán: «Ve y habla a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Tú me va a construir una casa para morada mía? Yo te tomé del pastizal, de andar tras el rebaño, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. He estado a tu lado por donde quiera que has ido, he suprimido a todos tus enemigos ante ti y te he hecho tan famoso como los grandes de la tierra. Dispondré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que resida en él sin que lo inquieten, ni le hagan más daño los malvados, como antaño, cuando nombraba jueces sobre mi pueblo Israel. A ti te he dado reposo de todos tus enemigos. Pues bien, el Señor te anuncia que te va a edificar una casa. En efecto, cuando se cumplan tus días y reposes con tus padres, yo suscitaré descendencia tuya después de ti. Al que salga de tus entrañas le afirmaré su reino. Yo seré para él un padre, y él será para mi un hijo. Tu casa y tu reino se mantendrán siempre firmes ante mi; tu trono durará para siempre"».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 88

R/.
Cantaré eternamente tus misericordias, Señor

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R/.

«Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades». R/.
 
«Él me invocará: “Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora”;
Le mantendré eternamente mi favor,
y mí alianza con él será estable». R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,67-79):

En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, se llenó de Espíritu Santo y profetizó diciendo:
«“Bendito sea el Señor, Dios de Israel”,
porque ha visitado y “redimido a su pueblo”,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la “misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza”
y “el juramento que juró a nuestro padre Abrahán” para concedernos
que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante “del Señor a preparar sus caminos”,
anunciando a su pueblo la salvación
por el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz».

Palabra del Señor
 
Poema:
Sube a nacer conmigo, hermano de Pablo Neruda
 
Sube a nacer conmigo, hermano.

Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados.
Mírame desde el fondo de la tierra,
labrador, tejedor, pastor callado:
domador de guanacos tutelares:
albañil del andamio desafiado:
aguador de las lágrimas andinas:
joyero de los dedos machacados:
agricultor temblando en la semilla:
alfarero en tu greda derramado:
traed a la copa de esta nueva vida
vuestros viejos dolores enterrados.
Mostradme vuestra sangre y vuestro surco,
decidme: aquí fui castigado,
porque la joya no brilló o la tierra
no entregó a tiempo la piedra o el grano:
señaladme la piedra en que caísteis
y la madera en que os crucificaron,
encendedme los viejos pedernales,
las viejas lámparas, los látigos pegados
a través de los siglos en las llagas
y las hachas de brillo ensangrentado.
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.

A través de la tierra juntad todos
los silenciosos labios derramados
y desde el fondo habladme toda esta larga noche
como si yo estuviera con vosotros anclado,
contadme todo, cadena a cadena,
eslabón a eslabón, y paso a paso,
afilad los cuchillos que guardasteis,
ponedlos en mi pecho y en mi mano,
como un río de rayos amarillos,
como un río de tigres enterrados,
y dejadme llorar, horas, días, años,
edades ciegas, siglos estelares.

Dadme el silencio, el agua, la esperanza.

Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.

Apegadme los cuerpos como imanes.

Acudid a mis venas y a mi boca.

Hablad por mis palabras y mi sangre.
 
 
¡Os deseo una muy feliz y santa Navidad! ¡Dios con nosotros! 

viernes, 23 de diciembre de 2016

Lecturas del día, viernes, 23 de diciembre. Poema "Nacimiento" de José Luis Hidalgo. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la profecía de Malaquías (3,1-4.23-24):

Esto dice el Señor Dios: «Voy a enviar a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí. De repente llegará a su santuario el Señor a quien vosotros andáis buscando; y el mensajero de la alianza en quien os regocijáis, mirad que está llegando, dice el Señor del universo. ¿Quién resistirá el día de su llegada? ¿Quién se mantendrá en pie ante su mirada? Pues es como el fuego de fundidor, como lejía de lavandero. Se sentará como fundidor que refina la plata; refinará a los levitas y los acrisolará como oro y plata, y el Señor recibirá ofrenda y oblación justas. Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en tiempos pasados, como antaño. Mirad, os envío al profeta Elías, antes de que venga el Día del Señor, día grande y terrible. Él convertirá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, para que no tenga que venir a castigar y destruir la tierra».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 24,4-5ab.8-9.10.14

R/.
Levantaos, alzad la cabeza;
se acerca vuestra liberación.


Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía a los que lo temen,
y les da a conocer su alianza. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,57-66):

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella. A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan». Y le dijeron: «Ninguno de tus parientes se llama así». Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos se quedaron maravillados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo: «Pues ¿qué será este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él.

Palabra del Señor
 
Poema:
Nacimiento de José Luis Hidalgo
 
Ha llegado la noche para todos:
yo reclino la frente en esta piedra,
donde los siglos ciegamente pasan,
mientras fulgen, arriba, las estrellas.

Entre duros peñascos me arregazan
los brazos maternales de la tierra.
Soy un hombre desnudo. Hoy he nacido,
como una larga luz, en su corteza.

Ni me muero, ni sueño. Abro los ojos
y extendiendo mis manos verdaderas
toco el origen de mi ser humano,
el vientre elemental que me naciera.

Y, en la frente, la roca, su llamada,
la vida en destrucción que, ardiendo, espera
la voz de Dios, que sobre el mundo clama
y se rompe, temblando, en las estrellas.
 
Breve comentario
 
Y hoy, antevíspera del nacimiento del Niño Dios, celebramos el nacimiento de su precursor, Juan el Bautista. Nacido también de forma milagrosa, aunque su concepción se produjera por vía natural, rebosó asimismo de gracia ante Dios. Aunque Zacarías, su padre, desconfiara al comienzo de la promesa del Señor cuando le anunció su futura paternidad, lo que le costó su mudez durante largos meses, lo cierto es que aprendió la lección: ante la proposición del nombre de Juan por Isabel, él lo ratifica sin interponer más obstáculos. Ya no duda; y en cuanto cree, ya puede hablar, pues todo el que cree, habla, expresa, se libera de toda impotencia. Será después su hijo quien hablará al mundo anunciando al que portará palabras de vida eterna.  

jueves, 22 de diciembre de 2016

Lecturas del día, jueves, 22 de diciembre. Poema "El principio de la sabiduría" de Denise Levertov. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del primer libro de Samuel (1,24-28):

En aquellos días, una vez que Ana hubo destetado a Samuel, lo subió consigo, junto con un novillo de tres años, unos cuarenta y cinco kilos de harina y un odre de vino. Lo llevó a la casa del Señor a Siló y el niño se quedó como siervo. Inmolaron el novillo, y presentaron el niño a Elí. Ella le dijo: «Perdón, por tu vida, mi Señor, yo soy aquella mujer que estuvo aquí en pie ante ti, implorando al Señor. Imploré este niño y el Señor me concedió cuanto le había pedido. Yo, a mi vez, lo cedo al Señor. Quede, pues, cedido al Señor de por vida». Y se postraron allí ante el Señor.

Palabra de Dios

Salmo

1S 2,1.45.6-7.8abcd

R/.
Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador

Mi corazón se regocija en el Señor,
mi poder se exalta por Dios.
Mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación. R/.

Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor.
Los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía. R/.

El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece. R/.

Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,46-56):

EN aquel tiempo, María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
“se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humildad de su esclava”.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
“su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
“derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia”
—como lo había prometido a “nuestros padres”—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con Isabel unos tres meses y volvió a su casa.

Palabra del Señor
 
Poema:
El principio de la sabiduría de Denise Levertov
 
Me has traído hasta aquí.

Sé tantas cosas. Nombres, verbos, imágenes. Mi mente
desborda, un cajón que no se cierra.

Entre los torturados, ilesa. Pergamino ignorante
en blanco, tan solo unos rasgos ligeros, donde
el amanuense probó su pluma.

Soy tan pequeña, un grano de polvo
que atraviesa el mundo. El mundo
un grano de polvo en el universo.

¿Tienes en tus manos
el universo? Te agarras
a mi pequeñez... ¿Cómo la coges,
cómo no se desliza?

Sé tan poco.

Me has traído hasta aquí. 

The Beginning of Wisdom
 
You have brought me so far.
I know so much. Names, verbs, images. My mind
overflows, a drawer that can't close.

Unscathed among the tortured. Ignorant parchment
uninscribed, light strokes only, where a scribe
tried out a pen.

I am so small, a speck of dust
moving across the huge world. The world
a speck of dust in the universe.

Are you holding
the universe? You hold
onto my smallness. How do you grasp it,
how does it not
slip away?

I know so little.

You have brought me so far.

Breve comentario

Como ayer comentábamos, lo importante de la visita de María a Isabel es que a ambas antes las visitó Dios. Por supuesto, como era de esperar, la llena de gracia no pierde la perspectiva en su inmensa felicidad: todo se lo debe al Señor. Es más, no sólo se lo debe, sino que es plenamente consciente de que ella no merece ni la centésima parte del amor recibido del Padre. Y de aquí surge su inmortal himno, el Magníficat, que hoy leemos o, mejor, entonamos.

En efecto, este es el origen de la verdadera sabiduría. La sabiduría humana es de un orden muy inferior. Ella está basada en el mérito de la persona, en la formación continuada, en el estudio, en la erudición, en las muchas lecturas, en las muchas obras escritas fruto de aquellas, en la docencia universitaria, en la propia inteligencia, en el propio esfuerzo y constancia, en la propia ambición por descubrir, en el desarrollo del pensamiento y el discurso racional... Pero la sabiduría que trasciende el orden de lo humano es incomparablemente superior. Y siendo tan superior, sin embargo, es accesible a todos, y en absoluto elitista como la primera. Porque la sabiduría de un alma que se ha dejado iluminar por Dios es ante todo don, regalo, entrega, ofrecimiento gratuito dado por puro amor. El primer efecto que esta sabiduría que procede de Dios hace al alma que la recibe es un profundo sentimiento de humildad, de alabanza y de agradecimiento, que a su vez la hace más entregada al encuentro personal con el Señor.

Es cierto que por medio de la sabiduría puramente humana se puede alcanzar también una humildad genuina, pues el verdadero sabio conoce como nadie cuánto es lo que ignora y cómo los instrumentos en los que basa su esforzada labor no proceden de sí mismo, sino de regalos que la naturaleza o el amor de otros han hecho posibles. Por desgracia, la sabiduría que procede del trabajo del hombre tiende en demasiadas ocasiones al orgullo, la vanidad, la soberbia e incluso al desprecio de quien no está a su "altura".

María fue y es la criatura humana más llena de Dios que ha existido nunca, la preferida de Él por excelencia, hasta tomarla por su Esposa y Madre de su Hijo. La extraordinaria calidad y profundidad de su humildad, de su abandono total a los designios divinos, son modelos imperecederos para el seguimiento y el desarrollo de nuestra vida de fe y de nuestra relación con Dios. Demos gracias a Dios por esta Madre con que nos ha regalado a todos, y recemos con veneración una y otra vez este inmenso himno de amor mariano.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Lecturas del día, miércoles, 21 de diciembre. Poema "Como la tierra silenciosa espera..." de Antonio Gamoneda. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro del Cantar de los Cantares (2,8-14):

¡La voz de mi amado!
Vedlo, aquí llega,
saltando por los montes,
brincando por las colinas.
Es mi amado un gamo,
parece un cervatillo.
Vedlo parado tras la cerca,
mirando por la ventana,
atisbando por la celosía.
Habla mi amado y me dice:
«Levántate, amada mía,
hermosa mía y ven.
Mira, el invierno ya ha pasado,
las lluvias cesaron, se han ido.
Brotan las flores en el campo,
llega la estación de la poda,
el arrullo de la tórtola
se oye en nuestra tierra.
En la higuera despuntan las yemas,
las viñas en flor exhalan se perfume.
Levántate, amada mía,
hermosa mía, y vente.
Paloma mía, en las oquedades de la roca,
en el escondrijo escarpado,
déjame ver tu figura,
déjame escuchar tu voz:
es muy dulce tu voz
y fascinante tu figura».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 32,2-3.11-12.20-21

R/.
Aclamad, justos, al Señor;
cantadle un cántico nuevo.


Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones. R/.

El plan del Señor subsiste por siempre;
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad. R/.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,39-45):

En aquellos días, María se levantó y puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».

Palabra del Señor

Poema:
"Como la tierra silenciosa espera..." de Antonio Gamoneda

Como la tierra silenciosa espera
un labrador, apasionadamente,
así. Ya tengo el corazón caliente
de esperar bajo el sol a que Dios quiera.

A que quiera venir. Si Dios viniera,
si viniera Él aquí, si de repente...
¿Por qué pensaré en Dios tan dulcemente
cuando tengo en la vida quien me quiera?

Y me pongo a soñar, y se me llena
de sueño el corazón, y me parece
que cantan sobre mí. Pura, serena,

gira la tierra lenta del verano.
Desde la gana de vivir me crece
un ansia de llamar a Dios hermano.

Breve comentario

María visita a su pariente Isabel, ambas embarazadas de embarazos imposibles. Nada hay imposible a la voluntad de Dios. Si Él lo quiere, lo que desee ocurrirá a pesar de todos los obstáculos: a una mujer estéril a las puertas de su ancianidad o a una muchacha virgen, las hará madres. Y madres de hijos no menos extraordinarios que su origen. Uno, será el profeta precusor directo del Señor; el otro, el mismo Hijo de Dios, el Mesías, el Emmanuel, el Salvador.

La alegría de ese milagro hace que María corra a encontrarse con Isabel. La alegría es por naturaleza expansiva; cuando nos sentimos alegres tendemos a abrirnos, a compartir nuestra dicha. Y lo hacemos con quienes sabemos la recibirán con gozo. La alegría, naturalmente, no se comparte con quien nos envidia o recela de nuestras intenciones. Podría parecer en un rápido vistazo este pasaje de la Visitación una circunstancia más o menos anecdótica que se circunscribe a una reacción humana muy comprensible y natural. Para salir del mero detalle concreto hemos de mirar cuál es el fundamento de la alegría de estas dos mujeres: la misericordia de Dios derramada en ellas por medio de la cual se realizarán Sus designios.

La verdadera visita que aquí subyace es la de Dios en la vida de estas dos mujeres. Y a esta visita aspiramos todos los cristianos. Por supuesto, no esperamos ni las mismas gracias concedidas ni en grado tan alto, pero sí la presencia actuante del Señor. Eso, simplemente: que nos visite, que se alegre de encontrarnos, que sintamos que nos quiere, que nos dé la vida de su Amor infinito, que nos acompañe con su presencia, que nos abrace o nos coja de la mano como lo haría el mejor de los amigos, la persona que más nos amase.

Y de eso se trata en estos días. Dios se hace hombre, y como cualquiera "nace pequeñito", y crece como niño cuidado por sus padres. Esta es la visita que el Señor nos va a hacer dentro de muy poco. Pero una vez nacido y, sobre todo, una vez resucitado, no dejará de visitarnos, de nacernos, siempre que lo esperemos de corazón. Habrá muchas esterilidades en nuestra vida, muchos obstáculos que le impidan la entrada. Pero si queremos abrirle, Él siempre va a poder cruzar nuestra puerta. Y cuando ello ocurra, por leve que sea la experiencia de su paso, no podremos evitar sentir una alegría que compartiremos, inevitablemente también, con aquellos que han sentido su presencia. Y darla a conocer a quienes la buscan.

martes, 20 de diciembre de 2016

Lecturas del día, martes, 20 de diciembre. Poema "Corona de adviento" de Luis Felipe Vivanco


Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (7,10-14):

En aquellos días, el Señor habló a Ajaz y le dijo: «Pide un signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo». Respondió Ajaz: «No lo pido, no quiero tentar al Señor». Entonces dijo Isaías: «Escucha, casa de David: ¿no basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 23,1-2.3-4ab.5-6

R/.
Va a entrar el Señor; él es el Rey de la gloria.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede entrar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.

Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Esta es la generación que busca al Señor,
que busca tu rostro, Dios de Jacob. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,26-38):

En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Él ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay imposible”». María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel se retiró.

Palabra del Señor

Poema:
Corona de adviento de Luis Felipe Vivanco
 
Viene despacio, caminando a ciegas
por senderos de sangre,
por senderos de amor que no interrumpen
barbechos ni trigales;

que alargan bajo el viento sus aromas
silvestres, sus instantes
recoletos de sol junto a las tapias,
su blancura en pañales,

y acuden, sin querer, casi en un vuelo
legua tras legua, casi
dejándose ignorar desde el nocturno
latido que los hace

tan hondos y tan leves, tan hilillos
de luz de luna errante,
tan infancia de luna en cada piedra,
tan raicillas de árboles.

Viene a través de un sueño y otro sueño,
a través de una tarde
y otra tarde, tranquilas, con el brillo
del lucero en el aire,

con el girar pausado de la noria
repitiendo su frase
de agua empapada en sombra hacia los labios
que la huerta entreabre,

con el durar cobalto de los montes
apagados y unánimes
más allá de los visos donde el ángelus
labriego se deshace.

Viene apenas rezado y melodioso,
como un manso oleaje
rompiendo hacia la playa que aún no alumbra
su espuma trashumante,

como ingrávida nube cuyos bordes
empiezan a endulzarse
cuando, cerca del alba y sin sonido,
su lluvia lenta cae

sobre el quieto regazo de una yerba
dormida, en que se abren
las húmedas violetas primerizas
de un corazón de madre.

http://www.palabravirtual.com/index.php?ir=ver_voz1.php&wid=2845&t=Corona+de+adviento&p=Luis+Felipe+Vivanco&o=Fernando+Guill%E9n

domingo, 18 de diciembre de 2016

Lecturas del día, domingo, 18 de diciembre, 4º de Adviento. Poema "Romance de María y José la noche de Navidad" de Antonio Murciano. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (7,10-14):

En aquellos días, el Señor habló a Acaz: «Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.»  Respondió Acaz: «No la pido, no quiero tentar al Señor.» Entonces dijo Dios: «Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 23,1-2.3-4ab.5-6

R/.
Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (1,1-7):

Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, escogido para anunciar el Evangelio de Dios. Este Evangelio, prometido ya por sus profetas en las Escrituras santas, se refiere a su Hijo, nacido, según la carne, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo, nuestro Señor. Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Entre ellos estáis también vosotros, llamados por Cristo Jesús. A todos los de Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de los santos, os deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Palabra de Dios

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,18-24):

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".» Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

Palabra del Señor

Poema:
Romance de María y José la noche de Navidad de Antonio Murciano

No puedo seguir, no puedo...
Déjame sobre esta piedra.
¡Qué dolor, esposo mío,
que a un Dios le cierren las puertas!
Mira, una gruta, una gruta
al borde de la vereda.
Parece sola. Es de noche.
Ayúdame a entrar. Espera...
¿No sientes como un aliento?
¡Qué dolor, José, que tenga
que nacer en un establo
el Rey del cielo y la tierra!
¡Cuánta nieve por mis hombros!
José, me tiemblan las piernas.
Reclíname con cuidado
junto de la paja seca.
¡Cuánta música en el aire!
José, ¿qué música es esa?
(¿Cómo será?)... Tengo frío.
Tengo alegría y tristeza.
(¿Cómo será? ¿Será rubio
como el oro y la canela?).
José, siento como un gozo
que me corre por las venas.
Dobla tu vara florida.
Dobla tu rodilla en tierra.
Siento al Hijo que me salta
en las entrañas... ¡Ya llega!
¡Cuánta música en el aire!
José, ¿qué música es esa?... 

Breve comentario

Todo en la Natividad del Señor es profundamente conmovedor. Las actitudes de todas las personas implicadas en aquel inaudito acontecimiento, muestran con una pureza difícil de alcanzar la naturaleza de cada uno de ellos. Aunque José siempre aparece, hasta en estos momentos, como un personaje secundario, lo cierto es que desempeña un papel fundamental. Así como María necesitaba a un esposo para dar sentido a su maternidad y a su matrimonio, Dios encarnado, Dios niño, necesitaba de un padre. Y lo necesitaba en toda su radicalidad: como cualquier niño, como cualquier hombre.

José tiene fe, ama a María y respeta y asume por completo los extraños designios de Dios para su vida. Y desde esa plena asunción, amará a Jesús como su hijo; y como tal actuará como todo padre: cuidándolo, educándolo, amándolo. En definitiva, disfrutando responsablemente de su paternidad. No sabemos nada de José, ni menos aún cómo fue encajando en su corazón todas las cosas extrañas que debió asimilar. Se habla de su humildad, de su modestia, de su austero carácter. Todo esto son inferencias que hacemos sin saber, suponiendo que sólo alguien así podía asumir tanta renuncia obligada. 

Sea como fuere, José es un espejo en el que mirarnos; en particular por el modo cómo asumió las circunstancias de una vida que él en absoluto eligió, cómo obedeció los designios de Dios. Sin duda, la mentalidad contemporánea, tan dada a escarbar con insana curiosidad los interiores de la conflictividad humana y afectiva, tendría un filón en José, si éste fuera un hombre como nosotros. Y es como nosotros, en efecto, como tal hombre; pero no lo es en cuanto que habitado por Dios de un modo extraordinario (¡nada menos que el esposo de la Madre de Dios!), contó con una paz y una presencia viva del Señor como Hijo y como Padre. Nada que ver con nuestras miserias de hombres donde Dios no juega ya casi ningún papel en nuestras vidas. Lo que para nosotros es muy difícil de asumir, José lo lograba porque se dejaba hacer por Dios, en abandono de su voluntad por la Suya. Da igual si era joven o viejo, tímido o abierto, vigoroso o débil; su capacidad para ser bueno, casto, equilibrado, respetuoso con María y con Jesús, artesano en medio de su comunidad, no depende de su edad, de su personalidad o de sus características biológicas, sino de su corazón que entregó a Dios con absoluta confianza. 

Sí, debemos mirarnos en José para intentar parecernos a él en algo, con independencia de nuestros rasgos, pues éstos no deben ser los señores de nuestra vida, sino el Señor. Esta es, quizá, la gran enseñanza de santidad que nos lega su ejemplo.