lunes, 10 de octubre de 2016

Lecturas del día, lunes, 10 de octubre. Poema "3ª palinodia: Detrás de lo gris" de Dámaso Alonso. Breve comentario


Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (4,22-24.26-27.31–5,1):

En la Escritura se cuenta que Abrahán tuvo dos hijos, uno de la esclava y otro de la libre; el hijo de la esclava nació de modo natural, y el de la libre por una promesa de Dios. Esto tiene un significado: Las dos mujeres representan dos alianzas. Agar, la que engendra hijos para la esclavitud, significa la alianza del Sinaí. La Jerusalén de arriba es libre; ésa es nuestra madre, como dice la Escritura: «Alégrate, estéril, que no das a luz, rompe a gritar, tú que no conocías los dolores de parto, porque la abandonada tiene más hijos que la que vive con el marido.» Resumiendo, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la mujer libre. Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado. Por tanto, manteneos firmes, y no os sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 112,1-2.3-4.5-7

R/.
Bendito sea el nombre del Señor por siempre

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre. R/.

De la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos. R/.

¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono y se abaja
para mirar al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,29-32):

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: «Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.»

Palabra del Señor

Poema:
3ª palinodia: Detrás de lo gris de Dámaso Alonso

Ah, yo quiero vivir
dentro del orden general
de tu mundo.
Necesito vivir entre los hombres.
Veo un árbol: sus brazos ya en angustia
o ya en delicia lánguida,
proclaman su verdad:
su alma de árbol se expresa,
irreductiblemente única.
Pero el hombre que pasa junto a mí,
el hombre moderno
con sus radios, con sus quinielas, con sus películas sonoras,
con sus automóviles de suntuosa hojalata,
o con sus tristes vitaminas,
mudo tras su etiqueta que dice “comunismo” o “democracia”
[dice,
con apagados ojos y un alma de ceniza
¿qué es?, ¿quién es?


¿Es una mancha gris, un monstruo gris?

Monstruo gris, gris profundo,
profundamente oculta sus amores, sus odios,
gris en su casa,
gris en su juego,
en su trabajo, gris,
hombre gris, de gris alma.
Yo quiero, necesito,
mirarle allá a la hondura de los ojos, conocerle,
arrancarle su careta de cemento,
buscarle por detrás de sus tristes rutinas.
Por debajo de sus fórmulas de lorito real (¡Pase usted! ¡Tanto
[gusto!),
aventarle sus tumbas de ceniza,
huracanarle su cloroformo diario.


Un día llegará en que lo gris se rompa,
y tus bandos resuenen arcangélicos,
oh gran Dios.


Dime, Dios mío, que tu amor refulge
detrás de la ceniza.
Dame ojos que penetren tras lo gris
la verdad de las almas,
la hermosa desnudez de tu imagen:
el hombre.


Breve comentario

Hay un modo legítimo de pedir signos que nos revelen la verdad: cuando el hombre busca con sincero afán. Sin embargo, a quienes se refiere Jesucristo en el pasaje de hoy es a aquellos que exigen desde el autocomplaciente egoísmo. Instalados en su mundo pequeño y mezquino, no distinguen la verdad que se les revela ante sus ojos, y piden signos que merezcan su atención (ni siquiera su aprobación). No hay nada peor que un espíritu abotargado y embrutecido por su propia indolencia que exige pruebas de que lo demás no es tan mezquino como él. Sin duda, esta es la peor esclavitud, pues une a la ceguera la soberbia, y con ellas la mayor de las alienaciones en las que puede caer el ser humano.

Hoy vivimos en Occidente, tal vez como nunca (pues se ha generalizado a todas las capas sociales), esta actitud de autosuficiente soberbia y de estúpida ignorancia. La criatura, que ya no se sabe tal, juzga al Creador como si fuera un fenómeno más al que clasificar y evaluar. Desde su inanidad, la nada pide, exige al Todo signos que demuestren que es lo que dice ser. Verdaderamente es el mundo al revés; sin embargo, en este mundo invertido es en el que hoy nos movemos. O, mejor dicho, en el que nos obligan a movernos, pues los que nos sabemos criaturas de Dios conocemos que en verdad nos movemos y existimos en Él. Entonces, los signos los leemos con facilidad; y cuando los pedimos, no lo hacemos con suficiencia, sino con el anhelo de volver a reencontrarnos con nuestro origen, con quien apaga nuestra sed.

El poeta exhibe una perfecta actitud cristiana, humanizadora: la de volver hombres a los hermanos deshumanizados, a los orgullosos de su propio vacío al que consideran la medida perfecta de lo que son (y, en cierto modo, llevan razón, pues con tal actitud no son más que puro vacío). Y con esa actitud de denuncia amorosa, le pide a Dios un signo de su presencia ("Dime, Dios mío, que tu amor refulge/detrás de la ceniza") para poder iniciar una lucha que comprometerá toda su alma y que le someterá al sufrimiento de tener que dar razones de su existencia a quienes, exigentes, no tienen ninguna para mantener la suya.

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