domingo, 9 de octubre de 2016

Lecturas del día, domingo, 9 de octubre. Poema "Nada triste..." de Vladimir Holan. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del segundo libro de los Reyes (5,14-17):

En aquellos días, Naamán de Siria bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta Elíseo, y su carne quedó limpia de la lepra, como la de un niño. Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo: «Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel. Acepta un regalo de tu servidor.»
Eliseo contestó: «¡Vive Dios, a quien sirvo! No aceptaré nada.» Y aunque le insistía, lo rehusó.
Naamán dijo: «Entonces, que a tu servidor le dejen llevar tierra, la carga de un par de mulas; porque en adelante tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses fuera del Señor.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 97,1.2-3ab.3cd-4

R/.
El Señor revela a las naciones su salvación

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera,
gritad, vitoread, tocad. R/.

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2,8-13):

Haz memoria de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David. Éste ha sido mi Evangelio, por el que sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada: Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación, lograda por Cristo Jesús, con la gloria eterna. Es doctrina segura: Si morimos con él, viviremos con él. Si perseveramos, reinaremos con él. Si lo negamos, también él nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,11-19):

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.»
Al verlos, les dijo: «ld a presentaros a los sacerdotes.»
Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?»
Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»

Palabra del Señor
 
Poema:
Nada triste... de Vladimir Holan
 
Nada triste esta mañana entre tierra y cielo.
Como si en todo tiempo viviera todo en la misma belleza.
¡Qué sorpresa si el hombre pensara
haber sido creado a imagen de Dios
y que por ello se
parece a Dios!
Pero en lugar de asombrarse
el vértigo lo ciega y salta ese abismo…
 
Breve comentario
 
En una sociedad y en un mundo donde todo se mide por su valor material y en el que nuestras motivaciones suelen estar regidas por el propio interés, la gratuidad, el ofrecimiento generoso, la donación sincera, no es entendida. Tampoco en tiempos de Jesucristo. Reciben el milagro, y nadie salvo uno se acuerda de quién lo hizo posible. Para saber agradecer hay que saber estar abierto; y para estar abierto hay que saber reconocer que todo lo que somos es una realidad recibida, don no merecido, comenzando por la propia existencia. El individualismo hace perder esta perspectiva humilde y verdadera. Es bueno que la persona sea consciente de su propia dignidad, de ser sujeto de derechos; pero no lo es menos que cobremos conciencia también de que no somos la medida de todas las cosas, de que estamos llamados a trascendernos, y que la forma natural de lograrlo es amando, es decir, dándose sin esperar recompensa, dándose en medio de la incomprensión, dándose en un mundo desagradecido y hostil. Qué duda cabe que en un contexto así es difícil mantener ese ímpetu que nos debería definir como hombres, como hijos de Dios. Encerrarnos para protegernos es siempre una tentación que todo cristiano debe combatir como cualquier otra. Sin embargo, si, con la ayuda de Dios, no logramos acabar completamente secos en este erial, también sabremos leer entre líneas los múltiples signos de esa gratitud cuando a pesar de todo logramos hacer el bien. Aunque sea en signos borrosos, tímidos, con la timidez de quienes no están acostumbrados a agradecer porque tampoco han sentido que nunca nadie les ha dado nada desinteresadamente. Mas lo nuevo siempre tiene algo, como describe el poeta, de vertiginoso. 

En efecto, el hombre ha sido creado a imagen de Dios y por ello se le parece. Sin embargo, ciertamente,  
"en lugar de asombrarse
el vértigo lo ciega y salta ese abismo…"

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