jueves, 27 de octubre de 2016

Lecturas del día, jueves, 27 de octubre. Poema "Estoy lejos y vivo en lo profundo..." de Enrique Badosa. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (6,10-20):

Buscad vuestra fuerza en el Señor y en su invencible poder. Poneos las armas que Dios os da, para poder resistir a las estratagemas del diablo, porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso, sino contra los principados, autoridades y poderes que dominan este mundo de tinieblas, contra las fuerzas sobrehumanas y supremas del mal. Por eso, tomad las armas de Dios, para poder resistir en el día fatal y, después de actuar a fondo, mantener las posiciones. Estad firmes, repito: abrochaos el cinturón de la verdad, por coraza poneos la justicia; bien calzados para estar dispuestos a anunciar el Evangelio de la paz. Y, por supuesto, tened embrazado el escudo de la fe, donde se apagarán las flechas incendiarias del malo. Tomad por casco la salvación y por espada la del Espíritu, es decir, la palabra de Dios, insistiendo y pidiendo en la oración. Orad en toda ocasión con la ayuda del Espíritu. Tened vigilias en que oréis con constancia por todos los santos. Pedid también por mí, para que Dios abra mi boca y me conceda palabras que anuncien sin temor el misterio contenido en el Evangelio, del que soy embajador en cadenas. Pedid que tenga valor para hablar de él como debo.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 143,1.2.9-10

R/.
Bendito el Señor, mi Roca

Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea. R/.

Mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos. R/.

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,31-35):

En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: «Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte.»
Él contestó: «ld a decirle a ese zorro: "Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; pasado mañana llego a mi término." Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: "Bendito el que viene en nombre del Señor."»

Palabra del Señor
 
Poema:
"Estoy lejos y vivo en lo profundo..." de Enrique Badosa
 
"Alumbra mis ojos para que no duerma en la muerte"
Sal 13,4b
 
Estoy lejos y vivo en lo profundo,
hay plena oscuridad sobre mis manos,
ya nadie dice nada, nadie viene,
la soledad persiste... ¿Qué ha pasado?
 
El silencio está en mí. No lo conozco.
La soledad está en mí, y un tiempo extraño.
La noche no termina. ¿Quién murmura
nombres desconocidos? Se cerraron
las puertas de las casas derribadas.
¿Quién se oculta en la noche, y a mi lado?
 
En las viejas paredes familiares
se ha parado el reloj, y los retratos
a nadie mirarán. Cuánta distancia...
Todo el mundo se fue. Los que me amaron
también tuvieron que partir. Quisiera
escucharles y hablar. Están lejanos.
 
Ahora, más que nunca en lo profundo.
Ahora, más que nunca fatigado.
Ya comienzo a temer, me encuentro solo
y pidiendo esperanza, y esperando.
 
Breve comentario 
 
"Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía." Duras palabras del Señor que nos dirige a todos, pues todos sin excepción lo hemos rechazado en infinidad de ocasiones en nuestra vida. ¿Y por qué le rechazamos? La bondad de Dios, siendo de lo más sencilla y transparente, no deja de ser exigente. Tales exigencias chocan no pocas veces con nuestros intereses, nuestras comodidades, nuestros compromisos que mantenemos porque nos gusta... Lo malo de rechazar aquello que es bueno es que nos vamos rodeando de realidades que, si no son necesariamente malas, son perecederas, banales, sin raíces. Si rechazamos lo máximamente bueno, lo que nos quedará más temprano que tarde es cuando menos un gran vacío. Y ese vacío es el enorme hueco insuperable que deja aquel amor que no supimos conocer cuando acudía a nuestro encuentro.

Sin embargo, Él viene una y otra vez, y nos llama, llama a nuestra puerta que quiere que se abra a nuestra salvación. Muchas veces es sólo en la soledad, en el vacío, en la desgracia y el sufrimiento cuando sabemos reconocerle. Debemos padecer para saber gozar. El que goza sin cruz, no sabe lo que es gozar, pues sólo percibe lo bueno como intrascendente. Bien estará que, aunque tarde, acabemos como el poeta "pidiendo esperanza, y esperando."

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