jueves, 1 de diciembre de 2016

Lecturas del día, jueves, 1 de diciembre. Poema "Incoherencias" de Amado Nervo. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (26,1-6):

Aquel día, se cantará este canto en la tierra de Judá:
«Tenemos una ciudad fuerte,
ha puesto para salvarla murallas y baluartes.
Abrid las puertas para que entre un pueblo justo,
que observa la lealtad;
su ánimo está firme y mantiene la paz,
porque confía en ti.
Confiad siempre en el Señor,
porque el Señor es la Roca perpetua.
Doblegó a los habitantes de la altura,
a la ciudad elevada;
la abatirá, la abatirá
hasta el suelo, hasta tocar el polvo.
La pisarán los pies, los pies del oprimido,
los pasos de los pobres».
Palabra de Dios

Salmo

Sal 117,1.8-9.19-21.25-27a

R/.
Bendito el que viene en nombre del Señor

R/. Bendito el que viene en nombre del Señor.

O bien:

R/. Aleluya

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes. R/.

Abridme las puertas de la salvación,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mí salvación. R/.

Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,21.24-27):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».

Palabra del Señor

Poema:
Incoherencias de Amado Nervo

Yo tuve un ideal, ¿en dónde se halla?
Albergué una virtud, ¿por qué se ha ido?
Fui templario, ¿do está mi recia malla?
¿En qué campo sangriento de batalla
me dejaron así, triste y vencido?

¡Oh, Progreso, eres luz! ¿Por qué no llena
su fulgor mi conciencia? Tengo miedo
a la duda terrible que envenena,
y me miras rodar sobre la arena
¡y, cual hosca vestal, bajas el dedo!

¡Oh!, siglo decadente, que te jactas
de poseer la verdad; tú que haces gala
de que con Dios y con la muerte pactas,
devuélveme mi fe, yo soy un Chactas
que acaricia el cadáver de su Atala...

Amaba y me decías: «analiza».
Y murió mi pasión. Luchaba fiero
con Jesús por coraza, y en la liza
desmembró mi coraza, triza a triza,
el filo penetrante de tu acero.

¡Tengo sed de saber y no me enseñas;
tengo sed de avanzar y no me ayudas;
tengo sed de creer y me despeñas
en el mar de teorías en que sueñas
hallar las soluciones de tus dudas!

Y caigo, bien lo ves, y ya no puedo
batallar sin amor, sin fe serena
que ilumine mi ruta, y tengo miedo...
¡Acógeme, por Dios! Levanta el dedo,
vestal, ¡que no me maten en la arena!

Breve comentario

Seguir a Cristo exige coherencia. Y esa coherencia se funda en diversos pilares de los que no se puede prescindir. En primer lugar, anteponer al Señor frente a toda otra realidad a la que podríamos servir. En segundo lugar, ser conscientes de nuestras debilidades y arrepentirnos de todo aquello que nos aleja de Dios. Aunque no podamos evitar caer, al menos no evitemos tampoco arrepentirnos o acomodarnos a nuestros pecados como cosa insuperable o admitida. También, debemos tener el criterio de saber qué es lo que nos hace mal y qué lo que nos hace bien; distinguir, más allá de las sugestivas apariencias, lo que nos conviene y lo que no en nuestra vida como cristianos. Saber dónde no debemos meternos o implicarnos es un indicador no sólo de salud mental, madurez afectiva y conciencia bien formada, sino de sana espiritualidad.

"Señores", en efecto, puede haber muchos (dinero, éxito, vanidad, ideologías, sexo...); pero sólo uno nos lleva a la salvación, nos libera de toda esclavitud. Nuestra debilidad a su vez no es pequeña, y se expresa de no pocas maneras; nunca podemos dar por bueno aquello que nos hace caer en nuestro interior, aunque la caída se repita o se prolongue en el tiempo. Y tampoco podemos caer en relativismos éticos, en invertir el orden de lo que es importante por lo que es secundario; en transformar la Palabra de Dios, por ejemplo, en aquello que consideramos que más nos conviene, sea a nosotros o a los tiempos en general. Por traer algo muy actual, los divorciados cristianos vueltos a "casar" (por lo civil, naturalmente), no pueden comulgar bajo ningún concepto, mientras vivan en esa situación de pecado, salvo en los casos en que la pareja conviva en perfecta castidad. Ni una mala interpretación de la misericordia divina puede justificar sacrilegio alguno, ni un peor entendimiento de lo que significa la piedad por los alejados debe propiciar una ética alternativa: para acercar a la fe a quienes están alejados de la misma, no podemos nosotros dejar de creer, o creer lo que les gustaría a aquellos para acercarse. La verdad no admite estas componendas con el error. Y ello no entra en absoluto en contradicción con la misericordia divina: sólo puede haber misericordia en la verdad.

Seamos, pues, coherentes, dado que es completamente cierto que "no todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos." Y pidamos al Señor que nos conceda la gracia de esa solidez, que sólo en Él podemos hallar. Que así sea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.