jueves, 15 de diciembre de 2016

Lecturas del día, jueves, 15 de diciembre. Poema "Júbilo" de Susana March. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (54,1-10):

Exulta, estéril, que no dabas a luz;
rompe a cantar, alégrate;
tú que no tenías dolores de parto:
porque la abandonada
tendrá más hijos que la casada —dice el Señor—.
Ensancha el espacio de tu tienda,
despliega los toldos de tu morada,
no los restrinjas,
alarga tus cuerdas,
afianza tus estacas,
porque te extenderás de derecha a izquierda.
Tu estirpe heredará las naciones
y poblará ciudades desiertas.
No temas, no tendrás que avergonzarte,
no te sientas ultrajada,
porque no deberás sonrojarte.
Olvidarás la vergüenza de tu soltería,
no recordarás la afrenta de tu viudez.
Quien te desposa es tu Hacedor:
su nombre es Señor todopoderoso.
Tu libertador es el Santo de Israel:
se llama «Dios de toda la tierra».
Como a una mujer abandonada y abatida
te llama el Señor;
como a esposa de juventud, repudiada
—dice tu Dios—.
Por un instante te abandoné,
pero con gran cariño te reuniré.
En un arrebato de ira,
por un instante te escondí mi rostro,
pero con amor eterno te quiero
—dice el Señor, tu liberador—.
Me sucede como en los días de Noé:
juré que las aguas de Noé
no volverían a cubrir la tierra;
así juro no irritarme contra ti
ni amenazarte.
Aunque los montes cambiasen
y vacilaran las colinas,
no cambiaría mi amor,
ni vacilaría mi alianza de paz
—dice el Señor que te quiere—.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 29

R/.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/.

Tañed para el Señor, fieles suyos,
celebrad el recuerdo de su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana el júbilo. R/.

Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (7,24-30):

Cuando se marcharon los mensajeros de Juan, Jesús se puso a hablar a la gente acerca de Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? Pues ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con ropas finas? Mirad, los que se visten fastuosamente y viven entre placeres están en los palacios reales. Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta. Este es de quien está escrito: “Yo envío mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino ante ti”. Porque os digo, entre los nacidos de mujer no hay nadie mayor que Juan. Aunque el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él». Al oír a Juan, todo el pueblo, incluso los publicanos, recibiendo el bautismo de Juan, proclamaron que Dios es justo. Pero los fariseos y los maestros de la ley, que no habían aceptado su bautismo, frustraron el designio de Dios para con ellos.

Palabra del Señor

Poema:
Júbilo de Susana March

¡Alégrate, alma! ¡Mira el cielo tan límpido!
Contempla el ancho mundo
vestido de verde y de oro.
¡Regocíjate! Piensa
que la Vida es un árbol perfecto,
con sus hondas raíces de sangre
alcanzando el misterio del hombre.
Mírate en el fresco paisaje del río;
contempla tus ojos, tu boca sedienta.
Piensa que eres grande,
que eres única. Grita: ¡Soy fuerte!
Soy más fuerte que todas las cosas,
que todos los seres que pueblan el mundo.
Un Dios para mí sola
me da con dulzura sus leyes de bronce...
¡Soy fuerte! Miradme...
Mis frágiles huesos se quiebran,
pero van otros huesos llevándome
"adelante, salvando las tumbas".

Breve comentario  

Se anuncia la inminente venida del Señor. Las tres lecturas subrayan la exultación de una esperanza que va a ser cumplida por fin. El pasaje de Isasías es bellísimo, como el fragmento del salmo. Las gentes sencillas saben ver en Juan el Bautista al precursor, al profeta que abre el camino al que ha de llegar muy pronto. Sólo los de siempre, los que defienden su plaza, sus seguridades, su conveniencia a espaldas de la Verdad, frustrarán en sí mismos el designio salvador de Dios para con ellos. 

Dios va a hacerse hombre, a hacerse niño entre nosotros: ¡hay razón para estar alegres! Las palabras de la poetisa son estrictamente ciertas y adecuadas:
'Un Dios para mí sola
me da con dulzura sus leyes de bronce...
¡Soy fuerte! Miradme...
Mis frágiles huesos se quiebran,
pero van otros huesos llevándome
"adelante, salvando las tumbas".'

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