miércoles, 21 de diciembre de 2016

Lecturas del día, miércoles, 21 de diciembre. Poema "Como la tierra silenciosa espera..." de Antonio Gamoneda. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro del Cantar de los Cantares (2,8-14):

¡La voz de mi amado!
Vedlo, aquí llega,
saltando por los montes,
brincando por las colinas.
Es mi amado un gamo,
parece un cervatillo.
Vedlo parado tras la cerca,
mirando por la ventana,
atisbando por la celosía.
Habla mi amado y me dice:
«Levántate, amada mía,
hermosa mía y ven.
Mira, el invierno ya ha pasado,
las lluvias cesaron, se han ido.
Brotan las flores en el campo,
llega la estación de la poda,
el arrullo de la tórtola
se oye en nuestra tierra.
En la higuera despuntan las yemas,
las viñas en flor exhalan se perfume.
Levántate, amada mía,
hermosa mía, y vente.
Paloma mía, en las oquedades de la roca,
en el escondrijo escarpado,
déjame ver tu figura,
déjame escuchar tu voz:
es muy dulce tu voz
y fascinante tu figura».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 32,2-3.11-12.20-21

R/.
Aclamad, justos, al Señor;
cantadle un cántico nuevo.


Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones. R/.

El plan del Señor subsiste por siempre;
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad. R/.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,39-45):

En aquellos días, María se levantó y puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».

Palabra del Señor

Poema:
"Como la tierra silenciosa espera..." de Antonio Gamoneda

Como la tierra silenciosa espera
un labrador, apasionadamente,
así. Ya tengo el corazón caliente
de esperar bajo el sol a que Dios quiera.

A que quiera venir. Si Dios viniera,
si viniera Él aquí, si de repente...
¿Por qué pensaré en Dios tan dulcemente
cuando tengo en la vida quien me quiera?

Y me pongo a soñar, y se me llena
de sueño el corazón, y me parece
que cantan sobre mí. Pura, serena,

gira la tierra lenta del verano.
Desde la gana de vivir me crece
un ansia de llamar a Dios hermano.

Breve comentario

María visita a su pariente Isabel, ambas embarazadas de embarazos imposibles. Nada hay imposible a la voluntad de Dios. Si Él lo quiere, lo que desee ocurrirá a pesar de todos los obstáculos: a una mujer estéril a las puertas de su ancianidad o a una muchacha virgen, las hará madres. Y madres de hijos no menos extraordinarios que su origen. Uno, será el profeta precusor directo del Señor; el otro, el mismo Hijo de Dios, el Mesías, el Emmanuel, el Salvador.

La alegría de ese milagro hace que María corra a encontrarse con Isabel. La alegría es por naturaleza expansiva; cuando nos sentimos alegres tendemos a abrirnos, a compartir nuestra dicha. Y lo hacemos con quienes sabemos la recibirán con gozo. La alegría, naturalmente, no se comparte con quien nos envidia o recela de nuestras intenciones. Podría parecer en un rápido vistazo este pasaje de la Visitación una circunstancia más o menos anecdótica que se circunscribe a una reacción humana muy comprensible y natural. Para salir del mero detalle concreto hemos de mirar cuál es el fundamento de la alegría de estas dos mujeres: la misericordia de Dios derramada en ellas por medio de la cual se realizarán Sus designios.

La verdadera visita que aquí subyace es la de Dios en la vida de estas dos mujeres. Y a esta visita aspiramos todos los cristianos. Por supuesto, no esperamos ni las mismas gracias concedidas ni en grado tan alto, pero sí la presencia actuante del Señor. Eso, simplemente: que nos visite, que se alegre de encontrarnos, que sintamos que nos quiere, que nos dé la vida de su Amor infinito, que nos acompañe con su presencia, que nos abrace o nos coja de la mano como lo haría el mejor de los amigos, la persona que más nos amase.

Y de eso se trata en estos días. Dios se hace hombre, y como cualquiera "nace pequeñito", y crece como niño cuidado por sus padres. Esta es la visita que el Señor nos va a hacer dentro de muy poco. Pero una vez nacido y, sobre todo, una vez resucitado, no dejará de visitarnos, de nacernos, siempre que lo esperemos de corazón. Habrá muchas esterilidades en nuestra vida, muchos obstáculos que le impidan la entrada. Pero si queremos abrirle, Él siempre va a poder cruzar nuestra puerta. Y cuando ello ocurra, por leve que sea la experiencia de su paso, no podremos evitar sentir una alegría que compartiremos, inevitablemente también, con aquellos que han sentido su presencia. Y darla a conocer a quienes la buscan.

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