miércoles, 28 de diciembre de 2016

Lecturas del día, miércoles, 28 de diciembre, de los Santos Inocentes. Poemas "Aborto" de José Mª Zandueta Munárriz y "El niño yuntero" de Miguel Hernández

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1,5–2,2):

Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 123,2-3.4-5.7b-8

R/.
Hemos salvado la vida,
como un pájaro de la trampa del cazador


Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros. R/.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes. R/.

La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (2,13-18):

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.» José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.» Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven.»

Palabra del Señor
 
Poema:
Aborto de José Mª Zandueta Munárriz
 
Un solapado error. También la duda
oscurece la mente. En tu conciencia,
prendido el aguijón, clara advertencia,
“NO MATARÁS” es la verdad desnuda.

El alma languidece y está muda
y el corazón sumido en la inconsciencia
no acierta a comprender la diferencia;
se empecina en el mal y en él se escuda.

Dicho el “no matarás”, nada hay más cierto
que la pura verdad, ni más vertientes,
que la que dicta un Juez, en claro exhorto.

Hay que execrar el fúnebre concierto,
la matanza de seres inocentes,
el auténtico crimen del aborto. 
 
El niño yuntero de Miguel Hernández
 
Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.


Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.


Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.


Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.


Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.


Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.


Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.


A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.


Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.


Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.


Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
resuelve mi alma de encina.


Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.


Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.


¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?


Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.


http://www.ivoox.com/miguel-hernandez-el-nino-yuntero-audios-mp3_rf_12450704_1.html

https://www.youtube.com/watch?v=YW-XQVP5mO4

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