miércoles, 4 de enero de 2017

Lecturas del día, miércoles, 4 de enero. Poema "Si hemos nacido juntos..." de Pedro Garfias. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3,7-10):

Hijos míos, que nadie os engañe. Quien obra la justicia es justo, como él es justo. Quien comete el pecado es del diablo, pues el diablo peca desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo. Todo el que ha nacido de Dios no comete pecado, porque su germen permanece en él, y no puede pecar, porque ha nacido de Dios. En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 97

R/.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.


Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes. R/.

Al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,35-42):

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios.» Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?» Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?» Él les dijo: «Venid y lo veréis.» Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).» Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»

Palabra del Señor
 
Poema:
"Si hemos nacido juntos..." de Pedro Garfias
 
Si hemos nacido juntos, ¿cómo nunca te vi?
Te busqué en el espejo. No me reconocí.
¡Ay, este andar de espaldas por el mismo sendero!
Juntos hemos crecido, nunca te rehuí.
Y hubiese sido tanto mi gozo verdadero
ver que en alguna cosa me parecía a ti. 
 
 
Breve comentario
 
«¿Qué buscáis?», nos pregunta el Señor hoy a los que le seguimos. Es más, se lo pregunta también a los que no le siguen, a los que no le conocen y a los que le rechazan. Verdaderamente, qué busca el hombre en su vida. ¿Ser feliz? Y eso, ¿qué es? ¿Cómo toma forma eso que llamamos felicidad o plenitud? ¿En qué ponemos nuestro anhelo más fundamental?

Cuando se es joven (y cuanto más joven, mejor), la respuesta a esta pregunta es más sencilla y transparente: ayudar, los amigos, sentirse bien con los demás, ser comunicativo, sincero, simpático... Respuestas sencillas todas ellas, todavía teñidas con la pureza de quien carece de experiencia de la vida, y ve el futuro como algo desconocido pero lleno de posibilidades, con el recuerdo muy próximo de la infancia y del cuidado recibido por el hecho de ser hijo. Luego, los años pasan y uno va viendo que se está fundamentalmente solo, y que la lucha por la vida es algo que sólo le compete a uno, aun con amigos, con gente cercana que nos quiere bien. Entonces, la respuesta a aquella pregunta comienza a ser cada vez más pobre, más difícil en verdad de contestar: que si el trabajo, el dinero, aquel viaje, comprar la casa o el coche, que si... La visión de lo que buscamos se va volviendo paulatinamente más opaca a medida que nos vamos llenando de intereses particulares sobre esto y aquello, intereses que no podemos (eso nos dicen, y en parte con razón, pues a la fuerza ahorcan) soslayar si queremos vivir en sociedad.
 
Y, sin embargo, la pregunta sigue en pie con toda su fuerza, cada vez con un tono más conminatorio a medida que pasan los años. Por ello, ya en plena madurez, apenas nos la planteamos: nos da miedo intuir que no hemos encontrado lo que buscábamos, que hemos perdido nuestra vida y no sabemos (ni queremos incluso) recuperarla.
 
Sin embargo, la pregunta debería ser la de más fácil contestación, pues siendo la más profunda es la más sencilla. Que cada uno vea, en verdad, qué busca en lo más profundo de su corazón. Y también los cristianos que respondamos qué buscamos cuando buscamos a Cristo, en qué Cristo creemos, a qué obedece nuestra esperanza y nuestra fe. Y hagámonos la pregunta como se la hizo el poeta:
"Si hemos nacido juntos, ¿cómo nunca te vi?" 

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