domingo, 15 de enero de 2017

Lecturas del día, domingo, 15 de enero. Poema "No sabe qué es amor quien no te ama" de Lope de Vega. Breve comentario


Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (49,3.5-6):

Me dijo el Señor:
«Tu eres mi siervo, Israel,
por medio de ti me glorificaré».
Y ahora dice el Señor,
el que me formó desde el vientre como siervo suyo,
para que le devolviese a Jacob,
para que le reuniera a Israel;
he sido glorificado a los ojos de Dios.
Y mi Dios era mi fuerza:
«Es poco que seas mi siervo
para restablecer las tribus de Jacob
y traer de vuelta a los supervivientes de Israel.
Te hago luz de las naciones,
para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 39,2.4ab.7-8a.8b-9.10

R/.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios. R/.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios,
entonces yo digo: «Aquí estoy». R/.

«-Como está escrito en mi libro-
para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas». R/.

He proclamado tu justicia
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes. R/.

Segunda lectura

Comienzo de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,1-3):

Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, a la Iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados por Jesucristo, llamados santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: a vosotros, gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,29-34):

En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel». Y Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».

Palabra del Señor

Poema:
No sabe qué es amor quien no te ama de Lope de Vega
 
No sabe qué es amor quien no te ama,
celestial hermosura, esposo bello,
tu cabeza es de oro, y tu cabello
como el cogollo que la palma enrama.


Tu boca como lirio, que derrama
licor al alba; de marfil tu cuello;
tu mano el torno y en su palma el sello
que el alma por disfraz jacintos llama.


¡Ay Dios!, ¿en qué pensé cuando, dejando
tanta belleza y las mortales viendo,
perdí lo que pudiera estar gozando?


Mas si del tiempo que perdí me ofendo,
tal prisa me daré, que un hora amando
venza los años que pasé fingiendo.


Breve comentario

San Juan Bautista señala quién es el Mesías para que, a partir de ese momento, acudan a Él a conocer la Verdad de Dios que él anticipaba. Aquí acaba la misión de Juan, que es la de todo cristiano desde entonces. ¿Cómo señalamos la presencia de Dios a los demás? En primer lugar, experimentándola en nosotros mismos: no podemos indicar su presencia sin una experiencia previa de un encuentro personal. Y todo encuentro con el Señor es siempre un encuentro de amor, de consuelo, de compañía íntima, de atracción a Él y de descanso en Él. Suscribo al pie de la letra el magnífico endecasílabo de Lope que abre el soneto elegido: "No sabe qué es amor quien no te ama".

Y desde ese momento, toda nuestra tarea no será otra que dar testimonio de esa presencia, de la realidad que otros pueden vivir como lo hicimos nosotros en virtud del don misericordioso de la fe, que, en muchos casos (como en el mío), no se pudo realizar sin la presencia de intermediarios, de juanes bautistas que nos lo señalaron a su vez. No hay papel más alto que podamos desempeñar en esta vida que presentar a otros nuestra fe y el testimonio de su presencia real y vivificante. Que seamos aceite y no arena en los mecanismos de Dios para tal fin.

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