miércoles, 8 de febrero de 2017

Lecturas del día, miércoles, 8 de febrero. Poema "El enemigo" de Charles Baudelaire. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (2,4b-9.15-17):

El día en que el Señor Dios hizo tierra y cielo, no había aún matorrales en la tierra, ni brotaba hierba en el campo, porque el Señor Dios no había enviado lluvia sobre la tierra, ni había hombre que cultivase el suelo; pero un manantial salía de la tierra y regaba toda la superficie del suelo. Entonces el Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo e insufló en su nariz aliento de vida; y el hombre se convirtió en ser vivo. Luego el Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia Oriente, y colocó en él al hombre que había modelado. El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos para la vista y buenos para comer; además, el árbol de la vida en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal. El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín de Edén, para que lo guardara y lo cultivara. El Señor Dios dio este mandato al hombre: «Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y el mal no comerás, porque el día en que comas de él, tendrás que morir».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 103,1-2a.27-28.29be-30

R/
Bendice, alma mía, al Señor

Bendice, alma mía, al Señor,
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto. R/

Todos ellos aguardan
a que les eches comida a su tiempo:
se la echas, y la atrapan;
abres tu mano, y se sacian de bienes. R/

Les retiras el aliento, y expiran,
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra. R/

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (7,14-23):

En aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre». Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la parábola. Él les dijo: «¿También vosotros seguís sin entender? ¿No comprendéis? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón sino en el vientre y se echa en la letrina». (Con esto declaraba puros todos los alimentos). Y siguió: «Lo que sale de dentro del hombre, eso sí hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».

Palabra del Señor

Poema:
El enemigo de Charles Baudelaire 

Mi juventud no fue sino un gran temporal
Atravesado, a rachas, por soles cegadores;
Hicieron tal destrozo los vientos y aguaceros
Que apenas, en mi huerto, queda un fruto en sazón.


He alcanzado el otoño total del pensamiento,
y es necesario ahora usar pala y rastrillo
Para poner a flote las anegadas tierras
Donde se abrieron huecos, inmensos como tumbas.


¿Quién sabe si los nuevos brotes en los que sueño,
Hallarán en mi suelo, yermo como una playa,
El místico alimento que les daría vigor?


-¡Oh dolor! ¡Oh dolor! Devora vida el Tiempo,
Y el oscuro enemigo que nos roe el corazón,
Crece y se fortifica con nuestra propia sangre.


L'ennemi

Ma jeunesse ne fut qu'un ténébreux orage,
Traversé çà et là par de brillants soleils;
Le tonnerre et la pluie ont fait un tel ravage,
Qu'il reste en mon jardin bien peu de fruits vermeils.

Voilà que j'ai touché l'automne des idées,
Et qu'il faut employer la pelle et les râteaux
Pour rassembler à neuf les terres inondées,
Où l'eau creuse des trous grands comme des tombeaux.

Et qui sait si les fleurs nouvelles que je rêve
Trouveront dans ce sol lavé comme une grève
Le mystique aliment qui ferait leur vigueur?

- O douleur! ô douleur! Le Temps mange la vie,
Et l'obscur Ennemi qui nous ronge le cœur
Du sang que nous perdons croît et se fortifie!

https://www.youtube.com/watch?v=aQIqy937Wv0

Breve comentario

El pasaje del evangelio de hoy habla por sí mismo. Las palabras del Señor son tan rotundas y diáfanas que se comentan solas. A pesar de todo es desoladora la dificultad para comprenderle de los discípulos. Es cierto que, como judíos, habían sido educados en la doctrina de los alimentos impuros o prohibidos, pero la incapacidad que muestran para trascender los significados de las palabras del Maestro es penosa ("¿También vosotros seguís sin entender? ¿No comprendéis?"). ¡Cuánta soledad debió de padecer el Señor en su peregrinar por esta tierra! La aclaración es ya definitiva.

Nuestra experiencia vital, la de todos sin excepción, reafirma y verifica punto por punto y letra por letra las últimas palabras de Jesús. Nosotros somos nuestros peores enemigos siempre. Es cierto que la maldad externa produce en nosotros efectos indeseados en forma de heridas que precisan ser elaboradas, elaboración que no puede darse si esa maldad sigue actuando. Pero incluso con independencia del origen de nuestra maldad, es la que concebimos en nuestro corazón la peor de todas, pues resulta ser la más insidiosa, la más íntima e incisiva, la que nos aleja más de Dios, la que agrada más a Satanás, la que nos destruye de forma más profunda y efectiva. Y es, en definitiva, la que constituye toda la maldad humana, pues la maldad ajena de los otros es la propia para cada uno de ellos: el mal, todo el mal nace de los corazones de las personas.

Baudelaire sabía tanto de ello que se entregó de forma total con voluptuosidad sin límite a una vida de destrucción que acabó con él por completo. Lo único bueno que nos legó fue su poesía, aunque naciera de fuente tan perversa. Pero incluso él supo de su equivocación, aunque se abandonara a ella. Escribió de sí mismo como divisa: "Descontento de todos y descontento de mí."

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