martes, 14 de febrero de 2017

Lecturas del día, martes, 14 de febrero. Poema "Contemplo" de Alfonso Costafreda. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13,46-49):

En aquellos días, Pablo y Bernabé dijeron a los judíos: «Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: "Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra."» Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y los que estaban destinados a la vida eterna creyeron. La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 116,1.2

R/.
Id al mundo entero y proclamad el Evangelio

Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos. R/.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,1-9):

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y, si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios."»

Palabra del Señor

Poema:
Contemplo de Alfonso Costafreda 

Contemplo
el monte frío,
la lenta paz,
la cumbre…


Mas volvería
a andar
el mismo camino,
a amar la misma tierra
honda y desposeída,
apasionadamente
la misma incertidumbre.


Breve comentario

Querámoslo o no, nuestra vida es un constante peregrinar. Solemos tener la idea de que peregrinar consiste en desplazarse de un sitio a otro, normalmente alejados entre sí. En su sentido trascendente, este viaje no implica tanto un movimiento físico (que muchas veces también) como espiritual. Los mejores viajes son los que se realizan "por dentro", como me decía un buen amigo. También son los más difíciles, pero, por ello mismo, los más apasionantes, si, claro, hemos tomado la dirección adecuada. El Señor en el pasaje de hoy nos propone un peregrinar por un camino, Su camino, y nos da unos consejos que lo que reflejan es que para recorrerlo sólo se necesita su presencia en los corazones de los que le sigan. Éste peregrinar con el Señor o en el Señor, aunque esté lleno de incertidumbres, es el más seguro que existe. Su compañía nos hace capaces de enfrentar todas las situaciones adversas, de verdadero peligro o sufrimiento, con la serenidad de quien sabe que en su caminar no está solo, aunque humanamente así sea. Desde la mera soledad cotidiana o la incomprensión de nuestro testimonio de fe hasta el martirio moral y físico, puede salirnos al paso cualquier realidad. Y también (y yo diría que sobre todo) nuestro cansancio, nuestras ganas de abandonar y de abandonarnos.

Insisto en la idea con la que comenzaba: todos peregrinamos, aunque no seamos conscientes de ello, aunque no sepamos cuál es nuestro viaje ni hacia dónde nos dirigimos, aunque ignoremos que viajamos siquiera. La vida, nuestra biografía es una constante evolución, un cambio, un crecimiento y en muchos casos una sucesión de comienzos, caídas y resurgimientos. Leyendo el evangelio de hoy y el poema de Costafreda con esa su belleza austera y silente (¡cómo me gusta la poesía callada, la que apenas enuncia, la que te deja un tímido eco en tu interior, pero que te hace vibrar más que un grito o una estruendosa declamación!), he recordado el camino de mi vida hasta llegar aquí. Reconozco que no ha sido una vida grata ni fácil, plagada de fracasos humanos, de decisiones equivocadas, de omisiones dolorosas, de mucha soledad desesperada, de tanto malentendido y hostilidad gratuita, evitable. Y sin embargo he llegado a buen puerto. Un puerto nada espectacular, un puerto al que nunca hubiera imaginado llegar, un puerto al que no habría merecido llegar si no fuera por que Él apareció en medio de mi noche. Y le seguí...; a mi modo, con mis debilidades y pecados, con las heridas de los caminos previos que intenté. A pesar de mi derrota y mis derrotas, cuando apareció, aun sin saber, supe que Él era el camino que me salvaría de mí mismo y de mi entorno.

Cuando ya afronto el tercio final de mi vida, que ocupará en su mayor parte mi vejez (si es que Dios me concede ese tiempo), puedo hacer mías cada palabra de este íntimo poema de Costafreda: volvería a amar "apasionadamente/ la misma incertidumbre", no porque ame mis errores y mis sufrimientos de juventud, sino porque ese fue el camino que Dios eligió para descubrirle. Ahora amo apasionadamente, con todos mis defectos, pecados y carencias, la incertidumbre de seguirle.

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