lunes, 13 de febrero de 2017

Lecturas del día, lunes, 13 de febrero. Poema "Yo sé que tu silencio..." de Juan José Domenchina. Breve comentario

Primera lectura
Lectura del libro del Génesis (4,1-15.25):

El hombre conoció a Eva, su mujer, que concibió y dio a luz a Caín. Y ella dijo: «He adquirido un hombre con la ayuda del Señor». Después dio a luz a Abel, su hermano. Abel era pastor de ovejas, y Caín cultivaba el suelo. Pasado un tiempo, Caín ofreció al Señor dones de los frutos del suelo; también Abel ofreció las primicias y la grasa de sus ovejas. El Señor se fijó en Abel y en su ofrenda, pero no se fijó en Caín ni en su ofrenda; Caín se enfureció y andaba abatido. El Señor dijo a Caín: «Por qué te enfureces y andas abatido? ¿No estarías animado si obraras bien?; pero, si no obras bien, el pecado acecha a la puerta y te codicia, aunque tú podrás dominarlo». Caín dijo a su hermano Abel: «Vamos al campo». Y, cuando estaban en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató. El Señor dijo a Caín: «Dónde está Abel, tu hermano?». Respondió Caín: «No sé; ¿soy yo el guardián de mi hermano?». El Señor le replicó:
«¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano me está gritando desde el suelo. Por eso te maldice ese suelo que ha abierto sus fauces para recibir de tus manos la sangre de tu hermano. Cuando cultives el suelo, no volverá a darte sus productos. Andarás errante y perdido por la tierra». Caín contestó al Señor:
«Mi culpa es demasiado grande para soportarla. Puesto que me expulsas hoy de este suelo, tendré que ocultarme de ti, andar errante y perdido por la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará». El Señor le dijo: «El que mate a Caín lo pagará siete veces». Y el Señor puso una señal a Caín para que, si alguien lo encontraba, no lo matase. Adán conoció otra vez a su mujer, que dio a luz un hijo y lo llamó Set, pues dijo: «Dios me ha dado otro descendiente en lugar de Abel, asesinado por Caín».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 49,1.8.16bc-17.20-21

R/.
Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza

El Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra de oriente a occidente.
«No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí. R/.

¿Por qué recitas mis preceptos,
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos? R/.

Te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre;
Esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara». R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (8,11-13):

En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo. Jesús dio un profundo suspiro y dijo: «Por qué esta generación reclama un signo? En verdad os digo que no se le dará un signo a esta generación». Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.

Palabra del Señor

Poema:
"Yo sé que tu silencio..." de Juan José Domenchina 
 
Yo sé que tu silencio tiene clara
voz, indistinta voz, para un oído
que percibe tu verbo y su sentido.
¡Quién, tácito Señor, quién te escuchara

por siempre! Tú nos dices, cara a cara,
la verdad. Tú despiertas al dormido,
que vive muerto. Todo lo vivido,
si aún no viviese, en Ti resucitara.

Tú no permites que la sombra, vana
voluntad de lo oculto, y el olvido
nos enturbien la vida, siempre clara.

Yo, que he escuchado tu callar, he sido
tu voz. Tú me mandaste que cantara
la gloria ilesa de tu amor herido.


Breve comentario

El hombre puede relacionarse con Dios de varias formas, según nuestra naturaleza. Se puede buscar a Dios desde la curiosidad racional (saber qué es Dios, su necesidad, su naturaleza, su fundamento...). También se puede buscarlo desde el dolor en todas sus formas (en la soledad, en la desesperación, en la enfermedad, en la pobreza...). Asimismo el hombre puede buscarlo desde la experiencia del conocimiento de su existencia (desde el amor, desde la fe, desde la esperanza, desde la alabanza, desde la gratitud, desde la adoración...). Y el hombre también puede salir a su encuentro o intentar provocarlo desde el desafío, desde el odio, el desprecio, el rechazo, la ofensa o la hipocresía. De esta última relación, perniciosa y maldecida por Dios, trata el pasaje evangélico de hoy.

Por supuesto, ante estas actitudes, el Señor no se manifestará, pues en verdad no se trata de una búsqueda de Dios por parte de aquellos que solicitan que dé pruebas de su presencia, sino de una tentación, de una oportunidad para hacerlo caer, para dominarlo. A los soberbios Dios los despacha vacíos; a quien no tiene, se le quitará hasta lo que tiene, dirá el Señor en otro pasaje. Es mediante la sincera humildad, y nunca por el orgullo, como debemos comenzar nuestro diálogo con el Señor. Buscarle para conocerle porque le amamos, como buscamos a quien nos cuida y nos ama, a quien nos espera con acogimiento. Buscarle porque necesitamos sentirle cerca, porque sabemos de su bondad, de su limpidez de corazón y de intenciones, porque con Él sabemos cómo vivir. Quien le busca para desafiarlo ya se considera dios de sí mismo: lo único que pretende es medirse con alguien que supone debe ser, en su infinita soberbia, inferior a él. La condenación de éstos (que es la inmensa mayoría del hombre occidental) será inevitable de mantener semejante actitud hasta el final de sus vidas. ...Entonces, Jesús, dando un profundo suspiro, los dejará... a su suerte.

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