miércoles, 1 de febrero de 2017

Lecturas del día, miércoles, 1 de febrero. Poema "Cuanto más pienso serviros..." de Jorge Manrique. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (12,4-7.11-15):

Hermanos: Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado, y habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron: «Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, ni te desanimes por su reprensión; porque el Señor reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos». Soportáis la prueba para vuestra corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues ¿qué padre no corrige a sus hijos? Ninguna corrección resulta agradable, en el momento, sino que duele; pero luego produce fruto apacible de justicia a los ejercitados en ella. Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana: así el pie cojo, no se retuerce, sino que se cura. Buscad la paz con todos y la santificación, sin la cual nadie verá al Señor. Procurad que nadie se quede sin la gracia de Dios, y que ninguna raíz amarga rebrote y haga daño, contaminando a muchos.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 102,1-2.13-14.17-18a

R/.
La misericordia del Señor dura siempre,
para los que cumplen sus mandatos


Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.
 
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro. R/.

La misericordia del Señor
dura desde siempre y por siempre,
para aquellos que lo temen;
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,1-6):

En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?». Y se escandalizaban a cuenta de él. Les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa». No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

Palabra del Señor
 
Poema:
"Cuanto más pienso serviros..." de Jorge Manrique
 
Cuanto más pienso serviros,
tanto queréis más causar
que gaste mi fe en suspiros
y mi vida en desear
lo que no puedo alcanzar.

Bien conozco que estoy ciego
y que mi gran fe me ciega,
y que esperando me niega
que no os venceréis de ruego,
y que, por mucho serviros,
no dejaréis de causar
que gaste mi fe en suspiros
y mi vida en desear
lo que no puedo alcanzar. 
 
Breve comentario

Desoladora fue la incomprensión a la que se vió sometido el Señor una y otra vez. El pueblo, admirado por su extraordinario modo de predicar, se pregunta, sin embargo, "escandalizado" por la persona para denigrar a quien no debe merecer tanta valía. Cuántas veces la envidia, cuántas veces el juzgar por las apariencias, cuántas veces la mezquindad de rebajar a quien merece estima por sus aptitudes o actitudes, destruyen la verdad allí donde asoma. Así es el ser humano, capaz de estas miserias en todo tiempo y circunstancia. Jesús, en su brillantez, despertó lo peor de muchos, a pesar de la evidente belleza de su ejemplo y sus palabras. Hoy como siempre sigue ocurriendo lo mismo con tantas personas que son tratadas no en función de su valía, sino en función de las miserias de los que reciben una belleza que no merecen. Jesús era el más maravilloso diamante entre una piara infecta de cerdos. 
 
A pesar de todo, y no sin desplegar un enorme esfuerzo puramente humano, Jesús cumplió con la tarea encomendada por el Padre: aunque se admiraba por su falta de fe, siguió recorriendo los pueblos enseñando. Y los sigue recorriendo, pues seguimos siendo unos ignorantes irredentos. El cansancio humano del Señor debió de ser inconmensurable, menor por fortuna a su fortaleza, también humana. Pues aunque de naturaleza divina, a Jesús no le fue ahorrado sufrimiento humano. Su soledad fue real; su fracaso para convertir a muchos, también, pues siempre respetó la libertad humana que Él mismo nos concedió. Como real fue, es y será su victoria.
 
Por esto he colgado aquí esta vieja (¡cinco siglos y medio nos contemplan!) canción de amor de Jorge Manrique. O más bien de desamor, de queja a la amada ingrata y dura, que mantiene al amante en perpetuo olvido y frustración, a pesar de sus muchos esfuerzos por agradarla. Pocas soledades peores que la del que ama sin recibir nada por su amor. No otra cosa le pasó a Jesús en vida en multitud de ocasiones, incluso entre el círculo más íntimo de sus seguidores. Predicar en el desierto de los corazones es una de las labores más ingratas que existen. ...Y morir brutalmente por los ingratos mientras los sigue amando, aún más. No importa; como nos recuerda la carta a los Hebreos: "Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana: así el pie cojo, no se retuerce, sino que se cura(...). Procurad que nadie se quede sin la gracia de Dios, y que ninguna raíz amarga rebrote y haga daño, contaminando a muchos."

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