lunes, 27 de febrero de 2017

Lecturas del día, lunes, 27 de febrero. Poema "La meta" de Susana March. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (17,20-28):

A los que se arrepienten Dios les permite volver,
y consuela a los que han perdido la esperanza,
y los hace partícipes de la suerte de los justos.
Retorna al Señor y abandona el pecado,
reza ante su rostro y elimina los obstáculos.
Vuélvete al Altísimo y apártate de la injusticia
y detesta con toda el alma la abominación.
Reconoce los justos juicios de Dios,
permanece en la suerte que te ha asignado
y en la oración al Dios Altísimo.
En el abismo ¿quién alabará al Altísimo
como lo hacen los vivos y quienes le dan gracias?
Para el muerto, como quien no existe, desaparece la alabanza,
solo el que está vivo y sano alaba al Señor.
¡Qué grande es la misericordia del Señor
y su perdón para los que retornan a él!

Palabra de Dios

Salmo

Sal 31,1-2.5.6.7

R/.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito
y en cuyo espíritu no hay engaño. R/.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.

Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará. R/.

Tú eres mi refugio,
me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,17-27):

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló ante él y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?». Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre».
Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud». Jesús se quedó mirándolo, lo amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme». A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:«¡Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!». Los discípulos quedaron sorprendidos de estas palabras. Pero Jesús añadió:
«Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios». Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?». Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo».

Palabra del Señor

Poema:
La meta de Susana March 

He cambiado todas mis rosas
por un lugar cerca del fuego.

Por el sosiego de mi alma,
la negra seda de mi pelo.
     
He vendido mis esperanzas
por un puñado de recuerdos.

Mi corazón por un reloj
que sólo cuenta el tiempo muerto.
     
Mi última moneda de oro
se la di de limosna al viento.

Ahora ya no me queda nada.
Desnuda estoy como el desierto.
     
Un oasis de mansedumbre
está brotándome en el pecho.


Breve comentario

El seguimiento del Señor exige la renuncia a nuestros apegos mundanos. El dinero es uno de los que más cuesta desprenderse. En el apego al dinero o al patrimonio material se sintetiza muy bien la falta de fe. Es cierto que en un mundo en donde nadie tiene en principio la vida resuelta, salvo unos pocos privilegiados, la lucha por obtener un patrimonio y por preservarlo es bastante comprensible. Pero el patrimonio verdaderamente importante es de otro tipo. Si nuestra fe en el Señor fuera la motivación principal de nuestras decisiones, nuestro patrimonio material adquiriría un significado más ajustado, pues nuestra seguridad ya no residirá en lo que acumulamos, sino en nuestra relación viva con Dios, en nuestra confianza y esperanza depositadas en Él.

Es importante, pues, el hecho de que el joven sea un rico. Los ricos, por lo general, son aquellos que tienen su vida resuelta. Lo de que el dinero llama al dinero es una realidad en la mayoría de los casos. Pero es que además es un rico virtuoso, es una persona que sigue a Cristo en su mensaje, que lo asume con sincero corazón, que lo llama "Maestro bueno", pero... Su fe sigue siendo pobre: no puede imaginar una vida sin sus posesiones materiales. Toda su virtud, todo su seguimiento, habiendo sido sincero, no tiene raíces, no posee fundamento sólido. No entiende por qué el Señor le exige la renuncia de todas sus posesiones para seguirle. Conoce el mensaje del Señor, y no halla en su contenido esa necesidad de tener que ser pobre para poder amarle y seguirle. Jesús, que conoce su noble corazón, lo ama con cariño, pero no puede dejar de exigirle este último requisito para santificarlo. Y aquí es donde el rico vacila y, al fin, se aleja.

En el seguimiento al Señor también nosotros vacilamos en algún punto en el que nuestros apegos son especialmente intensos y profundos. Pidámosle que nos haga capaces de renunciar a lo que más nos ata a la banalidad de nuestros intereses y nos aleja de Él. Porque "Dios lo puede todo". 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.