domingo, 26 de febrero de 2017

Lecturas del día, domingo, 26 de febrero. Poema "Dinero" de Philip Larkin. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (49,14-15):

Sión decía:
«Me ha abandonado el Señor,
mi dueño me ha olvidado».
¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta,
no tener compasión del hijo de sus entrañas?
Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 61,2-3.6-7.8-9ab

R/.
Descansa sólo en Dios, alma mía

Sólo en Dios descansa mi alma,
porque de él viene mi salvación;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré. R/.

Descansa sólo en Dios, alma mía,
porque él es mi esperanza;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré. R/.

V/. De Dios viene mi salvación y mi gloria,
él es mi roca firme, Dios es mi refugio.
Pueblo suyo, confiad en él
desahogad ante él vuestro corazón. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (4,1-5):

Hermanos: Que la gente solo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora, lo que se busca en los administradores es que sean fieles. Para mí lo de menos es que me pidáis cuentas vosotros o un tribunal humano; ni siquiera yo me pido cuentas. La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor. Así, pues, no juzguéis antes de tiempo, dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá de Dios lo que merece.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,24-34):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Nadie puede servir a dos señores. Porque despreciará a uno y amará al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: no estéis agobiados por vuestra vida pensando qué vais a comer, ni por vuestro cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad los pájaros del cielo: no siembran ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se arroja al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le basta su desgracia».

Palabra del Señor
 
Poema:
Dinero de Philip Larkin
 
Cada tres meses, ¿no?, el dinero me reprocha:
    "¿Por qué me dejas aquí donde no sirvo?
Yo soy el sexo y las cosas que no tuviste nunca.
    Aún puedes conseguirlos firmando algunos cheques."
 
Entonces miro qué hacen los otros con el suyo.
    No lo guardan en la almohada, desde luego.
Ya tienen esposa, coche y casa de verano:
    alguna relación guarda el dinero con la vida
 
-la verdad, tienen mucho en común, si uno investiga;
    no puedes postergar la juventud hasta que te jubiles,
y por mucho que parte del salario vaya al banco
    al cabo no podrás pagarte mucho más que una afeitada.
 
Escucho el canto del dinero. Es como si mirase
    una ciudad de provincias desde largos ventanales:
barriadas, canal, iglesias adornadas y locas
    bajo el sol de la tarde. Intensamente triste.
 
Money 
 
Quarterly, is it, money reproaches me:
    ‘Why do you let me lie here wastefully?
I am all you never had of goods and sex.
    You could get them still by writing a few cheques.’

So I look at others, what they do with theirs:   
    They certainly don’t keep it upstairs.
By now they’ve a second house and car and wife:
    Clearly money has something to do with life

—In fact, they’ve a lot in common, if you enquire:
    You can’t put off being young until you retire,
And however you bank your screw, the money you save
    Won’t in the end buy you more than a shave.

I listen to money singing. It’s like looking down
    From long french windows at a provincial town,   
The slums, the canal, the churches ornate and mad
    In the evening sun. It is intensely sad. 
 
 
Breve comentario
 
Si el pasado domingo el Señor nos apelaba a un imposible ético y espiritual como es amar a los enemigos, hoy, sin embargo, nos llama a otro imposible mucho más simpático: despreocuparnos de los problemas materiales. Si la fe todo lo puede, es consecuente el exacerbado optimismo de las palabras del Señor: teniéndole fe, Él proveerá. ¿Nos lo creemos? Realmente el mensaje evangélico es de una simplicidad tal que nuestras tortuosas mentes apenas pueden comprenderlo. Como dijimos ayer, sólo los niños pequeños saben entenderle a la primera.

Pareciera, por la atención que le dedica el Señor en denunciarlo, que el dinero es la fuente de todos los males humanos, de todos los pecados, de toda la perversión posible de nuestra naturaleza. Su capacidad para conducirnos a la perdición viene debida a una razón esencial: es quizá el instrumento principal por el cual el hombre obtiene poder, un poder material, efectivo, tangible. En general, lo peligroso es aquello que nos da poder. Al inteligente, el peligro será su inteligencia; a la mujer bella, su belleza; al fiel cumplidor, su dureza; al profundo, su inaccesibilidad; al sabio, su conocimiento; al fuerte, su fortaleza física. Ciertamente, tal como está montado este mundo, el dinero nos concede mucho poder, y su falta, mucha impotencia. Y con el poder van de la mano, unidos como eslabones de una demoníaca cadena, todos los pecados capitales sin excepción. Por ello afirma Jesús de forma certera que el dinero es un señor, y un señor muy poderoso, muy tiránico a la vez que atractivo.
 
¿Cómo podemos sustraernos a sus falsos encantos? Con la fe en Dios. No hay que entender su llamada a despreocuparnos de los asuntos materiales de una forma literal. Lo que quiere significar es que desde la perspectiva de quien tiene verdadera fe en el Señor todo lo demás queda reubicado en función de la misma, y ocupa necesariamente un lugar secundario con respecto a aquella. Sí, incluso el comer, el vestirse o el buscar cobijo. Cuando ponemos a Dios como preferencia absoluta, todas nuestras preocupaciones adquieren una significación distinta, pues vemos en todo la huella de Dios en ellas, su influencia, su presencia, su actuación. Y no necesariamente cuando nos vienen bien dadas (una subida de sueldo, un premio económico en cierto juego de azar, una jugosa herencia...), sino incluso, y diría sobre todo, cuando nuestra vida parece torcerse (caer en el paro, una enfermedad, la ruina de una inversión o de un negocio...). Nuestra mirada es otra ya: nos fijamos en las cosas no por sí mismas, sino en función de la relación que posee con la actuación del Señor. Así, en la salud o en la enfermedad, en la riqueza o en la pobreza estaremos en condiciones de dar gracias a Dios. De lo contrario, con la mirada fija en las preocupaciones materiales, todo se tornará asfixiante, "intensamente triste" ("intensely sad").

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