domingo, 5 de febrero de 2017

Lecturas del día, domingo, 5 de febrero. Poema "Soledad" de Ernestina de Champourcin. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (58,7-10):

Esto dice el Señor:
«Parte tu pan con el hambriento,
hospeda a los pobres sin techo,
cubre a quien ves desnudo
y no te desentiendas de los tuyos.
Entonces surgirá tu luz como la aurora,
enseguida se curarán tus heridas,
ante ti marchará la justicia,
detrás de ti la gloria del Señor.
Entonces clamarás al Señor y te responderá;
pedirás ayuda y te dirá: “Aquí estoy”.
Cuando alejes de ti la opresión,
el dedo acusador y la calumnia,
cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo
y sacies al alma afligida,
brillará tu luz en las tinieblas,
tu oscuridad como el mediodía».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 111,4-5.6-7.8a.9

R/.
El justo brilla en las tinieblas como una luz

En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos. R/.

Porque jamás vacilará.
El recuerdo del justo será perpetuo.
No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor. R/.

Su corazón está seguro, sin temor.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2,1-5):

Yo mismo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y este crucificado. También yo me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,13-16):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».

Palabra del Señor

Poema:
Soledad de Ernestina de Champourcin
 
Todos van, todos saben…
sólo yo no sé nada.

Sólo yo me he quedado
abstraída y lejana,


soñando realidades,
recogiendo distancias.


Cada pájaro sabe
qué sombra da su rama,


cada huella conoce
el pie que la señala.


No hay sendero sin pasos
ni jazmines sin tapia…


¡Sólo yo me he quedado
en la brisa enredada!


Sólo yo me he perdido
en un vuelo sin alas


por poblar soledades
que en el cielo lloraban.


Sólo yo no alcancé
lo que todos alcanzan


por mecer un lucero
a quien nadie besaba.


http://www.ivoox.com/soledad-ernestina-champourcin-audios-mp3_rf_2581292_1.html

Breve comentario

Vivimos tiempos en los que impera el nihilismo y la oscuridad. Parece que son los más propicios para salir al encuentro de quienes están sumidos en esa noche de muerte. Así nos dice el Señor a todos los cristianos hoy, con ese reconocimiento cargado de responsabilidad: somos la sal de la tierra y la luz del mundo, pues Él nos ha hecho partícipes de ellas mediante el don de la fe y el sacramento bautismal. El papa Francisco también nos insiste, por su parte, en sintonía con el mensaje evangélico, a que seamos una "Iglesia en salida hacia las periferias". La cuestión no es la cantidad de luz que podamos dar cada uno de nosotros. No es cuestión de cantidades. Cada uno podrá iluminar lo que pueda, lo que él mismo haya iluminado en su vida previamente, lo que va descubriendo con ayuda de la gracia en su vida de fe. Hemos de salir, sí; pero debemos ser conscientes de hacia dónde porque nuestra luz no sirve para alumbrar las tinieblas que no la reconocen, que prefieren permanecer sin ver.

Vivimos en un mundo en que "periferia" es ya todo: Roma, y el corazón de cada uno; el mundo ateo, laicista, globalista, liberal, nihilista y relativista; y la Iglesia misma, fuente de sombras, soledad y confusión. ¿Adónde salimos? Para alumbrar ¿qué?, ¿a quién? Isaías nos da una pauta: realizar obras de misericordia (dar de comer al hambriento, visitar al enfermo, vestir al desnudo...) ¿Bastan las obras de misericordia para dar luz? ¿Es luz el asistencialismo caritativo? Pero la luz ¿de dónde surge? Quien no hace obras de misericordia de este modo palpable ¿vive una fe muerta, una fe sin obras, un fe vacía o mentirosa? Y quien las hace ¿realmente su luz ilumina? Al que da de comer, al enfermo que visita, al desnudo que viste, seguramente; pero ¿son nuestras necesidades objetivamente medibles? ¿Nos hace sufrir la pobreza material más que otros tipos de pobreza más intangibles? Y a esas necesidades ¿salimos a su encuentro?, ¿las iluminamos con nuestra luz? Insisto, ¿de dónde surge nuestra luz en verdad (si es que es tal luz, si es que ilumina por poco que sea)?

Ser luz o sal implica en un mundo como el que vivimos una enorme soledad. No importa esa soledad si la vivimos con el Señor. Pero en nuestro mundo la luz ya no es una realidad evidente, que se impone por sí misma: tengo luz y alumbro, ilumino; pongo unos granos de sal a mi entorno, y éste se vuelve lleno de sabor. Esto ya no es así. Están los que nos niegan nuestra condición de iluminados (término que posee hoy una enorme carga despectiva); los que rechazan el sabor que damos a la vida. Y están los que consideran que hay otras luces más atractivas; o que niegan la espesa tiniebla en la que viven, pues no soportarían ni la iluminación más débil; o que rechazan la sal para no alterar su equilibrio que es logrado con sustitutos que dan sabor a sus vidas. Nuestra luz, nuestra sal ya no se imponen por sí mismas: hablamos de Dios con nuestro testimonio desnudo, con palabras y con obras, y la luz no ilumina, y la sal no proporciona sabor alguno.

Salgamos, sí, pero con la clara conciencia de que nos enfrentamos a un mundo que cree saber; y que cree saber que lo que le ofrecemos no tiene más valor que el que nos quiera conceder, no el que objetivamente posee (si es que lo posee en nosotros). Para dar luz y sabor hemos de ser estrictamente verdaderos, y por limitadas que sean nuestras capacidades y dones, que se hallen radicadas en la maduración de nuestra fe. Y este camino puede pasar o no por obras objetivamente contrastables como las citadas. Las obras de misericordia que realicemos no son prueba de la veracidad de nuestra luz, del sabor de nuestras vidas: se puede hacer el bien, como se puede hacer el mal, por multitud de razones ajenas por completo a la naturaleza de las obras mismas (sin que ello suponga una relativización de los contenidos de los actos objetivamente buenos y malos). Una caridad llena de orgullo o de culpa, no es caridad, por mucho reparto de alimento o ropa que realicemos, o por mucha visita benefactora bienintencionada.

Por ello he elegido este aparentemente paradójico poema en relación a las lecturas de este domingo. Con Ernestina, hemos de acunar la luz que nadie besa, la que nadie quiere recibir. Ese rechazo, esa soledad indica que Dios está en ella. Ésa sí que es luz, ésa sí que es sal... Eso sí que es salir, aunque parezca que no vamos a ningún lugar. 
Todos van, todos saben...
sólo yo no sé nada.

Sólo yo me he quedado
abstraída y lejana,

soñando realidades,
recogiendo distancias.

Cada pájaro sabe
qué sombra da su rama,

cada huella conoce
el pie que la señala.

No hay sendero sin pasos
ni jazmines sin tapia...

¡Sólo yo me he quedado
en la brisa enredada!

Sólo yo me he perdido
en un vuelo sin alas

por poblar soledades
que en el cielo lloraban.

Sólo yo no alcancé
lo que todos alcanzan

por mecer un lucero
a quien nadie besaba.

Lea más: https://www.latino-poemas.net/modules/publisher2/article.php?storyid=964 © Latino-Poemas

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.