sábado, 19 de diciembre de 2015

Lecturas del día, sábado, 19 de diciembre. Poema "Un vistazo fugaz" de Robert Frost. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro de los Jueces (13,2-7.24-25a):

En aquellos días, había en Sorá un hombre de la tribu de Dan, llamado Manoj. Su mujer era estéril y no había tenido hijos.
El ángel del Señor se apareció a la mujer y le dijo: «Eres estéril y no has tenido hijos. Pero concebirás y darás a luz un hijo; ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro, porque concebirás y darás a luz un hijo. No pasará la navaja por su cabeza, porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer. Él empezará a salvar a Israel de los filisteos.»
La mujer fue a decirle a su marido: «Me ha visitado un hombre de Dios que, por su aspecto terrible, parecía un mensajero divino; pero no le pregunté de dónde era, ni él me dijo su nombre. Sólo me dijo: "Concebirás y darás a luz un hijo: ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro; porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer hasta el día de su muerte."»
La mujer de Manoj dio a luz un hijo y le puso de nombre Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo. Y el espíritu del Señor comenzó a agitarlo.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 70,3-4a.5-6ab.16-17

R/.
Que mi boca esté llena de tu alabanza y cante tu gloria

Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa. R/.

Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. R/.

Contaré tus proezas, Señor mío,
narraré tu victoria, tuya entera.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,5-25):

En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón llamada Isabel. Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada. Una vez que oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según el ritual de los sacerdotes, le tocó a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso. Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor.
Pero el ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos israelitas al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto.»
Zacarías replicó al ángel: «¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.»
El ángel le contestó: «Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado a hablarte para darte esta buena noticia. Pero mira: te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento.»
El pueblo estaba aguardando a Zacarías, sorprendido de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo. Al cumplirse los días de su servicio en el templo volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo: «Así me ha tratado el Señor cuando se ha dignado quitar mi afrenta ante los hombres.»

Palabra del Señor

Poema:
Un vistazo fugaz de Robert Frost

A menudo veo flores desde un coche en movimiento
que se han ido antes de poder decir cuáles son.

Quiero bajar del tren y volverme
para ver qué eran, al lado de la vía.

Nombro todas las flores que me consta no eran:
no hay amantes estramonios donde han ardido bosques.

Ni adornan campanillas una boca de túnel
ni lupinos que vivan de arena y sequía.

¿Rozaron mi mente con algo
que nadie en la tierra hallará jamás?

El cielo sólo concede ojeadas a aquellos
que no están preparados para ver muy de cerca.

A passing glimpse

I often see flowers from a passing car
That are gone before I can tell what they are.

I want to get out of the train and go back
To see what they were beside the track.

I name all the flowers I am sure they weren't;
Not fireweed loving where woods have burnt--

Not bluebells gracing a tunnel mouth--
Not lupine living on sand and drouth.

Was something brushed across my mind
That no one on earth will ever find?

Heaven gives its glimpses only to those
Not in position to look too close.

Breve comentario

Tanto la primera lectura, del Antiguo Testamento, como la del evangelio hacen referencia a la manifestación del poder de Dios y a la inminencia de la misma. En ambos textos se toma idéntica imagen: una mujer estéril y ya de edad avanzada será capaz de descendencia. Evidentemente estos relatos remiten al prodigio de la encarnación de Cristo en el vientre de una mujer virgen, que en estos días se anuncia de forma especial.

Pero yo quisiera insistir aquí, al hilo del poema elegido, en la otra dimensión de estos relatos: la de la esterilidad humana en referencia a la infinita fertilidad divina. Lo estéril, en general, es símbolo de impotencia o de fracaso; así como el surgimiento de la vida signo de potencia y plenitud. El hombre es un ser necesitado, y como criatura toda su potencia le viene de otro, el Creador. Nosotros participamos del poder creador de Dios, y esto se hace especialmente evidente en nuestra capacidad de pro-creación. Pero no procrearíamos sin un Creador que nos concediera por naturaleza tal poder. Lo relevante que quisiera transmitir es la idea de que, ya sea por naturaleza o por gracia, Dios nos infunde la capacidad de ser fértiles, de transmitir el amor del que estamos constituidos por Él. Se podrán tener hijos o no, pero de lo que siempre podemos ser capaces es de ser hijos de Dios que expresan la verdad si dejamos que Él opere en nosotros.

De esta cualidad estriba la multitud de fertilidades y esterilidades que aparecen en el hombre, no ligadas con la generación de la vida biológica. Pues incluso en el caso de que Dios no nos conceda la gracia de ver de cerca maravillas que nos sean inaccesibles, las podemos albergar en nuestra alma y verlas con aquella mirada genuina que no reside en los ojos, incluso aunque apenas las hayamos vislumbrado o aun sólo imaginado. En tales casos, rebosaremos de vida a pesar de un destino que pueda habernos cegado para otras plenitudes. Esta es la idea que expresa este bellísimo poema de Frost, pues aquel que apenas podía captar la belleza del entorno por su particular situación, lograba conocerla y contemplarla en su interior. Algo, sí, le rozó... Y con ese roce es suficiente para captar toda la belleza, incluso aunque no estemos capacitados para su contemplación serena y lenta.

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