miércoles, 16 de diciembre de 2015

Lecturas del día, miércoles, 16 de diciembre. Poema "El Dios que todos llevamos..." de Antonio Machado. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (45,6b-8.18.21b-25):

«Yo soy el Señor, y no hay otro: artífice de la luz, creador de las tinieblas, autor de la paz, creador de la desgracia; yo, el Señor, hago todo esto. Cielos, destilad el rocío; nubes, derramad la victoria; ábrase la tierra, y brote la salvación, y con ella germine la justicia; el Señor, lo he creado.» Así dice el Señor, creador del cielo –él es Dios–, él modeló la tierra , la fabricó y la afianzó; no la creó vacía, sino que la formó habitable: «Yo soy el Señor, y no hay otro. No hay otro Dios fuera de mí. Yo soy un Dios justo y salvador, y no hay ninguno más. Volveos hacia mí para salvaros, confines de la tierra, pues yo soy Dios, y no hay otro. Yo juro por mi nombre, de mi boca sale una sentencia, una palabra irrevocable: "Ante mí se doblará toda rodilla, por mí jurará toda lengua"; dirán: "Sólo el Señor tiene la justicia y el poder". A él vendrán avergonzados los que se enardecían contra él; con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.»

Palabra de Dios.

Salmo

Sal 84,9ab-10.11-12.13-14

R/.
Cielos, destilad el rocío;
nubes, derramad al justo.


Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.

El Señor nos dará la lluvia,
nuestra tierra dará su fruto
la justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (7,19-23):

En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar al Señor: «¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?»
Los hombres se presentaron a Jesús y le dijeron: «Juan, el Bautista, nos ha mandado a preguntarte: "¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?"»
Y en aquella ocasión Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos ciegos les otorgó la vista.
Después contestó a los enviados: «ld a anunciar a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Y dichoso el que no se escandalice de mí.»

Palabra del Señor
 
Poema:
"El Dios que todos llevamos..." de Antonio Machado
 
El Dios que todos llevamos,
el Dios que todos hacemos,
el Dios que todos buscamos
y que nunca encontraremos.
Tres dioses o tres personas
del solo Dios verdadero.
 
Breve comentario
 
Comienza la primera lectura de un modo rotundo e inequívoco: "Yo soy el Señor, y no hay otro". Y Lucas nos describe cómo el Señor aclara las dudas de los seguidores de Juan el Bautista con la relación de sus hechos milagrosos: "los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio." Sí, el Señor era el que había de venir y el que habrá de volver. El hombre siempre ha tenido dudas acerca de la naturaleza de sus creencias. El alma humana tiene tal dinámica que, en efecto, parece crear en sí misma lo que no existe, o que crea aquello que necesita para calmar su angustia y su incertidumbre.

No es un vano juego de palabras el que nos propone el poeta, ni menos aún una caricaturización o una ironía sobre la naturaleza de Dios como un producto puramente humano. No. En efecto, hay un Dios (con mayúscula) que todos llevamos; hay un Dios (con mayúscula) que todos hacemos; y, por supuesto, hay un Dios (con mayúscula) que todos buscamos y que en esta vida, sí, jamás encontraremos. Y, en efecto, estas tres dimensiones de Dios forman parte "del solo Dios verdadero". Pero estas tres dimensiones de Dios (que no "personas" en su sentido teológico, ni tampoco "dioses" como entidades individuales independientes), que anidan en todo corazón humano, ya seamos conscientes de ellas o no, convergen en el solo Dios verdadero de Jesús, segunda Persona de la Santísima Trinidad que lo constituye. 

Porque Jesús, habitando como necesidad y como anhelo en el corazón de cada hombre, es una realidad objetiva. Y es objetiva no porque pueda ser determinada por un cierto método racional de conocimiento, sino porque es una realidad que trasciende a la existencia de la criatura, y porque es una realidad que actúa, opera y modifica la realidad misma. Claro que el alma humana puede deformar según sus deseos y sus debilidades y pecados la imagen de Dios en su corazón en función de aquellos, pero aún así la realidad divina es tozuda y se impone: más allá de lo que llevemos, hagamos o busquemos como Dios en el interior de nuestro ser, el solo Dios verdadero nos habla y se nos presenta con sus actos, con su misericordia, con su Palabra y con los sacramentos. Y el primer signo de su poder reside en que, insisto, seamos conscientes de ello o no, lo llevamos, lo hacemos y lo buscamos en lo más hondo de nuestra alma. Es nuestra capacidad de imaginarlo aun sin conocerlo, de buscarlo sin saber quién es, de necesitarlo sin todavía amarlo, el primer milagro realizado en nosotros por Él.

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