sábado, 12 de diciembre de 2015

Lecturas del día, sábado, 12 de diciembre. Poema "Nazaret fue una aldea sin historia..." de Carlos Pujol. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (48,1-4.9-11):

Surgió Elías, un profeta como un fuego, cuyas palabras eran horno encendido. Les quitó el sustento del pan, con su celo los diezmó; con el oráculo divino sujetó el cielo e hizo bajar tres veces el fuego. ¡Qué terrible eras, Elías!; ¿quién se te compara en gloria? Un torbellino te arrebató a la altura; tropeles de fuego, hacia el cielo. Está escrito que te reservan para el momento de aplacar la ira antes de que estalle, para reconciliar a padres con hijos, para restablecer las tribus de Israel. Dichoso quien te vea antes de morir, y más dichoso tú que vives.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 79,2ac.3b.15-16.18-19

R/.
Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve

Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece;
despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.

Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó,
y que tú hiciste vigorosa. R/.

Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (17,10-13):

Cuando bajaban de la montaña, los discípulos preguntaron a Jesús: «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?»
Él les contestó: «Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos.»
Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista.

Palabra del Señor

Poema:
"Nazaret fue una aldea sin historia..." de Carlos Pujol

Nazaret fue una aldea sin historia,
diminuta, anodina,
¿es que puede salir de allí algo bueno?,
se decía la gente.
Pasan años y años, las rutinas
de la pequeña vida cotidiana
no van a cambiar nunca, o lo parece;
esperan a un mesías que no llega,
los días pasan lentos
y oscuros, se repiten
los cansados trajines de costumbre,
los impuestos se pagan mal que bien,
en el pozo conversan las mujeres
quejándose de que no hay nada nuevo.
El carpintero vive en una casa,
una casucha por decirlo así,
igual que las demás,
Jesús, su chico, crece
como todos los chicos,
de María, su madre,
no hay mucho que decir.
 
Breve comentario
 
No son las élites sociales (intelectuales, potentados, políticos, líderes en general...) los que se caracterizan no ya por saber distinguir lo verdadero, sino ni siquiera por interesarles demasiado la verdad misma. Entregados a sus prejuicios, que les otorgan su identidad y su reconocimiento social, y a sus intereses, no se detienen en preguntarse si lo que creen o defienden tiene alguna relación con la realidad que dicen conocer. Esta es una constante histórica en todas las culturas y civilizaciones, con matices de diverso grado. En su triste descargo, habría que decir que la gente sencilla no es más perspicaz ni acaso más interesada en la verdad que sus dirigentes y dominadores. Si unimos a esta tendencia humana tan arraigada el hecho de que la verdad tiende a ocultarse y es refractaria a estos lugares comunes sobre el poder y la magnificencia a los que suelen asociarla la paupérrima mentalidad mundana, tendremos el resultado de todos conocido: "la verdad..., pero ¿qué es la verdad?", que le preguntó a la Verdad misma encarnada, aquel prefecto romano de triste recuerdo.

Juzgamos por apariencias, con los ojos, con los sentidos, con nuestros miedos, carencias y errores. Con nuestra gigantesca ceguera, con nuestros pecados, con nuestra ignorancia, con nuestros egoísmos. Hoy como ayer Jesús sería igualmente desconocido y despreciado. Y si, como entonces, su presencia llegara a resultar molesta o inconveniente, debida y reglamentariamente eliminado. Eso sí, los cristianos de tiempos venideros al nuestro tendrían otro símbolo distinto al de la cruz, pues este tipo de muerte ya no se estila.
 
¡Qué terriblemente difícil le es al corazón humano imaginarse a un Dios que se hace presente como hombre, y que como hombre quiere pasar por el más humilde y pobre de ellos, por el más anónimo y desamparado! Pensamos todavía que el Rey de reyes, el Creador de todo lo que nos rodea, de existir, debe hacerlo en gloria y majestad, grande entre los grandes, omnipotente como lo son en esta tierra los amos del mundo. Con ojos humanos creemos. Y así se nos escapa la verdad que nos habita. Por eso una y otra vez la Iglesia repite incansable los ciclos litúrgicos un año tras otro, siglo tras siglo, con su Navidad, con su Pasión, con su muerte en la Cruz, con su Resurrección. ...Y nada, seguimos instalados en la mentira de la grandeza de lo inane, de la reverencia a lo que nace muerto o podrido en los corazones (intereses mundanos de dinero, poder, placer, apariencia, ostentación...). Ciertamente, la misericodia del Señor, aquel "chaval" de Nazaret, sigue siendo infinita, siquiera sea por la enorme paciencia que muestra en esperarnos.  

2 comentarios:

  1. César Fuentes:

    A la lectura del Evangelio le pega ese extraordinario poema de Pujol: ni reconocieron a Juan...ni a El.....ni a José, ni a María, ni al Niño.......
    Como aquella generación, que quería una señal y le fue dada la señal de Jonás, hoy parece que Cristo es una molestia, incluso hasta dentro de la Iglesia, y no espera sino una señal de ser un simple alivio en nuestras mostrencas necesidades, pero en cuanto El quiere hablarnos, lo arrinconamos lejos de nosotros hasta la vez próxima que deba-con exigencia absoluta- servirnos mudo y obediente.
    Algo perecido nos recordó ayer Juan Manuel de Prada en su extraordinario artículo de ABC:
    http://catholics-on-line.frmaria.org/index.php?option=com_content&view=article&id=4769%3Amisericordia&catid=37%3Acategoria-articulos&Itemid=28

    Feliz Domingo Gaudete, amigo, porque si algo caracteriza a un cristiano es la alegría de saber esperar, porque hay Esperanza, y si no , que se lo pregunten a los cristianos perseguidos.

    Un abrazo.

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    1. Así es, César. No hemos cambiado mucho en estos dos mil años. ¡Ni bajando Dios a la tierra!

      Feliz domingo, César. Sí, estemos alegres. Nos va a nacer en cada uno de nosotros el Salvador. ¡Como para no estarlo!

      Un abrazo, César, y gracias por el artículo y el comentario.

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