lunes, 28 de diciembre de 2015

Lecturas del día, lunes, 28 de diciembre, de los Santos Inocentes. Poema "Asesinato" de Federico García Lorca. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1,5–2,2):

Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 123,2-3.4-5.7b-8

R/.
Hemos salvado la vida,
como un pájaro de la trampa del cazador


Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros. R/.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes. R/.

La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (2,13-18):

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.»
José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.» Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven.»

Palabra del Señor
 
Poema:
Asesinato de Federico García Lorca
 
¿Cómo fue?
-Una grieta en la mejilla.
¡Eso es todo!
Una uña que aprieta el tallo.
Un alfiler que bucea
hasta encontrar las raicillas del grito.
Y el mar deja de moverse.
-¿Cómo, cómo fue?
-Así
-¡Déjame! ¿De esa manera?
-Sí.
El corazón salió solo.
-¡Ay, ay de mí!  
 
Breve comentario
 
Toda injusticia provocada a un inocente es una afrenta a Dios. Si esa injusticia es la máxima que cabe imaginar, como es quitarle la vida, y la inocencia de la víctima es absoluta, como en el infanticidio, la ofensa a Dios es inconmensurable. Hoy vivimos cotidianamente la matanza de Herodes. La hemos asumido porque no la vemos, pero no sólo la permitimos, sino que la cometemos. Y los inocentes que asesinamos son aún más inocentes que los niños ejecutados por Herodes: son los niños no nacidos, asesinados de un modo atroz en el seno donde se desarrolla toda vida, el vientre de sus madres.
 
En esta vida no hay nada más maravilloso que sentirse querido y querer. En correspondencia, no hay infierno más atroz que no saberse querido por aquella, aquellos que deberían quererte. Una madre que rechaza a su hijo con una hostilidad tal que llega hasta el punto de asesinarlo en su vientre es la mayor monstruosidad, la mayor aberración contranatura que el ser humano puede realizar sobre otro ser humano indefenso. Ni cabe mayor crueldad de los verdugos, ni cabe mayor desamparo de la víctima. Ante algo así no hay disculpas. Es un pecado que clama contra Dios de un modo terrible, quizá el más terrible de todos los que podamos cometer.

El poema de Lorca, extraído de su extraordinaria obra, Poeta en Nueva York, describe la charla entre dos personas que han sido testigos de un asesinato (el poema lleva por subtítulo Dos voces de madrugada en Riverside Drive). Nada que ver en principio, más allá de que la víctima pudiera tratarse también de otro inocente. Sin embargo, hasta en los detalles que se describen en la conversación parece tratarse de la comisión de un aborto: "una grieta en la mejilla... una uña que aprieta... un alfiler que bucea hasta encontrar las raicillas del grito... y el mar deja de moverse... el corazón salió solo..." Y es que se trata de un asesinato el aborto, con la abominación de que los verdugos son los que deben preservar la vida (médicos, madres, padres...) y que la víctima no tuvo más culpa que la de que Dios quiso que naciera. Hoy conmemoramos la memoria de aquella matanza ocurrida hace dos mil años en Judea, y la que cometemos también en esta Navidad, todos los días, a todas horas, a cada instante, en la persona de niños a los que Dios quiso darles el ser. ¡Ay, ay de nosotros!

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