miércoles, 6 de abril de 2016

Lecturas del día, miércoles, 6 de abril. Poema "Cuando vuelto hacia ti de mi pecado..." (Anónimo). Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,17-26):

En aquellos días, el sumo sacerdote y los de su partido –la secta de los saduceos–, llenos de envidia, mandaron prender a los apóstoles y meterlos en la cárcel común.
Pero, por la noche, el ángel del Señor les abrió las puertas de la celda y los sacó fuera, diciéndoles: «ld al templo y explicadle allí al pueblo íntegramente este modo de vida.»
Entonces ellos entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar. Llegó entre tanto el sumo sacerdote con los de su partido, convocaron el Sanedrín y el pleno de los ancianos israelitas, y mandaron por los presos a la cárcel.
Fueron los guardias, pero no los encontraron en la celda, y volvieron a informar: «Hemos encontrado la cárcel cerrada, con las barras echadas, y a los centinelas guardando las puertas; pero, al abrir, no encontramos a nadie dentro.»
El comisario del templo y los sumos sacerdotes no atinaban a explicarse qué había pasado con los presos.
Uno se presentó, avisando: «Los hombres que metisteis en la cárcel están ahí en el templo y siguen enseñando al pueblo.»
El comisario salió con los guardias y se los trajo, sin emplear la fuerza, por miedo a que el pueblo los apedrease.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 33,2-3.4-5.6-7.8-9

R/.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles
y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (3,16-21):

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

Palabra del Señor
 
Poema:
"Cuando vuelto hacia ti de mi pecado..." (Anónimo)
 
Cuando vuelto hacia ti de mi pecado,
iba pensando en confesar, sincero,
el dolor desgarrado y verdadero
del delito de haberte abandonado.


Cuando pobre me volví a ti humillado,
me ofrecí como inmundo pordiosero;
cuando temiendo tu mirar severo,
bajé los ojos, me sentí abrazado.


Sentí mis labios por tu amor sellados,
y ahogarse entre tus lágrimas divinas
la triste confesión de mis pecados.


Se llenó mi alma de luces matutinas
y, viendo ya mis males perdonados,
quise para mi frente tus espinas.


Breve comentario

El fundamento principal sobre el que se apoya nuestra fidelidad a Dios es la experiencia de haber sido amados por el Señor. No es un concepto, una idea, una doctrina con un desarrollo puramente intelectual, sino una profunda vivencia de haber sido querido por Alguien, por una Persona, por Su Persona. La profundidad de esta experiencia nos liga con lazos de amor a Él que hacen que cuando vulneramos esta relación con nuestros pecados, nazca en nuestro corazón el dolor de haber ofendido a quien nos ha dado tanto. Cuando ello ocurre, el Señor se apiada de nuestra debilidad y nos perdona. En el arrepentimiento, el Señor suspende todo juicio, pues ya es el pecador quien con justicia condena su pecado y vuelve al Padre. Y el Padre, en tales circunstancias, siempre es un Padre de perdón que acoge y que consuela. Por esto se dice en la lectura del evangelio de hoy que "el que cree en él no será juzgado".

Por ello, y como consecuencia perfectamente lógica, "el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios." Si no hay consciencia del mal, o, aún peor, habiéndola, se siente orgullo de obrar el mal, supone la negación más radical de Dios, negación que a su vez implica la inexistencia de ningún encuentro con el Señor, de ninguna relación ni experiencia de amor, ni, por tanto, la menor fundamentación para serle fiel, pues no se puede ser fiel a lo que se rechaza o ignora. Entonces, el juicio de los actos del individuo puestos bajo la luz de Dios va de suyo, con todas sus consecuencias. Como solemos decir, será la hora de la Verdad. Quien vivió en ella, o la buscó con sincero afán, no tiene que temer. Pero ay del que se desentendió de ella... La resurrección supone la victoria sobre la muerte, también sobre la muerte sembrada en esta vida.    

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.