martes, 14 de noviembre de 2017

Lecturas del día, miércoles, 14 de noviembre. Poema "Advenimiento" de José María Pemán. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro de la Sabiduría (2,23–3,9):

Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo, y los de su partido pasarán por ella. En cambio, la vida de los justos está en manos de Dios, y no los tocará el tormento. La gente insensata pensaba que morían, consideraba su tránsito como una desgracia, y su partida de entre nosotros como una destrucción; pero ellos están en paz. La gente pensaba que cumplían una pena, pero ellos esperaban de lleno la inmortalidad; sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes favores, porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí; los probó como oro en crisol, los recibió como sacrificio de holocausto; a la hora de la cuenta resplandecerán como chispas que prenden por un cañaveral; gobernarán naciones, someterán pueblos, y el Señor reinará sobre ellos eternamente. Los que confían en él comprenderán la verdad, los fieles a su amor seguirán a su lado; porque quiere a sus devotos, se apiada de ellos y mira por sus elegidos.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 33,2-3.16-17.18-19

R/.
Bendigo al Señor en todo momento

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria. R/.

Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,7-10):

En aquel tiempo, dijo el Señor: «Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa" ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú" ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."»

Palabra del Señor

Poema:
Advenimiento de José María Pemán

Cuando ya estén vacíos los ojos insaciables
del Deseo, y se calle el desdentado
murmurar que debajo de sus tocas
de beata destrenza la Memoria;
cuando el joven auriga rubio y blanco,
Entendimiento, se despeñe en simas
sin luz ni fondo, y ya la huracanada
Voluntad se desmaye, como espuma,
sobre la playa del desistimiento:
entonces vendrás Tú. Y serán benditas
mi quietud, mi pobreza y mi ignorancia:
hoyos sobre mi arena
para la lluvia de Tus plenitudes. 

Breve comentario

Estamos y existimos para servir a Dios. Para nada más. Es evidente que servir es un ejercicio de amor. Y es evidente que el amor puede generar efectos muy consoladores para la persona que lo recibe. Pero hasta el bien que recibamos de los demás debemos ponerlo al servicio de Dios, pues es sólo Él quien lo hace posible en nosotros al servirle con autenticidad, y en los demás que se ven beneficiados por tal servicio.

Somos tan débiles que hasta los más justos pueden caer en la tentación de la vanidad, en la trampa mortífera de creernos que somos los agentes causales del bien que podemos suscitar. No somos más que instrumentos de Dios, y cuanto más humildes y sumisos a Su voluntad, mejor reflejaremos el amor que nos habita pero que no nos pertenece ni mucho menos procede de nosotros. Para nacer a Dios y para Dios hay que morir a nuestro ego. Sin la gracia divina es imposible este desprendimiento o renuncia tan esencial. El mero voluntarismo sólo suscitará una apariencia de servicio, aunque en efecto se actúe de un modo benéfico para muchos. Pero es el corazón, las motivaciones que fundan nuestras decisiones y actos, lo que hace verdadero el servicio a Dios y a los hermanos. Si hacemos obras de misericordia, por ejemplo, para fortalecer nuestra propia estima, podremos hacer bien a algunos, pero estaremos mintiendo a Dios. Y Dios no acepta mentiras, y menos en su nombre.

Estemos muy atentos a esa vanidad que se escapa como un humo fino por las grietas de la virtud no bien consolidada. Es humano buscar que nos quieran, pero es divino que nos quiera Dios por nuestra entrega a Él. Con la ayuda de su gracia podremos alcanzar este grado de purificación espiritual. Como nos muestra este precioso poema de Pemán, que Dios nos ayude a ser hoyos sobre nuestra arena para la lluvia de Sus plenitudes. Que así sea.  

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