lunes, 6 de noviembre de 2017

Lecturas del día, lunes, 6 de noviembre. Poema: "¡Sí, sed, sed, sed horrible!..." de Juan Ramón Jiménez. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (11,29-36):

Los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Vosotros, en otro tiempo, erais rebeldes a Dios; pero ahora, al rebelarse ellos, habéis obtenido misericordia. Así también ellos, que ahora son rebeldes, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos. ¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? Él es el origen, guía y meta del universo. A él la gloria por los siglos. Amén.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 68,30-31.33-34.36-37

R/.
Que me escuche, Señor, tu gran bondad

Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. R/.

Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R/.

El Señor salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá,
y las habitarán en posesión.
La estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en ella. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,12-14):

En aquel tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.»

Palabra del Señor
 
Poema:
"¡Sí, sed, sed, sed horrible!..." de Juan Ramón Jiménez
 
¡Sí, sed, sed, sed horrible!
...Pero... ¡Dejadme el vaso
vacío...! 
 
Breve comentario
 
El amor que Dios nos exige, del que el Señor es perfecto modelo, supone la gratuidad más absoluta. Amar no debe tener más ni mayor compensación que amar, que el ejercicio de la entrega más incondicional, que la apertura que no pide nada para sí, que no espera nada, que, amando, no quiere más que amar.
 
Huelga decir qué lejos estamos todos de esta perfección de donación. La santidad no es otra cosa que esta entrega pura a la voluntad de Dios. Esta vida nos da mucha sed; y la sed más profunda nunca la satisface el mundo, que sólo la intesifica y nos deja más heridos. La sed fundamental sólo la sacia Dios, pero en esta vida nunca puede ser satisfecha. Por eso, sedientos de Dios, nuestro amor ha de ser agua para otros. ...Aunque nuestro vaso siga vacío, y la sed siga siendo horrible.  

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