jueves, 9 de noviembre de 2017

Lecturas del día, jueves, 9 de noviembre, Dedicación de la Basílica de Letrán. Poema "Entro, Señor, en tus iglesias..." de Rafael Alberti. Breve comentario

Primera lectura

Lectura de la profecía de Ezequiel (47,1-2.8-9.12):

En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo. Del zaguán del templo manaba agua hacia levante –el templo miraba a levante–. El agua iba bajando por el lado derecho del templo, al mediodía del altar. Me sacó por la puerta septentrional y me llevó a la puerta exterior que mira a levante. El agua iba corriendo por el lado derecho. Me dijo: «Estas aguas fluyen hacia la comarca levantina, bajarán hasta la estepa, desembocarán en el mar de las aguas salobres, y lo sanearán. Todos los seres vivos que bullan allí donde desemboque la corriente, tendrán vida; y habrá peces en abundancia. Al desembocar allí estas aguas, quedará saneado el mar y habrá vida dondequiera que llegue la corriente. A la vera del río, en sus dos riberas, crecerán toda clase de frutales; no se marchitarán sus hojas ni sus frutos se acabarán; darán cosecha nueva cada luna, porque los riegan aguas que manan del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 45,2-3.5-6.8-9

R/.
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.


Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar. R/.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora. R/.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:
pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (3,9c-11.16-17):

Sois edificio de Dios. Conforme al don que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, coloqué el cimiento, otro levanta el edificio. Mire cada uno cómo construye. Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo. ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (2,13-22):

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.» Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.» Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?» Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.» Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?» Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

Palabra del Señor
 
Poema:
"Entro, Señor, en tus iglesias..." de Rafael Alberti
 
Entro, Señor, en tus iglesias... Dime,
si tienes voz, ¿por qué siempre vacías?
Te lo pregunto por si no sabías
que ya a muy pocos tu pasión redime.

Respóndeme, Señor, si te deprime
decirme lo que a nadie le dirías:
si entre las sombras de esas naves frías
tu corazón anonadado gime.

Confiésalo, Señor. Sólo tus fieles
hoy son esos anónimos tropeles
que en todo ven una lección de arte.

Miran acá, miran allá, asombrados,
ángeles, puertas, cúpulas, dorados…
Y no te encuentran por ninguna parte. 
 
Breve comentario
 
Hoy celebramos la fiesta de la dedicación de la Basílica de Letrán, que representa ser la iglesia de todas las iglesias católicas del mundo. Pero esta no es una celebración de un bello templo con mucha historia. Los templos no dejan de ser meras edificaciones. Lo importante es que son la casa del Señor, el lugar donde los católicos nos reunimos para estar con Él, para recordar, celebrar y, sobre todo, volver a vivir su sacrificio de salvación; el lugar donde buscamos su perdón, donde tomamos su Cuerpo, donde le rezamos, donde nos bautizan, donde nos casamos y donde buscamos su auxilio y su presencia para poder seguir peregrinando en esta vida y en este mundo.
 
Pero, como nos recuerda san Pablo en la segunda lectura, templos también somos todos los bautizados que intentamos seguir a Dios. Nuestro corazón es sagrario también. Por ello, la dignidad de nuestro cuerpo es máxima: es el lugar que Dios elige para vivir. El poeta se queja de que los templos aparecen vacíos, y que las personas que lo visitan sólo lo hacen por cuestiones estéticas,  para disfrutar de la belleza artística que atesoran. No es una mala reflexión viniendo de un poeta comunista y ateo. Esto mismo nos sucede con el templo de nuestra alma. ¿Sabemos acoger a quien nos habita? ¿Cómo le tratamos? ¿Somos conscientes de su presencia? ¿O nos dejamos arrastrar por nuestra debilidad? Por desgracia la denuncia de Alberti se puede extender aún con más justificación al templo que somos. Nuestros intereses son más banales que el de los turistas de las iglesias. Y nuestra alma parece vacía o solamente herida o incapaz de sentir la presencia del Señor, ensimismada en un mundo que nos proporciona falsos consuelos a una ausencia que no es tal. Y viviendo en nuestro pecho, como turistas de nosotros mismos, no le encontramos por ninguna parte.

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