viernes, 26 de mayo de 2017

Lecturas del día, viernes, 26 de mayo. Poema "Gracia" de Carmen Conde. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (18,9-18):

Cuand estaba Pablo en Corinto, una noche le dijo el Señor en una visión: «No temas, sigue hablando y no te calles, pues yo estoy contigo, y nadie te pondrá la mano encima para hacerte daño, porque tengo un pueblo numeroso en esta ciudad». Se quedó, pues, allí un año y medio, enseñando entre ellos la palabra de Dios. Pero, siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se abalanzaron de común acuerdo contra Pablo y lo condujeron al tribunal diciendo: «Este induce a la gente a dar a Dios un culto contrario a la ley». Iba Pablo a tomar la palabra, cuando Galión dijo a los judíos: «Judíos, si se tratara de un crimen o de un delito grave, sería razón escucharos con paciencia; pero, si discutís de palabras, de nombres y de vuestra ley, vedlo vosotros. Yo no quiero ser juez de esos asuntos». Y les ordenó despejar el tribunal. Entonces agarraron a Sóstenes, jefe de la sinagoga, y le dieron una paliza delante del tribunal, sin que Galión se preocupara de ello. Pablo se quedó allí todavía bastantes días; luego se despidió de los hermanos y se embarco para Siria con Priscila y Aquila. En Cencreas se había hecho rapar la cabeza, porque había hecho un voto.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 46,2-3,4-5.6-7

R/.
Dios es el rey del mundo

Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra. R/.

Él nos somete los pueblos
y nos sojuzga las naciones;
él nos escogió por heredad suya:
gloria de Jacob, su amado. R/.

Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro Rey, tocad. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (16,20-23a):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada».

Palabra del Señor

Poema:
Gracia de Carmen Conde

Van a cantar las aves. Lo siento en mis costados.
Porque me tiemblan alas que nunca vi crecer.
Y súbitos los árboles sacuden sus mensajes
para que yo los coja y lleve por el viento.

Van a brotar más fuertes. Escucho que la tierra
desliza por mis plantas sus tibias humedades;
y un arroyo no nace si una mujer no quiere
que le ciña las piernas con su lienzo delgado.

Sé que vienen jardines. Sé que brincan corceles.
Aprender todo eso me ha costado la vida.
Y os la dejo en el mármol, por si alguno la hallara
y quisiera saber cómo se olvida tanto. 

Breve comentario

Toda espera implica una esperanza. Nadie espera nada si nada espera o si la espera es inútil, pues nunca llegase aquello que se espera. Aun en los casos en que, como dice la expresión popular, el que espera desesperase, la esperanza siempre mantendrá viva ese aguardar con fe. Con todo, hay una diferencia entre un esperar que se vive como algo externo y de forma pasiva, y aquello que sabemos que es una realidad interior, aunque no tengamos el control de la misma. La venida del Señor a nuestros corazones, por medio del Espíritu Santo, participa de ambas modalidades: es una realidad externa, sobrehumana, que actúa sobre nuestra alma que la recibe; pero a la vez es una realidad que nos habita, íntima, cercanísima, en el núcleo mismo de nuestra subjetividad, de nuestra identidad.

Es esta segunda dimensión la que nos hace saber esperar con una esperanza y una fe inmarcesible, a pesar de nuestras fragilidades demasiado humanas. Carmen Conde posee dos poemas que reflejan perfectamente estas dos dimensiones de la espera. Por supuesto, ambos son dos poemas de amor, pues de amor estamos hablando: esperar la venida del Señor no es más que esperar el Amor de los amores. Uno de los poemas es el titulado Indescriptible que colgué hace unos meses en este espacio, y que ahora copio de nuevo para que se vea gráficamente lo que quiero exponer:

INDESCRIPTIBLE  

Esperar es peor que nacer,
porque solamente espera el que se muere
de esperar sin hacerse con la vida
otra cosa que esperar. El esperarte.

Y atada a esa tu espera que me gasta
y que gasta tu vida sin traerte,
aquí me estoy muriendo de ansiedades
porque cabe, tremenda, esta esperanza.

Cada día, ¡oh tú que te retrasas!
sin saber que nos vamos alejando,
es menor la distancia irreparable
de pensar, de esperar, que nos aleje.

Y aquí sigo esperando, nada intento
por huir al tormento de tu espera.
Ya no sé si allá fuera de mi vida
quedan otros o no, queda quien ande.

Solamente por ti, por cuando llegues,
a solas esperándote te espero.

Aquí se refleja muy descriptivamente el alma que espera hasta la desesperación el bien que ha de llegarle de fuera. La persona permanece alerta a que la realidad anhelada aparezca, pero como quien otea el horizonte, como quien siente que no posee nada de valor sin aquel a quien espera. Cuando un bien es sentido como completamente ajeno a nosotros, es fácil caer en la propia desvalorización de quien espera. El que espera pierde la noción de que lo esperado llega porque lo ama, y aunque en el caso de Dios ninguno merece ser amado por el mejor de los amantes, poseemos por la gracia sabernos hijos suyos. Y ser hijo de semejante Padre es una dignidad muy alta.

En el profundo y bello poema que he colgado hoy, Gracia, el que espera ya (pre)siente la llegada del amado, pues el amado ya se vive en lo más profundo como parte nuestra, ser de nuestro ser, como también los hijos son parte del padre, y el padre parte de los hijos en las relaciones filiales humanas, estructura que es natural de todo amor y que sirve para reflejar nuestra relación con el Creador. El sentimiento de estar unido a alguien en lo más íntimo de nuestra alma puede ser una vivencia más fuerte que las experiencias más rotundamente corporales.

El cristiano que basa su fe en un encuentro personal con el Señor sabe que su espera tiene sentido, aunque la espera sea larga, aunque el Señor parezca hacerse de rogar. En nosotros, la desesperación no cabe ya, pues nos sabemos, porque lo hemos vivido, hijos amados de Dios, objetos de un amor absolutamente inmerecido, que es pura Gracia, por un Amante que nos ama absolutamente mientras le busquemos y le esperemos a pesar de nuestras debilidades. Ciertamente, nuestra "tristeza se convertirá en alegría."

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