miércoles, 17 de mayo de 2017

Lecturas del día, miércoles, 17 de mayo. Poema "Ante las viñas abrasadas por el invierno..." de Antonio Gamoneda. Breve comentario


Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (15,1-6):

En aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme al uso de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más de entre ellos subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre esta controversia. Ellos, pues, enviados por la Iglesia provistos de lo necesario, atravesaron Fenicia y Samaría, contando cómo se convertían los gentiles, con lo que causaron gran alegría a todos los hermanos. Al llegar a Jerusalén, fueron acogidos por la Iglesia, los apóstoles y los presbíteros; ellos contaron lo que Dios había hecho con ellos. Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron, diciendo: «Es necesario circuncidarlos y ordenarles que guarden la ley de Moisés». Los apóstoles y los presbíteros se reunieron a examinar el asunto.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 121,1-2.4-5

R/.
Vamos alegres a la casa del Señor

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestro pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor. R/.

Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (15,1-8):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».

Palabra del Señor

Poema:
"Ante las viñas abrasadas por el invierno..." de Antonio Gamoneda 

Ante las viñas abrasadas por el invierno, pienso en el miedo y en [la luz (una sola sustancia dentro de mis ojos),

pienso en la lluvia y en las distancias atravesadas por la ira.


Breve comentario

Sin el Señor no podemos nada. Él es quien nos da primero el ser; luego, el ser sarmiento suyo, de su vid. Y por Él, al mantenernos unidos a su tronco, podemos dar fruto. Si no permanecemos en Él, seremos sarmientos estériles, sin fruto, y el Señor nos tratará en la misma medida que le hemos tratado a Él: nos desechará, y seremos expulsados de su presencia, para caer en la condenación de la esterilidad perpetua.

Es bueno subrayar otro hecho que no debe pasar desapercibido: al sarmiento que da fruto, el Padre que cuida de su viña lo podará para que dé más fruto. Podar, cortar son imágenes en principio que pudieran parecer duras o negativas: algo que sale bueno se le secciona una parte. En agricultura esto tiene todo sentido, y la tarea de podar es vista con toda naturalidad por el labrador como cualquier otra tarea del campo. Pero como es un símil del alma humana, requiere de cierta explicación. Podar aquí puede asimilarse al sentido de educar, de guiar, de sacar de algo lo mejor que alberga todavía en potencia. Podar en psicoanálisis, como toda imagen asociada a la mutilación, a la sección de algo (más aún de algo que crece), representa en el inconsciente humano (sí, amigos, no sean obtusamente realistas: el inconsciente existe) un símbolo de la castración. Si al alma que incipientemente bien asociada a su tronco, la dejamos crecer sin guía, empujada por esa primera fertilidad, probablemente comenzará a alejarse de la raíz madre de la que toma la energía: acabará creyendo que da fruto por sí misma. Así, el sarmiento tenderá a creerse vid de sí mismo. Esta vanidad del alma productiva necesita ser, en efecto, podada, mutilada, castrada del orgullo que da un éxito fácilmente logrado, del olvido desagradecido de quien es la fuente de toda fertilidad. La poda educativa y moral es absolutamente necesaria, más conociendo como es el alma humana de débil ante la tentación del orgullo. Y al orgullo Dios lo arranca de cuajo.

Como el poeta, ante mis muertes interiores, ante el invierno que me quema o me poda, pienso en mis miedos y mis iras, en toda las lluvias que me han caído a tiempo y a destiempo, en todas las distancias que he recorrido y en las que me quedé parado; y en la luz que me permite dar algún fruto, me temo siempre muy escaso y pobre. Necesito dar más fruto; debo dar más fruto. La poda es necesaria...

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