jueves, 11 de mayo de 2017

Lecturas del día, jueves, 11 de mayo. Poema "La Madre Teresa de Calcuta habla a una novicia" de Barbara Korun


Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13,13-25):

Pablo y sus compañeros se hicieron a la mar en Pafos y llegaron a Perge de Panfilia. Juan los dejó y se volvió a Jerusalén; ellos, en cambio, continuaron y desde Perge llegaron a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Acabada la lectura de la Ley y de los Profetas, los jefes de la sinagoga les mandaron a unos que les dijeran: «Hermanos, si tenéis una palabra de exhortación para el pueblo, hablad». Pablo se puso en pie y, haciendo seña con la mano de que se callaran, dijo: «Israelitas y los que teméis a Dios, escuchad: El Dios de este pueblo, Israel, eligió a nuestros padres y multiplicó al pueblo cuando vivían como forasteros en Egipto. Los sacó de allí con brazo poderoso; unos cuarenta años “los cuidó en el desierto”, “aniquiló siete naciones en la tierra de Canaán y les dio en herencia” su territorio; todo ello en el espacio de unos cuatrocientos cincuenta años. Luego les dio jueces hasta el profeta Samuel. Después pidieron un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, durante cuarenta años. Lo depuso y les suscitó como rey a David, en favor del cual dio testimonio, diciendo: “Encontré a David”, hijo de Jesé, “hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos”. Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión antes de que llegara Jesús; y, cuando Juan estaba para concluir el curso de su vida, decía: “Yo no soy quien pensáis, pero, mirad, viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias de los pies”».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 88,2-3.21-22.25.27

R/.
Cantaré eternamente tus misericordias, Señor

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R/.

Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso. R/.

Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora». R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (13,16-20):

Cuando Jesús terminó de lavar los pies a sus discípulos les dijo: «En verdad, en verdad os digo: el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: “El que compartía mi pan me ha traicionado”. Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy. En verdad, en verdad os digo: el que recibe a quien yo envíe me recibe a mí; y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado».

Palabra del Señor

Poema:
La Madre Teresa de Calcuta habla a una novicia de Barbara Korun

Otro Cristo más ha golpeado la puerta.
Éste no tiene piernas. Probablemente se
las cortaron los padres para que mendigue para ellos
con más facilidad. Su rostro es todo herida.
Ya no le quedan fuerzas para avanzar
en su carrito de madera.

Otro Cristo más espera delante de la puerta. A ti.
Apresúrate, para que no lo aplaste la muchedumbre
que huye de la policía. O para que no
lo devoren los perros hambrientos y enfurecidos.
Apresúrate. Él sabe que va a morir. Por eso
llamó a tu puerta.

¿Que no sabes si es realmente el Cristo verdadero?
Las breves horas que dedicas al sueño
transcurren con un temor demasiado en vela:
¿En realidad existe Dios? Por la puerta entreabierta
fluye la luz a tu habitación:
No hay Dios. El mundo está abandonado. Es indigente.

Cristo te espera delante de la puerta.
Sombras blancas corren por el jardín oscuro.
En tu regazo sostendrás su cuerpo
sin peso. En tu mirada, su mirada:
la última y la primera. En ese momento lo sabrás:
Es tu hijo.

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