martes, 16 de mayo de 2017

Lecturas del día, martes, 16 de mayo. Poema "Desenlace" de Derek Walcott. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (14,19-28):

En aquellos días, llegaron unos judíos de Antioquía y de Iconio y se ganaron a la gente; apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, dejándolo ya por muerto. Entonces lo rodearon los discípulos; él se levantó y volvió a la ciudad. Al día siguiente, salió con Bernabé para Derbe. Después de predicar el Evangelio en aquella ciudad y de ganar bastantes discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios. En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Y después de predicar la Palabra en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los habían encomendado a la gracia de Dios para la misión que acababan de cumplir. Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe. Se quedaron allí bastante tiempo con los discípulos.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 144,10-11.12-13ab.21

R/.
Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.

Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.

Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (14,27-31a):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis. Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo yo».

Palabra del Señor
 
Poema:
Desenlace de Derek Walcott 

Yo vivo solo
al borde del agua sin esposa ni hijos.
He girado en torno a muchas posibilidades
para llegar a lo siguiente:

una pequeña casa a la orilla de un agua gris,
con las ventanas siempre abiertas
hacia el mar añejo. No elegimos estas cosas.

Mas somos lo que hemos hecho.
Sufrimos, los años pasan,
dejamos caer el peso pero no nuestra necesidad

de cargar con algo. El amor es una piedra
que se asentó en el fondo del mar
bajo el agua gris. Ahora, ya no le pido nada a

la poesía sino buenos sentimientos,
ni misericordia, ni fama, ni curación. Mujer silenciosa,
podemos sentarnos a mirar las aguas grises,

y en una vida inmaculada
por la mediocridad y la basura
vivir al modo de las rocas.

Voy a olvidar la sensibilidad,
olvidaré mi talento. Eso será más grande
y más difícil que lo que pasa por ser la vida.


Winding up

I live on the water,
alone. Without wife and children,
I have circled every possibility
to come to this:

a low house by grey water,
with windows always open
to the stale sea. We do not choose such things,

but we are what we have made.
We suffer, the years pass,
we shed freight but not our need

for encumbrances. Love is a stone
that settled on the sea-bed
under grey water. Now, I require nothing

from poetry but true feeling,
no pity, no fame, no healing. Silent wife,
we can sit watching grey water,

and in a life awash
with mediocrity and trash
live rock-like.

I shall unlearn feeling,
unlearn my gift. That is greater
and harder than what passes there for life.

Breve comentario

"La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde", nos dice hoy el Señor. ¿De qué paz nos habla? ¿Cómo nos la da? Si no es la paz del mundo, ¿cuál es su paz?

Suele ser habitual pensar que paz significa ausencia de problemas o de conflictos. En esos casos, la paz nos exigiría alejarnos del mundo, de sus preocupaciones, de sus anhelos, de sus ambiciones e intereses. Hay mucha verdad en ello. El mundo es por definición la antítesis de la serenidad, del equilibrio, de la armonía. Quien está en el mundo no puede aspirar a la ausencia de conflicto. Así, la vida contemplativa nació hace muchos siglos en Occidente fruto de esta certidumbre: el mundo y su tráfago alejan de Dios, y alejándonos de Él, nos aleja de nosotros mismos. Sin embargo, sólo a una minoría Dios concede la gracia de esa vocación. La mayoría de los cristianos debemos estar en medio del mundo, aunque, como sabemos por sus propias palabras, no seamos del mundo.

La paz que Dios nos concede es una experiencia de su presencia en nuestra vida que se expresa tanto en una relación personal operativa (es decir, que produce efectos), como en la oración, los sacramentos y la fe compartida en comunidad en torno a su Palabra. En la medida que sintamos esa presencia, nuestro corazón no debe turbarse ni acobardarse ante las dificultades, ante ese mundo lleno de conflictos, de pecado y de fragilidad. Por otra parte, aunque no seamos del mundo, somos del mundo en cuanto que siempre necesitamos de la gracia de Dios para evitar ser demasiado mundanos, pues todos estamos marcados por el pecado y por la fragilidad.

Hay otra forma de buscar la paz que es la que queda expresada por el poeta que he elegido para las lecturas de hoy: la del que se aleja del mundo hastiado de él, y se refugia como forma de protegerse de su influencia y como expresión de desprecio al mismo (y también de algún modo a uno mismo en cuanto que la experiencia de vida se evalúe como fracaso). Es ésta una tentación. El sufrimiento repetido, la soledad, la incomunicación, la terrible alienación que provoca en cualquiera un mundo sin alma, de relaciones banales y convencionales, nos hace ocultarnos, replegarnos sobre nosotros mismos, en un acto defensivo muy comprensible. Cuando se busca la soledad sin Dios, ser una roca insensible ("vivir al modo de las rocas") cuando se es un hombre, cuando se quiere pasar desapercibido entre "la mediocridad y la basura", lo que se pretende en definitiva es una forma de morir, viviendo una paz que es sólo extirpación del conflicto por extirpación de la vida. Dios no busca que dejemos de desear, como es la aspiración última del budismo, ni que nos transformemos en lo que no somos, cosa siempre imposible: Dios quiere transformar el mundo y a los hombres por medio del amor, del cual su Hijo es el modelo perfecto a seguir. Es la máxima aberración de un alma mundana pensar que el amor es una roca sepultada en aguas cenagosas.

Así, por medio de Jesús, el Padre nos concede esa paz, y busca que ella sea conocida por el mundo a través de nosotros. Es cierto que en este camino la tentación que expresa Walcott de aislarse es fuerte, pues el mundo tiende a la dirección opuesta, y todo lo que se opone a su inercia siempre acaba siendo arrollado por aquel. Pero la cruz de vivir en medio del mundo sin ser del mundo es nuestra fuerza: es la paz que Dios nos da.

...Y además la poesía, la que está repleta de verdad, de bien y de belleza, nunca es una "silent wife".  

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