miércoles, 29 de junio de 2016

Lecturas del día, miércoles, 29 de junio, de san Pedro y san Pablo. Poema "La lámpara de barro" de Antonio Colinas. Breve comentario

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12,1-11):

En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él.
La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor y se iluminó la celda.
Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: «Date prisa, levántate.»
Las cadenas se le cayeron de las manos y el ángel añadió: «Ponte el cinturón y las sandalias.»
Obedeció y el ángel le dijo: «Échate el manto y sígueme.»
Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y al final de la calle se marchó el ángel.
Pedro recapacitó y dijo: «Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 33,2-3.4-5.6-7.8-9

R/.
El Señor me libró de todas mis ansias

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4,6-8.17-18):

Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,13-19):

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

Palabra del Señor
 
Poema:
La lámpara de barro de Antonio Colinas  
 
PADRE NUESTRO que estás, como monte de oro, 
en el prado de las eras. 
Padre nuestro que ya estás trillando 
dulcemente los ojos de los hombres 
en las eras de tu ausencia: 
ya hemos aceptado vivir en plenitud 
no sólo porque has sido el sembrador de astros 
sino porque tu nombre 
lo pronuncian aquí ásperamente 
la zarza y las heridas, 
cada piedra y el cierzo.

Por esta fidelidad a la palabra, 
por este reino pobre que es la palabra
que tenemos entre los labios,
deberías acrecentarnos un día la otra vida
con tus tesoros.
Hemos ido haciendo tu voluntad
un siglo y otro siglo
(¿cuándo no fuimos una espiga frágil
bajo tus tormentas?)
y aunque nuestros hermanos nos segaran a veces
las horas de mansedumbre que sembramos,
seguiremos sembrando,
seguiremos sembrando.


Quizá no hemos sabido captar con piedad
el suficiente pan que nos has dado,
y qué difícil va a ser que nos perdones
nuestras deudas ocultas,
mas haz que sea fácil perdonar
a los que no han podido o no han querido
desprenderse del odio en esta vida.
 

Bajo esta noche inmensa, tan llena de secretos,
a la que debemos nuestra libertad,
aún intentaremos no caer
en esa tentación tan fácil
de desear más de cuanto debemos.
Haz que el mal que nos queda pendiente,
que las pruebas últimas que nos reservas,
nos sepan a nada,
y así serán un día nuestras nadas tu todo.
 

Para los que seguimos buscando tus huellas 
por la ceniza de los montes talados,
por los senderos nocturnos de espinos,
que venga a nuestro encuentro
tu lámpara de barro,
tu lucerna encendida.
Habrá llegado, al fin, la hora de mirarte a los ojos
desde las cuencas vacías de los nuestros.
(Aún así, te veremos.)
Y, ya en la sima oscura,
la palabra más fiel nos salvará por siempre,
pronunciaremos el más dulce ruego:
ábrenos a otra vida, siléncianos, remánsanos
en ese mar de luz o fuego blanco
del que nada sabemos,
del que esperamos todo.


Breve comentario

¡Qué difícil, qué dificilísimo, es que se abra la verdad en este mundo! ¿Quién dice la gente que es Dios? Literalmente cualquier cosa, pues sus respuestas vendrán dadas por la oscuridad de cada alma entregada o aprisionada, según sea su voluntad, al error o a la mentira. No se trata de simples malentendidos: no se entiende, porque no se quiere entender. Si me ocurre a mí, que no soy nadie, que las palabras de este blog las entienden mis vecinos de barrio y de parroquia (sobre todo éstos) como quieren (nunca como Dios les hubiera dado a entender); si soy malísimo porque saludo y me paro a hablar, si lo soy porque no me detengo; si me esperan con los perros sueltos a la salida del médico, a la vuelta de cada esquina, para tener la última victoria o la última humillación que les recompense de tanta falta de libertad que les impongo; si bajo a la piscina de mi urbanización, malo; si no bajo, peor. Si he de reirle las gracias al párroco en sus homilías y al coadjutor en lo que sea menester, al jardinero, al vecino del 5º o a la que le gusto o le apetezco, porque de lo contrario se sienten brutalmente cuestionados; si me he de confesar obligadamente con aquéllos, aunque no comprendan nada de mis sufrimientos, y sin que ningún canon eclesiástico obligue a tales fidelidades; pero si he de ser sociable, pero si no lo soy; pero si miro el reloj en un lugar inadecuado, soy malo malísimo... ¡Y esto no siendo nadie!... ¡Qué no harán con Dios!

Pero, sí, hermano poeta, seguiremos sembrando, seguiremos sembrando, pues sólo contamos con el arma de la palabra para ello. Y en mi caso sólo son prestadas (eso ya no me importa) . En fin, como dices, no deseemos más de lo debido. Pero, por favor, Señor:

"Haz que el mal que nos queda pendiente,
que las pruebas últimas que nos reservas,
nos sepan a nada,
y así serán un día nuestras nadas tu todo."


¡Que así sea! 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.